Infiernos tributarios: Bolivia, en el puesto 7
Martín Litwak es un abogado argentino, magister en Finanzas, fundador y director de The 1841 Foundation, que todos los años elabora el Índice de Infiernos Fiscales, en el que Bolivia aparece en el séptimo lugar a nivel mundial (2023).
Martín Litwak es un abogado argentino, magister en Finanzas, fundador y director de The 1841 Foundation, que todos los años elabora el Índice de Infiernos Fiscales, en el que Bolivia aparece en el séptimo lugar a nivel mundial (2023).
En la siguiente entrevista realizada por Zoom, el experto Litwak explica desde Miami, su lugar de residencia, los cuatro tipos de estados respecto a los impuestos, se ocupa del caso boliviano, responde a la pregunta de si hay correlación entre la política ideológica y la cuestión impositiva y, además, se refiere a la idea de que los países que cobran muchos tributos ahuyentan la inversión privada, entre otros aspectos.
ECOS. Martín, tocas un tema que es, por lo menos en Bolivia, incómodo para el ciudadano de a pie: de manera general, hay una percepción negativa respecto a los impuestos. Pero, el impuesto, per sé, no es malo, ¿o sí?
Martín Litwak (ML). No, yo creo que los impuestos son un mal necesario y coincido con vos, la pregunta inclusive no es sobre impuestos, la pregunta es sobre el tamaño del Estado, es decir, qué Estado quiero tener; decidir eso, qué es lo que tiene que ofrecer sí o sí un Estado y después determinar cuáles son los mejores impuestos, o los impuestos menos malos, para recaudar la plata que necesito para que ese modelo de Estado me funcione.
Lo que pasa es que, con el correr de los años, el tamaño del Estado en general no solo en Bolivia, en todo el mundo, ha ido creciendo; entonces, vos, antes, como nacieron en su tiempo, los estados simplemente ofrecían seguridad a la gente: “Yo te voy a proteger, tengo un ejército, te protejo murallas adentro de otros estados”, y lo único que hacían era cobrar un impuesto muy bajo, un diezmo, o menos, para solventar ese ejército. Ahora, después de eso, el Estado empezó a dar otro tipo de servicios, entre comillas: infraestructura, salud, educación… Después empezó con todo el tema del Estado benefactor social: jubilaciones, pensiones por invalidez, salarios mínimos, subsidios, subvenciones, espectáculos gratis, política… Y después empezó a qué incentivamos y qué no incentivamos: más impuestos para los ricos, más impuestos para este tipo de actividad, más impuestos para la comida de chatarra, más impuestos para el alcohol, más impuestos para las apuestas…
Algo que empezó muy simple como decir: “el Estado necesita cuatro pesos, vamos a ver cómo hacemos para comprar cuatro pesos”, terminó en: “Hoy no son cuatro, son 50 pesos”, y, además, los impuestos son para castigar cosas, castigar conductas, castigar sectores, y es donde se tergiversa todo.
ECOS. En The 1841 Foundation ustedes identifican cuatro tipos de estados, ¿cuáles son?
(ML). Para explicarlo muy fácilmente, serían: Estados de alta tributación, pero que al mismo tiempo ofrecen alta seguridad jurídica, lo cual permite a los individuos desarrollar sus actividades libremente, sin controles, sin cepos, sin inseguridad jurídica y, por ello, pueden desarrollarse, crecer, invertir. La mayor parte de los estados europeos calificarían así, nadie diría que Suecia, Alemania o Dinamarca son infiernos tributarios, pero son países con impuestos muy altos.
Después tenemos una segunda categoría de países que nos brindan gran seguridad jurídica, pero además tienen impuestos bajos. Para mí, en lo personal, es el mejor de los mundos, son los estados en general los que califican como ‘offshore’, como ‘paraísos fiscales’; es decir, yo voy a Caimán, voy a las Islas Vírgenas británicas, voy a Barbados, voy a Bahamas, son países donde hay muchísima seguridad jurídica e impuestos muy bajos. Esas dos categorías yo diría que son dos categorías que están ‘ok’: uno puede estar más contento en Dinamarca, con estados más grandes, y otro puede estar más contento en Caimán, con un Estado más chico.
Después tenemos los dos tipos de estados problemáticos. Un Estado donde no tengo seguridad jurídica, pero al menos no me cobran impuestos altos, como es lo que se llama ‘estados fallidos’, que son muchos estados africanos. Y después llegamos a la peor categoría, que es la categoría de los ‘infiernos tributarios’.
ECOS. ¿Qué son los infiernos tributarios?
ML. No solo son países con impuestos altos, sino que son países con impuestos altos y baja o nula seguridad jurídica, países donde puede haber una expropiación, una confiscación, hay alta devaluación, los gobiernos populistas, con mucho más poder del que deberían tener, cepo, restricciones, escasez de diferentes cuestiones... Y ahí es donde, bueno, tanto Bolivia como Argentina, como Venezuela, ranquean bastante mal y están en las primeras posiciones del ranking.
ECOS. ¿Qué más nos puedes decir de Bolivia en ese sentido? En el resumen del ranking de la Fundación mencionan que es sorprendente que este país no haya escalado en posiciones, por todos los problemas políticos que tuvo en los últimos años.
ML. Sí, y de hecho nosotros lo anticipábamos en los comentarios sobre el índice y fíjense la realidad hoy en día, que es mucho peor que hace siete u ocho meses, cuando sacamos ese índice. Y Bolivia, justamente, es un país que técnicamente no tiene impuestos muy altos. De hecho, de los países que tenemos en la categoría de infiernos tributarios es de los pocos, sino el único que tiene un sistema de renta territorial, es decir, donde la ganancia obtenida fuera de Bolivia no tributa. Eso es un síntoma bastante bueno del sistema impositivo, y las alícuotas tampoco son tan altas en Bolivia. De alguna manera, lo arruinaron un poco con el impuesto a las grandes fortunas (IGF) y la sensación que uno tiene desde afuera es que hay lugar para que haya más aumentos de impuestos; entonces, creo que va a haber una intención de este gobierno, o del que lo reemplace, como para que sigan creciendo los impuestos. Y, como decís vos, en el caso de Bolivia lo que más contribuye a que Bolivia sea un infierno tributario es, justamente, la inestabilidad política, que crea en general inseguridad jurídica, la sensación de que todo es posible, así que mañana haya leyes que no nos gusten demasiado, que puede haber alguna expropiación, hubo persecución contra dirigentes opositores, terminaron algunos presos. Ese tipo de cosas, obviamente, tienen un efecto muy grande en el índice también, más allá del tema impositivo.
ECOS. ¿De los países se puede decir se puede decir tajentemente que un país socialista te lleva a un “infierno fiscal”, por ejemplo?
ML. Yo creo que lo que se puede decir es que un país socialista o socialdemócrata nos lleva a un Estado grande y, por ende, a impuestos altos, pero podría pasar que sean impuestos altos como en los europeos y que no sea un infierno tributario y los países o estados chicos, los estados libertarios, si se quiere nos lleva a dos cosas: o a alguna situación de paraíso fiscal espectacular donde hay seguridad jurídica y no hay impuestos, o a un estado fallido. Entonces, creo que es así: la social democracia quizás nos lleva a un gobierno del tipo de Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, etc., con impuestos altos, pero un montón de seguridad jurídica que permite a los individuos crecer y el socialismo mal aplicado nos lleva a lo que estamos hablando: Bolivia, Argentina, Venezuela…
ECOS. ¿La clave está entonces en lograr un equilibrio?
ML. Sí, hay pocos países –en la región, me refiero ahora– que han logrado de alguna manera que gobiernos de izquierda o de derecha no afecten su estabilidad jurídica, digamos. En Sudamérica te diría que los ejemplos más notables son Argentina, Uruguay y Paraguay. Chile se quedó un poco rezagado con sus últimos gobiernos. Pero yo diría que Uruguay y Paraguay hoy muestran una estabilidad sobresaliente en lo que es América del Sur y creo que es el camino que los demás países deberían de alguna manera evitar, de tener políticas de Estado, cosas que no cambien y no cuestiones que dependan tanto de la persona que gobierna. O sea, Bolivia, Argentina, Venezuela, Ecuador, Perú, son países, inclusive Brasil, hasta un punto tremendamente personalistas, donde la figura del presidente cambia muchísimo hacia dónde va el país.
ECOS. Tú manejas dos conceptos que nos gustaría que la gente que no es experta en el tema los comprenda: ‘lógica en materia tributaria’ y la necesidad de más ‘competencia fiscal’.
ML. La lógica tiene que ver con que el sistema tributario tenga relación entre sí, que no sea una acumulación de impuestos sin sentido, donde haya doble, triple o cuádruple tributación. Hay impuestos buenos y malos dentro de la situación. Lo pongo de esta manera: Si uno se pone a analizar el tipo de impuestos, existen cuatro diferentes, la mayor parte se los puede ubicar en estas cuatro categorías. Las primeras dos son las más comunes: el Impuesto a las Ganancias o el Impuesto a la Renta, como lo queramos llamar, y el Impuesto al Consumo, a las Ventas, el IVA. Esos dos impuestos, si bien nadie quiere pagar impuestos y cuanto más bajos sean, mejor, son dos impuestos que se vinculan con una capacidad contributiva concreta. Es decir, si yo gano 100 pesos, algo puedo pagar de impuestos, después vemos si son 10 o 90, pero algo puedo pagar. Y si yo estoy gastando 100 pesos, también puedo gastar un poquito más en impuestos.
Ahora, las otras dos categorías son los Impuestos a las Transacciones y los Impuestos al Patrimonio. Y este tipo de impuestos no tiene una vinculación con una capacidad contributiva: Yo puedo tener un activo grande, pero tener mucha deuda y, aunque tenga un patrimonio grande, no tengo flujo. O puedo tener muchas transacciones, pero no ganar plata. Con lo cual, son dos de los peores impuestos. La lógica tiene que ver con seleccionar los mejores impuestos y que haya una coherencia entre los distintos gravámenes que se eligen imponer.
Y el tema de la competencia fiscal es muy simple. Todo el mundo está a favor de la competencia en todos los ámbitos, es decir, a los países capitalistas les encanta que hay competencia en un montón de cosas, pero con los impuestos no lo aceptan, ¿y qué es lo que hacen los estados? Se agrupan y tratan de limitar la competencia, porque la competencia entre estados favorece al pagador de impuestos, no favorece a los estados. Entonces, es una de pocas áreas donde hay una ‘cartelización’ entre los países, donde los países deciden “hasta acá está bien cobrar impuestos”, “menos que esto no se puede”; te diría que solo existe algo así con respecto a impuestos y con respecto a petróleo, el resto de la economía se maneja con mucha libertad. Entonces, creo que hay que fomentar la competencia fiscal porque es una ventaja para los pagadores de impuestos. Si a mí Bolivia me cobra el 20 y el país de al lado me cobra el 10 y, bueno, por ahí me voy al país de al lado. Ahora, si el mínimo es 15, el país que tiene la suficiente eficiencia para cobrar 10, tiene que cobrar 5 más de lo que querría simplemente para no competir con el otro.
ECOS. En general, se piensa que los países que cobran muchos impuestos ahuyentan la inversión privada o el emprendimiento. Es la idea básica de la gente, ¿es tan simple como eso?
ML. Normalmente los pensamientos más básicos son los más correctos. Es simple: el impuesto es un precio, es un costo, entonces si yo voy a invertir plata en Bolivia, invierto 100 pesos y voy a invertir plata en Paraguay e invierto 100 pesos, y si en Paraguay me van a sacar 10 y en Bolivia me van a sacar 25, ya empecé menos 15. Y el segundo componente es la inseguridad pública; yo siempre digo que “el dinero es mimoso”: va donde lo trata bien.
Entonces, lo que un inversor pide es bajos impuestos y alta seguridad jurídica. Si hay altos impuestos y baja seguridad jurídica, la gente no invierte, ni siquiera los propios locales no invierten •
RANKING 2023
1. Bielorrusia
2. Venezuela
3. Argentina
4. Ucrania
5. Brasil
6. México
7. Bolivia
8. Nicaragua
9. Federación Rusa
10. Surinam
11. Honduras
12. El Salvador
13. Haití
Fuente: The 1841 Foundation