Fascinación por la chola. El resurgir de una identidad

Una oleada de admiración y rescate de la tradición de la chola, especialmente de la chuquisaqueña y potosina, es impulsada por exposiciones, investigaciones, emprendimientos y declaraciones de personajes que abogan por su rescate y valorización.

Amparo Silva mostrando los delicados detalles del traje de chola antigua.

Amparo Silva mostrando los delicados detalles del traje de chola antigua.

Fascinación por la chola. El resurgir de una identidad

Fascinación por la chola. El resurgir de una identidad

La pollera de la chula era larga y plisada a plancha de carbón. En la foto aparece una réplica de la saya más corta y abombada que luce en el cuadro (S. XVIII) doña Manuela del Ris

La pollera de la chula era larga y plisada a plancha de carbón. En la foto aparece una réplica de la saya más corta y abombada que luce en el cuadro (S. XVIII) doña Manuela del Ris

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En Sucre, la chola y la cueca son parte de la identidad cultural.

En Sucre, la chola y la cueca son parte de la identidad cultural.

Fascinación por la chola. El resurgir de una identidad

Fascinación por la chola. El resurgir de una identidad


    Mónica Calabi Salinas
    Ecos / 25/10/2023 01:56

    su paso por Sucre (1832 y 1833), el naturalista e investigador francés Alcide d'Orbigny reflejaba en sus dibujos y observaciones la elegancia de la chola chuquisaqueña y de la chola potosina que competía con la de las damas de su tiempo. Trajes que en vivo pudimos apreciar en la colección privada “Puntadas del Tiempo” de Amparo Silva que expuso en la Casa de la Libertad. Uno de esos trajes, tuve el honor de lucir en una pasarela en 2017. 

    La llegada de los españoles en el S. XVII determinó la aparición de la chola boliviana que se caracterizó por su elegancia especialmente en Chuquisaca y Potosí. Su historia, cultura y vestuario fascina a historiadores e investigadores como Valentín Abecia, Sayuri Loza, Iván Gutiérrez Achá o la propia Amparo Silva Ugrinovic quienes, en esta nueva corriente, buscan la revalorización de la chola, no solo de la de antaño, sino de la chola de nuestro tiempo para resguardar su esencia viva la cual, como advierte Iván Gutiérrez, se ha ido perdiendo poco a poco en las nuevas generaciones. 

    Esperemos que este resurgir del interés y admiración por la chola boliviana y especialmente por la chuquisaqueña y potosina, encuentre un impulso en tan bellas exposiciones, en el baile de la cueca que tanto cautiva a los jóvenes de nuestro tiempo, en el Carnaval de Antaño de Sucre, en establecimientos gastronómicos como Zas Cholita, pero también en las sugerencias de personajes chuquisaqueños como la artista y ex miss Bolivia, Claudia Arce Lemaitre, que anima a usar la pollera como parte de la indumentaria cotidiana. 

    Considero que todas las mujeres bolivianas, mestizas, con o sin antepasados que hayan usado la pollera, deberíamos tener en nuestro guardarropa por lo menos un traje completo de chola para usarlo, para bailarlo, para lucirlo y desfilarlo con gran orgullo como parte de nuestra marca como ciudad y como Bolivia; así como hacen las mujeres mexicanas a quienes no les falta un huipil indígena para su uso cotidiano o un terno yucateca que usan como traje de gala en fiestas nacionales o inventadas para mantener viva su tradición interna y proyectarla hacia el exterior.

    De la mano de nuestros investigadores, vamos a seguir el rastro de la chola y su elegancia.

    Origen de la chola

    Durante la época de la conquista en Bolivia, los nativos colonizados, en lugar de mantener sus vestimentas tradicionales, fueron forzados a adoptar prendas de vestir similares a las de los españoles. Las mujeres dejaron atrás la Aimilla (un tipo de vestido) para llevar prendas más simples y menos ostentosas, como las polleras. Esto marcó el comienzo de la influencia europea en el vestuario de la chola boliviana, que ha evolucionado a lo largo de los años de acuerdo a la región y los materiales disponibles. 

    La raíz de la chola: La “chula española”

    Las mujeres indígenas, algunas de las cuales trabajaban como empleadas domésticas para mujeres españolas o criollas, comenzaron a adoptar una vestimenta más similar a la de las mujeres de las provincias españolas. Esto se asemejaba al atuendo de las "chulas," mujeres que estaban asociadas a los hombres que cuidaban a los toros en la España colonial. La vestimenta de las chulas incluía una saya larga plisada, una blusa adornada con encajes y volantes, y un mantón de Manila bordado con flores sobre los hombros. Las chulas eran conocidas por su elegancia y actitud atrevida. 

    Ese estilo de vestimenta se fue adaptando gradualmente al de la chola boliviana que en las ciudades también lucía muy elegante y se asemejaba a la mujer europea. La vestimenta de la chola se caracterizaba por su lujo, colorido y elegancia y, en Sucre se destacaba por su semejanza a las criollas, que se les llamaba “chulas” por admiración, pero también “cholas” por desdén por parte de las damas criollas. Según la historiadora Sayuri Loza, el término “chula” se transformó en “chola”.

    Vestimenta de la chola de antaño 

    Esto decía Valentín Abecia en su libro “Historia de Chuquisaca” (1939): 

    Por su palmito, su clásico mantón y su tipo gitano, la “Cholita” de Sucre es la más “Chula” de las criollas indoamericanas. La hija del pueblo chuquisaqueño ha conservado como ninguna otra de sus hermanas, el rastro español en su belleza, en su traje de mantones y en su gracia.

    Había cholas adineradas y cholas que no. La indígena aspiraba ser chola y la llamaba señora.

    Las cholas adineradas destacaban por sus exclusivos zapatos y botas europeizados, confeccionados en cuero de alta calidad y una variedad de colores elegantes. Sus joyas también eran un reflejo de su estatus social, incluyendo caravanas, prendedores, broches, anillos y collares elaborados en oro, plata y piedras preciosas.

    La chola adinerada de aquella época, estaba acostumbrada a usar telas importadas, su atuendo era riquísimo y constaba de vaporosas matinés de seda bordada, sacos de finísimos materiales como el lino, otomano, tafetán, gros o terciopelo de seda. Las chaquetillas estaban ornamentadas con randas, encajes, cintas aterciopeladas, flores de tela, moñas, rosones, pedrería y grecas de hilos de plata y de oro. 

    Las polleras, en cambio eran confeccionadas en chiffon, sura, terciopelo, brocato u otomano. Eran largas y generalmente tableadas y plisadas a plancha de carbón.

    Las escarcelas o bolsitas de mano eran ricamente ornamentadas, Las más valiosas, forjadas en metal y plata, así como cuero, terciopelos y brocatos. Las enaguas y los centros eran de lino almidonado proporcionaban volumen a la pollera, con finísimos olanes y puntillas que asomaban coquetos. Los mantones como los de Manila que llevaban sobre los hombros eran bordados en seda, generalmente con motivos florales, a tono o en combinación, cuya flecadura larga alcanzaba los 60 cm.

    El legado de la chola

    La chola, especialmente la chuquisaqueña, fueron símbolo de elegancia y buen corazón. Eran admiradas y respetadas por su trabajo y prósperos negocios de venta de artículos varios y comida típica. En esas lides femeninas competían con las damas criollas sucrenses, cuyos lujos y atuendos seguían las últimas tendencias de Europa, principalmente de Francia y España.

    Resurrección de vestimenta tradicional

    El 1990, Amparo Silva Ugrinovic, directora y fundadora del Ballet Folclórico Municipal de Sucre, inició un proyecto de rescate de cuecas, bailecitos y de la vestimenta de la chola chuquisaqueña de antaño.

    Comenzó replicando dos atuendos de Alejandra Flores, primorosamente conservados desde 1920 por su familia, concretamente por la señora Bárbara Céspedes de Colque. En esa tarea, el desafío principal fue encontrar los materiales de la época, por lo cual comenzó a recolectar, a lo largo de 20 años, prendas antiguas y todo tipo de materiales como telas, encajes, cintas, mantas, zapatos y accesorios en lugares como bazares, botonerías, tiendas de telas, mercados de pulgas, hogares, chicherías y anticuarios.

    Recién en 2012 tenía una colección con creaciones propias y réplicas de inicios del S. XIX a inicios del S. XX, denominada “Vestimenta de la Chola Boliviana de Principios de Siglo” que la presentó en la Pasarela del Sucre Moda, la cual causó furor.

    Hasta 2019, la colección incluía 20 atuendos, inspirados en la observación de prendas antiguas y la memoria de las cholas de antaño. La colección "Puntadas del Tiempo" tiene atuendos de los siglos XVII a principios del XIX, tanto de las Cholas como de las Damas Criollas sucrenses, capturando la riqueza y la historia de la vestimenta tradicional boliviana •

    ZAS CHOLITA

    Aida Loayza y Mónica Vargas, licenciadas en turismo, crearon "Zas Cholita" en Sucre para destacar la cultura chola y la cueca. Además de la cueca que se baila cada viernes en el patio, el local ofrece una propuesta gastronómica que expresa la fusión entre la cultura española y quechua. La historia de la chola y su transformación a lo largo de los siglos se celebran en este establecimiento que fue la sede de la Real Audiencia de Charcas y que planea organizar una fiesta donde el atuendo obligatorio será el traje de chola.

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