El sapito arlequín boliviano, redescubierto
Se creía que estaba extinto
Mientras este artículo está siendo elaborado, los cielos son invadidos por la humareda que viene de los incendios provocados en bosques y reservas naturales de Bolivia, causando heridas mortales al frágil ecosistema y vida silvestre. Por eso, hablar del redescubrimiento de un sapito negro con manchas amarillas y patitas rojas, primorosamente fotografiado e investigado por el chuquisaqueño Mauricio Pacheco Suárez, es digno de destacar en este tiempo donde nos sentimos ahogados por la actitud equivocada de otros que también son bolivianos pero que destruyen la biodiversidad sin remordimiento.
El hallazgo del sapito arlequín boliviano Atelopus Tricolor, especie que se creía extinta hace más de 20 años, resulta ser casi un acto de heroísmo reconocido por la humanidad que ama la vida y la naturaleza, hecho que ha sido destacado por una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, como es el caso de Nature Communications que le da visibilidad global al descubrimiento. En la mencionada revista han sido publicados los reportes de varios países que buscan evitar la pérdida de biodiversidad, en este caso de los anfibios, que incide en la conservación de otras especies frente a la extinción masiva de variedades de batracios acaecida en los últimos años.
La conservación de la vida silvestre, la comprensión de la vida natural y la colaboración global son imperativos para preservar el frágil equilibrio de nuestro planeta y, en particular, de Bolivia. El llamado a la acción es claro para proteger nuestro hogar natural como una tarea compartida y apremiante.
El descubrimiento
Uno de los momentos más destacados en la carrera de Mauricio Pacheco Suárez fue el redescubrimiento del sapo arlequín (Atelopus tricolor) en 2020, una especie que se creía extinta en Bolivia desde principios de los 2000. Este evento, resultado de una colaboración entre la comunidad local, turistas y la Bolivian Amphibian Initiative (BAI), desencadenó un proyecto de monitoreo y conservación que se integró en una investigación transnacional publicada en la prestigiosa revista científica NATURE Communications. Pacheco es ahora en Bolivia referente en cuestiones de conservación y biodiversidad.
La investigación, coordinada por Stefan Lotters y Amadeus Plewnia, involucró equipos de nueve países y se extendió por más de cinco años. A pesar de los redescubrimientos, las conclusiones no son optimistas; las especies de sapitos arlequín continúan declinando, subrayando la urgencia de investigar las razones detrás de las supervivencias y las medidas para evitar pérdidas irreparables.
En los ochenta se comenzó a observar un fenómeno de mortalidad entre anfibios en varios lugares del mundo, que acabó con decenas de especies, y que fue particularmente catastrófico en Los Andes. Pacheco explica que hoy se sabe que el causante de ese fenómeno es un tipo de hongo que ataca principalmente a especies más acuáticas que viven en ecosistemas templados y de montaña, entre ellos, los sapos arlequines. “Son pequeños anfibios muy bellos que viven en las selvas y las montañas, desde Costa Rica a Bolivia. Yo tuve la enorme fortuna de redescubrirla junto con Bolivian Amphibian Initiative BAI y realizamos un proyecto de monitoreo de la única población conocida en nuestro país y trabajamos sobre su hábitat”, enfatizó. Los países involucrados en el proyecto son Costa Rica, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y Guyana.
La revista Nature refiere que los sapos arlequín están entre las especies de vertebrados más amenazadas del mundo, se trataría de 131 especies de sapitos neotropicales, muchos de los cuales ya se consideraban extintos. “Recientemente, más de 30 especies han sido redescubiertas, lo que genera esperanzas de una tendencia de marcha atrás en la crisis de extinción de anfibios”, dice la publicación científica. En Bolivia el Atelopus tricolor es la única especie conocida de sapo arlequín y su ubicación está velada, justamente para proteger su hábitat.
De ingeniero a científico
Mauricio Pacheco, de 45 años, estudió Ingeniería Comercial en la Universidad del Valle en Sucre (UNIVALLE), sin embargo, su transición a científico de la naturaleza siguió una ruta poco usual a partir de la fascinación que desde su infancia sintió por la naturaleza, marcada por aventuras en el campo con su padre y exploraciones en Yotala que fueron despertando su inquietud científica. “Aunque mi formación académica fue pragmática, fue mi pasión por la naturaleza lo que me llevó a abrazar la ciencia de manera accidental”, dijo Mauricio a ECOS.
El hecho de haberse convertido en fotógrafo de naturaleza le abrió puertas inesperadas que le permitió encontrarse con científicos cuyos conocimientos compartidos lo inspiraron. Desde entonces, ha equilibrado su vida entre ser profesor y escritor en desarrollo rural, abordando cuestiones de biodiversidad y conservación. Sus fotografías están disponibles en su Instagram: Mauricio Pacheco Photography.
Como una película de terror
“Antes de los 80 era imposible pensar que podíamos perderlos. Estos anfibios han vivido una catástrofe que equivale a las que vemos en esas películas de virus que acaban con la humanidad en meses”, enfatizó.
Los cambios que sufre el planeta ponen a todos los organismos, incluida la humanidad, en peligro de sufrir un evento similar. Investigaciones como está pueden tener las pautas para entender y responder ante estas emergencias o rescatar lo que queda, por eso la revista Nature no tuvo reparos en cobijar este artículo titulado: “Los continuos descensos de los sapos arlequín sugieren que la crisis de extinción de anfibios sigue siendo una emergencia”.
Sobre el cambio climático
Consultado sobre las teorías del cambio climático y el sobrecalentamiento global, Mauricio aclara que “siempre ha habido cambios climáticos porque nuestro planeta es muy dinámico (…) y que se comprende poco de los conceptos que se entremezclan”. Explica, sin embargo, que preocupa la velocidad con que los cambios acontecen implicando alteraciones en las dinámicas globales del clima como la del agua: “Hace mucho que no hay ningún tipo de discusión en la comunidad científica acerca de que el cambio climático es originado principalmente por la concentración de ciertos gases en la atmosfera sobre todo de combustibles fósiles. Actualmente cualquier debate al respecto no es científico sino más bien político, y lo único que busca es evitar que asumamos la costosa responsabilidad de evitar una catástrofe que nosotros hemos causado, tratando de que la gente crea que no hay nada que podamos hacer ante la fuerza de la naturaleza. Afortunadamente eso no es cierto, y cada vez más gente está dispuesta a hacer su parte en la solución de este problema”, dijo Pacheco •
Incendios en Bolivia, la tragedia de la irresponsabilidad
La discusión se torna sombría al abordar los incendios provocados en Bolivia. Mauricio condena la irresponsabilidad política y social que ha llevado a sequías prolongadas y la pérdida de bosques. Advierte sobre la hipótesis de que, si la deforestación continúa, Sudamérica podría transformarse en una sabana desprovista de sus bosques.
“Los incendios son la expresión más dura de la irresponsabilidad política y social en el país. Una de las manifestaciones más severas es la ocurrencia de sequías cada vez más largas y cada vez más duras, con mayor escasez de precipitaciones”, puntualizó.
También explicó que la lluvia es una consecuencia de ciclos que comienzan en los bosques que generan suficiente humedad para convertirse en lluvia pero que ahora los bosques “son incapaces de mantener los ciclos antiguos de lluvia, peor con los incendios. Tenemos que preguntarnos desde cuando hemos quitado tanto bosque en Bolivia como para que ese mecanismo deje de funcionar”.
Proteger nuestro hogar natural
En un mundo amenazado por la crisis ambiental, Mauricio destaca la responsabilidad ética del científico en comunicar claramente sus hallazgos y la capacidad de transmitir datos de manera efectiva, como algo crucial para involucrar a la sociedad en la búsqueda de soluciones.
Entrevistar a un defensor apasionado de la naturaleza y la biodiversidad y conocer sus experiencias, desde el redescubrimiento de especies hasta la lucha contra los efectos devastadores de las agresiones a los ecosistemas, nos instan a reflexionar y actuar a partir de una invitación a sumergirnos en las complejidades de la naturaleza y a reconocer la responsabilidad que todos compartimos en la preservación de nuestro único hogar: la Tierra.