Rafting en Sucre

En Sucre, la navegación en bote ya no se circunscribe solamente a la laguna artificial del parque Bolívar. A tan solo dos horas de la ciudad se puede experimentar una aventura nueva e impresionante, con todas las medidas de seguridad y un entrañable cuidado del ecosistema.

Las maravillas naturales y arquitectónicas de la capital de Bolivia pueden explorarse a pie, en bici, moto, auto y ahora –gracias a un emprendimiento privado– ¡también en balsa!

Esta nueva oferta turística brinda la opción de navegar en el Río Grande (límite natural entre Chuquisaca y Cochabamba) en balsas medianas, grandes y hasta kayaks.

La práctica del Rafting (deporte de aventura que consiste en el descenso de ríos en una balsa neumática resistente a los golpes) se realiza con todas las medidas de seguridad: chalecos salvavidas, cascos e instrucciones y practicas previas a la navegación.

Más que deportiva la actividad se torna recreativa, en esta época del año –por el bajo nivel del río Grande debido a la falta de lluvias– navegarlo entre árboles, animales silvestres y rocas–  resulta relajante e incluso terapéutico.

¿Cómo es un full day?

Un full day (día completo) navegando en el Río Grande, inicia temprano, con el traslado de Sucre a la comunidad de Guayabos, cerca de Poroma. En el trayecto –que supone un descenso de más de 1.000 metros de altura– el cuerpo va sintiendo lentamente los cambios de temperatura y presión.

El día del Fam Trip (viaje de familiarización) organizado por la empresa Mi Río en coordinación con la Asociación de Operadores de Turismo y Agencias de Viaje (Adoturav) y la Dirección Municipal de Turismo de Sucre, nos tocó un tiempo particularmente frío.

Así que bajar a los cálidos valles del Distrito 7 se agradece siempre pero más en esta ocasión. Paramos para desayunar en la comunidad El Chaco donde a esas horas de la mañana ya se vende fruta fresca recién cosechada de las huertas.

Continuamos el trayecto, los oídos se tapan debido a la presión, en la bajada apreciamos los balnearios de las Palmas, las pescaderías que a esa hora empiezan a recibir a su personal, las tranquilas y disminuidas aguas del Río Chico y lo mejor se viene algunos minutos después.

Pasamos un puente como el portal a otra dimensión, llena de frondosa naturaleza, caminos vírgenes, uno que otro sembradío.

Nos dan la bienvenida una bandada de cotorritas, bulliciosas que vuelan a lado del motorizado, como acompañando el paso; el ruido del motor hace salir a un ratón salvaje de su escondite, es cazado inmediatamente por un águila que se eleva por los aires con su presa, ante nuestro asombro por la escena. 

Más abajo hay dos figuras grandes que permanecen tranquilas sobre las ramas de un árbol, el guía explica que son buitres, hacia el lado del río que se ve de fondo surcar más águilas.

El sonido de las aves se mezcla cada vez más con el del río que ya triplicó su anchura, es el Río Grande, cabecera del Mamoré, el sonido de sus aguas es muy relajante.

El Río Grande

Descendemos cerca de la ribera del río donde el equipo de guías, recibe a los futuros navegantes con dulces papayas cosechadas en el mismo lugar, la empresa ya tiene instaladas: una carpa para ponerse el traje de baño, un espacio para las instrucciones y el colocado del equipo de seguridad y un dispositivo para el baño amigable con la naturaleza. César Saavedra, pionero y gerente general de la empresa Mi Río, explica con paciencia, todos los detalles de seguridad antes de iniciar la aventura, desde la partes que tiene el bote, cómo abordarlo hasta qué hacer en caso de una caída. 

Antes de desafiar a las sosegadas –por esta época– corrientes del Río Grande se realizan prácticas previas para verificar que todos hayan comprendido el manejo del remo, se recomienda no abrir la boca en caso de una caída (para evitar tragar agua), asirse a la línea de vida del bote y colocarse de cierta forma para ser rescatado por la tripulación.

Con chaleco salva vidas, casco y remo parte el primer bote rumbo a Puente Arce, navegaremos 10 kilómetros sobre el Río Grande hasta la comunidad de Carapari, donde se encuentran las ruinas del puente colgante Arce.

Por el nivel bajo del río la navegación es calmada, las aguas nos mecen de una forma relajante y se lanzan al rio las cámaras neumáticas o salvavidas para hacer tubing, en ellos los navegantes pueden echarse para disfrutar del río flotando y siendo arrastrados por los botes.

A todo esto acompaña una vista increíble; al lado de Chuquisaca una apacible ribera donde se ven de tanto en tanto hermosas garzas, que al alzar vuelo parecen aeroplanos blancos, el lado de Cochabamba hay una pared de roca que se alza imponente.

En algunos sectores hay aguas turbulentas que hacen saltar a los ocupantes, dos caen al río pero siguiendo las instrucciones previas vuelven con facilidad a los botes. 

Por el movimiento del remo también saltan algunos peces del agua impresionando a los navegantes. Tres dos horas de navegación se divisan como incrustadas en la montaña las ruinas del puente Arce, la solemne construcción sobrevivió al tiempo marca el fin del recorrido en bote.

Sobre el puente Arce nos espera Cristina Encinas, de la comunidad de Carapari con un picante de pollo. Después del almuerzo bajamos a la playa y nos animamos a cruzar el río para disfrutar de las aguas termales que salen debajo de las ruinas •

¿CÓMO IR?

Antes se debía viajar al Beni, Cochabamba o La Paz para practicar el rafting, ahora los interesados solo deben dirigirse a alguna agencia de turismo local, afiliada a Adoturav para acceder a esta oportunidad en Sucre o llamar a la empresa Mi Río al 71177981.

Recomendaciones 

Llevar ropa de baño

Protector solar y repelente

Agua y aperitivos para el viaje

Se le solicitará la talla y peso para el equipo de seguridad