“Pacha Puquy Raymi”
La confección de un traje para la danza del pujllay comprende un proceso de meses de trabajo para los artesanos yamparas, ya que se trata de una labor minuciosa cuyo arte recupera una tradición autóctona de varios siglos atrás.
La confección de un traje para la danza del pujllay comprende un proceso de meses de trabajo para los artesanos yamparas, ya que se trata de una labor minuciosa cuyo arte recupera una tradición autóctona de varios siglos atrás. Y esta es solo una de las diversas prácticas cargadas de profundos sentidos culturales que, al complementarse, conforman la auténtica experiencia de la celebración ritual de la pukara integrada por el pujllay, una danza que busca ser revalorizada por la Nación Yampara, como una expresión de su identidad que en varias ocasiones ha sido distorsionada en las entradas folklóricas de las ciudades del país.
“Lamentablemente nuestro pujllay, a pesar de ser reconocido como patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco, mayormente se lo está tergiversando en sus actuaciones de las entradas folklóricas; donde, por ejemplo, constatamos que no se respeta la vestimenta yampara del pujllay, y se la modifica de forma libre, sin considerar la significación cultural que cada elemento de los trajes posee para nosotros, hasta el punto que nuestra tradición artesanal autóctona se busca remplazar por quienes danzan el pujllay en las ciudades, con imitaciones de nuestras vestimentas, pero que no tienen nuestra esencia”, afirma Juan Zarate, concejal del municipio de Tarabuco.
Para explicar la tergiversación desarrollada alrededor de los sentidos culturales yamparas apreciables en la vestimenta del pujllay, el ex kuraka de la Nación Yampara, Humberto Guarayo, pone como ejemplo la forma en que los tejidos de gran belleza como el pallay unku, que se lleva en el cuello, o el keta unku, que se lleva en la cintura, al requerir un gran conocimiento de la tradición artesanal yampara para desarrollar el trabajo minucioso de plasmar en dichos tejidos una serie de representaciones iconográficas de la vida cotidiana de esta cultura, dichos elementos de la vestimenta del pujllay fueron remplazados pragmáticamente por aguayos sintéticos en muchas entradas folclóricas, desconociendo sin reparos en sus interpretaciones del pujllay, el valor de los sentidos culturales que aportan a su celebración, algunas de las más altas expresiones del trabajo producido por los artesanos textileros yamparas. Pero la tergiversación de elementos de la vestimenta del pujllay, no solo se ha orientado por el pragmatismo, sino también simplemente por razones estéticas motivadas por una frívola búsqueda de notoriedad, como en el caso de la entrada en que se remplazó las características ojotas que llevan los danzantes del pujllay por cajas de cerveza, lo que Guarayo calificó enfáticamente como un insulto a la cultura yampara.
Lo que se puede verificar en el caso de la música que acompaña el pujllay, cuya esencia se funda en la sonoridad solemne desarrollada por tropas de músicos que interpretan instrumentos pentatónicos de viento construidos en base a la cañahueca como el pinquillo, el tokoro y la wajra, los cuales han sido remplazados en las ciudades por las bandas modernas empleadas en las entradas folclóricas, compuestas por secciones de vientos en metales como las trompetas y percusiones estridentes como tambores y platillos.
“Y eso necesariamente cambia la forma de la música y por eso hemos podido observar que en las entradas hasta están bailando el pujllay como si fuera diablada, nuevamente amenazando el mantenimiento de otros aspectos que le dan su autenticidad al pujllay, en este caso sus coreografías ancestrales y la tradición musical yampara, que parte desde la construcción de sus instrumentos por maestros especializados que desarrollan esta labor en las comunidades, gracias a un conocimiento transmitido desde nuestros antepasados”, aclara Carlos Calle Pachacopa, Kuraka Mayor de la Nación Yampara.
Por una revalorización del pujllay
Ante el panorama antes caracterizado, la Nación Yampara, bajo la consigna de “revalorizar del pujllay autóctono”, lanzó, al empezar marzo, un programa de actividades para interiorizar al público en general en las distintas dimensiones de la cultura yampara, todo esto en el marco de la recuperación de las festividades prehispánicas del “Pacha Pukuy Raymi”, que concluyeron ayer, sábado, con la celebración de un “Pujllay Autóctono de la Nación Yampara” en Tarabuco, como antesala de la ya institucionalizada “Gran Pukara del Pujllay 2023” desarrollada hoy, domingo 19 de marzo, en esa misma localidad chuquisaqueña.
Y si bien estos dos últimos eventos referidos se fundan en expresar la grandiosidad del pujllay, ayer la Nación Yampara, en su afán de revalorizar la experiencia auténtica de dicha danza, complementó la celebración del pujllay con la visibilización de diversas prácticas tradicionales yamparas poco conocidas, al estar sumergidas en la vida cotidiana de las comunidades actuales, pero cuya realización se encuentra íntimamente ligada al desarrollo del pujllay, permitiendo a quienes asistieron a la celebración “Autóctona”, advertir que el pujllay es indisociable del entramado de aspectos que integran la cultura yampara; es decir, desde cuestiones prácticas como la crianza de cierto ganado para obtener la materia prima de sus tejidos, hasta las representaciones espirituales que configuran su particular forma de rendir culto a la Pachamama, por señalar dos aspectos, entre muchos otros que articulan la realidad cultural yampara, que dotaron de un sentido único a cada elemento comprendido en la realización del pujllay; o sea, en cada prenda de los trajes, en la coreografía, la música y sus instrumentos, pero también en las relaciones sociales que se desarrollan alrededor de todo esto, sin olvidarnos que el pujllay forma parte de la celebración ritual de la pukara.
Entre otras prácticas tradicionales poco conocidas que complementan al pujllay, se pudieron conocer las formas en que se obtienen las materias primas para las diversas especialidades artesanales yamparas, los procesos del desarrollo de estos últimos bienes y su relación con la producción agrícola, pero también la preparación de la comida comunitaria de la que todos disfrutamos, que se llama “qurpa” y se sirve al finalizar el pujllay, donde pudimos presenciar el baile lúdico del “warak´anaku”.
Comprendiendo esto, se entiende que los yamparas vean tergiversada la realización del pujllay cuando se observa el desplazamiento de sus elementos culturales auténticos para ser remplazados por otros de orden funcional a la folklorización de esta danza; y de ahí la necesidad urgente, que identifica la Nación Yampara, de revalorizar el pujllay autóctono integrado en la celebración ritual de la pukara, como una forma de frenar la posible amenaza de que en algún punto, esta danza sea reducida a un número folklórico más del repertorio nacional, siendo enajenada de su capacidad de representar la cultura viva del mundo yampara actual, al tergiversarse tras el anonimato de las expresiones culturales populares modernas, despojando al pujllay de lo auténtico de su experiencia, que gracias a la celebración de la “Pukara autóctona de la Nación Yampara”, ahora comprendemos con mayor claridad •
(*) Gabriel Salinas es un investigador que actualmente desarrolla su tesis en antropología sobre la Nación Yampara.