El nombre elegido
…“Los primeros embarques de droga boliviana no salieron del Oriente, salieron de La Paz; (…) Lo hicieron desde El Alto hacia Chile. (…) uno de los empresarios más prósperos de Bolivia, tal como lo hicieron muchos otros paceños.
…“Los primeros embarques de droga boliviana no salieron del Oriente, salieron de La Paz; (…) Lo hicieron desde El Alto hacia Chile. (…) uno de los empresarios más prósperos de Bolivia, tal como lo hicieron muchos otros paceños. Te voy a decir una cosa: desde el oriente se exportaba cocaína y en La Paz se lavaba el dinero del narcotráfico.”
La última novela de Homero Carvalho, "El nombre Elegido," ha sido galardonada con el prestigioso premio Jesús Lara 2023. La obra nos sumerge en el mundo complejo y desgarrador del narcotráfico con testimonios y protagonistas de esa realidad deshumanizante que ha tomado como escenarios Bolivia o Colombia. La reseña de Angélica Guzmán Reque destaca la forma moderna y única de contar la historia que ha escogido este grande autor boliviano que “en esta novela destapa con toda claridad” hechos conocidos que invitan a pensar en la “triste situación en que vivimos (en Bolivia) pero que es necesario conocer”.
El nombre Elegido de Homero Cavalho, está contada desde una doble narratividad de dos narradores con el mismo nivel: narrador protagonista y personaje principal, también protagonista y en primera persona, narrativa moderna, diferente, pero singular.
“Dieciséis confesiones (…) de realidades de un mundo tan oscuro, como tenebroso, no solo por el negociado nauseabundo que se infiltra entre esos pliegues de dolor, cobardía, muerte, deshumanizante, en que se mueven esos maniquíes, enredados en hilos invisibles de sordidez y que los mantiene el dinero obtenido por montones”
La novela nos introduce en el caótico y desgarrador tema del narcotráfico, contada por el personaje femenino, involucrada, directamente en ese mundo de sórdida comprensión, pero, también de valentía e intrepidez desaforada, en todo sentido: “Lo de Panamá fue la culminación del seguimiento que la DEA me venía haciendo desde hacía varios años; incluso habían comprado a mi abogada, (…). En esa ocasión yo estaba haciendo un negocio para Pablo Escobar y Francisco Marino, un viejo chileno que luego fue descuartizado en Brasil porque engañó a la mafia de allá. Le cortaron el cuello, por allí le sacaron la lengua y se la pusieron de corbata”
La voz literaria o narrador, cuenta en primera persona y es partícipe de los hechos, en los que se va involucrando a través de la voz de su interlocutora, pero no solo escucha, es partícipe desde sus impresiones y deducciones, respecto a su dialogante mujer de muchos nombres o de ninguno.“La siento dolida, con ese dolor en el alma que solamente la traición de un amigo produce y que tarda en curar. Pienso que en el mundo del narcotráfico simplemente no cabe la amistad. La amistad es una ilusión en esos ámbitos.” además del interés personal que tiene, el de conocer las causas y la persona involucrada en el vil asesinato del padre que falleció en circunstancias nada claras, todo había quedado en la nebulosa del desconocimiento y la duda del porqué lo hicieron.: “desentrañar la muerte de mi padre, que, sospechábamos, pudo haber sido asesinado por narcotraficantes porque dirigía un periódico en la ciudad de Trinidad, desde donde los atacaba valientemente. Conjetura que atormentaba a toda mi familia, como si no pudiéramos enterrarlo definitivamente o como si nos echáramos la culpa por no haber presionado a la policía lo suficiente para que investigara más.” Situación que continúa y continuará en esa nebulosa de la incertidumbre porque, ella le hace saber que su padre fue un hombre muy querido y respetado, pero nadie dio razón de esa muerte tan sentida: “Si bien yo lo sabía, estaba esperando que ella me lo dijera, piensa el narrador. —Yo lo quería entrañablemente, con todo el corazón. Yo estuve con él en Trinidad, el sábado de carnaval, antes que lo mataran. (…) Eran los amigos que yo más quería, los amaba a todos y a cada uno de ellos, al punto de olvidarme de mis hijos”
La novela está dividida en dieciséis capítulos, cada uno de ellos posee un subtítulo que es una especie de sinopsis del contenido. Dieciséis confesiones, cada una de mayor despliegue de realidades de un mundo tan oscuro, como tenebroso, no solo por el negociado nauseabundo que se infiltra entre esos pliegues de dolor, cobardía, muerte, deshumanizante, en que se mueven esos maniquíes, enredados en hilos invisibles de sordidez y que los mantiene el dinero obtenido por montones, ingente cantidad que chorreaba, como de un acantilado de agua interminable: "La mujer me confiesa que, en esa época, manejaba cuentas con clave y chequeras en blanco del propio Pablo Escobar. De esas cuentas. – dice - yo obtenía dinero para comprar la droga, pagar a los contactos, sobornar a las autoridades y cubrir la planilla que tenía con gente en varias instituciones estatales.”
La protagonista es una mujer como ninguna, aguerrida, libre, intrépida, sagaz y muy linda, pero sincera, atributos que la condujeron de la mano hacia esos confines recónditos de negocios turbios que operan entre la oscuridad y la maledicencia; gente sin conciencia que solo vive de la farándula y del buen vivir, que no aprecia la vida porque sabe que la muerte está siempre al acecho. Es ese mal que se irradia y se extiende con redes invisibles, por aire, mar o tierra: "—He tenido once pasaportes con once diferentes identidades. (…). La mayoría de los pasaportes me los hicieron en Colombia y he tenido varias nacionalidades. (…), en pocos minutos, me acomodaba a mi nueva personalidad: enfermera, cosmetóloga o simple ama de casa...” ¿Despersonalización, quizá? o simplemente sagacidad de una personalidad del mundo y que puede desenvolverse con la intrepidez de una araña que lanza sus tenues hilvanes, hasta conformar la telaraña que puede enredar hasta sofocar la conciencia: "me di cuenta que me esperaba la policía, así que tomé mi maletita, bajé del avión, me fui bordeando la pista para salir por el final y me dirigí a la casa de un tío. Le conté mi situación, él se conmovió, porque siempre fui buena para contar historias y convencer a los hombres especialmente”. Dentro de estos círculos de incertidumbre y sordidez, no se puede hablar de circunstancias de orden y, peor de continuidad, de amor duradero, de continuidad de la vida, todo es efímero, se corre, no se puede dejar huella alguna porque el control o descontrol policial te sigue los pasos, se vale de estratagemas disímiles para presentarse en el momento menos esperado: “Yo creo que mi destino ya estaba sellado por el narcotráfico, (…) conocí a los hombres que serían los más poderosos de ese mundo, tanto de los Cárteles de Cali como de Medellín, y para los que yo habría de trabajar luego. Conocí, entre otros, a Pablo Escobar, a su hermano (…) a Mario Henao y a los hermanos Ochoa; (…), todos ellos con una sobrevaluada autoestima y dueños de una crueldad infinita, como lo iría descubriendo poco a poco a lo largo de los años y de los negocios. (…), que habían olvidado la piedad.”
Mujer de los tantos nombres, comprometida como estaba conocía todos los entretelones del movimiento de las redes del narcotráfico, hablaba con convicción de cómo, el país, estuvo y está involucrado en este negocio, ilícito para la humanidad, pero posible para quienes solo les interesa el dinero y la riqueza obtenida, no importa cómo: “Los primeros embarques de droga boliviana no salieron del Oriente, salieron de La Paz; (…) Lo hicieron desde El Alto hacia Chile. (…) uno de los empresarios más prósperos de Bolivia, tal como lo hicieron muchos otros paceños. Te voy a decir una cosa: desde el oriente se exportaba cocaína y en La Paz se lavaba el dinero del narcotráfico.”
De esta manera rebela esa maquinaria que, si bien era pasible a conjeturas y a cotilleos en distintos márgenes de la sociedad del país, ella declara e involucra a gente de los gobiernos que estuvieron implicados en el trajín ilícito del narcotráfico, “después, que Bolivia ingresara a formar parte de los Países Aliados, salieron grandes cargamentos para las tropas aliadas. Lo de Javier y su cuñado, es sólo la constatación que toda historia tiene su inicio, y que la del narcotráfico se inició en la ciudad de las nieves eternas del Illimani, donde el poder centró su trono después de la Guerra Federal de 1899 y no dejó que ninguna otra ciudad le disputase su poderío.”
Cuenta de qué manera se hizo partícipe del envío de droga en grandes cantidades, mujer de compromiso como era, no fue capaz de engañar, por lo que, poco a poco conoció a gente que le proporcionaba la droga, que pronto iría a formar parte del negocio que se repartía por el mundo de gente inocente, débil, que caía y que, jamás podría salir porque encontraba cómo acceder a ese vicio de deshumanización y oprobio: “Mi suerte estaba echada. Así que llegando a Santa Cruz busqué a la única persona que conocía que podía proveerme, a la señora que me había vendido los primeros cinco kilos y me dijo que su hijo tenía algunos. El hijo, el fiscal, un vulgar espécimen de la fauna que se ampara en las leyes para violarlas de acuerdo a sus ambiciones, me consiguió unos treinta kilos. Luego se convertiría en uno de mis proveedores oficiales con la droga que quitaban a los pobres incautos que se atrevían a intentar pasar unos cuantos kilitos por el aeropuerto o por tierra.”
Gente que maneja el dinero a merced de sobornos consigue lo que quiere y se ríe de gente incauta, quizá, que la pobreza y las necesidades lo involucra en mecanismos donde se consigue firmas y documentos con la misma facilidad con que se manejaba el dinero: “Se vino en un vuelo de Avianca que, por primera vez, había aterrizado de noche en Santa Cruz, porque él había pagado veinte mil dólares al capitán de la aeronave. A los tres días viajamos a La Paz y en media hora, sobornando al director de migración, sacamos pasaportes falsos, incluido los de mis hijas. ¡Ah! El dinero, todo lo puede —dice con una sonrisa—.”
Fue testigo presencial de golpes de estado, “tanto en La Paz como en Santa Cruz de la Sierra, se organizaban golpes de Estado. (…) y me cuenta que el golpe de Estado de Hugo Banzer, en agosto de 1971, fue organizado y financiado desde su casa” asesinatos, compras de conciencia, confabulaciones bajo el amparo del narcotráfico y las chequeras interminables de los poderosos de la droga, contada desde esa primera voz que sabe y conoce lo que dice, afirmando que "Así como antes los barones del estaño (…) en la década de los ochenta, los narcos hacían lo suyo con los militares y algunos políticos. (..) relaciones de poder; estableciendo un doble discurso, porque, algunos políticos afirmaban abominar del narcotráfico, mientras que, en la práctica, se beneficiaban de su existencia. (…) En algunos casos, llegaban al poder y lo primero que hacían era tomar contacto con nosotros, a través del Ministerio de Gobierno y de la policía, para pedir su porcentaje”.
“El mayor crimen está, ahora, no en los que matan, sino en los que no matan, pero dejan matar”
(José Ortega y Gasset)
Como estas afirmaciones hay muchas otras, algunas se conocen a través de la prensa o de comentarios, que en esta novela se destapa con toda claridad. Es una novela que a decir de la voz literaria es, en el recuerdo de los consejos paternos y de las lecturas de grandes escritores, se afirma: “volví a recordar los consejos de mi padre respecto a lo que debía escribir—Debes escribir de la misma manera que hubieras querido que te contaran una historia. Y recordé a Henry James, quien decía que «la novela, en su definición más amplia, no es sino una impresión personal y directa de la vida», rematé mi recuerdo con una oportuna afirmación del autor de «Sobre héroes y tumbas», acerca de que la novela es la forma más compleja y profunda de examinar la vida humana.”
Nos dice Will Rogers, humorista, comentarista, actor y cowboy estadounidense: “Es terrible tener la vida de otra persona atada a la propia, como una bomba que sostuviéramos sin poderla soltar, a menos de cometer un crimen.”
Aconsejo leer la novela en su integridad. Es triste pensar en la situación en que vivimos, pero es necesario conocernos •