Secretos de un escándalo

Una película con Natalie Portman, Julianne Moore y Charles Malton

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Secretos de un escándalo Foto: Internet

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    Milován España
    Ecos / 09/04/2024 09:45

    Secretos de un escándalo, la traducción oficial del título al español de May December (2023), del reconocido director Todd Haynes, no es solo una descarnada indagación de un escándalo. La película es al mismo tiempo, y una vez superado el morbo, la profunda reflexión sobre los íntimos mecanismos que llevan a un individuo o comunidad de nuestro tiempo a repudiar o celebrar la existencia de una moral que rija nuestras conductas. 

    El guion de Samy Burch -nominado al Oscar como Mejor Guion Original-, con la historia de Alex Mechanic y Todd Haynes, toma como base un hecho real para construir su historia. En la película; la reconocida actriz de televisión, Elizabeth Berry (Natalie Portman) debe personificar a Gracie Atherton-Yoo (Julianne Moore) quien, a sus treinta y seis años, casada y madre de familia mantuvo relaciones sexuales y quedó embarazada de un niño de 13 años, Joe Yoo (Charles Malton). El escándalo ocurrido veinte años atrás será el centro de la historia de la segunda cinta que se hará sobre el tema. Para retratar de la forma más “auténtica posible” a la mujer que fue condenada a dos años de prisión donde tuvo a su primera hija, la actriz decide realizar una investigación in situ.  Por esto, ella se instala en el idílico pueblo donde Gracie y Joe todavía residen. Ambos protagonistas del escándalo han contraído matrimonio, una vez que ella saliera de prisión, y traído al mundo una pareja de mellizos más. 

    El guion como la cinematografía de Secretos de un Escándalo son admirables ya que nos retratan, por ejemplo, un mundo con un solo plano. Se llega al pueblo y con una panorámica nos sentimos en el pueblo. Y esto es porque se ha escogido con sumo cuidado el paisaje, la luz y las personas que pasan frente a cámara. Los primeros planos son dignos de mencionar, en ellos uno no puede dejar de admirar la portentosa actuación de Natalie Portman y Julianne Moore, aunque, también es enorme la actuación de un poco conocido, pero absolutamente brillante, Charles Malton. La banda sonora de Marcelo Zarvos, utiliza acordes de película de terror que acompaña a tomas y escenarios creando una atmósfera que al principio incomoda pero que luego se hace coherente.

    La familia, parece haber superado el pasado y en el presente tener problemas tan normales como la falta de salchichas en el refrigerador o el próximo acto de graduación de los mellizos rodeados de buenos amigos que los comprenden.  

    La actriz empieza a entrevistar a quienes estuvieron relacionados o se vieron afectados por lo sucedido. Dos décadas han pasado, pero las consecuencias todavía se hacen palpables, pese a que ya nadie habla de ellos de forma abierta. Sin embargo, todos hablan con la famosa actriz. 

    Y he aquí que, el espectador y la actriz, empiezan a conocer los hechos y a las personas. Uno se entera, sorprendido, que Gracie, todavía cree que el amor es el responsable de todos sus actos. "Siempre fui muy ingenua" le confiesa a Elizabeth que ya empieza a vestirse, maquillarse y tener el pelo como su anfitriona. Pero la ingenuidad como excusa se convierte en sospechosa como coartada del personaje. Una excusa que la guionista y director encuentran insuficiente por lo que deciden profundizar en el tema. Una indagación que deja al descubierto las consecuencias reales del hecho como su importancia y que emergen, poco a poco, en cada nueva conversación o escena del filme. 

    La interacción entre ambas protagonistas, la forma en que la actriz empieza a comprender a quien personificará en la pantalla, se desarrolla en muchas escenas frente al espejo. Un espejo que en ciertos momentos muestra ambos rostros o en otro momento se desdobla en tres cuerpos. La reconocida influencia de la cinta, Persona (1966) de Igmar Bergman, se hace evidente en planos que desde lo visual nos retratan la compleja interacción de dos poderosas personalidades femeninas. Una interacción que cuestiona lo más profunda de la sique de ambas. El guion no le quita importancia a Joe y esto se hace crucial para comprender el verdadero objetivo de la película. 

    Abusar sexualmente de un menor de edad es un delito que el código penal castiga con la prisión. Pero el castigo que Gracie ha cumplido no la libra de la desconfianza sobre su salud mental que tiene su primera familia y la comunidad donde reside. Ella y su marido, que no se considera a sí mismo una víctima, prefieran ignorar dicha “malicia” colectiva. Una desconfianza que, sin embargo, con la ayuda de la actriz que busca encarnar a la infractora, se traslada a juzgar lo sucedido más allá del ámbito legal o mediático. Y es donde el guion de la gran Samy Burch, fiel a la historia y los personajes toma un giro que en nuestro tiempo -el de la modernidad liquida- parece proscrito, inadecuado a todo drama moderno, el aspecto moral. 

    Los griegos utilizaban la palabra "harmatia", que se traduce usualmente como "error trágico o fatal" y que aludía al concepto de vivir al margen de un código moral o intelectual tomado como meta ideal debido a una actitud errónea que puede ser consciente o inconsciente. Palabra que daría lugar a la palabra Pecado y que sería entendida por siglos como aquel acto que transgrede conscientemente preceptos religiosos. Cabe destacar que el director y la guionista -como Roberto Rosellini en su película Europa 51-, tienen la elegancia de no retratar lo moral desde la pacatería religiosa, no la limitan a conductas agradables o la encadenan a una ideología conveniente. 

    Ambas protagonistas: Irene Girard, interpretada por Ingrid Bergman en la cinta Europa 51, y Gracie son lo opuesto. Aunque, ambas arguyan una justificación irrefutable que su tiempo parece no entender del todo, el amor. 

    Dado su tiempo, esta justificación individual tiene una respuesta diferente de la comunidad. Una respuesta que para la película Secretos de un escándalo se escenifica, con fría honestidad, en la escena de graduación de los mellizos.  

    Es, me amino a interpretar, que para que el final no deje campo a la cómoda ambigüedad que Todd Haynes, en un toque genial, logra una escena final que, además, construye una película dentro de la película. Una escena que hace un close up en el rostro de una de las protagonistas y que se mantiene hasta el punto en que la línea entre el personaje y la actuación se vuelve borrosa. Un acercamiento que, sin saborear por completo esta obra maestra del cine, no se puede disfrutar de la misma manera • 

    * Milovan España es autor de la novela Ciudad Humana.

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