Apuntes sobre los golpes de Estado

Los golpes de Estado liderados por militares con la complicidad, participación de civiles y de grupos influyentes en el poder, se presentan como parte constitutiva de la construcción del Estado republicano en la región y en nuestro país.

Villarroel colgado, una muestra del nivel de violencia al que llegaron los golpes de Estado.

Villarroel colgado, una muestra del nivel de violencia al que llegaron los golpes de Estado. Foto: SIHP

Casimiro Olañeta fue el cerebro detrás del golpe contra Sucre.

Casimiro Olañeta fue el cerebro detrás del golpe contra Sucre. Foto: SIHP

El golpe de García Meza fue uno de los más sangrientos.

El golpe de García Meza fue uno de los más sangrientos. Foto: SIHP

Hugo Banzer pasó de golpista a presidente elegido en las urnas.

Hugo Banzer pasó de golpista a presidente elegido en las urnas. Foto: SIHP

René Barrientos, Alfredo Ovando Candia y Juan José Torres.

René Barrientos, Alfredo Ovando Candia y Juan José Torres. Foto: SIHP

Tapa del libro de César Navarro.

Tapa del libro de César Navarro. Foto: SIHP


    César Navarro Miranda
    Ecos / 14/08/2024 03:14

    Los golpes de Estado liderados por militares con la complicidad, participación de civiles y de grupos influyentes en el poder, se presentan como parte constitutiva de la construcción del Estado republicano en la región y en nuestro país.

    El golpe de Estado violenta el orden constitucional; generalmente modifica la titularidad política del gobierno que se genera a partir de los órganos del mismo Estado (Bobbio). Especialmente las instituciones militares confiscaron temporalmente las atribuciones del poder político, abrogan de facto la legalidad e imponen su sistema con una “nueva” figura de “orden público”; es la juridicidad que valida el ejercicio del poder que tendrá como fuente a las Fuerzas Armadas.

    El golpe de Estado tiene como finalidad la restitución del poder para los grupos y clases sociales dominantes. Por lo tanto, la motivación no solo es militar –el medio es lo “militar”– la motivación es política, es de clase y es geopolítica.

    General e intencionalmente reducen la explicación del golpe: a la fecha, al hecho militar y su consecuencia inmediata es poder político. El golpe tiene implicancia compleja sobre el Estado, la economía, la sociedad, la justicia, la política, pues modifica inicialmente la titularía política donde el ejercicio vertical del poder les faculta la apropiación y control de los órganos del Estado –sobre el Ejecutivo y Judicial, el Legislativo será proscrito–; la destrucción del enemigo político e ideológico es el paso inmediato y permanente; la restitución del sentido de poder del Estado será para las clases dominantes operado desde las instituciones estatales, religiosas, medios públicos/privados que desplegarán su propia narrativa, así como el porqué de la razón de su tiempo; fortalecerán y ampliarán su sociedad con la subjetividad típica del régimen e impondrán su lógica, su cultura política.

    El golpe se explica a partir de una concepción ideológica, una visión geopolítica, de clase, en imponer, mantener el orden social y constituir núcleos sociales que son la imagen societal del poder, que en el tiempo valida al golpe como forma de vida estatal.

    Trascendencia en su periodicidad

    Nuestra historia republicana desde su inicio fue asaltada por los golpes militares, cuando la forma de organización del Estado, así como el mando y protección solo contempló en las sociedades urbanas coloniales, como la defensa intransigente de los terratenientes latifundistas y de la naciente oligarquía minera; de esa forma, la dominación represiva fue (y es) sobre los pueblos indígenas, la clase obrera y sectores populares.

    La Declaración de la Independencia y la fundación de la República de Bolivia estuvo en las manos de los criollos, mestizos y la Iglesia católica, con concepción y sentimiento colonial (re)convertidos en republicanos independentistas. Prescindieron de los líderes de sectores sociales e indígenas que lucharon contra el colonialismo. Negaron “constitucionalmente” la existencia de los indígenas y los pueblos asimilados como miembros de la nación boliviana; sin derechos, pero con obligaciones. Sin embargo, no pudieron prescindir de los Libertadores Bolívar y Sucre.

    El primer golpe de Estado es consecuencia de este último eje enunciado: el 18 de abril de 1828, en la capital y sede de gobierno, militares se sublevaron y tomaron el Gran Cuartel; decidieron marchar a la Casa Presidencial para detener al presidente de la República Mariscal Antonio José de Sucre, el mandatario respondió y fue a enfrentar a los militares subversivos donde fue recibido con armas de fuego, herido en el brazo y en la cabeza, ensangrentado volvió a la Casa Presidencial.

    El abogado Casimiro Olañeta –el prototipo del político criollo colonialista, sobrino del militar español que comandaba al Ejército realista de la corona, el general Pedro Antonio Olañeta– por encargo de él, o negoció la condición de seguir apoyando al Virrey de La Serna la comandancia militar de Charcas para su tío. Ante la inminencia de la derrota realista se (re)convirtió en independentista republicano, fue miembro de la Asamblea Deliberante y del equipo que redactó el Acta de la Independencia. El día del golpe los militares sublevados –posterior al enfrentamiento armado– fueron a tomar preso al mariscal Sucre para exigir la renuncia del presidente y la conformación de una Junta de Gobierno.

    En un largo discurso frente a los sublevados y la población, Olañeta dijo que “eran necesarias muchas reformas y que, por tanto, había que desobedecer al Gobierno y tomar a su jefe, el general Sucre”. Casimiro arengó al pueblo a acompañar la sublevación mencionando lo siguiente: “el grito del pueblo y del Ejército contra la Constitución Vitalicia redactada por Simón Bolívar, contra el agente extranjero y contra el Gobierno hereje perseguidor de los frailes”. Con el golpe retoman el control político, económico y militar los criollos/mestizos sobre la naciente República que lo tenían en la Audiencia de Charcas.

    La trama como el drama de la conspiración militar/civil golpista se instala en nuestra historia republicana, pero no todos los golpes tienen la trascendencia histórica de su tiempo pues se limitan a ser alternancia violenta en el poder.

    El hito histórico que quebró el andamiaje de poder a finales de la primera mitad del siglo pasado fue el golpe de Estado liderado por el coronel Gualberto Villaroel contra el gobierno de Peñaranda que representaba la restauración en el poder de la oligarquía minero feudal. El derrocamiento y asesinato de Villaroel connotada por la retoma del control del poder político de los abogados de la oligarquía que posteriormente derivó en un autogolpe para mantenerse en el poder entregando el Ejecutivo a los militares, cuyo objetivo principal fue el desconocimiento del resultado electoral de las urnas.

    Estos hechos continuos representan la ruptura con el sentido oligárquico del Estado republicano. El autogolpe y el gobierno militar/civil fueron derrotados por la movilización obrero popular campesina de abril en la revolución del 52.

    Recuperar el control del poder y reencaminar al MNR hacia el nacionalismo, pero por la senda de la derecha, era lo prioritario. Por ello, como bien apunta Sergio Almaraz, la embajada estadounidense jugó un rol decisivo para imponer al general René Barrientos como el binomio del MNR y vicepresidente de Víctor Paz Estenssoro. Solo 90 días después de jurar como vicepresidente en 1964, Barrientos dio un golpe de estado militar con la venia imperial.

    El golpe terminó de derechizar al nacionalismo revolucionario, al MNR y a sus líderes. Esto implicaba que, desde el Estado, se construía la oligarquía agroindustrial del oriente como política de Estado, aplicando plenamente el Plan Bohan.

    La muerte trágica de Barrientos y la sucesión vía golpe del general Ovando que representaba a la fracción institucionalista de las FFAA, este mismo fue derrocado por la fracción derechista militar encabezado por el general Miranda. El general Juan José Torres, militar progresista, con el apoyo de la fuerza aérea del El Alto, lideró el golpe de Estado que contó con el apoyo de la COB y la Federación de mineros hacia Miranda quien no contó con tiempo para instalar su gobierno.

    La ciudadanía política se expresaba militarmente. Las urnas quedaron confiscadas temporalmente. La ruta delineada para la región fue el control militar del gobierno y de los estados.

    La retoma de gobierno implicaba que la característica ideológica del golpe militar ya no radica únicamente en la condición de derecha sino fascista. El coronel Hugo Banzer lideró el golpe militar−civil con el apoyo del MNR y la falange socialista que tuvo como paso inmediato desarticular la Asamblea Popular, proscribir las organizaciones sindicales, partidos de izquierda y detener, exiliar e incluso asesinar a dirigentes políticos y sindicales. La prioridad era el respaldo, financiamiento público para el desarrollo de la naciente oligarquía agroindustrial, así como su constitución como clase dominante e influyente.

    La oligarquía minera construyó el estado oligárquico. El nacionalismo civil y militar, desde el Estado, construyó su propia oligarquía que fue hegemónico desde el 80, hoy es dominante e influyente en Santa Cruz.

    Los golpes militares de Barrientos y Banzer cobraron sentido como poder estatal. La resistencia y triunfo de la clase obrera, popular, de los campesinos y de la izquierda contra la dictadura fue para recuperar la ciudadanía universal; es decir, democracia para la organización política del Estado. Banzer fue derrotado por una huelga de hambre (1978) liderada por mujeres mineras cuyo desenlace fue el accionar del dictador en acuerdo de su reemplazo con los suyos con otro golpe militar.

    Los militares no estuvieron dispuestos a ceder su lugar a los civiles. El golpe liderado por el exministro de la dictadura banzerista, general Juan Pereda Asbún (1978), a Banzer habilitó explícitamente la fundación del partido ADN y la candidatura presidencial de Banzer. El golpe del coronel Natusch Busch contra el primer parlamento electo (1979) convirtió a ADN en una fuerza política decisiva para la democracia.

    Las elecciones del 80 fueron la primera manifestación democrática del soberano sin manipulación fraudulenta del MNR, como lo expresa Zavaleta. Venció la izquierda de la UDP y el PS−1 pero el control parlamentario lo tenía la derecha del MNR y ADN. El general García Meza mediante un motín militar (noviembre de 1979) impuso su nombramiento como Comandante del Ejército a la presidenta Lidia Gueiler, posteriormente esto derivó en golpe de Estado, táctica similar ejecutada por Pinochet.

    García Meza intervino con militares y paramilitares a sedes sindicales, radios y centros mineros. Detuvieron, asesinaron a dirigentes sindicales y políticos de izquierda. El objetivo único no fue el de impedir el ascenso de la izquierda al gobierno, por el contrario, fue el de desestructurar a la izquierda política y sindical que en ese periodo representaban a la fuerza moral y democrática de la sociedad boliviana.

    El golpe civil−militar−policial del 2019 fue contra el indígena anticolonial y antiimperialista; contra el Estado Plurinacional que implicó la resignificación del poder del republicanismo racial, religioso y de clase; ejecutado por la vía de la violencia. La representación simbólica de lo republicano fue el ingreso al palacio con la Biblia, la toma de posesión del gabinete en el Palacio Quemado, el asesinato y genocidio a los aymaras y quechuas en Senkata y Sacaba, sintetiza lo que represento en sentido temporal del poder.

    Los golpes de Estado tienen un impacto fáctico en su tiempo, pero su incidencia sobre el Estado, la política, las clases dominantes y subalternas es indefinida. En este punto radica el sentido de los golpes de Estado •

    * César Navarro es exdiputado, exministro de Estado y autor del libro “Bolivia: Estados de sitio en democracia”.

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