El arzobispo en la revolución del 25 de Mayo 1809

Benito María Moxó y Francolí es una figura clave para comprender la posición de la Iglesia Católica en los acontecimientos del 25 de mayo de 1809

Retrato del Arzobispo Moxó que se encuentra en la Sala Capitular de la Catedral de Sucre.

Retrato del Arzobispo Moxó que se encuentra en la Sala Capitular de la Catedral de Sucre. Foto: Museo de la Catedral Metropoli

Cripta del Oratorio de San Felipe Neri, Sucre, donde se encuentras los restos del arzobispo Moxó.

Cripta del Oratorio de San Felipe Neri, Sucre, donde se encuentras los restos del arzobispo Moxó. Foto: Museo de la Catedral Metropoli

Carta pastoral del Arzobispo Moxó pidiendo a sacerdotes y fieles, acobida y benevolenci acon el obispo La Santa y Ortega. ABNB.

Carta pastoral del Arzobispo Moxó pidiendo a sacerdotes y fieles, acobida y benevolenci acon el obispo La Santa y Ortega. ABNB. Foto: Museo de la Catedral Metropoli


    José Adrián Martínez Poma
    Ecos / 28/05/2024 11:44

    Benito María Moxó y Francolí es una figura clave para comprender la posición de la Iglesia Católica en los acontecimientos del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca que marcaron el inicio del fin de la colonia española en toda América. Conocemos algunos personajes que tuvieron un papel fundamental en la historia del Primer grito libertario de América: Bernardo de Monteagudo, Manuel y Jaime de Zudáñez, Ramón García de León y Pizarro, José Manuel de Goyeneche, entre otros; sin embargo, la Iglesia que no estuvo exenta de estos hechos revolucionarios a través de Moxó, último arzobispo colonial en Charcas con una formación para un periodo de paz y estabilidad, cercana a sus convicciones políticas que tenía. 

    Personalidad del nuevo arzobispo 

    “El día de año nuevo de 1807 hizo el Iltmo. Moxó y Francolí su triunfal entrada en la ciudad de La Plata” El recibimiento al nuevo arzobispo fue muy apoteósico, toda la gente esperaba con ansias a su nuevo pastor sin tener idea del sinsabor que le harían pasar durante los turbulentos acontecimientos de mayo de 1809. 

    Benito María de Moxó y Francolí Marañosa de Sabater San de Latras nació en Cervera (Cataluña – España) un 10 de abril de 1763. Ingresó a la Orden de los Benedictinos en el monasterio de San Cucufate en el Vallés. Entre 1784 y 1788 residió en Roma, ciudad a la que se le envió en misión oficial de su Orden. Durante esta estancia aumentó su pasión por las Humanidades y entabló amistad con intelectuales jesuitas desterrados de los territorios españoles en 1767. Al respecto de su personalidad se afirma que era una persona muy culta y cultivada en el ámbito académico. En 1789 le fue asignada una Cátedra en el Colegio de San Pablo en Barcelona. En 1796 ocupó la Cátedra de Humanidades en la Universidad de Cervera. Al año siguiente le fue concedido el título de poeta laureado.

    Tuvo la oportunidad de dirigir un discurso ante el rey Carlos IV de España y gracias a la elocuencia que tenía, fue recomendado por el mismo monarca para ser nombrado obispo auxiliar de Michoacán en México donde desarrolló sus investigaciones sobre la cultura azteca de donde surge su obra “Cartas mejicanas”. 

    El 26 de septiembre le escribiría el Marqués de Bajamar informándole su designación como nuevo arzobispo de la Plata por recomendación del rey. 

    Moxó tenía fama de gran cultura, dominaba el castellano, catalán, italiano, griego y latín.

    Reformas del gobierno de Moxó. 

    No podemos negar la buena disponibilidad que tenía Moxó en cuanto a su gobierno pastoral. Tenía las ideas claras sobre qué cambios realizar en bien de la Iglesia de La Plata para el mejor caminar de su grey, sin embargo, estas reformas no serán bien aceptadas ni por la población ni por el clero. “los buenos deseos del arzobispo se iban a estrellar contra los muros más dispares, y cuando quiso ejercer su plena autoridad, solo encontró un recurso legal para su actuación. Así terminó la tregua abierta a su llegada”

    El presidente de la Real Audiencia de Charcas, Don Ramón García de León y Pizarro, tenía las intenciones de reformar la Universidad. Tras la llegada del arzobispo, hombre culto y preparado, aprovechó la oportunidad pues a causa de la expulsión de los Jesuitas generó falta de constituciones, métodos de estudio, ejercicios literarios, y lo más grave, falta de maestros y matriculas para los estudiantes. 

    Otra de las reformas que Moxó realizó fue en el Seminario. A diferencia de la anterior reforma, el arzobispo poseía plena autoridad y solo lo hacía por el celo pastoral y por una mejor formación del clero, además de evitar ya los escándalos que había en medio de la vida de los clérigos. Esto le valió enfrentarse al Cabildo eclesiástico debido a los cambios que quería implementar.

    Noticia de los sucesos de España (1808)

    La Invasión de Napoleón Bonaparte y el arresto del Rey de España (1808), generó una suerte de confusión y de “orfandad” en las colonias españolas. Ante esta situación, en España se organiza la Junta de Sevilla que busca organizar un gobierno en nombre del rey mientras este permanece recluido por el invasor. Había desconcierto en la población charquina puesto que esta noticia llegó a las autoridades en plena celebración del Corpus de 1808.  

    Los anticuerpos

    Los primeros choques que tendrá el arzobispo Moxó será con los oidores por diferencias políticas y percepciones personales; los miembros de la Audiencia verán en Moxó una persona demasiado culta y estos no soportaban esta imagen, viéndolo incluso como un signo de arrogancia además de su postura netamente pro monárquica. Ya se vino gestando un clima de rencillas entre las autoridades tanto religiosas, como Moxó, civiles, como Pizarro, como entre los oidores y doctores de Charcas. Esto era notorio en la sociedad chuquisaqueña y las discusiones estaban a flor de piel. 

    La tarde del 25 de mayo (1809). 

    Muchos de los enemigos del arzobispo y del presidente de la Audiencia buscaban perjudicarlos, surgió el rumor de que, entre el mitrado, el presidente Pizarro y el enviado de la Junta de Sevilla, José Manuel de Goyeneche, había una conjura para entregar los territorios del Alto Perú al dominio de la corona portuguesa, anexándolas a Brasil, esto a la luz de un documento de la princesa Carlota Joaquina de Borbón, el pueblo estaba en contra de semejante traición ante el rey Fernando VII y no permitirían que se realice esta entrega, a pesar de que solo fue un rumor que surgió para perjudicar a las autoridades ya mencionadas. 

    Ante la llegada de Goyeneche al Arzobispo Moxó se le acusó de ser partidario de los planes de la Princesa Carlota, pero esta acusación no tuvo más fundamento que la voz popular. “Moxó convenía con la Princesa en que era necesario sostener a toda costa los derechos de Fernando VII y no admitir en América otra dinastía que la de los Borbones, su resolución en esta parte era inquebrantable y [se] la comprende en la frase […]: «Morir en defensa del augusto hermano de V. Alteza. el Señor Don Fernando VII»”

    Según el historiador José Luis Roca ambas autoridades como el presidente de la Audiencia y el arzobispo no eran partidarios de la princesa Carlota de Borbón puesto que se mantenían del lado del verdadero monarca con su fidelidad, aunque se abrieron investigaciones por parte de Goyeneche.

    El 25 de mayo de 1809, el presidente de la Audiencia mandó a arrestar a los que él creía que eran sospechosos de alguna insurrección en contra del orden, solo se apresó al abogado Jaime de Zudáñez, conocido como “el defensor de los pobres” mientras se encontraba de visita en la casa de su amigo Patricio Malavía.  Ante los gritos de Zudáñez la gente se movilizo y junto a los oidores pidieron su liberación. “Las campanas de San Francisco fueron las primeras que comenzaron a sonar por obra de D. Juan Manuel Lemoine” 

    Ante la duda de la liberación de Zudáñez, el gentío fue hasta la casa del arzobispo para que intercediera ante el presidente de la Audiencia, Pizarro acabó liberando a Zudáñez para luego salir a la calle acompañado del arzobispo y el Conde de San Xavier por la puerta falsa, pues la apedreada sobre el frontis principal continuaba. Fue levantado en hombros y llevado en triunfo en medio de grandes aclamaciones. Se convirtió en el héroe de la noche. El arzobispo prefirió no ir directamente a su palacio, a fin de evitar que la gente lo rodease. 

    Tras los acontecimientos de la noche del 25 de mayo, el arzobispo decide huir teniendo miedo a las acciones que se pueda tomar en contra de su persona. Él mismo relata la huida: “Con el parecer de algunos sacerdotes determiné rápidamente meterme por aquella noche en el convento de San Francisco y no pudiendo entrar en él ni en la casa del cura de San Sebastián, me salí a la loma donde aguardé hasta las tres de la mañana a ver si se apaciguaba la gritería. Oyendo todavía tiros de cañón me fui hasta Sicha con los dos clérigos que me acompañaban, mi ánimo era dar un rodeo a estos curatos y volver a entrar en la ciudad.”

    Aterrado por los disparos escapó a pie para luego ser cargado por el padre Jorge Benavente camino a la Villa de Yamparáez. Moxó logro refugiarse en Potosí para que a finales de mayo pueda retornar a su sede episcopal protegido por Francisco de Paula Sanz, intendente de esta provincia. 

    Las ideas de cambio de gobierno en La Plata habían repercutido en La Paz, esto gestó la revolución del 16 julio del mismo año (1809) arrojando a D.  Remigio de la Santa y Ortega, obispo de esta ciudad, que tuvo que buscar refugio en Cochabamba. El arzobispo Moxó, enterado de esta situación, escribió una carta pastoral dirigida a los fieles y sacerdotes de aquella provincia para que acogieran con hospitalidad y reverencia al obispo de La Paz. Ambas revoluciones fueron aplastadas en los primeros días de 1810. 

    Gracias a la mayor moderación del gobierno revolucionario local, pero también a la intervención del arzobispo Moxó, y a diferencia de lo ocurrido en La Paz, en Chuquisaca no se dictó ninguna sentencia de muerte, aunque muchos implicados fueron desterrados o sufrieron penas de prisión.

    Moxó, aliviado por la vuelta al anterior régimen, manifestó su deseo de unidad, años después, entre todos los colonos hispanos: 

    “La que por fin a desaparecido del orbe español esos odiosos apellidos de criollos y chapetones, maligna raíz de donde bastaron tantos, y tan crueles desavenencias. Ya todos somos españoles. […]Ya entre todos hablamos un mismo idioma, los que profesamos una misma religión, los que obedecemos a un mismo monarca y pertenecemos a una misma familia […]”

    Según el parecer de Roberto Valda Palma, el 25 de mayo pareciese tener como un único objetivo el cambio de presidente de la Real Audiencia de Charcas y poner un alto a la intromisión del Arzobispo en los asuntos políticos, no pareciese que vaya en contra de un régimen porque los charquinos se encontraban, de alguna manera, fieles al rey Fernando VII y creían que aceptar las propuestas de Joaquina Carlota de Borbón sería una traición al monarca

    El arzobispo pudo volver a su sede a pesar de tener miedo a las represalias que pudiera haber, el día de su regreso una multitud de gente fue a recibirlo a la zona del Prado, al son de las músicas y los pedidos de perdón por parte de algunas personas del público por el susto que le dieron. 

    Sin embargo, en Buenos Aires, la revolución que estalló el 25 de mayo de 1810 había formado una nueva junta de gobierno tras la destitución del virrey. En Chuquisaca se reconoció la Junta de Gobierno de Buenos Aires. 

    Moxó tuvo que reconocer dicha junta y aceptar las ordenes de Juan José Castelli en lo que refiere al clero secular y regular. Luego de la victoria realista de Goyeneche en Guaqui el 20 de junio de 1811, Moxó reafirmó su fidelidad a la Regencia y decidió acatar órdenes del virrey peruano. 

    Josep Barnadas decían en relación al arzobispo Moxó: “Todavía no ha encontrado al biógrafo que haga justicia a su compleja personalidad, no menos compleja que la trama de intereses contrapuestos que acabó llevándolo a la tumba con el sentimiento de ingratitud americana” •

     

    * José Adrián Martínez Poma (Universitario Carrera de Historia USFX)

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