Llega el libro que reúne la obra de Mario Chacón Torres
Se recopiló los artículos que el historiador publicó a lo largo de su vida.
La Asociación de Exalumnos del Colegio Nacional de Pichincha ha confirmado para mayo la presentación del libro “Mario Chacón Torres: páginas históricas dispersas” cuyo simple anuncio genera expectativa en el público vinculado al quehacer cultural de Potosí.
El libro se presenta abriendo los festejos por el bicentenario del Pichincha y conmemorando los 40 años de la muerte del historiador contemporáneo más importante de Potosí. A partir de la llegada de esta nueva publicación, recordamos cuál era la posición de Mario Chacón Torres respecto al inicio de la explotación de la plata y la fundación de Potosí.
Conocí esa posición precisamente el año de su muerte,1984, cuando llegué a ser alumno de Chacón en las aulas del Pichincha.
La primera clase marcó lo que serían las siguientes: Chacón ingresó al curso, en la planta alta, correctamente vestido de traje, un libro en la mano izquierda y un cigarrillo entre los dedos de la derecha. Un sobretodo, encajado en los hombros, enmarcaba la figura provocando que nos olvidáramos del resto. Solo al buscar sus ojos volví a reparar en los anteojos oscuros que evitaron que pudiera escrutar en ellos. Nunca aprendí tanto en tan poco tiempo, como en aquellas clases. Don Mario era serio, pero no solemne, y sonreía cuando veía nuestras caras de asombro frente a sus revelaciones.
Fue en una de esas clases que le pregunté sobre una de mis grandes dudas: la fundación de Potosí y esa versión, que entonces se repetía como una letanía, de que el supuesto descubridor del Cerro Rico, el indio Diego Huallpa, encontró la plata luego de buscar a una llama que se había escapado hacia esa montaña y, al caer la noche, tuvo que encender una fogata que consiguió derretir el argentífero metal.
Entonces lo vi sonreír tan ampliamente que sus dos hileras de dientes quedaron totalmente al descubierto.
“¿En verdad creen que la plata se derritió con la fogata de Diego Huallpa? —preguntó él a su vez— ¿Saben a cuántos grados se derrite la plata? ¿De verdad creen que una fogatita puede lograr eso?” Y entonces nos encargó una de las pocas tareas que dio ese año: leer el primer artículo de su “Potosí histórico y artístico” que lleva por título “Descubrimiento del Cerro”:
“Lógicamente allí no se menciona esa ingenua leyenda popular del auquénido en fuga y de la fogata encendida. Lo evidente es que por boca de Huallpa, y de su desleal compañero el indio Chalco, los españoles llegaron a enterarse del hallazgo el año de 1545. Así, la honra de todo el descubrimiento queda reducida a cobarde o interesada delación para ajeno provecho y ruina de su misma raza, sin siquiera beneficiar al propio Huallpa, que tuvo que sufrir el desprecio y encono de los demás indios, dispuestos a ejecutarlo por traidor, en la primera rebelión encabezada por Chaqui Catari, héroe de Cantumarca; para morir después en la pobreza, dejando numerosa descendencia, que necesitó pedir como limosna a las autoridades, un poco de ropa y alimentos para poder subsistir”.
Como se ha podido leer, Chacón consideraba “ingenua leyenda popular” a la historia de Huallpa, la fogata y la llamita porque sus estudios le permitieron tener una visión más realista respecto de este personaje.
“En 1545, Diego Huallpa por encargo de españoles escaló hasta la cumbre, buscando mineral, y fácilmente encontró la existencia de plata, así lo certifica la declaración jurada del propio Huallpa en documento subsistente, destruyendo a la leyenda popular, que habla de un descubrimiento casual con el auquénido en fuga y la fogata encendida. Los indios del lugar no podían ignorar la consistencia mineralógica del cerro, pero declarándolo sagrado, prefirieron no explotarlo, hasta que Huallpa, residente en Porco y venido desde el Cuzco, lo descubrió para provecho ajeno y ruina de su propia raza”, había publicado dos años antes.
“La declaración jurada del propio Huallpa” es una referencia expresa a la confesión que el indio prestó, en artículo mortis, en diciembre de 1572, ante el sacerdote Rodrigo de la Fuente Sainc Angel. El documento que el sacerdote labró como consecuencia de esa visita es el que se conoce como Testamento de Diego Huallpa que, en efecto, no habla nada de llamitas ni fogatas.
Hasta 1995, ese documento era una mera referencia y, entre bromas, los historiadores decían que era como el Espíritu Santo, puesto que todos sabían que existía, pero no sabían dónde estaba. Ese año, Wilson Mendieta Pacheco publicó la antología El Cerro Rico de Potosí en el que incluyó la carta que Vicente Terán Erquicia le escribió en 1984 comunicándole que había encontrado el Testamento… en Madrid, en la Biblioteca Nacional de España.
Sin embargo, ni siquiera ese reporte fue suficiente para encontrar el documento. Otros investigadores bolivianos que viajaron a Madrid no reportaron su hallazgo y, cuando fue mi turno, tampoco lo pude hallar por una razón: se había cambiado la nomenclatura. Cuando por fin lo reubicamos, conseguí una copia compulsada, o legalizada, que traje conmigo y publiqué, en 2023, en facsímil y con transcripción, como documento separador de mis trabajos en “La fundación y el escudo de Potosí”.
En cuanto a la fundación de Potosí, Chacón volvió a remitirnos a su libro:
“Se han señalado distintas fechas sobre la fundación de la ciudad (10 de abril, 19 de abril y 4 de diciembre de 1545, y 10 de enero de 1546), sin haber podido establecerse el día exacto, porque lo cierto es que entonces, dado lo inhóspito de la región, por su gran altura a 4.000 metros sobre el nivel del mar, riguroso frío, carencia de agua potable, etc., a nadie podía habérsele ocurrido ubicar una población estable. Además, tampoco podían imaginar la fabulosa riqueza que atesoraba el cerro, de modo que el anhelo general de los mineros, fue de aprovecharse con la mayor cantidad de plata, en el menor tiempo posible, para alejarse después; pero como las inagotables minas estaban aquí, no hubo para el hombre más remedio que residir junto a éstas. Conquistado por el brillo del metal, forjó su voluntad y venció a la naturaleza.
Por fuerza de las circunstancias, apresurada y desordenadamente, surgió la nueva población mestiza en las mismas faldas del Potocsí, como un simple asiento minero. Así nació Potosí, sin acto formal de una fundación solemne, fue establecido de hecho, porque la realidad económico-social se impuso a las prescripciones del derecho, Sin mayor necesidad de formalismos legales, la potencia argentífera, apresuró el imprevisto e inevitable alumbramiento potosino, de singular trascendencia para el futuro.
Sin embargo, se celebra como día de la fundación de Potosí, el 1.º de abril de 1545, porque entonces se habría hecho la posesión formal del cerro por parte de los españoles, encabezados por el capitán Diego de Centeno, dando comienzo a la naciente población. Así esta fecha sería la del origen del Potosí, aunque en estricto ‘jure’ no se pueda llamar fundación” •
* Juan José Toro es fundador y vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP)