Leer en la primera infancia

La clave para fomentar hábitos de lectura en las personas es leer con ellos desde una edad temprana en casa

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Leer en la primera infancia Foto: Internet

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    Evelyn Campos López ECOS
    Ecos / 16/05/2023 02:45

    De acuerdo con varios estudios científicos, la lectura no solo mejora el vocabulario, la ortografía y redacción  de un niño, también desarrolla su comprensión lectora. La clave para fomentar hábitos de lectura en las personas es leer con ellos desde una edad temprana en casa.

    El neuropsicólogo Elías Alaka Robles manifiesta que “el propósito de la lectura en niñas y niños consiste en despertar la motivación, facilitar el camino hacia la escuela y hacer despegar su imaginación, pues la actividad más importante para construir el conocimiento para el futuro éxito en la lectura es leer a los niños”.

    Dice que las familias pueden incentivar el gusto por la lectura en los niños a través de oportunidades en las que usan sus sentidos y de conversaciones sobre lo que ven, escuchan, huelen y sienten cuando las realizan.

    Leer todos los días amplía el vocabulario de los niños, sus conocimientos y su sentido de la historia; aumenta su habilidad para comprender los textos, pero también refuerza su identidad y capacidad para disfrutar de las experiencias de la vida.

    Alaka indica que este aprendizaje se realiza por imitación, pues cuando nos sentamos a leer o escuchar cuentos o relatos con niños alimentamos sus capacidades utilizando diversos tipos de lenguaje.

    Cuando leemos revistas o libros, dibujamos y escribimos, les estamos invitando a hacer lo mismo. ¡Los niños hacen lo mismo que las personas importantes de su entorno!

    Según Alaka, la lectura es una actividad compleja que implica capacidades cognitivas de alto nivel:

    Conciencia fonológica

    La conciencia fonológica es la capacidad para darse cuenta de que una palabra hablada consta de una secuencia de sonidos individuales; así como la habilidad de segmentar la cadena hablada en sus unidades menores y formar una nueva unidad superior a partir de esos segmentos menores aislados.

    Se sabe que la conciencia fonológica se desarrolla gradualmente a partir del conocimiento silábico, la rima y la aliteración previas al aprendizaje de la lectura y se correlacionan positivamente con el éxito lector posterior.

    Desarrollo del conocimiento de palabras

    Existen tres etapas en el desarrollo de la lectura: Logográfico, alfabético y ortográfico.

    Logográfico: Entre los cuatro y cinco años el niño reconoce una serie de palabras por el contexto en el cual aparecen, así como por ciertos rasgos de ellas mismas (tamaño de las letras, color, inclinación...). Así, por ejemplo, un niño puede identificar la palabra “Fanta” impresa sobre la botella.

    Alfabético: Consiste en leer utilizando las relaciones sistemáticas del código alfabético (decodificar). El niño comienza a aprender las conexiones entre las letras y los sonidos, etapa que no es sencilla de superar pues exige asociar signos abstractos con sonidos.

    Ortográfico: Los lectores identifican cada una de las letras que componen la palabra, siendo capaces de detectar errores en el orden de las grafías que la forman.

    Desarrollo de los procesos sintáctico y semántico

    Cuando los niños de tres a cuatro años comienzan a leer, están acostumbrados a comprender el lenguaje oral a través de su contenido semántico, mientras que alrededor de los seis años el alumno tiene que descubrir el objetivo de los signos de puntuación.

    Por ello, a un principio la lectura del niño es monótona, como si leyese una secuencia de palabras sin conexión, dificultando la realización de la lectura comprensiva.

    Según Alaka, para que esto no suceda es conveniente presentarle oraciones cortas y en diferentes líneas o bien ir señalando las pausas.

    Desarrollo de estrategias de comprensión

    Los niños de cuatro años pueden recordar la parte importante del texto, pero no saben explicar por qué tal información es importante (no son sensibles a los indicios del autor para resaltar la información importante). La habilidad para identificar y emplear la información importante parece ser una de las características diferenciales entre los buenos y malos lectores.

    De hecho, las estrategias de captación de la idea principal surgen recién alrededor de los 12 años y los procesos inferenciales (predecir algo que no se ha visto ni se sabe con exactitud pero con pocos detalles se imagina el resultado), recién a los 16 años (aunque, si evocamos su producción, ambos tipos de estrategias pueden surgir antes).

    Desarrollo metacognitivo de la comprensión

    La metacognición hace referencia a la información que podemos tener de los propios procesos cognitivos o de los procesos de los otros.

    En relación con el pensamiento, se señala que, hasta los seis años, el pensamiento se confunde con la voz; en torno a los ocho años, el niño hace alusiones al cerebro, concibiendo el pensamiento como “una voz” que está en su cabeza; sólo a los 12 años existe una desmaterialización del pensamiento, llegando a la abstracción.

    Desarrollo de la memoria de trabajo

    La memoria de trabajo es una función de capacidad limitada que nos permite retener información en la mente con fines de organización y elaboración para la obtención de una nueva información.

     Investigaciones  científicas muestran que los bebés de pocos meses son capaces de reconocer objetos y situaciones habituales.

    En la edad preescolar, las memorias declarativa y explícita se manifiestan a través de la imitación diferida de acciones. Se sabe que la memoria de trabajo amplía su capacidad a medida que los niños maduran.

    En resumen, el neuropsicólogo afirma que la lectura es un proceso de alta complejidad y con numerosos beneficios para las personas; responde a elementos como la maduración del sistema nervioso y de los sentidos, así como el surgimiento progresivo de las funciones cognitivas a lo largo del desarrollo, durante el cual la interacción de las familias con los niños es fundamental para generar una proximidad con el libro y hacer nacer la curiosidad por su contenido.

    ¿Cómo escoger un cuento para niños pequeños?

    El neuropsicólogo explica que los cuentos para la primera infancia deben ser breves, con pocos personajes y un argumento con suspenso y desenlace. El texto tiene que ser sencillo y claro, con dibujos grandes y atractivos.

    Se puede utilizar cuentos tradicionales, fábulas, mitos, leyendas, historias tradicionales de la comunidad, preferentemente en la lengua materna y con lenguaje apropiado para niños.

    ¿Cómo contar cuentos?

    Antes de la lectura: Desarrolla actividades que favorezcan la motivación y activación de conocimientos y experiencias previas de los niños, para conectarlas con la historia y predecir el contenido del cuento. Presenta el cuento. Haz preguntas. Describe la imagen de la tapa.

    Durante la lectura: Organiza actividades que ayuden a comprender la historia y desarrollen habilidades de comprensión oral. Señala con el dedo, asocia dibujos y palabras. Dale entonación a la lectura. Introduce suspenso con preguntas.

    Después de la lectura: Crea actividades que ayuden a profundizar lo que comprendieron los niños, para desarrollar su capacidad crítica y creativa.

    Pregunta sobre la parte favorita del cuento. Habla sobre el final y cómo podría ser diferente. Reconstruye la historia con palabras o tarjetas con dibujos representativos del principio, desarrollo y final del cuento, poniéndolas según el orden de sucesos de la historia. Los niños también pueden dibujar o narrar diferentes partes con gestos y expresión corporal.

    Según la revista Ventana Abierta, transformarse en lector es un proceso lento e individual que requiere de un esfuerzo progresivo fuera del aula, ayudado por un entorno propicio que estimule esa actividad intelectual.

    El poeta Joseph Addsion expresó: “Leer es para la mente lo que el ejercicio físico es para el cuerpo”, una actividad necesaria para mantenernos sanos •

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