Las cabezas del águila bicéfala del escudo de Potosí
La semana entrante se presentará, por fin, el libro “Provisiones del virrey don Francisco de Toledo para las minas de Potosí (1570-1580)”, en el marco del encuentro internacional de historiadores para ocuparse de “La independencia desde Potosí”, los días 18 y 19 de noviembre.
La semana entrante se presentará, por fin, el libro “Provisiones del virrey don Francisco de Toledo para las minas de Potosí (1570-1580)”, en el marco del encuentro internacional de historiadores para ocuparse de “La independencia desde Potosí”, los días 18 y 19 de noviembre.
Se trata de una edición de lujo que pasó toda una serie de peripecias para llegar a manos del público: es una obra compartida de Clara López Beltrán, que encontró el documento y lo estudió, y Ana María García, que transcribió el legajo de documentos con la siempre compleja caligrafía del siglo XVI. La burocracia de la Gobernación retrasó el pago y López falleció sin haber visto publicada su obra que, así, se convirtió en la última de su indudable aporte.
Se trata de un libro que servirá a las futuras generaciones, porque en él se puede encontrar la primera legislación minera del territorio hoy boliviano, pero su valor actual radica en que aclara, de una vez por todas, por qué las cabezas del águila bicéfala del escudo de Potosí están cortadas. Y la obra de Clara aclara porque incluye la provisión de Toledo sobre “las armas que se le dan para su adorno y auxilio” que no es otra cosa que la disposición virreinal sobre el escudo que se publicó por primera vez en la “Monografía del Departamento de Potosí” publicada por Modesto Omiste en 1892.
Es todo un legajo de provisiones que, en conjunto, confirman que la del escudo de Potosí fue copiada con errores. Una explicación más sencilla: lo de “cabezas cortadas” es una transcripción mal hecha de “cabezas coronadas” ya que encima de la figura del águila está una corona imperial, que confirma que el águila tiene esa misma calidad. Todos los expertos que consulté aceptan como válida esta tesis y coinciden en señalar que ningún funcionario del rey representaría al águila imperial con las cabezas cortadas, puesto que eso sería interpretado como una gran falta de respeto a la figura del emperador Carlos V.
La posibilidad del error es reforzada por la advertencia de López Beltrán de que “las disposiciones gubernativas transcritas y publicadas en el conjunto de documentos objeto de esta publicación, están reunidas en un volumen encuadernado en pergamino. Les confiere un sello de autenticidad la firma del virrey Toledo, aunque resulta difícil saber si fueron estampadas de su puño y letra o, de manera autorizada, caligrafiadas por el escribano o notario encargado de la transcripción”.
Esto coincide con lo que advertí en 2023 en el libro “La fundación y el escudo de Potosí”: “Estos errores podrían ser el resultado de una mala transcripción del documento de Toledo”. También dije que “eso podría dilucidarse si se estudiara el documento original, siempre y cuando sus redescubridores dijeran dónde está”.
Doy gracias a Dios por haber escuchado ese clamor. Precisamente al llevar el libro al Archivo y Biblioteca de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), me enteré, de labios de su directora, Marilyn Sánchez, que las investigadoras Clara López Beltrán y Ana María García habían encontrado y trabajado un manuscrito del siglo XVI que contenía disposiciones del virrey Toledo mayoritariamente emitidas para Potosí. Se trata de un tesoro de incalculable valor para los investigadores de ese periodo ya que son provisiones toledanas promulgadas entre 1570 y 1580. Pero el milagro no queda ahí: el corpus contiene la provisión del escudo. ¡Aleluya!
El libro de López y García ya estaba listo para entrar a imprenta, pero no había planes inmediatos de imprimirlo, ya que ninguna institución había manifestado su interés en hacerlo.
Desde que me enteré de eso, me puse en campaña para conseguir que el libro sea impreso. Reporté la noticia a la directiva del Concejo Municipal, pero no parecieron muy interesados así que dirigí mis pasos a otro lado. La circunstancia propicia de que el entonces nuevo gobernador de Potosí, Marco Antonio Copa Gutiérrez, tiene interés de dejar un legado cultural permitió el resto. Aceptó encargarse de la publicación y hasta se dispuso que sea en tapa dura, para mejor memoria.
Y aquí está el libro, como si el creador mismo hubiera marcado el camino.
Gracias a su publicación, ya sabemos que todas las provisiones de Francisco de Toledo que forman parte de él no son las originales, pero sí copias o transcripciones de la época que, por eso mismo, dieron lugar a la comisión de varios errores. La letra empleada por el copista es procesal castellana, pareja, bien terminada, redondeada, sin acentos con puntuación anárquica y abreviaturas conocidas. El trazo sigue una alineación exacta, aunque, en cláusulas secundarias se reconoce la prisa con que estampó el trazo”, advierte López Beltrán.
En el compilado que se presenta ahora en forma de libro hay casi medio centenar de provisiones extendidas por el virrey Francisco de Toledo y la mayoría de ellas, por no decir todas, contienen errores, mayoritariamente de copiado o transcripción. Existen errores hasta en la escritura del nombre del virrey, puesto que se lo puede encontrar escrito como “Ffrancisco”, con doble “f”, y varias veces en el mismo documento.
Las letras de los documentos son distintas, lo que demuestra que los amanuenses o copistas eran más de dos, lo que aumenta la posibilidad de errores al copiar o transcribir.
Se confirma la hipótesis: la provisión del 2 de agosto de 1575 se hizo con errores, atribuibles al o los amanuenses o copistas, y, cuando los funcionarios del virrey se percataron de eso, prefirieron no mandarla a Potosí, hasta que sea corregida. Los hechos demuestran que los errores no fueron enmendados, así que el documento nunca fue enviado ya que, en otras fuentes documentales, como las actas del Cabildo de Potosí, no existe ningún indicio de que eso haya ocurrido, a diferencia de otras provisiones que sí llegaron a la ciudad y fueron debidamente aplicadas.
El conjunto de provisiones llegó de alguna manera a La Paz y ahí fue donde alguno de los amigos o corresponsales de Omiste llegó o llegaron a conocerlo e hizo o hicieron una copia de por lo menos los dos documentos publicados en la monografía de 1892. Como no se puso el origen de la copia, el dato del lugar donde se encontraba se perdió hasta que el legajo apareció en el archivo de la UMSA, probablemente como parte de la donación de algún archivo o biblioteca particular. Allí lo “redescubrieron” López y García.
Con la publicación de este libro se llena un vacío de la historia de Potosí, pero, a la vez, surge un árbol con ramificaciones para muchos otros temas que están contenidos en las provisiones. Apoyándome en mis estudios de Derecho puedo afirmar que aquí está la base de la legislación minera de Bolivia. Por este último apunte, considero que “Provisiones del Virrey don Francisco de Toledo, para las minas de Potosí (1570-1780)” es otro hito para la investigación de la historia potosina, equiparable a lo que fue, en 1965, la publicación de la “Historia de la Villa Imperial de Potosí…”, de Bartolomé Arzáns, desconocida hasta entonces por el gran público.
Tal es la importancia de este libro y el motivo por el que, de una u otra manera, me haya involucrado en su impresión •
* Juan José Toro es cronista de ECOS y fundador de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí.
** Clara López falleció luego de la edición del libro que es referido por este artículo.