Sicuris: Bandera del Carnaval de Sucre

Los sicuris son la bandera del Carnaval de Sucre. Hasta hace unas tres décadas eran los únicos que acompañaban a las comparsas de jóvenes interpretando melodías, para que bailen y salten en las calles. 

Algunos integrantes de la Comunidad Nayjama. Algunos integrantes de la Comunidad Nayjama.

Evelyn Campos López ECOS
Ecos / 13/02/2023 03:17

Los sicuris son la bandera del Carnaval de Sucre. Hasta hace unas tres décadas eran los únicos que acompañaban a las comparsas de jóvenes interpretando melodías, para que bailen y salten en las calles. 

Durante más de un siglo, las comparsas bailaron al son de melodías clásicas chuquisaqueñas en el carnaval, interpretadas por sicuris. Canciones como “Cebadilla”, “Somos, somos, somos”, “Patito de la laguna”, “Teresa” y otras eran parte indisoluble de las salidas de comparseros. Canciones a las que los integrantes de las comparsas les agregan hasta ahora toda clase de estribillos: “Cebadilla, cebadilla, quien te ha dicho que me quieras si soy wawa todavía…”, “Ay patito, patito, patito de la laguna, tú nomás tienes la culpa para mi perdición”, “Somos, somos, somos, somos mamadores…”.  

Los sicuris están entre las tradiciones más representativas del Carnaval sucrense, pues no se los encuentra en otras regiones.  

Tienen su sello personal junto a los cascarones con agua perfumada, los k’epiris, los aguateros, los confites, la leche de tigre, lo cocteles de tumbo, los sándwiches de palta y el sabroso saice picante. 

Sicuris desplazados por bandas musicales    

Es innegable que los sicuris de a poco han sido desplazados por las bandas musicales que llegaron de la ciudad de Oruro, especialmente.  

También están los grupos que surgieron en Sucre en las dos últimas décadas, compuestos por ex integrantes de bandas de guerra de los colegios más tradicionales de la ciudad y por alumnos vigentes, que se caracterizan por su gran número. 

Los pocos sicuris que quedan hacen grandes esfuerzos para no desaparecer aprendiendo nuevas melodías musicales. 

Surapata 

Surapata es una zona tradicional donde desde hace decenas de años se instalan las tropas de sicuris para ser contratados. 

Antes había para escoger entre más de diez. Las comparsas llegaban al lugar, contrataban a una tropa de su agrado y se iban bailando con ellos a los que trataban y tratan muy bien, mimándolos con comida y bebida.  

La zona era una ventana para que los campesinos puedan cancharse (ganar dinero prestando pequeños servicios) durante uno, dos o tres días.  

Freddy Echevarría (46), integrante de la comunidad Nayjama, relata que en los años 90 los sicuris cobraban 250 bolivianos por una hora, ahora cobran entre 500 y 600 bolivianos, la diferencia está en el número de integrantes.  

Sin embargo, el contraste con el precio que cobran las bandas es abismal, las más sencillas piden como mínimo 1.000 Bolivianos. Ahora las bandas tienen más acogida entre la población porque interpretan una gran variedad de géneros musicales.  

Festival de sicuris  

Liderada por el maestro Gonzalo Negrón, la Comunidad Nayjama creó el Festival de Sicuris con el objetivo de rescatar esta tradición que ahora forma parte de la agenda del Carnaval de Sucre organizada por el Gobierno Autónomo Municipal. 

En ese evento generalmente participa más de una docena de comunidades entre rurales y urbanas que protagonizan una romería por las calles tocando música a la cabeza de la Comunidad Nayjama que interpreta melodías autóctonas y huayños del acervo chuquisaqueño. 

¿Qué es el sicuri?  

El sicuri (zampoña) es un aerófono andino que data del periodo precolombino. Echevarría (46) ingresó a la Comunidad Nayjama a los 16 años, interpreta la sanka que tiene el tamaño más grande del sicuri (70 centímetros). 

Explica que una tropa de sicuris está compuesta por 13 personas, que interpretan cuatro sankas o dos parejas (grandes), ocho maltas o cuatro parejas (medianas) y un tamborero. 

La sanka tiene dos arkas y dos iras, o sea la fila de arriba, llamada también “arribeño”, se denomina arka y tiene ocho tubos y la hilera de abajo o “abajeño” se llama ira y tiene siete tubos. Es decir, dos músicos solo tocan las arkas y los otros dos solo iras.  

Según Echeverría, el sicuri se diferencia de la zampoña porque tiene sus disonantes situados en la parte de atrás del instrumento, son tubos falsos del mismo tamaño biselados y huecos llamados sirino. 

Echeverría indica que la primera melodía es la que escuchamos todos, pero hay otra que le sigue y se interpreta con los sirinos, “es como el viento” que se dirige a las montañas o apus y es escuchada solo por la Pachamama y otros entes a través de una conexión espiritual con el sicuri.  

Los sicuris acompañaban a todas las festividades desde épocas prehispánicas, luego sufrieron un sincretismo con la incursión de la religión.  

Por ejemplo, los curas mandaban a los campesinos a animar a los patrones en las haciendas. “De ahí el sicuri se fue introduciendo de a poco en diferentes actividades y apareció como una manifestación de teatro callejero, como una bufonada; los patrones llevaban a los campesinos para que animen las fiestas donde tarareaban y charangueaban huayños. Incluso les soplaban al oído tonadas españolas que ellos supieron transformar en hermosos huayños chuquisaqueños, que alegran el carnaval y la fiesta de Pascua”, asegura el músico.  

Agrega que “el sicuri es un comodín de la música, es como un arlequín que va con todo, está presente en k’oas para la Pachamama, ahora en cumpleaños, inauguraciones, bodas y otros”. 

Su origen

Echevarría sostiene que el sicuri es prehispánico y tiene origen en los valles chuquisaqueños, con el tiempo sufrió un sincretismo y se sigue acomodando a nuevas melodías. 

“A los patrones se les ocurría pedir a los campesinos que interpreten, por ejemplo, la Marsellesa. Como no sabían leer música, tenían que convertir la tonada en melodía. Es alucinante cómo el campesino que no había cursado ni primero de primaria podía interpretar un tema así. Era como un hermoso choclito recién cosechado, tierno y dulce, así lo convierten la música”, expresa Echevarría. 

Actualmente, un semillero de sicuris son las festividades del Señor de Maica, del Señor de Huayllas o del Tata Santiago.  

La Comunidad Nayjama se pone a tocar con los comunarios de esos lugares y ellos tocan exactamente igual, pese a que nunca tuvieron una conexión.  

“Por eso puedo decir con seguridad y certeza que el sicuri es de los valles de Chuquisaca”, manifiesta Echavarría. 

Asimismo, destaca que antes, en el campo, los desfiles cívicos y escolares se hacían con sicuris y los campesinos tenían que componer nuevas melodías para esas fechas •

Comunidad Nayjama 

Tiene 43 años de existencia. Los integrantes no son campesinos sino un grupo de jóvenes citadinos entusiastas que empezaron a gustar de la música autóctona en la década de los 70.  

La música que interpretan es comunitaria; es decir, de ejecución grupal, Echevarría informa que actualmente tiene diez integrantes. Adolfo Padilla falleció hace dos años. 

El mallku mayor es su fundador Gonzalo Negrón, más conocido como Cacho. Nayjama formó dos grupos de sicuris: Comunidad Pacha de Alto Delicias y Thunupa integrado por los escaleritas del Cementerio General de Sucre. Eran 14, ahora solo quedan dos en Nayjama.  

Orlando y Antonio Oliva y Lucas Mamani son los únicos que quedan del grupo Thunupa, eran parte de los NAT's (escaleritas del cementerio), que fueron formados por la segunda generación de Nayjama. 

La primera generación formó a la comunidad Pacha, la mayoría son del barrio Alto Delicia. Ahora solo se reúnen para el Carnaval y algunas tocadas. eran 15 y ahora solo queda Echavarría. 

Sobreviven los sicuris Ujmanta, Pucañahui de la zona San Cristóbal, Pachamama, Intiñan, Ujmanta y Sinchihuayras.

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