“De Snoopys, Intis y Rottens”

Entrevista a la legendaria editora de la revista Slash

PUNK, Philomena Winstanley en la redacción del magazine Slash retratada para el documental de Penelope Spheeris “The Decline of Western Civilization” (1981).

PUNK, Philomena Winstanley en la redacción del magazine Slash retratada para el documental de Penelope Spheeris “The Decline of Western Civilization” (1981). Foto: Philomena Winstanley

Foto familiar, junto a Claude Bessy en la casa donde vivió Isadora Duncan (reconocida bailarina) en Venice Beach en (California).

Foto familiar, junto a Claude Bessy en la casa donde vivió Isadora Duncan (reconocida bailarina) en Venice Beach en (California). Foto: Philomena Winstanley

Revista, la foto que tomó a los Sex Pistols en su visita a Estados Unidos.

Revista, la foto que tomó a los Sex Pistols en su visita a Estados Unidos. Foto: Philomena Winstanley

Staff del magazine punk, Philly la primera de la izquierda, Claude Bessy, Steve Samiof y Melanie Nissen.

Staff del magazine punk, Philly la primera de la izquierda, Claude Bessy, Steve Samiof y Melanie Nissen. Foto: Philomena Winstanley

- En Sucre, Philly se dedica a enseñar su idioma natal y traducir textos del inglés al español y vicecersa.

- En Sucre, Philly se dedica a enseñar su idioma natal y traducir textos del inglés al español y vicecersa. Foto: Philomena Winstanley

Una composición de su travesía antes de llegar a Bolivia.

Una composición de su travesía antes de llegar a Bolivia.


    Alina Cuentas Cedro ECOS
    Ecos / 11/09/2023 01:00

    Quién sabe… tal vez su discreción y gran amor por la lectura y la escritura la heredó de su madre Gwendoline Ivenz-Ferraz, quien para firmar su libro: “The High Price of Paradise”, (que narra la vida de una familia de 10 miembros después de la segunda guerra mundial) uso el nombre de Anne Ferrier.

    Quizá su inclinación por los anarquistas punks por su antepasado Gerrard Winstanley, un reformador protestante del siglo 16, algo así como un Emiliano Zapata inglés que pensaba que: “la tierra es de quien la trabaja” y que al mando de los Diggers (cavadores) comenzó a ocuparla y cultivarla, tres siglos antes que el cuate mexicano.

    De ella, empezamos diciendo que su potestad sobre la escena punk de la década de los 70´s, junto al escritor y líder de la banda Catholic Discipline, Claude Bessy; movió al periodista español Ivar Muñoz-Rojas a publicar el libro: Underground Babilonia (disponible en Amazon).

    Nuestro personaje, “Philly”, es en realidad Philomena Ann Winstanley y nació al sur de Londres en el seno de una familia de diez hijos, siendo ella la séptima. Los hermanos eran ocho varones y dos mujeres. “Mi mamá aparte de cuidar tantos niños era escritora, mi papá tenía un trabajo que no le gustaba nada, y ganaba poco, entonces hemos comido la misma cosa muchas veces”, dice y refiere que pedían las sardinas y galletas por cajas enormes.

    Philly desempeñó –con gran habilidad– el rol de editora de las creaciones más dispares que uno pueda imaginarse, es la definición perfecta de “amabilidad” y “perfil bajo”; además es la heredera legítima de la cultura underground.

    Rozándose con los Beatles 

    Philly se ha rosado, por lo menos generacionalmente con Los Beatles y los Rolling Stones entre otros astros de la música que se pusieron de acuerdo para nacer en el Reino Unido de Philly.

    “Yo tenía unos 15 años y los Beatles era el grupo más famoso (del mundo). Solía ir con tres amigas de la escuela a verlos y a mí, personalmente, no me gustaban mucho porque todos estaban gritando y ellos no tocaban bien”, asegura.

    De todas formas, entre sus cosas tenía: un FanBook (libro de figuritas y datos) de George Harrison y como tantas jovencitas muchas ganas de conocerlo en persona. Un día lograron colarse en un restaurante donde Los Beatles hablaban con la prensa. “Paul era el más agradable con nosotros, Jhon no quería saber de estos tontos fans”, ríe y describe la indumentaria del cuarteto que vestía pantalones pata de elefante y que George era el más hippie, “llevaba una camisa de flores, eran los primeros con pelo largo… bueno los Rollings Stones también”, aclara.

    Los hippies inundaban Londres y uno de los primeros trabajos de la adolescente fue “hacer pan y coser faldas de terciopelo con aplicaciones de mariposa”. En las calles retumbaba la voz de Leonard Cohen y cantantes de blues. “Mi papá odiaba esa música”, recuerda.

    Modo reggae

    De las fogosas tierras caribeñas le llegó el reggae de las manos de una amiga de Jamaica “Ella me ha enseñado la música, todo el mundo conocía a Bob Marley”. Resalta que en Londres había clubs donde podían escuchar este ritmo sincopado.

    Philomena migró a Estados Unidos y una mañana que buscaba desayuno en los locales cercanos al puerto de Santa Mónica (California) encontró al amor de su vida: Claude Bessy, un francés que tenía colgada una muela humana en una oreja a modo de pendiente. “Se la había sacado sin anestesia porque no tenía dinero para pagarla y por eso la llevaba: para él, simbolizaba superación”, describe Muñoz-Rojas en su libro.

    Uno de los primeros viajes de la pareja fue a Jamaica. “En las calles había grandes altavoces y bailábamos”, recuerda Philly. A su retorno a Los Ángeles, entusiasmado por universalizar el reggae, Claude publicó un fanzine llamado “Angelino Dread”.

    De Rottens

    Con esa experiencia previa, la pareja parecía destinada a ser parte del staff del magazine Slash (1977 - 1980). Ahora una revista de culto de los partidarios del punk que apuntaba a los jóvenes hastiados de la música disco y ávidos de nuevos sonidos. Entre ellos el entonces adolescente Matt Groening (creador de Los Simpson) cuya firma figura en la sección de “cartas de lectores”, de una edición.

    La patada inicial la dio el diseñador Steve Samiof tras un viaje a Inglaterra. “Él fue a Londres y ha visto cómo eran los punks, todos vestidos raros, de negro, con sus mohawk y sus cabellos de colores”.

    De vuelta a EEUU le propuso, a su novia la fotógrafa Melanie Nissen documentar el nacimiento de este nuevo género del rock en un magazine. Necesitan escritores y entonces reclutaron a sus dos amigos. Claude y Philly se encargarían de la redacción, Steve y Melanie de la parte gráfica. 

    Claude se explayaba describiendo –en miles de párrafos– cómo la ciudad de Los Ángeles, era succionada por estridentes y sediciosos ritmos; Philly editaba estos largos escritos para que entraran en una página que al final era firmada con el seudónimo: KickBoy Face.

    El Punk que se cocinó en mentes como la de Malcolm McLaren y saltó a al mundo real en el cuerpo de Johnny Rotten y sus correligionarios, “era una protesta contra la monarquía y cualquier cosa (en Inglaterra) empezando con los Sex Pistols”, sentencia Philly.

    “En Los Ángeles era diferente, era más moda que empezó con The Screamers que eran, sobre todo, chicos que no sabían tocar música y copiaban a los Sex Pistols. Mientras tanto había en Nueva York unos muy famosos Los Ramones. ¡Ellos sí que tenían su propio estilo!”, afirma la editora.

    El magazine empezaba con una noticia local pero no tenía una estructura definida, cada edición era diferente. Al principio los cuatro recorrían las calles de California buscando a las bandas punk –que se multiplicaban exponencialmente–, escuchaban su música, los entrevistaban y fotografiaban. 

    Por su trabajo, Philly se centró en la transcripción de las entrevistas. “Me gustó mucho y era muy larga esta de Malcolm McLaren (el enfant terrible), que era manager de los Sex Pistols. Era muy interesante lo que dijo porque, de alguna manera él ha empezado el movimiento del punk en Inglaterra junto con su esposa, Vivian Westwood que ha inventado todas las cosas que ves en moda hasta hoy, los pantalones con agujeros, la ropa punk…”.

    Como pioneros del punk en Estados Unidos señala –sin dudar– a Los Ramones, a quienes vio en  el escenario durante su época de gloria. Los recuerda como “simpáticos e interesantes, sabían bien como tocar y cantar, eran muy profesionales”, no olvida a The Talking Heads de quienes testifica que “era muy inteligente el cantante”.

    El staff de Slash tenía pases especiales en los conciertos. “Podíamos ir detrás del escenario”, dice Philly. Así, detrás de todo el revuelo armado en el concierto Winterland de 1978, conoció a los Sex Pistols en San Francisco. “Sid Vicius estaba ahí y yo estaba hablando un poco con él pero a esa edad era muy tímida, Claude hablaba mucho (con todos)”.

    “¡Bienvenidos a Londres!”, presenta Rotten antes de ser iluminado y empezar el mítico concierto declarando “su amor” por la reina en “God Save the Queen”. “Ellos ya estaban tocando bastante bien y sus palabras eran de protesta, era bonito verlos”, afirma su coterránea.

    Años después de la disolución del cuarteto, un John Lydon, rebelde y nada cambiado, visitó el departamento de la pareja en Santa Mónica con el propósito de promocionar su proyecto Public Image Limited (PIL). “Jhonny Rotten vino a mi casa, muchas bandas de Inglaterra vinieron a nuestra casa, porque les gustaba la playa y queríamos que estén cómodos y yo cocinaba para ellos”, relata la editora.

    “Él ha empezado el movimiento del punk, en Inglaterra, junto con su esposa, Vivian Westwood que ha inventado todas las cosas que ves en moda hasta hoy, los pantalones con agujeros, la ropa punk”. (Sobre Malcolm McLaren, manager de los Sex Pistols)

    Tras la salida de Nissen, de la revista, ella se estrenó como fotógrafa con Rotten, le gustó tanto el oficio, que incluso se subió a los hombres de un manager para lograr una foto diferente, cuando hicieron la sesión para la banda Madness.

    “Jhonny Rotten solo se movió una vez, estaba hablando con Claude y tenía un tipo de mirada muy intensa, después empezó a hacer un porro y pensé por fin tengo otra foto, pero él me dijo no tomes fotos cuando estoy fumando. Era simpático, me gustó”.

    La revista Slash era tan popular que decenas de bandas de jóvenes punk se acercaban diciendo que podían tocar y querían ser entrevistados y… “las fiestas eran demasiado, había mucho de todo, drogas, alcohol y yo tenía que dormir y conducir a Hollywood el día después para ir al trabajo”, relata.

    “Había fotógrafos, escritores, todos los jóvenes querían hacer algo con Slash”, y se habían apropiado tanto del magazine que muchos llevaban orgullosos las portadas, o el logo en sus ropas punk.

    Tras tres años de publicaciones “Steve se fue también y estábamos solo Claude y yo y varios ayudantes, entonces estaba harta y le dije “me voy, lo siento tengo que volver a Londres, tengo que poner mis pies en el suelo, es demasiado”.

    La gota que colmó el vaso fue una pelea o más bien una masacre (guardias contra Bessy) en un concierto de The Clash. “Los guardias lo sacaron del escenario y lo patearon, mientras (otros amigos) habían empezado una fiesta en nuestra casa, sin nosotros (…). La idea era terminar en el suelo, algunos eran yonkies, era un poco loco. Yo era la única que no bebía. Cuando tenía mi coche entraban todos, algunos encima del techo”, evoca sus memorias a la salidas de los conciertos.

    Escapando de esa locura retornó a Londres y tres meses después le siguió Claude. 

    “En Sucre (ciudad), hay raíces muy fuertes y no hay alas”. 

    De Snoopys

    En las noches, Philly estaba entre sujetos y chicas con ropas rasgadas, botas, cadenas, maquillaje colorido y peinados alocados, los días los pasaba con Snoopy. “Me enamoré de Claude y tenía que trabajar, fui a uno de esos estudios de Hollywood y había unas personas haciendo una protesta”. Preguntó dónde podría encontrar trabajo y le enviaron a lo de Bill Meléndez, el creador de famoso beagle.

    Para acceder a este trabajo pretendió que sabía lo que hacía. “Es fácil, pero tienes que mover el dibujo, no pintar el dibujo, él (Meléndez) vino un día y dijo: ¿tú no has hecho esto antes?, y (al ver en su cara una negativa avergonzada) dijo: aquí hay una mujer que va a enseñarte a hacerlo bien. ¡Muy simpático!”.

    De esos días rememora que: “Era muy aburrido, pintas por ejemplo su cabeza que es blanco y lo pones a secar, lo sacas el celuloide y luego lo pintas negro”. Entintó a Snoopy durante seis meses y luego se fue a otro estudio, donde calcó la cabeza de Roger Rabbit, personaje de la popular cinta de Robert Zemeckis.

    “Más me gustó trabajar en Star Trek, donde he aprendido bastante de efectos especiales”, señala Philly al contar que tenía que atravesar una marea de fans de la serie para entrar al estudio donde ayudó a plasmar un casco con estrellas “Esto me acuerdo bien porque era difícil dibujar las estrellas”, menciona.

    En ese estudio había un lugar para relajarse después de largas horas de trabajo. “Empezábamos con pizza y Coca Cola, graduábamos a pizza y vino y luego pedíamos langosta y tequila, porque sabíamos que estaban explotándonos”, apunta.

    También trabajo como asistente de agente en la revista Rolling Stones y otras compañías de distribución de películas, donde dibujaba, hacia encargos y hasta se le designaba la importante tarea de calificar películas y decidir si le gustarían o no a los productores. 

    Le enviaban en taxi a casa, pero descansar estaba lejos de sus posibilidades. “Entraba a mi casa y siempre había una fiesta”, puntualiza.

    De Intis

    En 1999, Claude murió en Barcelona, “estábamos juntos 26 años”, sus cenizas fueron llevadas a Grecia, atendiendo su última voluntad, y fueron lanzadas al mar en una botella de Retsina.

    “Cuando murió mi marido estaba triste, bueno siempre estoy triste, tres años aguante viviendo ahí, entonces fui a Madagascar en honor a Claude, sola, porque él quería ver a los lémures, que son animales que no existen en otras partes, estuve tres meses ahí”, relata.

    De vuelta en Barcelona vendió todas sus cosas, entregó una caja con objetos y fotos de todas las estrellas punk a las que había retratado fuera de los conciertos a una joven editora y se fue a Brasil. Se asentó en una isla del Amazonas, consiguió un trabajo en el periódico “Los Tiempos” de Colombia pero debía recorrer grandes distancias en bicicleta, entre pescadores y búfalos para enviar sus reportajes.

    Viajó a Rio de Janeiro y un sobrino le dijo: “Talvez te gustaría Sucre, es una ciudad pequeña, no necesitas una isla tan primitiva”. Así llegó a la capital de Bolivia y trabajó como voluntaria en una ONG que trabajaba con niños.

    La ONG no le gustó mucho, así que se lanzó a la publicación de una revista llamada INTI con el propósito de mejorar la vida de los niños lustrabotas, que se publicó durante diez años gracias a las donaciones del extranjero. “La gente de Bolivia que tiene plata no quiere ayudar a los pobres”, reflexiona.

    La revista (en inglés y español) se hacía con la colaboración de los propios niños que allí plasmaron sus poesías, cuentos, reportajes, fiestas, vivencias y también aportaban con sus fotos y dibujos.

    Con los donaciones, pudo contratar a una ayudante y juntas llevaron los niños a excursiones al campo sobre todo, de vez en cuando compraron un par de zapatos u otra ropa para un cumpleaños (en esta parte los ojos de nuestra entrevistada se iluminan placenteramente). “Esa es la razón por la que me quede, me enamoré de los niños, muy tiernos, muy traviesos muy valientes, no había visto en el primer mundo niños así tan… no mimados”.

    De Bolivia admira a la gente trabajadora, “el clima me gusta, extraño el mar y los parques, porque Sucre tiene un parque muy pequeño (el Bolívar), conozco cada hoja de cada árbol”, asegura.

    “Inglaterra, especialmente, es muy informal puedes trabajar en un banco con el cabello rosado estilo mohawk y nadie dice nada, aquí te miran y es un poco formal”. Otra diferencia que detesta es el trabajo excesivo que se le da y asumen algunas mujeres. 

    Los roles de las mujeres de Reino Unido cambiaron de forma sustancial en la época victoriana, asevera. “Cuando la mujer trabaja (en una oficina) nadie piensa que va a trabajar también en la casa y sola”.

    Tampoco le gusta que los adultos mayores sean “puestos en una caja”. “Parece que dejan la vida después de los 50´s. No tengo amigos de mi edad, en general no he encontrado”, protesta al señalar que en el otro lado del charco van a la piscina, de viaje, pasean en bicicleta. 

    En un afán (punk) de liberarse de estos estigmas sociales e incomodar a lo establecido en una ciudad tan tradicional como Sucre, Philly viaja, hace nuevas amistades, lee siempre, aprende cosas, trabaja en la traducción de textos a su idioma natal, enseña a hablar y escribir perfectamente el inglés. (Las clases particulares a estudiantes de nivel intermedio pueden reservarse al 73460116).

    Para concluir especifica que en Sucre (especifica ciudad), “Hay raíces muy fuertes y no hay alas”. 

    ¡God Save the Philly!, (¡Dios salve a la Philly!) diríamos algunos de sus amigos y partidarios más entusiastas •

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