El bosque de bonsáis en Sucre
En Sucre hay un lugar donde encuentras más de 4.000 árboles maduros y trabajados en 1.000 metros cuadrados con espacio suficiente para admirar cada una de al menos 200 variedades de especies nativas y exóticas; se trata del Centro Cultural del Bonsái
En Sucre hay un lugar donde encuentras más de 4.000 árboles maduros y trabajados en 1.000 metros cuadrados con espacio suficiente para admirar cada una de al menos 200 variedades de especies nativas y exóticas; se trata del Centro Cultural del Bonsái, el museo de árboles en miniatura más grande de Bolivia de ingreso gratuito que se constituye en un atractivo más para la Capital de Bolivia.
Jamás imaginé ver y reconocer en un solo lugar tantas variedades distintas y emblemáticas de árboles desde una acacia con cuya madera Dios mandó construir el Arca de la Alianza, hasta la siempre verde quewiña (Polylepis tomentella), que se dejó domesticar bajo la milenaria técnica japonesa del bonsái, lo mismo que los robles (Quercus robur) que antes poblaban las colinas de Sucre y ahora está casi extinto o el árbol de ébano de madera oscura, que ocupa un lugar estelar. Hay gomeros (Ficus Elástica), piracantos (Pyracantha coccinea) de muchos colores, árboles de arce (Acer pseudoplatanus) o los Gingko Bilobas que son célebres árboles japoneses por ser parte del “Green Legacy Hiroshima” que los japoneses llaman Hibaku Jumoku porque son árboles que sobrevivieron el ataque de la bomba nuclear de 1945.
“Es un lugar turístico y cultural verde porque hay mucha gente a la que le gusta las plantas y puede ser una alternativa interesante cuando llega a Sucre para que puedan visitar estos espacios”, comenta a ECOS su gerente propietaria, Sussy Sandoval de Lagrava.
Dentro de los horarios de visitas, los turistas nacionales prefieren ir en la mañana para luego ir a almorzar los platos típicos de Sucre y por la tarde comprar chocolates antes de retornar a sus lugares, constituyéndose el Centro Cultural del Bonsái en el perfecto primer destino turístico dentro de la agenda de actividades que puedan tener los visitantes.
A los turistas internacionales les encanta, pero los que más lo visitan son locales que suman miles contando a los colegios que llegan al lugar para conocer el bosque de bonsáis y el mini jardín japonés coronado por flores de loto que asoman en sus canales irrigados las cascadas de aguas cantarinas.
“Se ha hecho el Centro como un lugar de esparcimiento porque aquí encontramos un fragmento de la naturaleza, encontramos paz y el sonido del agua de las cascadas artificiales”, precisa Sussy quien muestra a los arbolitos que han ganado premios nacionales.
El hermoso Centro que es un destino ineludible para los habitantes y visitantes de Sucre, es fruto del trabajo de aproximadamente 20 años dedicados a la búsqueda y recolección de especímenes donde va quedando la huella del trabajo de bonsaístas de Bolivia y de su obra viva.
La primera vez que Sussy Sandoval entró en contacto con la filosofía de esta milenaria técnica fue cuando se “compró un bonsái de tan hermoso”, hace aproximadamente 27 años. Luego, a lo largo de 9 años consecutivos organizó en Sucre “La feria del Bonsái” cuando era gerente propietaria del vivero San Antonio dedicado sobre todo al paisajismo a lo largo de 35 años.
Los cursos
Como parte de la difusión este arte en Sucre se han formado ya aproximadamente 150 personas entre adultos y niños. El mínimo de horas para recibir los conocimientos en un taller básico del Bonsái son cuatro; en cambio para un curso más avanzado se requieren al menos ocho horas.
Para iniciar el taller es suficiente un kit de herramientas básico que consiste en unas tijeras y un alicate, pero los más más avanzados pueden requerir de un kit de herramientas que puede llegar a costar alrededor de Bs 1.300.
Los talleres que se ofrecen en el Centro del bonsái de Sucre incluyen todo el material y se llevan el bonsái ya trabajado. Los costos son de Bs. 70 para grupos mayores de 10 personas y de Bs. 120 por persona. Los cursos son para adultos, pero también hay especiales para niños denominados “Yo quiero plantar mi primer bonsái”.
Los bonsaístas
Son las personas dedicadas al arte del bonsái que consiste en cultivar, formar y cuidar bonsáis o pequeños árboles en maceta que replican la apariencia y escala de los grandes. Se inició en Japón y ahora se practica en todo el mundo. Quien se dedica a este arte, se ocupa de mantener el bonsái saludable pero también de aplicar técnicas específicas para moldear su forma y crear una obra de arte viva.
Entre los Bonsaístas más reconocidos a nivel nacional que han establecido un vínculo con el Centro Cultural del Bonsái de Sucre están Ovidio Rojas, Marcelo Huachalla, Claudio Mariscal, Freddy Balderrama, Erwin Panoso, Luis Cori, Emilio Cuisara, Eddy Villasanta, Ron Osina, Carlos Kipez, Mauricio Lavadenz y de Sucre, Carlos Dávalos y Carlos Sánchez. Todos ellos tienen diferentes profesiones y han incursionado en el arte del Bonsái creando colecciones fantásticas. También hay obras del bonsaísta Chu y de otros de talla internacional como del argentino Andrés Bicoca que realiza tallados en la madera de los árboles en miniatura.
En el Centro del Bonsái de Sucre trabajan bonsaístas expertos y novatos.
“El alambrado es una técnica del Bonsái que se utiliza para dar forma al árbol y provocar que las ramas crezcan horizontales o hacia abajo. El alambrado es momentáneo, dependiendo del grosor de la planta puede permanecer desde seis meses hasta varios años. Luego se sacan con mucho cuidado los alambres”, dijo a ECOS Carlos Sánchez, con experiencia de más de 20 años, sobre todo en coníferas (variedades de pino).
Comenta que el corte de raíz dice se hace primero para que la planta entre en el macetero del bonsái que es plano y no se desarrolle normalmente. “La mejor época es a principios de la primavera hasta el verano y debe hacerse cada dos o tres años con el cambio de tierra”, concluye •
Desde la Plaza 25 de Mayo:
Dirígete al ex aeropuerto rumbo Av. Juana Azurduy de Padilla, Zona San Matías
Pasas por el puente de Tintamayu
Llegas al segundo puente y sigues recto hasta llegar a la “Parada a Ravelo”.
Continuas por la Av. Juana Azurduy hasta pasar “el mirador”.
Llegas a la “Estación de Servicio Oqarikhuna” y continúas por la avenida camino al ex aeropuerto.
Llegas al último paso peatonal antes de la curva que baja al ex aeropuerto.
Encontrarás un “letrero amarillo” para la desviación a la FEXPO y a esa altura, doblas a la derecha una cuadra y doblas a la izquierda, media cuadra.
Ahí es el Centro Cultural del Bonsai Sucre, donde hay un portón rojo.
Horarios: (Lun-Vie) de 8:00 a 17:00 Hrs. / (Sáb) de 8:00 a 12:00 /
(Dom) de 8:00 a 10:30. Feriados pedir cita al +591 77117272 Facebook: @bonsaisucre
5 razones para tener un bonsái en casa
Los bonsái o mini réplicas de árboles grandes son tan lindos y muy apreciados alrededor del mundo, por eso la práctica de este arte va en aumento impulsando una industria verde que impacta en el medio ambiente y en tu salud física y mental:
1. Incrementa el bienestar y la felicidad
Estar cerca de la naturaleza se relaciona directamente con el bienestar de una persona y su felicidad; por lo tanto, tendrás una vida mejor, lo que hace que tener una planta de bonsái en casa, es la decisión perfecta.
2. Te mantiene enfocado y concentrado
Cultivar un bonsái es cultivar la concentración y atención plena lo que permite que te desconectes de los problemas cotidianos y por lo tanto se reduce la ansiedad y el estrés.
3. Desarrolla la habilidad de la paciencia
Sin importar si adquieres un bonsái maduro o escoges uno para que cultivarlo, el arbolito te enseñará la habilidad de la paciencia porque se toman años en desarrollarse, lo que puede fomentar la calma y la serenidad.
4. Purifica el aire
Las plantas son el sustento de la tierra ya que transforman el dióxido de carbono y producen oxígeno. Un bonsái en casa ayudará a purificar el aire y reducir los contaminantes de tu hábitat donde puedes instalar un pequeño bosque.
5. Reduce el estrés
Está demostrado que la interacción con las plantas ayuda a relajar la mente. Cuando interactúas con tu bonsái, la presión arterial y el estrés psicológico se reducen. Se dice en el arte del Bonsái que, cuando tú interactúas con tu planta, o sea la riegas, la admiras, le hablas, la podas, etc.; ésta crece bien.