La infancia de Cristo en el arte en Sucre
Más de 700 años antes, Isaías profetizaba el nacimiento de Jesucristo diciendo: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
Más de 700 años antes, Isaías profetizaba el nacimiento de Jesucristo diciendo: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). El sentido de la Navidad es el regalo del hijo de Dios que nos fue dado y que tuvo que nacer niño, de carne y hueso, para que su propósito sea cumplido y muera como Cristo por los pecados de toda la humanidad, ser luego sepultado y resucitar tres días después con victoria sobre la muerte, como primicia para los que en Él crean tengan vida eterna. Por eso, la noticia de la llegada de Jesucristo no pierde actualidad desde hace más de 2.000 años porque hoy es esperanza para todas las personas que necesitan encontrar el camino, la verdad y el sentido de la vida.
Hace años, los artistas reproducían en lienzos la buena nueva, pinturas que actualmente están siendo restauradas con ternura y abnegación como parte del Patrimonio de Sucre para recuperar la intensidad de sus colores y el detalle de sus formas que fueron plasmadas por artistas europeos y locales que las concibieron, siguiendo las tendencias de la época, como explicó a ECOS elP. Bernardo Gantier quien también es artista.
Los niños de Bitti
Alrededor del año 1600 estuvo en Chuquisaca el italiano Bernardo Bitti formado en la gran escuela manierista romana de la segunda mitad del siglo XVI.
“Fue un maestro único en el arte de pintar. Sus superiores de la Compañía de Jesús a la que pertenecía, lo destinaron a una vida itinerante por las casas de su orden: su vida sería viajar y pintar, pintar y viajar… y así hasta partir al cielo en Lima en 1610. Y es que urgía acompañar la prédica del Evangelio con imágenes. El pintó las más bellas. Sus cuadros tienen como alma propia”, expresó Gantier.
De igual forma, explicó que su arte tiene dominio de la técnica del buen pintar, del uso de los colores, del dibujo, del equilibrio en la gama de colores y el manejo de la distorsión propia del manierismo. “De los cuadros de Bernardo Bitti que en Sucre han quedado, elegimos el cuadro de la Adoración de los Pastores y La Virgen, el Niño y San Juanito o la Virgen de las Frutas del Museo de la Catedral. La composición está muy elaborada. Los colores suaves buscan el equilibrio entre los verdes, rosados, violetas o azules. Cada rostro es único y en particular el de la Virgen expresa intensa dulzura”, dice Gantier.
Corriente popular mestiza
En San Lázaro hay una serie de 11 lienzos en formato apaisado que se pintaron más de un siglo después de Bitti, pero igualmente expresan “el deseo de hablar del evangelio como cuadros con su propia belleza”, dijo Gantier. Explicó que los temas de estas series era las utilizadas en la catequesis de la infancia de Jesús con son la Inmaculada Concepción y los Ilustres gajos, la Anunciación, la Visitación, el Sueño de San José, la Adoración de los Pastores, la Circuncisión, la Epifanía, la Presentación de Jesús en el Templo, la Huida a Egipto, el Regreso de Egipto y el Niño Jesús entre los doctores.
El autor de esta serie es un maestro desconocido cuyo estilo corresponde a la corriente de la pintura popular mestiza de fines del siglo XVII y XVIII que tienen una fuerte influencia europea. “Compone poco, usa modelos de estampas o grabados europeos, pero los resuelve una sensibilidad que representa de manera ingenua a los personajes, a cuyos rostros les dedica gran esmero. Ellos se imponen a un espacio planos de arquitecturas o paisajes rodeados de arboledas. En estas se posan pájaros de encendidos colores y que a proporción resultan gigantes. En los fondos algunas montañas y luminosos celajes también donde también hacen su presencia revoloteando las esas exóticas aves. En general predominan los colores pardos destacan los azules en los celajes y los rojos de ropajes”, dijo Gantier, haciendo un análisis de la iconografía de estas obras.
Agregó que la ingenuidad de este arte agrada y complace a la vista y que el artista alcanzó su objetivo: “pintar bello, aunque no obedezca a los cánones de una escuela formal” •
Las restauraciones
El padre y artista Bernardo Gantier, dijo a ECOS que los cuadros de la infancia de Jesús se encuentran en La Merced, La Recoleta, en San Lázaro y en el Museo de La Catedral. En este último, se están restaurando algunas de las obras de Bernardo Bitti gracias a la Fundación Unir. Por otro lado, en el Templo de San Lázaro hay un taller montado por el equipo de maestros artistas encabezado por Blanca Córdova y Mauricio Campos, quienes también restauraron el retablo de San Lázaro, con recursos gestionados por los mismos feligreses y vecinos de la zona. Este esfuerzo permitirá volver a la vida una serie 11 cuadros de un autor anónimo que posiblemente copiaba los motivos de estampitas. A medida que son restaurados, los cuadros van siendo colgados en el templo, evidenciando el antes y después con otros cuadros, como de los evangelistas, que también requieren una restauración porque están ennegrecidos por el tiempo.