El crimen de Toledo

En el caso del virrey Francisco de Toledo, los términos de “tirano” y “organizador” no son en absoluto contrapuestos, sino, más bien, complementarios, porque el virrey fue las dos cosas.

El kjatu, colindante a la Plaza del Regocijo y donde se construyó la segunda casa de moneda.

El kjatu, colindante a la Plaza del Regocijo y donde se construyó la segunda casa de moneda.

Francisco Álvarez de Toledo y su Rúbrica.

Francisco Álvarez de Toledo y su Rúbrica.

Primer ayuntamiento, actual edificio de la Gobernación.

Primer ayuntamiento, actual edificio de la Gobernación.

Rueda de un molino hidráulico que molía el mineral.

Rueda de un molino hidráulico que molía el mineral.

Xilograbado en el que se ilustra la rivera de los ingenios.

Xilograbado en el que se ilustra la rivera de los ingenios.


    Cristóbal Corso Cruz
    Ecos / 05/03/2024 02:49

    En el caso del virrey Francisco de Toledo, los términos de “tirano” y “organizador” no son en absoluto contrapuestos, sino, más bien, complementarios, porque el virrey fue las dos cosas. El historiador argentino Roberto Levelier, que recopiló y publicó las disposiciones dictadas por el virrey Toledo, llamó este el supremo organizador del Perú. Al poco tiempo, un eminente historiador peruano, Luis E. Valcárcel, escribió un libro para refutar las apreciaciones favorables y elogiosas de Levelier y calificó al virrey como un supremo tirano del Perú.

    Nombrado Virrey

    Don Francisco de Toledo, segundón de la Casa de Oropesa, Comendador de Asebuche, Mayordomo de S.M. fue nombrado virrey, gobernador y capitán general del Perú, recibiéndose en Lima de su gobierno el 25 de noviembre de 1569. En el año 1572 hizo su entrada pública en la Villa Imperial de Potosí. Quince días de espléndidas fiestas fue el agasajo que le hicieron los moradores de la Villa. Terminados los regocijos, quiso el De Toledo conocer el Cerro, examinar las minas, laboreo, fundición de metales, etc., etc., para dictar las disposiciones que conviniesen, a fin de evitar los litigios y garantizar el orden y la propiedad. Después de la visita se reunió en la Villa con todos los mineros, a quienes propuso el establecimiento de ingenios para moler los metales. Las calles de la Villa Imperial eran estrechas e irregulares, trató de ensancharlas, como lo hizo, y trazó en el centro de la población una nueva plaza que la llamó del Regocijo. En ella construyó los portales y el palacio del Ayuntamiento, cuya hermosa escalera se llamó de la consulta, por reunirse en su gran sala los 24, a consultar sus determinaciones. Según Arzáns, fue modificada en 1614, reduciendo su extensión con nuevas construcciones. Edificó también la cárcel, el Cabildo, oficinas para escribanos, tiendas para procurar rentas al municipio. Mejoró el Hospital Real fundado en 1555, mandó hacer un gran cementerio, empezó a su costa la iglesia Matriz y la iglesia de San Lorenzo la dejó para parroquia de indios. Se abrieron los cimientos de la obra de la primera Casa de Moneda y Cajas Reales. Toledo estableció el beneficio de los metales por medio del azogue, creyendo que con esto se aseguraba el éxito y se evitaba las pérdidas que con el sistema de los Inkas eran inevitables. Opinó que era conveniente procurar sabios alemanes para la enseñanza de la metalurgia y química. 

    Sus célebres ordenanzas

    Luego se dirigió a Chuquisaca, donde se ocupó de redactar sus célebres Ordenanzas. La Villa Imperial que había visitado se encontraba en alto grado de esplendor: 120.000 habitantes contaba, según el censo levantado por el virrey, y se empeñó por mejorarla y dotarla de leyes, de reglamentos. Acababa de hacer en Potosí el repartimiento de 20.000 indios, entre los mineros, conocido en la historia bajo el sombrío nombre de mita. No fue para los pobres naturales sino una nueva y pesada carga para satisfacer la sórdida avaricia de los hidalgos o de los aventureros desalmados. Bajo el pretexto de protector de naturales, fue éste el tirano irresponsable que se enriquecía con las lágrimas de los pobres mitayos. Durante su gobierno fundó en Lima en 1570 el terrible tribunal de la Inquisición.

    Maniaco con los incas

    Toledo había soñado con la resurrección del Imperio de los Incas, se espantaba al imaginarse la repetición de aquellos peligros para los conquistadores, porque tenía la conciencia de las injusticias cometidas con los incas y sus súbditos. El virrey Toledo se hizo maníaco de esta idea fija; temía como un azote terrible la soñada revolución de los indígenas y esta fatídica creencia llegó a dominar sus buenas cualidades. Tupac Amaru se había ceñito el llauto imperial en Villcapampa hacía nueve años y aquella sombra de poder que se perdía entre las montañas de su triste destierro agitaba la enfermiza y tímida imaginación del virrey, “mientras existiese en su territorio la raza de los Incas, reconocida y respetada, señalan los peruanos como su legítimo soberano” ...la conquista española no estaba asegurada. Intentó entonces el de Toledo atraer al Inca a la ciudad del Cuzco; pero el desconfiado indígena rehusó la invitación. El segundón de Oropesa, resuelto a apoderarse del Inca de cualquier manera, armó 250 hombres y le dio el mando a Martín García de Loyola, para que penetrando en el retiro de Villcapampa, se apoderase del primer Túpac Amaru y lo condujese a la ciudad del Cuzco a donde se dirigió Toledo. Después de internarse veinte leguas, creyó en las ofertas falaces y mentiras que le hicieron, se entregó con toda su familia, mujer, tres hijos y miembros de la regia estirpe. Conducido al Cuzco, fue reducido a prisión y acusado de delitos que no había cometido. Este juicio era la cobarde hipocresía de revestir de formas jurídicas el asesinato alevoso, y hubo jueces tan venales como corrompidos que dóciles se prestaron a ser instrumentos  del suplicio del hijo del sol. “Fue condenado a la pena de ser degollado”. 

    El obispo que trató de evitar el crimen

    Cuando se supo la inicua noticia por pretendido alzamiento, el obispo de Popayán, Fray Agustín de Coruña, hizo grandes instancias a don Francisco de Toledo para que no ejecutase la sentencia en contra del Inca: éste se negó. Indignado el buen sacerdote predíjole  que aquella crueldad sería el origen de su ruina; sobre la sangre no se levanta sino la iniquidad. El Inca don Felipe Túpac Amaru fue degollado en el Cuzco en 1579. Los miembros de su real prosapia diseminados y sus hijos perecieron de pesar. Toledo inició la persecución contra los demás de la sangre real de los Incas naturales y mestizos, Este virrey sanguinario contribuyó a extinguir a toda la estirpe real de los Incas, este Virrey obscureció su fama, hizo caer sobre éste, el odio de propios y extraños.

    El Rey lo reprende

    Apenas supo Felipe II la torpe conducta de su virrey, le nombró sucesor y cuando regresó a España en 1581, creyó ser premiado por sus servicios en América, sin pensar que en todos ellos aparecía una mancha de sangre que los obscurecía. El lujoso don Francisco de Toledo se presentó al Rey, y éste con semblante sombrío y con actitud fiera le dijo: ...”Yo no te envié a que matases Reyes sino a que sirvieses Reyes”... 

    Virrey avergonzado

    Toledo avergonzado, humillado, arrepentido, volvió a su casa, y en breve tiempo abandonado de la nobleza y sin protección del monarca, murió de pena. Los crímenes son legados fatales que pesan eternamente sobre la memoria de los perpetradores, el crimen no engendra gloria •

     

    * Cristóbal Corso Cruz es Presidente de la Sociedad Geográfica y de historia “Potosí”.

    Etiquetas:
  • virrey Francisco de Toledo
  • crimen
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor