De quirquinchos y toritos
La introducción a este texto es de Juan José Toro. El fragmento es de autoría de su hermana Denny Mireya.
El reciente 13 de noviembre, mi hermana Denny Mireya presentó su segundo cuento infantil bajo la forma de un opúsculo. Me pasó la invitación, pero no pude asistir porque ese día tenía programado trabajo de investigación en el archivo municipal de Cochabamba.
Cuando le avisé que no podría asistir, mi hermana insistió y hasta me propuso posponer el viaje. Imposible. La investigación que realizo actualmente tiene plazos y es preciso cumplirlos. Solo cuando tuve el impreso en mis manos, supe de qué se trataba.
Mireya tiene un personaje de fábula que es Gregorio, el quirquinchito. Ella lo utiliza como el protagonista de narraciones en las que se pretende enseñar mediante la trama. Ella también hace las ilustraciones, pero como cree que estas no tienen la suficiente calidad, prefiere encargar los dibujos.
El primer cuento del quirquinchito está agotado y esta es su segunda aventura. En esta, la autora toca un tema muy delicado: el hundimiento del Cerro Rico de Potosí y, como el asunto me costó una paliza, con sus correspondientes secuelas, se le ocurrió incluirme como personaje.
Como el librito se presentó en mi ausencia, no me enteré de esto sino hasta que lo leí y, por supuesto, quedé sorprendido. Lo que menos me esperaba este año, en el que logré publicar tres libros, es que yo aparecería como protagonista de uno.
En esta ocasión, Gregorio el quirquinchito sale a la luz a través de una editorial peruana, Saque de Punta S.A.C., con talleres en el 222 de la calle Nicolás Copérnico, de Lima. Debido a ello, el depósito legal se hizo en la Biblioteca Nacional del Perú, además del ISBN, que es universal. Las ilustraciones son del peruano Arnold Merino Manrique ya que, una vez más, mi hermana no quiso incluir sus propios dibujos.
En esta historia aparezco, de improviso, para decirles a los mineros que sus trabajos en el Cerro Rico lo están dañando y ellos me dan una paliza, lo que no es cuento, fábula ni ficción, y el quirquinchito se encarga de curarme. Y en esta historia también entra la verdadera historia de la fundación de Potosí. Según me dice la autora, su intención es que esta reemplace a la narrativa oficial, que sigue girando en torno al invento español de la llamita perdida en el Cerro Rico.
Debido a que estoy ahí, bien metido, poco puedo decir del contenido del libro sin sentir que estoy hablando de mí. Tampoco abundo en técnicas porque esta es literatura infantil, un terreno al que nunca ingresé porque es difícil para mí. Lo que sí veo es que Mireya se mueve cómodamente en él.
Este cuento fue la novedad literaria de noviembre y lo presento aquí, en un extracto que arranca desde el inicio, pero, por razones obvias, no llega hasta el final. Si quieren saber cómo termina, tendrán que comprar el libro.
GREGORIO EL QUIRQUINCHITO (fragmento)
En una ciudad muy colonial del altiplano boliviano vive Gregorio el Quirquinchito, un animalito que trabaja en la mina y le encanta ver el majestuoso cerro.
Gregorio se siente orgulloso de ver la montaña más alta del mundo. Todos los días, al subir a la mina y ver desde cualquier punto de la ciudad la hermosa montaña de plata, que muestra su forma triangular casi perfecta, como si hubiera sido dibujada por el mismo artista que dibujó la Virgen del Cerro.
En el trayecto a la mina, Gregorio se encuentra con su amigo, la alpaca Don Juan, que le invita un poco de hoja de coca para que consuman doblando las hojas entre la mejilla y los dientes, para así formar un delicioso bolo, y este les de la energía para realizar su faena.
Gregorio y Don Juan iban comentando del trabajo arduo que les espera desde el peligro que corren al ingreso a la mina por eso antes de ingresar ellos realizan el akulliku que es el ritual al Tío de la mina que acepta como ofrendas, hojas de coca y el trago de alcohol o los cigarrillos.
Un día Gregorio se detuvo a recordar cómo trabajan los animalitos mineros y lo peligroso que es este trabajo para ellos. Los pobres animalitos se arrastran para ingresar al interior y para no lastimarse utilizan rodilleras hechas de sombreros viejos, sus cascos deben tener una luz para orientarse en el interior de la mina. Gregorio el Quirquinchito se queda pensativo en sus recuerdos y exclama. ¡El sol del amanecer es la última luz del día que vemos antes de ingresar en la noche eterna de la mina!
Hasta que un día, vino a la mina un animalito muy bueno el torito Juan José, él nos pedía que dejemos de explotar nuestro cerro por que se estaba desmoronando y clamó fuerte “¡El Cerro Rico se está hundiendo, por favor, ayúdenme a salvarlo!”.
Los animalitos mineritos se pusieron furiosos al escuchar esto porque creyeron que sólo eran mentiras que atentaba con su trabajo y le agredieron dejándolo herido, yo le vi y sentí la necesidad de ayudarlo llevándolo a un lugar seguro cure sus heridas en los labios provocadas por golpes de puño de los animalitos mineros, en su delirio exclamaba —nuestro cerro se está desmoronando—, cuidé de él hasta que esté sano y reestablecido con hierbas curativas como malva, manzanilla y otras.
Así pasaron los días y se reestableció sano y fuerte como el toro que es, me vio extrañado porque no supo donde se encontraba le dije que estuvo enfermo y que cuidé de él, se puso preocupado porque deseaba cumplir su propósito de salvar nuestro Cerro Rico y me contó nuestra triste historia.
Hace muchos años atrás no hubo descubrimiento del Cerro Rico, mencionó que el cerro ya se explotaba desde antes que llegaran los españoles unos animalitos que vinieron de tierras lejanas con ansias de descubrir riquezas en nuestra tierra.
torito el periodista contó que se hizo pruebas científicas sacando tomas detrás del cerro y esas se hicieron estudios de carbono 14, determinado que hace 10.000 años ya se explotaba la plata del cerro.
Cuando llegaron los animalitos españoles empezaron a explotar la plata de Porco, ya que existió un Inca Vicuña que dio órdenes de que les ocultaran a los españoles la información de que en el Cerro Rico, había plata, entonces fue una manera de encubrir por orden del Inca vicuña Manco, este mando animalitos comisionados para que hagan papel de espías y se infiltren entre los españoles para que trabajen como Yanaconas entre estos enviados estaba Diego Huallpa la vizcacha, que no era de aquí si no de un lugar llamado Chumbivilcas cerca del Cuzco, cuando muere Manco Inca el año 1544, Diego Huallpa la vizcacha decide explotar la plata del cerro y después de un tiempo recién comunica a los españoles con los que estaba trabajando.
Torito también me contó que los expertos han advertido que la extracción de minerales desde tiempos de la colonia puede provocar la deformación o hundimiento de la imagen icónica que es nuestro Cerro Rico y que falta muy poco para que esto ocurra.
Me quedé feliz de conocer la verdadera historia de nuestro Cerro, quedándome preocupado ya que desde siglos atrás estaba siendo explotado arriesgado nuestras propias vidas y en mi mente quedó clavado lo que me dijo mi querido amigo torito —“El Cerro Rico se está hundiendo; por favor, ayúdenme a salvarlo”— el cerro es un símbolo patrio que debe ser respetado esas fueron las palabras sabias que me dejó como mensaje de que debemos hacer algo.
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