Centro Boliviano de Solidaridad Vida

Sucre tiene una nueva opción para el tratamiento de personas con problemas de adicción a las drogas y alcohol. Se trata del Centro Boliviano de Solidaridad Vida que en La Paz cumplió 30 años de vigencia.

Centro Boliviano de Solidaridad Vida

Centro Boliviano de Solidaridad Vida Foto: Cedida

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Lloyd Jacobs, director del Centro Boliviano de Solidaridad Vida.

Lloyd Jacobs, director del Centro Boliviano de Solidaridad Vida. Foto: Cedida


    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 13/02/2023 03:11

    Sucre tiene una nueva opción para el tratamiento de personas con problemas de adicción a las drogas y alcohol. Se trata del Centro Boliviano de Solidaridad Vida que en La Paz cumplió 30 años de vigencia. 

    La droga es una sustancia natural de origen vegetal, animal o sintética que se emplea en química, tintorería, farmacia y medicina. 

    Son parte esencial de la humanidad. Si no existirían, un dentista tendría que atender sin anestesia y sería una experiencia totalmente dolorosa. El problema no son las drogas en sí, sino el mal uso que se les da.  

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    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve de cada diez personas que experimentan o usan drogas ocasionalmente no tienen un problema con ellas, pero una de cada diez termina teniendo dependencia o problemas con drogas.  

    Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), alrededor de 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que supone un aumento del 26% respecto a la década anterior. 

    Según Lloyd Jacobs, director del Centro Boliviano de Solidaridad Vida, la última vez que el Estado certificó a las comunidades terapéuticas fue en 2002, hace 20 años.  

    El sector de comunidades terapéuticas es muy desatendido por el Estado, no saben quién los regula: el Ministerio de Salud, el Ministerio de Gobierno o el Viceministerio de Prevención.  

    “Es toda una mescolanza: no está claro quiénes son asistencialistas, quiénes son de tratamiento, quienes son comunidades terapéuticas, cuáles son casas de paso o cuáles son albergues”, detalla el responsable. 

    ¿Qué es la adicción? 

    La definición más contemporánea de adicción con la que Jacobs concuerda dice: “la adicción es la incapacidad de frenar una conducta repetitiva, aún conociendo la consecuencia negativa”.  

    El concepto no menciona sustancias, porque hay muchas adicciones: a la comida, al sexo, al alcohol, al internet y al trabajo, entre otras. 

    Qué provoca la adicción  

    Las razones para volverse adicto son infinitas, desde curiosidad hasta aburrimiento. Las personas deben aprender a identificar que tienen un problema de adicción cuando el trabajo, la cocaína, la comida, el sexo o el alcohol interfieren negativamente en su economía, familia, salud, estudios o círculo social. Asimismo, deben reconocer cuál es la utilidad que la droga tiene en su vida.  

    Jacobs afirma que, para un adicto, las drogas lo son todo, pues llega a tener una relación de pasión y amor con esa sustancia.  

    “Si estás triste, te alegra; estás alegre, te alegra más; te duele tu conciencia, la pagas; tienes hambre, ya no la tienes; tienes frío, ya no sientes. Nunca te dice no, nunca te recrimina, nunca te traiciona; es un mecanismo para que puedas, equivocadamente, aferrarte a él, porque mientras la tengas no necesitas nada más”, expone.  

    Concluye que el problema no es la sustancia, sino la relación que se construye con ella. 

    Jacobs afirma que en Bolivia el alcohol “es, de lejos” la droga más consumida. Incluso muchos la mezclan con pastillas psiquiátricas. 

    Dice que también hay una nueva y amplia gama de drogas sintéticas que ni siquiera figuran dentro de las leyes y su consumo está de moda. 

    Centro Boliviano de Solidaridad Vida 

    Jacobs relata a ECOS que él fue el motivo de inspiración para la creación de ese lugar en la sede de Gobierno, hace 30 años, cuando era adicto a las drogas.  

    Un día su madre en su absoluta frustración le escribió una carta donde le decía: “como no me permites que te ayude, yo voy ayudar a otros como vos”. Así se juntó con un grupo de amigas en La Paz y crearon un centro exclusivo de tratamiento de personas con problemas de adicción. 

    Comenzaron con dos cuartos en La Paz, luego se fueron a Unduavi y de ahí peregrinaron durante mucho tiempo hasta que finalmente se anclaron en Pucarani, camino al Lago Titicaca.  

    Es un esfuerzo totalmente privado, nunca recibieron apoyo del Estado ni de empresas privadas; mucho más ahora que incursionaron en el área de la salud mental que tiene relación directa con las adicciones. 

    Por entonces era muy complicado mantener un centro de esas características; la filosofía de la sociedad en general sobre los adictos y alcohólicos era de discriminación, exclusión social y muerte civil. 

    A un principio, en el centro utilizaban un modelo muy coercitivo y castrante con el fin de “quebrar” a la persona, para que después surja renovada de sus cenizas, así como el ave fénix.  

    Sin embargo, el modelo fracasó: de 100 personas solo triunfaban dos y 98 fracasaban. Pero, posteriormente, las cosas cambiaron pues hoy ser adicto no mata socialmente, es muy común.  

    Jacobs vivió en carne propia todo lo que describe ya que se sometió al proceso de sanación en dicho centro, entre 1993 y 1994. 

    Cambio de modelo 

    Jacobs trabaja en el centro desde hace 16 años. Al aplicar el modelo antiguo se dio cuenta que los chicos “se amoldaban y hacían buena letra”, para ser aprobados por el equipo de profesionales y volver a casa con sus familias.  

    Sin embargo, era una pantalla falsa ya que el juego que sigue el adicto es engañar a todos. En cambio, ahora lo primero que se hace es abrir las puertas del centro, los chicos no están bajo llave, tienen libertad.  

    El modelo actual que usan se apoya en la ciencia y la psicología. La línea operativa se divide en tres fases: adaptación a la casa; identificación de los orígenes del problema con psicoanálisis y psicoterapia y elaboración; o sea, crean el mapa de su futuro proyecto de vida. 

    Cuando concluyen las fases de adaptación, identificación y elaboración, cortan el cordón con el centro y comienzan la fase de consolidación, ejecutando lo establecido desde un ambiente diferente. 

    El tratamiento puede durar entre cuatro a seis meses y en otros casos se extiende por más de un año. 

    El equipo de profesionales está conformado por médicos psiquiatras, psicólogos y operadores. Usan medicación cuando es necesario. 

    Jacobs sostiene que allí no llega un adicto sino un ser humano al que tratan con empatía, respeto y libertad, ganándose su confianza. 

    En Sucre 

    En Sucre, el Centro cuenta con el apoyo del IPTK, con servicio hospitalario para los usuarios desde la desintoxicación misma. Tiene dos psicólogos y un par de terapeutas. 

    La casa de retiro queda en Qhochis, tiene cuatro camas, con un modelo dirigido a una población particular: quieren llegar a profesionales jóvenes que trabajan y tienen familia, por lo que no pueden internarse durante seis meses, pues perderían su fuente laboral y encararían un posible divorcio. 

    Los usuarios tendrán seguimiento intensivo y personalizado, dormirán en la casa de acogida, los llevarán y recogerán sin que pierdan contacto con su familia y otros lazos sociales. 

    Seis semanas de internación tendrá un costo aproximado de 6.000 bolivianos. Según Jacobs, el tratamiento es una inversión, es como pagar una cirugía de vesícula cuyo costo se aproxima a esa suma. Reciben a personas de 18 a 57 años. 

    “Deben entender que el propósito de su ingreso a la comunidad es mejorar su calidad de vida, para que su lucha tenga éxito”, sostiene.  

    El cambio sucede desde el ingreso a la casa donde viven en función de los derechos de los demás y esperando conquistar el mundo de afuera. Ofrece el inicio de un nuevo nivel de conciencia, entendiendo primero que el problema no es la droga.  

    Encontrarán un ambiente con mucha empatía, solidaridad, compañerismo, sin juzgamientos y tendrán lo que necesitan con mucha entrega, ética profesional y libertad. 

    “El modelo apunta a tener disciplina, constancia y perseverancia para reconstruir una nueva realidad, que le satisfaga tanto que no esté dispuesto a mirar atrás y arruinarlo todo”, indica. 

    El Centro Boliviano de Solidaridad Vida está con ese mismo nombre en Facebook. En Sucre queda en la calle Destacamento 111, edificio Centro Médico Capital piso 3, oficina 1. Los interesados pueden llamar al 75856245 • 

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