El potencial de Betanzos

La región de Betanzos se encuentra en la provincia Cornelio Saavedra del Departamento de Potosí y es cruzada por el camino asfaltado Potosí-Sucre.

Región de Betanzos con formaciones sinclinales.

Región de Betanzos con formaciones sinclinales. Foto: Claudia Rivera Casanovas SIARB

Detalle fila de camélidos en movimiento.

Detalle fila de camélidos en movimiento. Foto: Claudia Rivera Casanovas SIARB

Representación de un personaje con vestimenta.

Representación de un personaje con vestimenta. Foto: Claudia Rivera Casanovas SIARB

Alero mostrando varias fases pictóricas.

Alero mostrando varias fases pictóricas. Foto: Claudia Rivera Casanovas SIARB


    Claudia Rivera Casanovas SIARB – INIAA
    Ecos / 26/02/2023 22:56

    La región de Betanzos se encuentra en la provincia Cornelio Saavedra del Departamento de Potosí y es cruzada por el camino asfaltado Potosí-Sucre. Formaciones geológicas sinclinales, en las que predominan las rocas areniscas de tonalidades rojizas a grises, circunscriben cabeceras de valle por las que discurren ríos que bañan suelos con un alto potencial agrícola. A una altura promedio de 3100 metros sobre el nivel del mar, estos valles de altura constituyen zonas abrigadas, aptas para ser habitadas y cultivadas. Gracias a estas características geomorfológicas y ambientales, en el pasado la región se pobló progresivamente, desde tiempos en que los primeros grupos humanos llegaron a ella, hace unos 8000 años (Figura 1).

    Pequeños grupos de cazadores recolectores habitaron la zona, ocuparon cuevas y abrigos rocosos y establecieron campamentos en terrazas aluviales que bordean los ríos. Estos grupos se movieron a través de la región aprovechando recursos locales como los frutos del algarrobo, churqui, cactáceas. Además, se concentraron en la caza de distintos animales, entre ellos camélidos como vicuñas y posiblemente guanacos, además de ciervos y otros animales más pequeños. Tuvieron distintos tipos de puntas de proyectil que formaron parte de instrumentos como lanzas o dardos. El arte rupestre fue una forma temprana de expresión de actividades y creencias de estas poblaciones. Distintos tipos de manifestaciones rupestres fueron plasmadas en las rocas, ya sea como grabados o más comúnmente como pinturas en cuevas y aleros rocosos. Por ejemplo, en el sitio de Lajasmayu se representó escenas de caza y acorralamiento de camélidos. Son características las filas de pequeños animales en movimiento pintados en un tono rojo oscuro, además de personajes con lanzadardos (Figura 2).

    Con el transcurso del tiempo, las formas de vida se fueron transformando, la agricultura y ganadería se desarrollaron y fueron ocupando cada vez más el tiempo de las poblaciones locales. Algunas preocupaciones centrales tuvieron que ver con la reproducción de los animales para garantizar el sustento. Es así que se pintó camélidos más grandes, algunos en estado de gestación. Por otra parte, también se representó personajes antropomorfos, posibles shamanes, danzarines o personajes destacados de la época, con una vestimenta singular y profusamente decorada (Figura 3). Se construyeron aldeas cercanas a las cuevas, aleros rocosos y terrazas de los ríos y se incorporó la alfarería dentro de las actividades domésticas y sociales, mostrando continuidades con los grupos antecesores.

    Muchas de las cuevas y los aleros rupestres mantuvieron un carácter funcional a través del tiempo, como refugio para pastores, corrales o lugares donde pasar la noche. Sin embargo, algunas de ellas conservaron su carácter religioso y ceremonial, se continuó pintando en sus paredes, expresando mensajes, cosmovisiones y pedidos a las entidades protectoras. Para las sociedades andinas, tanto del presente como del pasado, estos lugares tienen potencia al constituir entradas al mundo de abajo y permitir un contacto con entidades y fuerzas sobrenaturales (Figura 4). Aleros como los de Lajasmayu muestran esta diversidad de expresiones a lo largo del tiempo. Excavaciones arqueológicas en la base de uno de los aleros de este sitio identificaron fragmentos de cerámica, algunos pertenecientes a un keru Tiwanaku que puede considerarse un objeto exótico para la región. Esto sugiere que en el lugar se hicieron libaciones o ch’allas como parte de expresiones rituales particulares. No es extraño, entonces, que hasta la actualidad se considere a los crestones rocosos de Lajasmayu como encantados, lugares donde se presenta el sereno y a los que acuden los músicos con sus instrumentos dejándolos “dormir” toda la noche en busca de inspiración para nuevas tonadas.

    La larga secuencia de pinturas rupestres de Betanzos y particularmente de Lajasmayu ha sido estudiada por Matthias Strecker, quién pudo identificar al menos siete fases pictóricas que corresponden a distintos períodos prehispánicos y coloniales. Dentro estas fases se puede encontrar diseños o motivos de varios tipos, geométricos o más naturalistas, pintados en distintos colores como blanco, gris, rojo, violeta, amarillo, anaranjado y negro. Para los períodos tardíos, Claudia Rivera identificó motivos que corresponden a diseños del estilo cerámico Huruquilla, así como del estilo Yampara, elementos interesantes que corroboran la información etnohistórica sobre la región como una zona limítrofe entre grupos políticos Qaraqara y Yampara. 

    En otras cuevas de la región, asociadas a ramales de caminos prehispánicos, así como a lugares ceremoniales y de paso, investigadores como Pablo Cruz han registrado representaciones de camiseta o unkus incaicos que habrían funcionado como marcadores y emblemas de la autoridad Inca en la región. Vincent Nicolas sugiere que los motivos incaicos expresados en el arte rupestre tendrían relación no solamente con la autoridad del Inca, sino que constituirían claros marcadores del territorio controlado por este, en el que el santuario del cerro Thumilki ocuparía un lugar central.

    Estas ricas formas de expresión no concluyeron con la conquista española. Aunque existió un primer momento de rechazo y extirpación de idolatrías, la religión católica fue apropiada por las poblaciones locales y reinterpretada en sus propios términos. Es así que la sobreposición de cruces cristianas y otros diseños sobre los motivos rupestres prehispánicos pueden expresar un rechazo a lo profano, pero al mismo tiempo una continuidad con las prácticas rituales y sincretismos culturales. Las representaciones de jinetes corresponden a un nuevo repertorio de motivos figurativos.

    La región de Betanzos, con sus formaciones geológicas sinclinales, es, sin duda, uno de los lugares geográficos más fascinantes para conocer y apreciar las manifestaciones rupestres que corresponden a los pueblos del sur de Bolivia. Preservar y cuidar este legado es tarea de todos •

    * SIARB = Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia.

    *Investigadora adscrita al Instituto de Investigación Antropológica y Arqueológica (INIAA). 

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