Las ojotas del Pujllay
La fastuosidad del Pujllay, una danza que es reconocida desde 2014 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, como una expresión notable de la vitalidad de la cultura Yampara
La fastuosidad del Pujllay, una danza que es reconocida desde 2014 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, como una expresión notable de la vitalidad de la cultura Yampara, ha encandilado al mundo entero, y aunque esto complace a la Nación Yampara, la recuperación de esta danza practicada en las entradas folclóricas de las ciudades es observada con preocupación, ya que en estos eventos se tergiversan los significados auténticos de diversos elementos que hacen al Pujllay, al remplazar o modificar la vestimenta, la música o la coreografía, con criterios que enajenan la forma en que el pueblo Yampara se representa en la celebración del Pujllay, y en consecuencia, desvirtuando el valor de esta danza, como expresión de una cultura viva de la que no puede disociarse.
De este modo veremos un ejemplo de la tergiversación de la vestimenta del Pujllay, considerando que la elaboración de los trajes para esta danza, son el reflejo de la más alta maestría de los artesanos Yampara, cuyas habilidades se deben a una tradición artesanal transmitida de generación en generación desde tiempos remotos hasta el presente, es decir remplazar cualquier elemento de la vestimenta del Pujllay, representa desvalorizar a la tradición artesanal de la cultura Yampara.
El elemento que veremos, es el de las ojotas con que se baila el Pujllay, cuyas plantas son elaboradas en base a suela, es decir cuero de vaca, que es tratada para producir esas imponentes plataformas de hasta 7 y 8 centímetros de alto, de acuerdo a las técnicas tradicionales de los artesanos Yampara, sin embargo se ha observado en las entradas folclóricas, la sustitución de estas plantas de suela trabajadas de acuerdo al legado de esa cultura, por ojotas con plataformas de madera, que de acuerdo a las explicaciones de los artesanos Yamparas, buscan parecerse a las originales, imitando su altura, pero que inevitablemente transforman la coreografía y la experiencia corporal de los danzantes en la interpretación del Pujllay, ya que la madera es liviana y no ofrece el peso significativo de las plataformas de suela cuya función es equilibrar el importante contrapeso generado por la voluminosa estructura metálica de al menos 10 centímetros que se extiende desde la parte trasera de la planta, conformando un soporte para sostener varias espuelas sin que lleguen a apoyarse en el suelo, estableciendo un juego de peso y contrapeso entre la suela y las espuelas de la ojota auténtica, que condiciona el ,movimiento de las extremidades inferiores de los bailarines y finalmente impulsa el modo singular del imponente paso de la danza del Pujllay, con su carácter percusivo de resonancia telúrica, cargada de profundos significados culturales, cuya evocación es posible gracias a la tradición artesanal Yampara que pervive en el presente, y que no se pueden apreciar en las representaciones de la danza con ojotas de madera u otras modificaciones originadas en las entradas folclóricas de las ciudades, despojando a esta expresión cultural de la originalidad de su experiencia ya sea entre los bailarines o los espectadores de estos eventos urbanos.
Pero aún más, hay que tener en cuenta que las ojotas autenticas que hemos descrito en base a las explicaciones de los artesanos de la Nación Yampara, son para uso de los danzantes varones que buscan representar la figura mítica de esta cultura comprendida por el “Tata Pujllay” caracterizado por su inagotable energía para llamar a la fecundidad, en cuyo nombre apreciamos su género masculino, y que al estar presente en la práctica ritual de la Pukara donde se celebra a la deidad femenina de la Pachamama por los frutos de su fertilidad, permite apreciar las lógicas de complementariedad en la cosmovisión Yampara, de ahí que las mujeres que participan en el Pujllay, lo hacen con una vestimenta propia que las identifica como “Ñustas”, una denominación de raíces prehispánicas, para referirse a una mujer especial, una distinción que se podría ver expresada en el uso reservado a las mujeres casadas de la “pacha montera” al celebrar el Pujllay, donde se ve la identificación de la “pacha” con la participación femenina en esta danza, algo que también ha sido desvirtuado en las entradas folclóricas, donde las ojotas de planta de madera que imitan a las del “Tata Pujllay”, al ser llamativas, son calzadas indistintamente entre hombres y mujeres, desvirtuando la identidad de la “Ñusta” cuyas ojotas no son altas y son más livianas, ya que su forma de realizar la danza del Pujllay es diferente a la de los varones, una cuestión fundamental que si es ignorada, desestructura los profundos sentidos culturales de complementariedad del pueblo Yampara expresados en el Pujllay y la Pukara •
* El autor es antropólogo.