Bolivianos en la AMIA del dolor

Testimonios de un sobreviviente y de una familiar de uno de los seis bolivianos fallecidos aquel 18 de julio de 1994

Momentos posteriores al estallido del coche-bomba, hace 30 años. FOTO:  https://amnistia.org.ar

Momentos posteriores al estallido del coche-bomba, hace 30 años. FOTO: https://amnistia.org.ar Foto: Gentileza

Una de las protestas que se realizan año tras año en la sede de la AMIA. FOTO: https://amia.org.ar/

Una de las protestas que se realizan año tras año en la sede de la AMIA. FOTO: https://amia.org.ar/ Foto: Gentileza

David Barriga

David Barriga Foto: Gentileza

Policarpio Cruz

Policarpio Cruz Foto: Gentileza

Rimar Zalazar

Rimar Zalazar Foto: Gentileza


    Oscar Díaz Arnau
    Ecos / 24/07/2024 03:04

    El 18 de julio de 1994 David Barriga, nacido en Tarabuco (Chuquisaca, Bolivia), trabajaba como cualquier otro día en las restauraciones del edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) cuando, a las 9:53, explotó un coche-bomba y todo cambió para siempre.

    Junto a él, fallecieron otros cinco bolivianos que se encontraban en el lugar a esa fatídica hora. El jueves pasado, 18 de julio, en un acto central bajo el lema “El terrorismo sigue, la impunidad también”, por una convocatoria conjunta de AMIA, DAIA y Familiares de las Víctimas, se rindió homenaje a las 85 personas muertas en ese atentado, del que ya han transcurrido 30 años. Ellas son consideradas víctimas de un asesinato que, hasta el día de hoy, permanece en la impunidad.

    El aberrante hecho ocurrió en la sede de la AMIA, ubicada en la calle Pasteur 633. Ese fue el blanco del terrorismo internacional elegido hace tres décadas y allí se reunieron familiares y amigos de los caídos, así como también los sobrevivientes; “todas las voces comprometidas en apoyar el reclamo de justicia, (para) denunciar la impunidad persistente en la causa, y recordar a las personas asesinadas en el ataque”, según se lee en la página oficial de la AMIA, que es la institución central de la comunidad judía en Argentina. Fue creada en 1894 por un grupo de inmigrantes de origen judío.

    Los autores

    La misma página web señala que la masacre contra la AMIA, “cuya idea, planificación y ejecución fue acreditada por la justicia argentina a manos de integrantes de Hezbollah, y una conexión local, dejó el doloroso saldo de 85 víctimas fatales y más de 300 heridos. Ninguna persona ha sido condenada”.

    A través de un fallo dictado en abril de este año por la Cámara de Casación Penal, se declaró al atentado contra la sede de la AMIA como un “crimen de lesa humanidad”, que supuso una grave violación a los derechos humanos. La justicia volvió a ratificar, entonces, que ciudadanos iraníes estuvieron implicados en el brutal atentado, añade.

    Policarpio Cruz, sobreviviente de la tragedia, en un video grabado por Mabel Arciénega, comunicadora social de la comunidad boliviana en Argentina y familiar de una de las víctimas, reflexiona así, tres décadas después:

    “Es muy triste recordar y que no den con los autores, que no se haga justicia. Pero, Dios es grande, ha visto todo: el que ha hecho esta maldad lo pagará, dejo en las manos del Señor. Los que han hecho esta maldad lo tienen que pagar, porque Él es un buen abogado, un buen juez que no va a dejar alguien que ha hecho tanta maldad sin castigo” •

    BOLIVIANOS FALLECIDOS

    El 18 de julio de 1994, a las 9:53, los siguientes bolivianos perdieron la vida en el atentado contra la AMIA, en Buenos Aires:

    Erwin Garcia Tenorio (19 años) 

    David Barriga (28 años)

    Rimar Salazar Mendoza (32 años)

    Eugenio Vela Ramos (17 años)

    Adhemar Zarate Loayza (31 años)

    Juan Vela Ramos (21 años)

     

    “Era amante de la música” 

    Cintia Barriga (*)

    Hija de David Barriga, tarabuqueño fallecido en el atentado

    “Mi papá se casa con mi mamá (siendo ellos) muy jóvenes y, como la vida era un poco complicada acá en Bolivia. Como la vida era un poco complicada acá en Bolivia, decidieron irse para Argentina. Como mi papá y mi mamá ya tenían algunos familiares allá, decidieron irse allá para para mejorar el nivel de vida de la familia. Hasta entonces, nosotros éramos tres hermanos, tres hijos de David Barriga y mi hermano menor, el último, nace en Argentina justamente tres meses antes del atentado.

    Mi papá empezó a trabajar en el edificio por mi tío, que mi tío tenía contratos con los arquitectos... Entonces, empezó trabajando en las refacciones de AMIA y no era hace mucho que él estaba empezando a trabajar ahí. Entonces, un 18 de julio del año 1994, justamente un día como hoy, hace 29 años, mi papá fue como todos los días a trabajar, se despidió de sus hijos, de su esposa, y, bueno, ese fue el último día que lo vimos con vida.

    En realidad, mis hermanos menores recuerdan muy poco a mi padre, en realidad casi nada. Yo tengo recuerdos muy vagos de él, recuerdo momentos, episodios que tengo que sí lo recuerdo, y mi hermano mayor que lo recuerda aún más. Lo que sí sabemos era que mi papá era músico, él tenía su grupo acá en Bolivia, pero como la situación no era tan buena, lo dejó todo y se fue a trabajar a Argentina.

    Él tocaba el acordeón, el órgano y la batería. Era amante de la música, amaba a sus hijos, a su esposa. Toda la gente que lo recuerda dice que él era una persona muy amable, muy cariñosa con toda la gente (…) hasta ahora lo recuerdan con mucho cariño y, obviamente, esta fecha a nosotros nos pone un poco melancólicos, con mucho dolor de no tener a mi papá, tantos años hemos crecido solos con mi mamá. Mamá hizo de todos por sus hijos para que salgamos adelante, tuvo que venirse acá a Bolivia porque no tenía apoyo allá en Argentina…”.

    * Testimonio ofrecido el año pasado a Jeannette Nava, periodista chuquisaqueña radicada en Buenos Aires.

    “Dejó a sus hijos chicos”

    Griselda Zalazar Mendoza 

    Hermana de Rimar Zalazar, fallecido en el atentado

    “Yo soy la hermana de Rimar Zalazar. Mis padres se llaman José Salazar, Celia Mendoza de Salazar. Somos siete hermanos; más él, éramos ocho: Sonia, José, Griselda, Jhonny, Nico, Marcelo, Claudia. Somos bolivianos.

    Él fue a trabajar de aquí, de Bolivia, el mismo año que falleció, el 94, fue a buscarse la vida como todos, para dar una vida mejor a toda su familia. Él estaba cuatro meses (en Buenos Aires) y se puso a trabajar justamente con todos los paisanos y este hecho (el atentado) ocurrió ese 18 de julio, cuando él salió de su casa a la madrugada para ir a trabajar, dejando encargado a su mujer que cuide bien a sus hijos.

    A esa hora, a las 10 menos cuarto, me acuerdo que yo estaba ahí, a pocos pasos, trabajando en la Av. Pueyrredón. Escuché el atentado de mi hermano, pero yo creía que no era él; me llamaban por teléfono: ‘Es su hermano, tu hermano’. Yo no creía, porque en una ciudad tan grande no puede ser que mi hermano fallezca. Entonces, insistían, insistían, bueno, sí, se dio que mi hermano estaba perdido. Esperábamos días y días, todos los hermanos llorando. Al final, uno de los menores lo encontró en la morgue, un 26 de julio. Yo tenía un deseo grande, que el día de mi cumpleaños, el 27, haríamos una fiesta e íbamos a festejar entre todos los hermanos; lamentablemente, ese día se estaba enterrando…

    Nos dejó a todos consternados. Era un tipo muy bueno, bromista con los amigos, que siempre lo recordaban; un trabajador que tenía muchos sueños, darles la mejor vida a sus hijos. Lamentablemente, los dejó chicos (…)”.

    * Entrevista realizada por Mabel Arciénega Carrillo

    “Perdí a mis tres cuñados”

    Policarpio Cruz 

    Sobreviviente

    “…En ese año yo radicaba en Buenos Aires, en Merlo. Soy uno de los sobrevivientes de ese atentado, yo recuerdo como si fuera ayer: yo perdí a mis tres cuñados: a David Barriga, Juan Vela y Eugenio Vela, y también a mis paisanos Rimar Zalazar, Ademar Zárate y otro muchacho de 18 años que no recuerdo ya su nombre, era de Cochabamba (Erwin García Tenorio). Yo tenía 29 años; ahora tengo 59 (…) Ese domingo vimos con mis cuñados el Mundial; al día siguiente, como todos los días nos encaminamos rumbo a (la calle) Pasteur, donde trabajábamos en el edificio donde explotó el coche-bomba (…) Como siempre, trabajábamos con el arquitecto Andrés Malamud (…), con mis cuñados hablamos de qué íbamos a comer al mediodía… ellos se quedaron en la planta baja, porque eran ayudantes, estaban ya botando los últimos escombros. Yo me subí al segundo piso, era albañil y estaba trabajando una sala de máquinas... Justo llega el Arq. Andrés y me dice: ‘Subamos por el ascensor’, y yo le dije: ‘Enseguida subo por las gradas, que tengo que subir una escalera’. De unos minutos me subo por la escalera (...) cuando estaba poniendo a romper unos alambres, sentí esa explosión; me tiró por un rincón y me dejó inconsciente. Después, como de sueño despierto, de un buen tiempo, y digo: ‘Alguna máquina ha debido explotar ahí dentro’. Cuando reacciono un poco, se viene un polvo de abajo que ya no se podía respirar; estaba todo oscuro. Mojo un trapo que tenía, me pongo a la nariz (…) Cuando me pongo a caminar, escucho un grito en la oscuridad que dice: ‘No vengan pa’delante’.

    Retrocedí y un poco aclaró, pasó el humo, y luego vino otro humo que venía más fuerte, más oscuro, y eso era el humo de la bomba, un olor feo que no se podía aguantar, hacía doler la garganta. Yo, con eso más, ya me quería desmayar (…) Me acordé de la escalera: donde estaba trabajando pusimos un puente de emergencia conectado al vecino de al lado. Fui a buscar en la oscuridad la escalera, arrastré al tope del vecino y entonces pude salir (…) A la mitad de la terraza recién pude respirar. Grité: ‘Por aquí vengan…’, vinieron algunos, algo de 18 salimos por ahí (...)Cuando miré qué es lo que había pasado, no podía creer. Como en sueños yo pensando verlos a mis cuñados, me subí a los escombros y me acuerdo que los policías me llevaron a otro lado… no podía creer si estaba soñando o si estaba pasando algo de verdad (…) Vi como en una guerra: había muertos por aquí, por allá; miraba el edificio de enfrente, había muertos colgando… como una película”.

    * Uno de sus cuñados fue encontrado sin vida dos días después; los otros dos, a los cinco y seis días del atentado, respectivamente. El Arq. Malamud también figura entre las víctimas mortales de aquel día. Entrevista realizada por Mabel Arciénega Carrillo

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