Negando a la verdadera Juana

En días pasados reapareció en Sucre una corriente de negacionismo que insiste en defender la fecha de nacimiento errónea de Juana Azurduy de Padilla

Urna con las cenizas de Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla, en la Casa de la Libertad. Urna con las cenizas de Juana Azurduy y Manuel Ascencio Padilla, en la Casa de la Libertad. Foto: Carlos Rodríguez ECOS

Oscar Díaz Arnau
Ecos / 06/11/2024 00:27

En días pasados reapareció en Sucre una corriente de negacionismo que insiste en defender la fecha de nacimiento errónea de Juana Azurduy de Padilla: el 12 de julio, pese a que investigadores locales han comprobado, con documentos de fuentes primarias, que ese día nació una homónima de la heroína de la independencia.

La generala Azurduy, nacida en La Plata, hoy Sucre, no es la hija de Matías Azurduy y Eulalia Bermúdez, tal como se creía hasta que historiadores e investigadores detectaron la confusión con la homónima Juana Azurduy Bermúdez. Uno de esos hallazgos corresponde a Hugo Canedo y fue publicado de manera primicial, en julio de 2012 (es decir, hace más de doce años), en la revista ECOS.

Otros reconocidos historiadores, como William Lofstrom, Mario Castro, Fernando Suárez y Juan José Leñero, también advirtieron del error en su momento. Y el director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), Máximo Pacheco, en el prólogo del libro de Canedo “La Guerra de la Independencia en las Intendencias de Chuquisaca y Potosí”, destaca el resultado de las investigaciones del autor, haciendo especial énfasis en los hallazgos que conciernen a Azurduy.

Los padres de la verdadera Juana se llamaban Isidro Azurduy y Juliana Llanos, según confirma en la siguiente entrevista el profesor e historiador Norberto Benjamín Torres, quien ha estudiado a profundidad y editado libros sobre los orígenes de Azurduy Llanos. Él también explica qué significa para cualquier pueblo del mundo la negación de los estudios de profesionales de la investigación.

ECOS. ¿Cuáles han sido los principales hallazgos relacionados con Juana Azurduy y que cambiaron la historia oficial que se tenía sobre ella hasta ese momento?

Norberto Benjamín Torres (NBT). El acta de matrimonio de Manuel Asencio Padilla y Juana Asurdui, de 19 de mayo de 1799, ya se la había reconocido públicamente en 1980, en Ravelo, por la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre. Después fue publicada por Valentín Manzano Castro en uno de los primeros Anuarios de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica. En 2002, se incluyó en el Diccionario Histórico de Bolivia la misma fecha de matrimonio, de acuerdo con el acta conocida.

El 2012, el Ing. Hugo Canedo publicó en la revista ECOS cuatro actas de matrimonios, correspondientes a unas hermanas, hijas de Isidro Asurdui [grafía original del apellido de la familia] y Juliana Llanos: Cecilia, Rosa Lía, Melchora y Juana. De esta manera, se confirmaba que la Juana Azurduy nacida el 12 de julio de 1780, hija de Matías Azurduy y Eulalia Bermúdez, era una homónima y no la esposa de Manuel Asencio Padilla.

En noviembre de 2014, encontré el acta de bautizo de Juana, hija de Isidro Asurdui y Juliana Llanos, bautizada en San Pedro de Tarabuco el 26 de marzo de 1780. Considero que este hecho marcó un punto de inflexión para la historiografía sobre el personaje. Porque con ese documento se pudo identificar plenamente a Juana Asurdui de Padilla, la heroína, la esposa de Manuel Asencio Padilla. A partir de ese momento, se siguió investigando hasta elaborar una genealogía de la familia Asurdui Otálora, de donde proviene Juana y que se publicó en la segunda edición, en 2018, del libro ‘Juana Asurdui de Padilla (1780-1862). La historia detrás de la leyenda’ [de autoría de Benjamín Torres].

ECOS. ¿Por qué es importante considerar estos hallazgos?

NBT. Es importante considerar estos hallazgos porque ayudan a corregir algunos datos biográficos sobre el personaje y su entorno familiar. Además, lo destaco porque es producto de la investigación histórica que se realiza en Sucre.

ECOS. ¿Por qué es importante tomar en serio —como ciudad, como país, como sociedad— el resultado del trabajo de los investigadores e historiadores en este y en todos los temas en general?

Sacralizar la historia

Indigna será la ciudad de la Casa de la Libertad, donde nació Bolivia; la que alberga al Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), uno de los más importantes del continente y del mundo; en la que se fundó la ínclita Sociedad Geográfica y de Historia Sucre, hace casi 140 años; en la que funciona la Carrera de Historia de la cuatricentenaria Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, si sus hijos no son capaces de respetar la labor de los investigadores con el argumento de que los hechos históricos (o sus protagonistas: por héroes, por impolutos) “no se tocan”.

Aunque parezca mentira, esa es una de las razones que se ha esgrimido a la hora de negar lo ya demostrado: que Juana Azurduy Llanos, la verdadera heroína, no nació un 12 de julio de 1780 sino un día aún no determinado, pero de enero de ese año. También se ha argüido que es “mejor” no reeditar viejas polémicas, como ocurrió con la fecha de fundación de Sucre, porque esto genera división en la sociedad (¿?).

Con criterio tan absurdo, habría que cerrar el ABNB, el Archivo Arquidiocesano Monseñor Taborga, la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica, la Carrera de Historia y todas las bibliotecas de la ciudad. No tiene sentido mantener abiertas estas instituciones si lo que de ellas se obtenga, producto de los trabajos de investigación, no será tomado en cuenta o, peor aún, será negado porque sí y punto.

Estas corrientes de negacionismo reaparecen de tanto en tanto en círculos proclives a la sacralización de la historia. Algo anacrónico, por supuesto, contrario a las sociedades que, con sensatez, en pleno siglo XXI, se dejan guiar por el faro del conocimiento, la ciencia y la razón.

NBT. El trabajo de investigadores e historiadores profesionales, basados en fuentes primarias, debe ser tomado en cuenta porque provee información nueva, en el caso de los hallazgos y las nuevas perspectivas de interpretación histórica, y porque confirma o corrige lo conocido, en el caso de la historia/tradición oral.

La investigación histórica brinda un importante bagaje documental e información para el conocimiento popular. Puede ser utilizada como fuente de inspiración para las diferentes artes porque ayuda a corregir datos que, según el tiempo transcurrido, se comprobó que están errados. 

ECOS. ¿Qué ocurre cuando ese trabajo, adrede o por negligencia, no es tomado en cuenta?

NBT. Cuando se subestima el trabajo del historiador, como es el caso de Juana Asurdui de Padilla, estamos perdiendo una oportunidad inmejorable de conocer un poco más de nuestra historia, de conocer a nuestros referentes históricos de la manera fidedigna posible. Y como consecuencia, seguimos construyendo/manteniendo un imaginario que se basa en mitos y leyendas, que es una base muy débil sobre la cual no se puede asentar ninguna identidad cívica o sentido de pertenencia •

 

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