Casa de la Libertad: Aquí nació Bolivia

Hitos y aspectos poco conocidos de la casa madre de todos los bolivianos

El sector de la Sala de Niños en el que los pequeños visitantes pueden firmar su propia Acta de la Independencia.

El sector de la Sala de Niños en el que los pequeños visitantes pueden firmar su propia Acta de la Independencia. Foto: Carlos Rodríguez ECOS

El nuevo Patio Embovedado.

El nuevo Patio Embovedado. Foto: Carlos Rodríguez ECOS

La Casa de la Libertad

La Casa de la Libertad Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Capa de la danza de la liberia que, al parecer, en el siglo XVIII se bailaba en estas tierras. En la cultura jalq’a la practican hasta la actualidad. Pieza original en plata repuja

Capa de la danza de la liberia que, al parecer, en el siglo XVIII se bailaba en estas tierras. En la cultura jalq’a la practican hasta la actualidad. Pieza original en plata repuja Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Clavecín de aproximado 1780, restaurado y listo para ser ejecutado. Perteneció a Petita Lemoine, según se puede leer en este cajón. Colección Princesa de La Glorieta Clotilde Urios

Clavecín de aproximado 1780, restaurado y listo para ser ejecutado. Perteneció a Petita Lemoine, según se puede leer en este cajón. Colección Princesa de La Glorieta Clotilde Urios Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Traje de Hilarión Daza. en el sótano de la Casa Waka.

Traje de Hilarión Daza. en el sótano de la Casa Waka. Foto: Carlos Rodríguez ECOS

El cañón “Barba Azul”, de la insurrección del 25 de Mayo de 1809, junto con cuadros de la Guerra de la Independencia.

El cañón “Barba Azul”, de la insurrección del 25 de Mayo de 1809, junto con cuadros de la Guerra de la Independencia. Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Biblioteca “Joaquín Gantier”

Biblioteca “Joaquín Gantier” Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Documento y firma original, con pluma de oro, de Simón Bolívar, en la Sala de los Libertadores.

Documento y firma original, con pluma de oro, de Simón Bolívar, en la Sala de los Libertadores. Foto: Carlos Rodríguez ECOS


    Oscar Díaz Arnau
    Ecos / 15/10/2024 23:22

    La Casa de la Libertad, ubicada en pleno centro de la ciudad de Sucre, es ampliamente conocida como un ‘templo de la democracia’, como ‘cuna de la patria’ o ‘de la independencia americana’. Pero, a la vez, muchos la conciben como un “repositorio”, es decir como un sitio estático, pasivo, sin saber que es todo lo contrario: inclusivo, receptivo a toda clase de público. Y en general se desconocen los cambios no solo físicos (arquitectónicos), sino también aquellos propios de las nuevas tecnologías, introducidos a partir de su última ampliación. En este viaje a través del tiempo conocemos un poco más del edificio histórico más significativo de Bolivia, con importantes repercusiones internacionales.

    Casi cinco siglos de historia

    El director de la Casa de la Libertad (CDL), Mario Linares Urioste, al momento de repasar junto a la revista ECOS los hitos de esta imponente construcción, recuerda que antes fue el edificio universitario de los jesuitas. “Son a quienes les debemos lo que somos, como parte de la Universidad”, dice en alusión a San Francisco Xavier de Chuquisaca, que, habiendo sido fundada en 1624, el pasado 27 de marzo cumplió 400 años de vida.

    En efecto, en aquel lejano siglo XVII no existía la CDL como tal. En el patio histórico donde nos encontramos con Linares había aulas de enseñanza de idiomas. Los españoles, así como los religiosos, comenzaron a crear los primeros diccionarios de lenguas vernáculas: quechua, aymara y guaraní. Jóvenes indígenas y criollos pasaban clases en aulas que estaban situadas alrededor de este patio al que, por influencia de sus diferentes galerías, solamente le falta hablar para contarnos algunas de sus memorias más pretéritas.

    El director, sabio y sereno como es él, continúa con su relato: La Universidad, una de las primeras de América, enseñaba las cátedras que conducían a la abogacía casi un siglo antes que la de Córdoba. Y sus privilegios eran los mismos que los de Salamanca; es decir, un abogado de San Francisco Xavier podía enseñar y ejercer su profesión en Filipinas, en el Reino de España –que era el más grande de la época– y en cualquier parte de América.

    “Eso le daba un prestigio inmenso a la Universidad, que atraía universitarios no solo de América sino también de España. De América venían a lomo de mula, transitando en meses por senderos de montaña para venir a estudiar acá desde Paraguay, Argentina, Chile... y muchos de sus próceres estudiaron en esta Universidad”.

    Después de graduarse, ellos pasaban a integrar el selecto grupo de los ‘doctores de Charcas’.

    Ahora, Linares cuenta la historia de la ‘Manzana Jesuítica’, cuyos orígenes son incluso anteriores a la fundación de San Francisco Xavier. “Los jesuitas, en 1592, comenzaron a comprar todos los terrenos aledaños a la Plaza 25 de Mayo; estaba prohibido que órdenes religiosas buscaran edificios a una distancia no muy corta de la Catedral, en la Plaza de Armas de la ciudad de La Plata. Los jesuitas tuvieron un tratamiento de excepción: lograron el permiso para que, excepcionalmente, comenzaran a comprar estos terrenos. Pero todavía antes de la Universidad, en estos predios existían los colegios de Santiago y San Juan…”.

    Esta céntrica manzana, según la descripción que se encuentra en la página web institucional, comprende un amplio claustro rodeado de galerías de una sola planta, bajo cubiertas que se apoyan en columnas de piedra. Un gran portón de cedro nativo, tachonado de clavos de bronce con dos grandes aldabones, se abre sobre la Plaza Mayor. Al fondo del claustro, enfrente del zaguán abovedado, se levanta la que fue Capilla Doméstica de la Universidad.

    1767: Aula Magnífica

    En el actual Salón de la Independencia funcionaba la “Magnífica Capilla Doméstica IHS”.

    La iglesia de la Compañía de Jesús estaba en el templo de San Miguel (primera cuadra de la calle Arenales), “muy rica, llena de obras de arte, dentro de la Manzana Jesuítica”, complementa Linares, antes de explicar que la orden religiosa tenía una capilla doméstica, más sencilla, en donde ahora se encuentra el Salón de la Independencia de la Casa de la Libertad, donde se realizaban ceremonias internas. Tras la expulsión de los jesuitas, este lugar se convirtió en aula magna de la Universidad.

    Como dato curioso, comenta que los doctorantes defendían sus tesis en latín y delante de las máximas autoridades virreinales: “En la cabecera, el Arzobispo de La Plata; en el codo, el Presidente de la Real Audiencia, además de otras autoridades que revisaban los trabajos”. Esto se mantuvo desde el tiempo de la expulsión de los jesuitas –cuando el Arzobispo y Gran Canciller se hace cargo de la Universidad– hasta la independencia de Bolivia.

    El “embarazo” de América

    A propósito de lo ocurrido en el embrionario hito de la nueva república, el famoso 25 de Mayo, “si comparamos con una relación humana, en 1809 ‘se embarazó’ América desde lo que es la Casa de la Libertad y la Universidad”, dice Linares. Y explica la figura literaria así: “Se embaraza América de las repúblicas independientes, que después se constituyeron en parte de los países hermanos de Bolivia. Pero aquí fue el primer lugar del grito libertario y del embarazo de América Latina”. Un ‘embarazo’ de varios años”, le decimos y él, sonriente, responde, de nuevo con la chispa característica de los chuquisaqueños: “Por suerte no había anticonceptivos para este tipo de embarazos; pero duró 15 años de guerras sangrientas en que muchos héroes hispanoamericanos dieron sus vidas por lograr la libertad de este continente”.

    1825: Aquí nació Bolivia

    “Paradójicamente, aquí, donde se embaraza América de la Independencia, y de ahí que comienzan a surgir varias repúblicas, la última en nacer es Bolivia. Bolivia, donde se había logrado concebir la idea de la Independencia, fue el último país en independizarse”, comenta Linares, todavía asombrado por la contradicción, al retomar su propia analogía.

     Del nacimiento de la república, el 6 de agosto de 1825, queda como testigo su ‘certificado’, el Acta de la Independencia, que la CDL vigila celosamente.

    Primer monumento nacional

    La CDL, hoy integrante de la familia de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, es declarada “Primer Monumento Nacional” por el Decreto Supremo 5918, que el gabinete ministerial del gobierno de Víctor Paz Estenssoro firmó el 6 de noviembre de 1961.

    A propósito, Linares aclara que se trata del primer monumento cívico del país y, también, de un museo, el Museo Casa de la Libertad.

    “Pero no siempre lo fue. Nace como museo cuando la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre (SGHS) crea el Museo de la Casa de la Libertad sobre el monumento cívico nacional; entonces, tiene ambas personalidades: templo cívico además de museo”.

    Tras el conflicto por el traslado de los poderes Ejecutivo y Legislativo a la ciudad de La Paz, la CDL había quedado en ruinas, en completo abandono por tres décadas, y el presidente Carlos Quintanilla, el 26 de octubre de 1939, mediante decreto supremo decide entregarla a la prestigiosa SGHS, que a su vez resuelve crear el museo. Un museo que, hoy por hoy, es uno de los más visitados del país.

    A propósito de esto último, Roberto Salinas, jefe del Museo de la CDL, revela a ECOS que el 80 por ciento de los visitantes son bolivianos y el 20 por ciento restante, extranjeros. Los estudiantes y las personas de la tercera edad no pagan entrada.

    Activo centro cívico cultural

    Linares hace notar que por ley se le llama ‘repositorio’ a la CDL, pero esa norma está desactualizada; hoy, al menos, es lo contrario a un repositorio (lugar donde se guardan las cosas), pues siendo un museo al mismo tiempo funciona como centro cultural donde se presentan libros, conciertos, obras de teatro, entre otras artes.

    Interactivo

    Este tipo de actividades son la muestra palpable de la política de puertas abiertas de la CDL, donde es posible conjugar el pasado y el presente retrotrayendo el tiempo y volviendo a la actualidad prácticamente en un abrir y cerrar de ojos  gracias a las nuevas tecnologías.

    Ocurre por ejemplo en la Sala de Niños, cuyos visitantes tienen todo permitido, sin restricciones, y, de una manera amigable y familiar, siendo nativos digitales, están a un botón de que una voz pregrabada les explique algunos pasajes sobresalientes de la historia.

    O, también, por las últimas técnicas de conservación, mantener impecables los objetos que forman parte de la Colección Princesa de La Glorieta Clotilde Urioste, de arte barroco virreinal “hecho por el nuevo hombre que estaba naciendo en el territorio de Charcas, lo que hoy es Bolivia”, según la puntual descripción de Mario Linares.

    Antes resguardada en el Museo Charcas, esta colección incluye pintura que fue restaurada en un taller especializado de la propia CDL, además de un clavecín, platería, bargueños, custodias y crucifijos, entre otros.

    Con casi cinco siglos por contar, la “nueva” Casa de la Libertad sigue cautivando a sus visitantes a partir de su fundamento institucional: la custodia de bienes patrimoniales, ahora dotada de ambientes modernos y equipados tecnológicamente. Así, remozada, recibe a todo el público que lo requiera, para continuar interactuando con la sociedad… •

    Lo más valioso que resguarda

    Son múltiples los símbolos u objetos que resguarda la Casa de la Libertad y todos, sin lugar a dudas, importantes, pero unos destacan por su enorme valía. Aquí citamos algunos de ellos:

    • El acta original de la Independencia de Bolivia

    • Urna con los restos de Juana Azurduy y de Manuel Ascencio Padilla

    • Sables de Juana Azurduy de Padilla

    • Espada de la Batalla de Ayacucho

    • Espada de la Batalla de Ingavi

    • El cañón “Barba Azul”, de la insurrección del 25 de Mayo de 1809, entre otros objetos de la Guerra de la Independencia

    • La ‘Bandera de Macha’, primer símbolo patriótico para los argentinos y bolivianos de hoy

    • El primer escudo de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca

    • La invalorable Colección Princesa de La Glorieta Clotilde Urioste, de arte barroco virreinal

    Ampliación de la CDL: Nuevas salas y mucho más

    Una ampliación, en 2022, definitivamente no solo vino a llenar vacíos en términos históricos, sino que también dosificó en buena medida la oferta turística del museo y primer monumento nacional.

    “La Casa de la Libertad (CDL), si bien tenía corazón grande, el espacio era pequeño. Teníamos áreas patrimoniales, históricas que estaban desperdiciadas. Nuestro objetivo general era priorizar esos ambientes patrimoniales para introducir salas que no existían antes”, comienza explicándola su director, Mario Linares.

    En primer lugar, habiendo heredado sus ambientes, era menester honrar una deuda moral: la Universidad jesuítica de San Francisco Xavier no tenía una sala permanente. Ahora, allí mismo se resguarda el primer escudo de la cuatricentenaria casa de estudios superiores.

    Segundo, la CDL no contaba con una sala permanente de las Revoluciones Independentistas (no solo de la de Chuquisaca, sino de todos los departamentos del país). Ni con otra que haga justicia con las Sublevaciones Indígenas, que incluyen referencias a los levantamientos de 1780 a 1782 en Charcas; “en cierta medida –complementa Linares– precursores de la Independencia de América” y por eso esta sala es considerada una de las más importantes.

    En otras dos, de la Inclusión Indígena, corresponden a la Cultura Yampara, “donde se lucen objetos de época extraordinariamente valiosos y excepcionales”.

    Una innovadora Sala de Niños

    Complementa la ampliación la Sala de Niños, donde “todo se toca”.

    El jefe del Museo de la CDL, Roberto Salinas, explica a ECOS que aquí los pequeños visitantes se pueden disfrazar de Juana Azurduy, o de soldados de la guerrilla, o de indígenas, para jugar y luego tomarse una foto y aparecer, enmarcados, dentro de un cuadro de época.

    En otro sector, en la misma sala, cada niño o niña tiene la posibilidad de disfrazarse con una chaqueta y, aparentando ser uno de los diputados representantes ante la Asamblea del Alto Perú, firmar solemnemente el Acta de la Independencia. Aquí se disfruta de las bondades que ofrece la tecnología y de esta manera también se aprende, porque los infantes tienen la posibilidad de escuchar breves relatos de la historia nacional, como el hecho de que el país cuenta con 36 naciones, tan solo apretando un botón.

    Auditorio y azotea

    Un coqueto Auditorio, con capacidad de 50 personas, lleva el nombre de la ‘Sociedad Geográfica y de Historia Sucre’, que tiene casi 140 años de vida. Allí se realizan diferentes tipo de presentaciones de obras y coloquios, entre otras actividades.

    Y, por último, está la azotea, desde donde se tiene una maravillosa vista de Sucre, empezando por el vecindario en la Manzana Jesuítica: la Iglesia de San Miguel (antes de la expulsión de la Compañía de Jesús denominada Iglesia de Santiago), el patio de la histórica Facultad de Derecho (antes claustro del Colegio de Santiago), la Alcaldía y el Teatro 3 de Febrero.

    “Todas las ampliaciones que se han hecho implicaban una minuciosa revisión de nuestra Fundación Cultura del Banco Central de Bolivia y del Banco Central, entidades que, una vez verificada la plena justificación de los proyectos, no dudaron en proveer los fondos necesarios para esta casa, que es la casa madre de todos los bolivianos”, concluye Linares.

    La Casa Waka

    Antes, el sector de lo que hoy se llama ‘Casa Waka’ era una vivienda totalmente derrumbada, explica Linares. Y revela que “Waka es el nombre que le puso Máximo Pacheco” (actual director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, ABNB), historiador y novelista chuquisaqueño a quien el director de la CDL simpáticamente recalifica como ‘un sacerdote de la historia’.

    En definitiva, Waka le puso porque en estos predios había una antigua waka, que es un lugar precolombino de ceremonias ancestrales.

    Empieza donde antes terminaba la Casa Alzérreca, esto después de la familia Cosulich y después de la familia Inchauste. “Es el predio que terminaron comprando los señores Tango y que la CDL adquirió mediante una ley de expropiación con el pago de un justo precio”, complementa Linares.

    En la Casa Waka, en el sótano de la edificación, se depositan obras de arte, vestimentas (hay por ejemplo un traje de Hilarión Daza), textiles, armas, balas y archivos históricos de artefactos de papel, que se preservan en óptimas condiciones con las técnicas de guarda más modernas de la humanidad.

    Precisamente gracias a lo último de la tecnología, allí también hay una mapoteca con 1.571 mapas, de Bolivia y de otros países (el más antiguo, de 1843), muchos de ellos deteriorados y compuestos en los talleres de restauración de obras pictóricas (de pintura en caballete y de artefactos de papel), con personal altamente calificado a la cabeza de Roger Churata, quien estudió Restauración de Pintura en Caballete en América y en Santiago de Compostela (España). Junto a él se halla Lourdes Quispe, especialista en el tratamiento del papel, que en el momento de nuestra visita se ocupa de restaurar unos libros patrimoniales del siglo XVII y XVIII, escritos en latín y que forman parte de la biblioteca de la institución.

    Por el gran volumen de trabajo, junto con el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, se espera digitalizar todos los mapas hasta dentro de un par de años.

    A propósito, la veintena de funcionarios de la CDL destaca por su cualificación profesional en distintas áreas; por mencionar solo algunas: guiaje de museo, catalogación bibliotecaria, diseño gráfico e investigación. Esta última es de particular interés por la producción intelectual de obras como la que recientemente presentó Juan Pedro Debreczeni: ‘Guarasu’we: Fuerza y voluntad de un pueblo para no dejar de existir’ sobre una de las 36 naciones indígenas del Estado Plurinacional de Bolivia, habitantes del sureste de Beni.

    El límite entre la Casa Alzérreca y la Casa Waka se advierte en la loza de los pisos del nuevo Patio Abovedado a simple vista desde la segunda planta, donde quedan las oficinas administrativas.

    En la parte delantera, la CDL tiene una tienda de souvenirs, recuerdos, textiles y obras de la línea editorial de la Casa de la Libertad y de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.

    Biblioteca “Joaquín Gantier”

    La Biblioteca “Joaquín Gantier”, de la Casa de la Libertad (CDL), tiene 12.789 ejemplares, la mayoría sobre la historia de Bolivia, y una vitrina de libros patrimoniales que datan de hace 400 a 500 años, según la explicación ofrecida a ECOS por su responsable, Rosario Barahona.

    Se trata de una pintoresca biblioteca pública, de gran altura, con escaleras que conectan a pasillos angostos y repletos de libros y de cuyas paredes, , entre bargueños, cuelgan pinturas de arte virreinal, incluyendo un original Melchor Pérez de Holguín, todo parte de la Colección Princesa de La Glorieta.

    “Está abierta absolutamente para todos: niños, grandes, académicos, no académicos, extranjeros, bolivianos, etc.”, dice Barahona, antes de indicar que “tenemos una biblioteca especializada en la historia de la Independencia tras la adquisición antes de la pandemia, por parte de la CDL, de la biblioteca de 378 libros de Jacobo Liberman, un gran investigador sobre la vida y obra de Simón Bolívar”.

    Además, resguarda 1.463 piezas archivísticas, catalogadas entre el siglo XVII al XX, inclusive. “Es un archivo variopinto: hay testamentos, cartas, expedientes, documentos históricos de suma importancia, comenzando por el Acta de la Independencia”.

    Se puede acceder a todos estos documentos visitando la biblioteca o ingresando a la página web de la CDL (https://casadelalibertad.org.bo/) y solicitándolos en la sección de “Contacto”.

    “Denominador común”

    El valor del respeto a la historia y a la casa donde nace una patria... El director de la Casa de la Libertad (CDL), Mario Linares, lo llama “denominador común” y dice que rige tanto para los extranjeros como para los nacionales, “porque los que visitan la CDL, más que turistas fríos, son verdaderos peregrinos que vienen con una especie de sentimiento místico-religioso de respeto a un lugar sagrado”.

    Galería de presidentes (con algunos faltantes)

    En la Casa de la Libertad están colgados los cuadros de los presidentes de Bolivia. Pero faltan algunos. En el diario CORREO DEL SUR, la Dirección del museo y primer monumento nacional publicó una convocatoria, dirigida a descendientes, familiares de esos primeros mandatarios, para que provean estas obras de arte y que se pueda llenar este vacío. Uno de esos cuadros –pinturas al óleo– es el de la expresidenta Jeanine Áñez, que ya ha sido donado y pronto estará junto a los demás en la galería del Salón del Antiguo Senado.

    Y todavía faltarán los de Walter Guevara Arce, Alberto Natusch Busch, Juan Pereda Asbún y Luis García Meza, entre otros.

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