Año Nuevo Andino en Culpina K
El “Año Nuevo Aymara”, ahora conocido como “Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco”, fue declarado Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural de Bolivia el 12 de abril de 2005 mediante Ley N° 3018.
El “Año Nuevo Aymara”, ahora conocido como “Año Nuevo Andino Amazónico y del Chaco”, fue declarado Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural de Bolivia el 12 de abril de 2005 mediante Ley N° 3018. Se celebra el 21 de junio en diversos lugares considerados sagrados y uno de ellos es el “Cerro de la Cruz” o “Cerro del Patrón Santiago” en la comunidad de Culpina K, municipio de Colcha K, provincia Nor Lípez del departamento de Potosí.
En Culpina K, esta celebración se inició el año 2007.
A partir de entrevistas a portadores de historias de vida se logró conocer y revitalizar esta tradición, que ya se había perdido.
¿Cómo se organizan?
La organización permite formación de comisiones: el corregidor y el agente municipal se encargan de conseguir la ofrenda y quien realiza el acto ceremonial es el “Tata Umacha” (líder de la ceremonia); las dos juntas escolares se encargan de la q’uwa, que consiste en una mesa blanca y de la suerte, mientras que otra comisión se encarga de la leña, las bebidas y la coca. La comunidad tiene su propio Tata Umacha, pero, por restricciones del Patrón Santiago, invitan a un Umacha de otra región, en este caso, don Gerónimo Calcina, de Salinas, porque se dice que algunos Tata Umacha no pueden llegar a otras comunidades a realizar costumbres que no sean cedidas por su santo ya que puede ocurrir algo adverso al propósito inicial.
La principal ofrenda es una llama blanca hembra sin crías, considerada pura para la Pachamama. La sangre y el corazón de la llama se utilizan en el ritual, y el resto se cocina en un plato tradicional llamado “k’alapari”, una sopa con carne de llama desmenuzada, maíz pelado, con ají amarillo y cebollín.
la celebración y ritualidad
Todo inicia la noche del 20 de junio: las autoridades del pueblo junto al Tata Umacha y el conjunto de zampoñas “Wayra Jara” se preparan “piqchando” coca y consumiendo bebidas calientes como el “q’uñi yakitu”, “té con té” y el ponche, preparados por las mujeres de la comunidad.
En un círculo alrededor de una mesa ceremonial se coloca elementos como la q’uwa, la mesa blanca y tres llumpaq’a chua (preparado de maíz blanco, morado, ankañoqa o sicha molidos). El llumpaq’a se usa para ceremonias comunitarias y purificación, es para que no haya peleas o conflictos entre ellos.
El tata Umacha dispersa un poco en la entrada de la sala de reuniones y en la mesa donde están los elementos de uso ceremonial. En esta mesa también está el incienso para sahumar la sala de reuniones, la mixtura, azúcar, algunas bebidas como jugos, dulces, alcohol, vino, singani y una campanilla de bronce que cuelga de una soga de lana de llama. Esta campanilla se le pone al líder del rebaño, quien conoce el camino de regreso a casa.
Durante la noche, se reparte coca en la ch’uspa de los presentes, comenzando por el Umacha que coloca una hoja sana en la q’uwa, la hoja debe ser perfecta porque esto representa cómo estamos; es decir, sanos. Realizan doce rondas, girando siempre a la derecha, mientras recuerdan eventos del año pasado junto a la música autóctona. Cerca de la media noche, la mayoría se retira a descansar.
A las 5 de la mañana se enciende el fuego y se espera a los comunarios y estudiantes con quienes inicia el ritual. Se coloca la campanilla en el brazo de la llama, se limpia con incienso en un brasero mientras el tata Umacha habla; las demás personas van poniendo coca y mixtura en el pelaje de la llama, que se encuentra con los ojos vendados para luego ser ofrecida en sacrificio. La sangre del animal es depositada en un recipiente, el tata Umacha bebe la sangre de un jarro metálico y le añade coca y llumpaq’a. La rocía en dirección al sol para hacer que llegue a las montañas, estas reciban y haya buena producción de ganado y quinua. Posteriormente, este acto es repetido por los presentes y luego se pone los dos preparados de la q’uwa en el fuego y este debe arder de forma que se consuma totalmente.
Para ellos, la representación del fuego es importante: mientras más fuerte y viva es la llama del fuego, es mejor recibido por la Pachamama.
Encima de la q’uwa son depositados el corazón de la llama como ofrenda y, para complementar el plato que se ha preparado para ella, los elementos de la q’uwa son su guarnición y condimentos. El corazón es la carne del plato. Adicionalmente ch’allan con los preparados de llumpaq’a chua y demás bebidas. En una mesa en el mirador del cerro se extiende un aguayo, la campanilla, la soga con la que estaba amarrada la llama y un plato con maíz. Empiezan a “sincar” (poner coca) mientras cada uno pide deseos para el nuevo año con fe.
Posteriormente se espera los primeros rayos del sol con la palma de las manos extendidas. Cuando son las 07:11 sale el sol. El tata Umacha y el corregidor entierran el acullico de la noche y dejan que las cenizas de la q’uwa se lleven por el viento; se desciende al centro del pueblo para continuar la ceremonia durante el día, compartiendo diferentes bebidas como la chicha, entre las comidas el asado de llama y el k’alapari. En todo momento se aviva el lugar con la música autóctona de los Wayra Jara •
* Paola Cruz es estudiante universitaria de la carrera de Turismo Sede Uyuni de la UATF.