El primer cronista

Debido a la influencia económica que tuvo en los siglos XVI y XVIII, y a la fama que eso le acarreó, Potosí fue una de las ciudades sobre la que más se ocuparon los cronistas, especialmente los que se ocuparon de las indias españolas.

Retrato de un caballero santiaguista, de Juan de Juanes, pertenece a la época de Capoche.

Retrato de un caballero santiaguista, de Juan de Juanes, pertenece a la época de Capoche. Foto: Juan José Toro Montoya

Así se vestían los españoles en el siglo XVI. En Potosí predominaba el negro.

Así se vestían los españoles en el siglo XVI. En Potosí predominaba el negro. Foto: Juan José Toro Montoya

El lugar probable de nacimiento de Capoche es Sevilla.

El lugar probable de nacimiento de Capoche es Sevilla. Foto: Juan José Toro Montoya


    Juan José Toro Montoya
    Ecos / 26/06/2024 03:22

    Debido a la influencia económica que tuvo en los siglos XVI y XVIII, y a la fama que eso le acarreó, Potosí fue una de las ciudades sobre la que más se ocuparon los cronistas, especialmente los que se ocuparon de las indias españolas. Desde Francisco López de Gómara, que publicó su “Historia General de las Indias” en 1552, hasta Alonso Ramos Gavilán, cuyo libro sobre la Virgen de Copacabana fue editado en Lima en 1621, he identificado unos 40 autores que se ocuparon de la Villa Imperial, en ese periodo, y los tengo detallados, junto a sus obras en el primer tomo de mi “Literatura y Coloniaje”. Aunque parezca difícil de creer, los tres grandes cronistas de Potosí no están en esa lista por la sencilla razón de que no publicaron nada en ese periodo.

    Los tres cronistas principales de Potosí son, en orden cronológico, Luis Capoche, Bartolomé Arzáns y Pedro Vicente Cañete.  

    Capoche es el primer cronista del que se tiene referencia ya que su obra, “Relación general del asiento y Villa Imperial de Potosí y de las cosas más importantes a su gobierno”, terminó de escribirse el 10 de agosto de 1585; es decir, apenas cuarenta años después del inicio de la explotación masiva del Cerro Rico.

    Escribió sobre Potosí, pero no fue potosino. “Capoche tenía treinta y ocho años de edad cuando escribía la Relación en 1585 y, de acuerdo con las evidencias documentales, pudo vivir hasta 1613”, escribió Lewis Hanke.

    En el estudio introductorio a su obra, se lee estos datos biográficos:

    “El nombre de Capoche aparece muy rara vez en los manuscritos sobre Potosí, y ninguna en la voluminosa correspondencia impresa de la Audiencia de la Plata con los virreyes y la Corona. Nació, probablemente, en Sevilla: cuenta que allí, siendo muchacho, contemplaba y se preguntaba qué podía significar una extraña insignia grabada en los muros de la casa de Juan de Marroquí, que había amasado una fortuna en el Cerro y había adoptado la guaira, u horno incásico de fundición, como escudo de armas. Este fue el primer contacto de Capoche con la minería potosina, aunque por entonces Sevilla ya debía mostrar muchas trazas de la riqueza traída desde el Nuevo Mundo: uno de sus orgullosos historiadores afirma, hacia el tiempo en que Capoche escribía, que de América habían llegado a Sevilla tesoros bastantes para empedrar sus calles con oro y plata. Capoche observa también que la madera transportada a Potosí para levantar los ingenios atravesaba largas distancias cargada sobre los hombros de los indios ‘como los alhameles de Sevilla’. Pareciera, pues, que él fue sevillano, perteneciente acaso a alguna de las muchas familias de mercaderes italianos, o de sus descendientes, que tanta influencia tuvieron en los puertos de España meridional a partir del siglo XIII.

    “Capoche conoció Castilla y quizá sirvió en los tercios españoles fuera de la Península, pues dice que en Potosí hacía más frío que en Flandes. Se refiere a África y a Tierra Firme como si hubiera visitado esas regiones. Antes de establecerse en Potosí, mozo aún, había estado evidentemente en otras partes del Perú. Sus observaciones sobre la firmeza que los encomenderos conferían a una comunidad edificando buenas casas, trayendo a sus mujeres para fundar familias y distinguiéndose por el vestido y el porte, muestra que posiblemente vivió por algún tiempo en Lima. También es posible que pasase por México: comenta que su gobierno no era tan difícil como el del Perú, tierra mucho más complicada. En Potosí se hizo dueño de minas e ingenios quizá poco antes de la visita de Toledo en 1572, que recuerda, y al tiempo que escribía su relación en 1585 poseía dos ingenios y era hombre de alguna sustancia. Un juicio seguido contra él en 1593 para el pago de cierta suma que estaba debiendo, pinta el alza y la baja connatural a la vida económica de los potosinos, pues este antes próspero dueño de ingenios, no podía ahora pagar sus deudas; el proceso revela también su doble tenacidad, pues salió al paso a su acreedor a lo largo de todas las instancias. El 25 de enero de 1596, el capitán Alonso Vázquez Dávila Arze visitó el ingenio de Capoche en Potosí e informó que molía y beneficiaba mucha cantidad de mineral; su otro ingenio, en Tarapaya, estaba en reparación”.

    La “Relación…” fue escrita como un informe a un virrey del Perú entrante, Hernando de Torres y Portugal, con el propósito de que este tenga datos fidedignos de la situación de la minería potosina y a contrapelo de las que seguramente iban a enviar los procuradores. Su intención era ganar indulgencias ante la autoridad virreinal e intentar persuadir de flexibilizar las exigencias impositivas. Como la imprenta todavía era una gran desconocida, no se pensó en reproducirla por ese medio.

    Lo que se hizo fue copiar el manuscrito original, conforme era costumbre en la época. Uno de los copistas fue el fraile mercedario Nicolás Venegas de los Ríos y su trabajo fue el que se usó en 1959 para imprimir la “Relación…” por primera vez, en el tomo CXXII de la Biblioteca de Avtores Españoles, junto a “El lazarillo de ciegos caminantes” de Concolorcorvo.

    “La Relación puede ser clasificada, pues, dentro de la profusa literatura de las ‘pretensiones de Potosí’, enderezada a influir en las determinaciones y a lograr los favores de una Corona reacia, pero necesitada. No se la debe confundir, empero, con un simple alegato de abogado. Capoche no siente menos que otros españoles la aguda comenzó de dar una ‘verdadera relación’ a de la historia y los asuntos del Nuevo Mundo, tal como ellos lo veían. La conservación y el bienestar económico de todo el reino del Perú depende del Cerro, exclama con exuberante elocuencia potosina”, agregó Hanke.   

    Mariano Baptista lo incluye entre los cuatro autores indispensables de Potosí, junto a Arzáns, Alonso Barba y Cañete, y dice de él que “la información que ofrece Capoche a lo largo de su Relación es siempre precisa y bien documentada. A diferencia de Arzáns, tan afecto a historias de duendes y aparecidos, santos y milagros, Capoche no se ocupa de historias sobrenaturales ni cae en exageraciones, aunque, como el primero, está convencido que el bienestar del Perú depende del Cerro Rico y que éste es ‘el mayor depósito de riqueza que el mundo ha conocido nunca’”.    

    Agrega que “en su testamento, una vez que se hubiesen pagado sus deudas, Capoche instituyó por heredera a su alma y para que ésta comenzase a gozar de algunos sufragios, el arzobispo de La Plata hizo donación del derecho que aquella podía tener a esos bienes, al colegio de la Compañía de Jesús, para su iglesia, en la persona del rector”, lo que comprueba la estrecha relación del cronista con los jesuitas.

    Su trabajo es importante, no solo por su carácter pionero, y su trascendencia hasta nuestros días, sino porque sirvió para que otros autores, como el jesuita Joseph de Acosta, se inspiraran en él o, peor aún, le copiaran.

    Falleció en Potosí, probablemente poco después de 1613 •

     

    * Resumen tomado de un capítulo del libro “Literatura y Coloniaje”, del autor.

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