El tesoro de Sucre
El Museo del Tesoro ubicado en Sucre, el único de Bolivia, no solo se limita a la exhibición de piedras y metales preciosos: es interactivo porque agudiza la atención de los niños y hace reflexionar a propios y extraños del por qué Bolivia
El Museo del Tesoro ubicado en Sucre, el único de Bolivia, no solo se limita a la exhibición de piedras y metales preciosos: es interactivo porque agudiza la atención de los niños y hace reflexionar a propios y extraños del por qué Bolivia, siendo un país tan rico en minería, tiene tantos niveles de pobreza.
El museo es de propiedad de los esposos Miguel Morales y Gabriela Torricos, fruto del amor de unos padres hacia su hijo. Fue creado con el objetivo de que sea administrado por Miguel Andrés Morales Torricos, licenciado en Turismo, que lamentablemente falleció a finales de julio de 2022.
Otro propósito es informar y educar sobre los orígenes, técnicas y el arte de los metales y piedras preciosas que se manejan en Bolivia.
Es un esfuerzo totalmente privado que no recibe ningún tipo de financiamiento del Estado o de la cooperación extranjera. Es una institución que se autosustenta con el cobro de entradas a los visitantes. Los recursos se destinan al mantenimiento del edificio y el pago de servicios.
La visita al museo ofrece un mágico recorrido que empieza en las entrañas de la tierra como escenario, luego pasa por la evolución del oro, la plata y piedras preciosas, y su posterior extracción gracias al trabajo sacrificado de los mineros, hasta su transformación en hermosas joyas en manos de expertos orfebres.
Torricos relata que desde niña le gustó la joyería y quería dedicarse a ella. Le conmovía cómo un pedazo de metal podía fundirse con el calor de una llama de fuego y después ese metal frío se convertía en una preciosidad.
No obstante, ese oficio le fue censurado por su familia. Finalmente estudió la carrera de Economía en la que vio había una bolsa de metales, donde el oro era el respaldo para la moneda y tenía un precio.
Cuenta a ECOS que el sueño del museo comenzó hace 30 años, cuando en 1986 decidió unir su pasión por la joyería con su profesión y abrió la reconocida Joyería París; desde entonces fue adquiriendo y guardando objetos y piezas de diferentes valores.
Luego, en 2006, adquirió la casa para el museo. El proceso de refacción y reacondicionamiento duró dos años y, según Torricos, el camino se hizo expedito.
La casa es otra joya arquitectónica que actualmente es de estilo republicano, tiene un gran valor histórico, ya que perteneció a personalidades de gran trascendencia en el país.
En 2012 empezó la instalación del museo, con un trabajo ininterrumpido que duró tres años. Finalmente el recinto fue inaugurado en septiembre de 2015 y recibió una gran aceptación del público.
La única condición que Torricos puso para montar el museo era que debía ser solo de metales preciosos que terminen en joyería: oro, plata y piedras preciosas.
Torricos guarda una serie de anécdotas; por ejemplo, cuando tenía la joyería París, en una ocasión le visitaron unos campesinos llevando una pequeña varita de oro que habían hallado cuando cavaban su terreno, que al parecer es una pieza preinca.
Hasta antes de la pandemia recibían en época alta un promedio de entre 60 y 70 visitantes por día, luego cerraron 20 meses a causa de la emergencia sanitaria. Después, abrieron nuevamente las puertas y los visitantes comenzaron a llegar de a poco, actualmente las visitas se aproximan al promedio mencionado.
Salas especializadas
Para Torricos, cada pieza de metal o piedra preciosa tiene, además del coste económico, un inmenso valor histórico. Dice que prácticamente son documentos guardados que indican, por ejemplo, las técnicas del trabajo de orfebrería o las dosis de aleación de metales que se hacía hace más de 100 años y cada fragmento guarda mucha información para los expertos.
El museo cuenta con cinco salas. El recorrido comienza con una presentación general en la sala de videos, luego se ingresa a la sala de maquetas, enseguida se pasa al salón de plata, al salón de oro y, finalmente, al salón de piedras preciosas.
También tiene un taller orfebre, una tienda donde se puede comprar recuerdos, una cafetería que ofrece una variedad de refrigerios para los visitantes y una joyería donde se puede comprar piezas de gran belleza y calidad a precios de fábrica.
El recorrido dura una hora, pero pareciera que “el tiempo pasa volando” porque cada vitrina es un descubrimiento para cada visitante.
Piezas especiales
Cada vitrina tiene su encanto. Por ejemplo, en el Salón de Oro hay una estantería donde se expone una increíble pepa de oro con forma de un arbolito de Navidad. Torricos explica que adquirió ese aspecto de forma natural “en el laboratorio caliente de la tierra” que fundió una pepa de oro bruto y corrió como un pequeño río hasta ingresar a una piedra cóncava en la que tomó la forma de ese molde.
Es una pieza de oro puro de más de 100 gramos, encontrada en el Departamento de Santa Cruz, pertenece al Precámbrico (era geológica que precede a la era primaria o paleozoica; se extiende desde la formación de la corteza terrestre hace unos 4.500 millones de años hasta el comienzo de la vida en los mares hace unos 570 millones de años; se caracteriza por la ausencia casi absoluta de fósiles y por una intensa actividad volcánica).
Otra pieza impactante que está expuesta en el museo y llama la atención inmediata de todos es una drusa con picos gigantes de ametrino.
La drusa es un conjunto de picos de cristales naturales que cubren la superficie de una roca. “El óxido de cilicio cristalizó en dos colores, en función a las temperaturas, dando origen a la amatista y citrino fusionados; es una pieza única”, asegura.
También hay una hermosa colección de caravanas (aretes largos) de oro. Las españolas llegaron a este lado del mundo con “joyas” de fantasía que tenían elementos decorativos moriscos: flores, roba corazones; pero, como en Bolivia había metales preciosos como el oro y la plata, los artesanos y orfebres “copiaron” los modelos extranjeros e hicieron joyas verdaderas con metales preciosos, incluyendo otros elementos decorativos como choclos, hojas de parra: así surgió la joyería mestiza.
Una característica común es que —en lo que ahora es Bolivia— las caravanas fueron usadas por las cholas, así denominaron los españoles a las mujeres mestizas de sangre europea e indígena, según el sistema de castas colonial.
Las cholas eran muy trabajadoras: con sus ganancias compraban oro, luego mandaban a hacer con los orfebres preciosas caravanas que después lucían orgullosas con sus mejores galas. Era un capital ahorrado para ellas.
Torricos explica a ECOS que en ese periodo se desarrollaba una economía de truque: de Bolivia salían metales preciosos como el oro y la plata e ingresaban piedras preciosas, perlas auténticas, corales y spondylus; así se fusionaron metales y piedras preciosas en esa época.
Disfrute de niños
Sin duda, los niños son los que más se emocionan y disfrutan del museo y salen habiendo aprendido todos los nombres de piedras preciosas.
“Creo que perciben la energía de los minerales; al salir del museo hay una pequeña tienda donde se venden recuerditos y ahí los niños les explican a sus papás diciéndoles esta es la citrina, mira el topacio, este es el ónix, esta es la amatista, mira el spondylus y sus padres se quedan callados y desubicados…”, cuenta riendo.
También ocurre que cuando la gente termina de visitar el Museo del Tesoro es casi inevitable que reflexione y se pregunte: ¿Si somos un país mineralógico y tenemos tanta riqueza por qué somos pobres?
Dicen “siempre hubo plata, estaño, oro, hay gas natural, petróleo y ahora litio, pero, ¿por qué seguimos en lo mismo, teniendo de todo? A veces se arman debates en el hall del museo y terminan echando la culpa a los políticos.
Investigación sorprendente
Los esposos Morales Torricos realizaron una investigación apasionante acudiendo a documentos de compra y venta originales, hasta comprobar que la actual casona donde funciona el Museo del Tesoro perteneció a 17 empresarios mineros.
En la colonia, los españoles recibían solares (parcelas legalmente divididas o conformadas, con características adecuadas para servir de soporte al aprovechamiento que les asigne la ordenación urbanística y estén, además, urbanizados con arreglo a las alineaciones, rasantes y normas técnicas establecidas por el planeamiento) y ese solar fue otorgado en 1560.
Medidas de seguridad
El museo cuenta con medidas de seguridad muy eficientes, aprovechando la tecnología de punta y control en red y además tiene cámaras de vigilancia que ayudan a controlar cualquier irregularidad.
Solo una vez un estudiante de colegio que visitó el lugar con sus compañeros y maestro, logró arrancar un trozo de una pieza que no está expuesta dentro de una vitrina por su gran tamaño. Sin embargo, el hecho fue detectado por las cámaras y el muchacho se vio obligado a devolver el fragmento robado.
Otros detalles
El Museo del Tesoro tiene guías que hablan español, inglés, francés y quechua. Fueron capacitados para seguir un guion, ya que no son geólogos ni ingenieros metalúrgicos sino guías turísticos.
“Les decimos que cuando reciban preguntas muy técnicas o de especialidad sean sinceros y les digan que hablen con los propietarios para que nosotros les saquemos de dudas”, indica Torricos.
El museo abre su puertas todo el año, salvo los días de Navidad y de Año Nuevo, y el lunes y martes de Carnaval. La atención es de lunes a domingo, de 9:00 a 12:30 y de 15:00 a 18:30. El costo es de 25 Bolivianos para visitantes nacionales y extranjeros.
El edificio está en pleno corazón de Sucre frente a la plaza 25 de Mayo # 59, en la continuación de la calle Calvo •