Señor de Burgos

El santo patrono de Mizque, “La Ciudad de los Quinientos Quitasoles”

Señor de Burgos. El santo patrono de Mizque,  “La Ciudad de los Quinientos Quitasoles”

Señor de Burgos. El santo patrono de Mizque, “La Ciudad de los Quinientos Quitasoles” Foto: José Guadalupe Verduguez

Mizque se encuentra a 180 kilómetros de la ciudad de Sucre

Mizque se encuentra a 180 kilómetros de la ciudad de Sucre Foto: José Guadalupe Verduguez

Señor de Burgos. El santo patrono de Mizque,  “La Ciudad de los Quinientos Quitasoles”

Señor de Burgos. El santo patrono de Mizque, “La Ciudad de los Quinientos Quitasoles” Foto: José Guadalupe Verduguez


    José Guadalupe Verduguez
    Ecos / 16/09/2024 22:35

    Mizque es una de las regiones del cono sur de Cochabamba y fue uno de los asentamientos coloniales más antiguos de ese departamento. Creada el 19 de septiembre de 1603 con el nombre de “Villa Salinas del Río Pisuerga”, sus habitantes quechuistas la conocían más como Misk’i, que significa “dulce”. Ese denominativo se debe a que allí abundaban las abejas silvestres, que hacían sus panales en los árboles y en los yacimientos arqueológicos.

    Conocida también con el seudónimo de “La Ciudad de los Quinientos Quitasoles”, en alusión a las mujeres que en la época colonial usaban estas sombrillas para protegerse del sol, Mizque es un gran destino vacacional o turístico para conocer sus bellos campos gracias a su ubicación geográfica, así como su rica historia colonial, su clima agradable y su gente amable, dispuesta a brindar cobijo a cualquier viajero que llegue a sus puertas.

    Desde los tiempos de la colonia estaba muy presente la gran devoción al Señor de Burgos, que fue y sigue siendo una parte importante de la vida integral, religiosa y cultural de los habitantes de Mizque. Esta veneración se sustenta en la creencia de que el santo patrono intercede en los partos difíciles y protege tanto a las mujeres gestantes como a los bebés.

    Con el pasar de los años la fe de los devotos dio pie al surgimiento de la celebración anual, que recibe a miles de fieles llegados desde distintas partes del país e incluso del mundo.

    Orígenes de la devoción

    La historia del Señor de Burgos de Mizque data desde el siglo XVI, cuando los colonos europeos trajeron estatuas de carácter religioso para facilitar la evangelización de los indígenas en el nuevo continente. La estatua, que es la réplica del famoso Cristo de la Catedral de Burgos, en España, se convirtió instantáneamente en esperanza y protección de los habitantes de la zona.

    El primer milagro que se le atribuye es en un contexto de gran necesidad y desesperación, lo que catapultó su reputación como un intercesor poderoso ante Dios, especialmente en el contexto del nacimiento y la maternidad.

    La leyenda

    La tradición oral cuenta que en sectores aledaños a Mizque vivía una pareja de esposos campesinos dedicada a la agricultura y a la crianza de animales de pastoreo. A pesar de sus años juntos, no habían podido concebir hijos, pero, sorprendentemente, la mujer quedó embarazada. Durante el parto, las cosas se complicaron de tal manera que madre e hijo corrían riesgo de vida debido a la edad avanzada de la progenitora.

    De pronto, un hombre de aspecto muy avejentado llegó al hogar de la pareja pidiendo cobijo por una noche. Al ver la aflicción del dueño de casa, el visitante misterioso lo tranquilizó y atendió a la mujer en el parto; le dio unos mates medicinales y cubrió su vientre con una manta que él portaba. Poco después, ella continuó dio a luz a un saludable varón.

    En agradecimiento, los humildes agricultores pidieron a ese extraño –quien dijo llamarse Manuel Burgos– que sea el padrino de su primogénito. Él accedió a la petición y, al irse, los recientes padres le dijeron al anciano cómo podían ubicarlo para expresarles su agradeciendo después, a lo que les respondió que lo encontrarían en el convento del pueblo. “Toquen la puerta y pregunten por mí, lleven el manto con el que nació tu primogénito y me encontrarás”, les dijo el anciano antes de irse acompañado de su burro de carga en dirección al convento.

    Al pasar los días, la pareja de campesinos fue en busca de aquel hombre que un día les ayudó en tan delicada situación al convento donde Burgos dijo que moraba; pero, al llegar al lugar, el religioso encargado de abrirles la puerta les dijo que allí no vivía nadie con ese nombre. Luego de mucha insistencia, el encargado les permitió ingresar al convento. Allí, los esposos identificaron una imagen de Jesús golpeado y crucificado que tenía gran similitud con su “compadre”. Ellos, sorprendidos, relataron su historia al religioso, que no les creyó.

    Para confirmar lo que decían, el agricultor sacó de su atado el manto con el que el hombre misterioso había cubierto a su esposa. El sacerdote se asombró al ver que era igual a la vestimenta de la imagen del aquel Cristo crucificado y el milagro comenzó a pasar de boca en boca por los habitantes de la zona.

    Desde entonces, muchas parejas se dirigen a la iglesia San Sebastián de Mizque para pedir al santo por embarazos o partos tranquilos e indoloros. Al pasar los siglos, la devoción al Señor de Burgos se fue incrementando y expandiendo. Aunque al comienzo fue una práctica netamente local, con el tiempo la historia de los milagros y la intercesión del santo se propagó a otras regiones como Aiquile, Punata y Araní. Esta devoción también se ha transmitido de generación en generación •

    El tempo de San Sebastián

    Mizque se encuentra a 180 kilómetros de la ciudad de Sucre, distancia que se recorre en tres a tres horas y media de viaje en vehículo, dirigiéndose por el camino que sale hacia Cochabamba, pasando por el puente Arce, el municipio de Aiquile y siguiendo unos 40 minutos más por la carretera hasta llegar a Mizque.

    Los caminos de tierra o piedra quedaron atrás. Actualmente, la ruta a Mizque está asfaltada y ofrece un bello panorama, lleno de paisajes y naturaleza viva.

    Al llegar, en la acera sur de la plaza principal está el Templo de San Sebastián, en cuyo interior se encuentra la escultura del imponente patrono del pueblo, el Señor de Burgos.

    La historia colonial del poblado señala que en 1605 se creó allí el Obispado de Santa Cruz, que abarcaba cuatro provincias: Santa Cruz, Mizque, Chiquitos y Moxos. Los obispos fijaron su residencia en aquella zona y por eso llegó a tener ocho conventos, de los cuales solo se mantiene en pie el Templo de San Sebastián, actualmente la base religiosa del municipio. El templo tuvo daños significativos en el terremoto de Aiquile en 1998 y su infraestructura fue reconstruida en 2002 tal cual era antes del sismo.

    Posee una arquitectura de cruz latina, cuyo pasillo central tiene 25 metros de largo y 15 de ancho, finalizando en el altar mayor con la imagen del Cristo crucificado.

    Hay dos altares a los costados del pasillo: en el de la izquierda se encuentra el Señor de Burgos y en el de la derecha, el Santísimo. Ambos, tallados en madera de acuerdo a la técnica de la Chiquitanía del oriente boliviano y pintados con pan de oro y otros pigmentos naturales.

    Según se cuenta, durante la época de la colonia los evangelizadores del Obispado de Santa Cruz fueron los encargados de edificar los tres altares principales del templo, dejando un legado arquitectónico del arte chiquitano en el cono sur cochabambino.

    Además de la imagen del Señor de Burgos, el templo de San Sebastián tiene ocho imágenes de otros santos y varios lienzos de la época colonial que lamentablemente, por el tiempo que no perdona, se comenzaron a deteriorar.

    La festividad del Señor de Burgos

    La festividad del Señor de Burgos es el evento cultural más importante del año en Mizque, municipio del sur cochabambino. Se celebra la segunda semana de septiembre y cuenta con un extenso programa de actividades.

    Destacan las misas, procesiones y la tradicional corrida de toros, que perdura como herencia de la colonia. También la exquisita gastronomía local.

    Durante estos días, la población se congrega para honrar y rendir homenaje al santo y renovar sus votos de fe, en un ambiente de alegría y devoción. La festividad incluye la Entrada Folclórica, que es la actividad más esperada por los jóvenes que desean bailar en honor al Señor de Burgos. Allí sobresale el baile de los ch’ampitas, expresión cultural netamente mizqueña.

    Además, Mizque es un destino atractivo en las épocas de Carnaval.

    La Ciudad de los Quinientos Quitasoles

    A Mizque, un pueblo impregnado de historias, leyendas y mitos, se lo considera un testimonio viviente de la vida colonial en Bolivia.

    Una de sus leyendas más conocidas y representativas es la que cuenta que, en el Mizque colonial, donde vivían muchas familias de la realeza española, un joven decidió indagar sobre las bellas damas del pueblo. En su ardua caminata, se percató de que cada una que encontraba llevaba consigo un quitasol (paraguas). Ese objeto era, por entonces, un símbolo de estatus y elegancia. El joven, asombrado por la cantidad de quitasoles, se encargó de contarlos, y llegó a la asombrosa cantidad de quinientos.

    Esta anécdota, conocida como “La leyenda de los quinientos quitasoles”, se convirtió en un emblema en la historia de Mizque. Representa no solo la riqueza cultural y la influencia española en la región, sino también la manera en que las historias y costumbres de aquella época se han mantenido vivas a lo largo del tiempo.

     

    * José Guadalupe Verduguez es estudiante de la carrera de Historia de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca.

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