Retrato del general Francisco Burdett O’Connor
Las memorias de uno de los protagonistas de la emancipación americana fueron entregadas a la ABNB. Su fascinante vida como militar, político y hacendado queda plasmada en estos tomos
Las memorias de uno de los protagonistas de la emancipación americana fueron entregadas a la ABNB. Su fascinante vida como militar, político y hacendado queda plasmada en estos tomos
Francisco O’Connor fue uno de los militares más destacados de las guerras por la independencia en América Latina pero a la vez uno de los menos conocidos. Llegó de Irlanda en 1819 y libró batallas, junto a Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, en los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. El viernes pasado, sus diarios manuscritos y otros documentos de gran valor histórico fueron donados al Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia como parte de los actos conmemorativos por el 198 aniversario del país.
Los diarios de O’Connor son los únicos escritos por un libertador y contienen de información sobre las múltiples facetas del general, desde su vida militar hasta sus ocupaciones como hacendado en el sur de Bolivia. Un verdadero testimonio de la época en la que vivió.
El libertador
La vida militar de O’Connor en América fue intensa, se estima que pasó unas 24 horas en combate directo.
En septiembre de 1819, Francisco llegó con las fuerzas angloirlandesas a lo que hoy es Venezuela y, al mando de un regimiento de lanceros irlandeses, participó en operaciones en la Península de la Guajira, en la batalla de la Laguna Salada en el asedio a Cartagena de Indias y en la campaña contra Santa Marta, ambas ahora ciudades de Colombia.
En 1824 O’Connor llegó a Perú como parte del Ejército Unido Libertador de ese país para participar en la Batalla de Junín. En 1825, tras haber terminado las guerras de la independencia en la región, se estableció en el sur de la naciente República de Bolivia.
Desde Tarija, al ser creada la Confederación Perú Boliviana, participó en la reorganización de las Fuerzas Armadas Perú-Bolivianas y en 1826 fue nombrado Gobernador Militar de Tarija.
El general O’Connor también lideró el proceso de anexión de Tarija, que estaba en disputa entre Argentina y Bolivia. En 1838 participó de la victoriosa guerra en la que se derrotó a las fuerzas de la Confederación Argentina en la batalla de Montenegro y tras alcanzar esa última cúspide, se retiró del servicio activo.
Por su destaca actuación militar, el Congreso boliviano le asignó una pensión económica y lo reconoció como a uno de sus libertadores, un título que O’Connor se negó a utilizar pese al honor con el que se lo había distinguido.
El hombre
Francisco nació el año 1791 en una familia noble del condado de Cork, en el sur de Irlanda. Fue hijo de Wilhamena Bowen y de Roger O’Connor, quien sufría constantes amenazas y persecuciones por razones políticas.
Tras la muerte temprana de su madre, Francisco quedó al cuidado de su padre y contó con la cercana orientación de su padrino Francis Burdett, de quien tomó el apellido como segundo nombre cuando se naturalizó en América. A la edad de 28 años, habiendo terminado su entrenamiento militar, se embarcó en el navío que cambiaría el rumbo de su vida. Nunca más regresó a las islas británicas.
O'Connor pasó los siguientes 52 años en América. En 1827, cuando se asentó en Tarija, se casó con Francisca Ruyloba, una joven de 17 años con quien tuvo al menos seis hijos pero solo una sobrevivió.
Una vez retirado de la vida militar y política, se dedicó al cuidado y cultivo de la tierra, una afición sembrada en las profundidades de su infancia en Irlanda. Compró varias propiedades en diferentes regiones del sur boliviano como Santa Ana, San Diego, Huayco, unas “estancias al lado del Pilcomayo”, San Luis , Tambo, Polla, Narváez y minas de sal en San Luis. Según el relato de sus diarios, pasó la mayor parte de su tiempo en el campo, viajando entre sus haciendas y ocupado en tareas de cultivo, ganadería y carpintería.
Cuando llegó a la localidad tarijeña de San Luis y vio las praderas verdes y onduladas de esa región, la llamó en su diario ‘la nueva Erin’ y en 1827, emitió una proclama animando a los irlandeses a poblar la región, algo que no llegó a suceder.
De quién dejó su vida y su familia para combatir por la libertad de tierras ajenas no existen más que dos fotografías de la vejez. En ellas se ve a un hombre de cuyos ojos claros emana una mirada serena pero cansada, de cabello cano con patillas largas que funden con la barba, con un torso delgado, pero visiblemente firme y erguido, y las manos fuertes como las manos de quien con ellas trabaja.
El general Francisco Burdett O’Connor murió la noche del 5 de octubre de 1871. Dos horas antes de su fallecimiento, se negó a recibir los santos óleos de la religión católica en su domicilio y a sus 88 años, como último símbolo de entereza, se levantó para ir al convento de San Francisco y recibir la comunión. A las 10 de la noche dejó de existir.
Francisca, su hija Hercilia y su único nieto, Tomás, le sobrevivieron. Sus restos yacen en el Cementerio General de Tarija, bajo la tierra que eligió. En la localidad de Santa Ana quedan restos de su casa de campo y la que fue su residencia en Tarija alberga hoy el Archivo Histórico.
Los diarios
A lo largo de su vida, O’Connor escribió un diario en el que relataba su día a día y que se constituye en un testimonio de cómo era la vida cotidiana en el sur de Bolivia en siglo XIX. Existen registros de su campaña militar y de su vida de hacendado de sus propiedades rurales, el trato con los vecinos y las autoridades, la mano de obra, su salud y sus preocupaciones por la política nacional, entre otros temas.
El profesor Erick Langer, de la Universidad de Georgetown (EEUU) editará y publicará parte de los diarios, en un trabajo co-compilado con la investigadora Margarita Robertson. Para Langer, los diarios tienen un gran valor para la historiografía latinoamericana entre otras razones porque hay muy pocos escritos en siglo XIX, ya que esa tradición no era común en América Latina. Los escasos documentos de este tipo son de otros lugares o fueron escritos por viajeros extranjeros que estaban de paso y que no logran retratar la vida cotidiana y real de las regiones, mucho menos del área rural.
Los diarios abarcan un periodo largo de tiempo - los años 1823, 1824, 1826-1827,1833 y 1849-1865- en los que O’Connor tuvo muchas funciones y comenta sobre ellas. Esto es relevante porque aporta hallazgos significativos sobre cómo era la vida en el siglo XIX en un lugar que no se ha estudiado en profundidad. Se puede entender mucho de la historia económica, política y social analizando el diario. “Es una fuente sumamente valiosa para muchos estudios”, sostiene el profesor Langer.
Además de los diarios manuscritos la donación incluye parte de la correspondencia del general, entre la que se encuentran cartas de Antonio José de Sucre y una carta escrita a los bolivianos en 1871 la que expresa su preocupación por la situación del país y el cambio de Constitución. Toda esta información está ahora al alcance de académicos e investigadores, gracias a la generosidad de su último custodio: el doctor Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach, descendiente directo del general •
para conocer
La donación fue realizada por la familia del intelectual Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach, fallecido el año pasado en Tarija.
Francisco Burdett O’Connor nació el 12 de junio de 1791 en el condado de Cork, Irlanda.
Los diarios contienen información sobre su vida militar, política y de hacendado. También se donaron cartas.
Una parte de los diarios será publicada en Estados Unidos a fin de año, en un trabajo co-compilado por los investigadores Erick Langer y Margarita Robertson.