Potosinos verdaderos patriotas
La Guerra de la Independencia, de largos 15 años, trajo consigo dolor y luto en la población de Charcas; cientos de patriotas fueron parte de la lucha armada por la liberación del yugo español. Llenos de convicción, fueron consecuentes con sus ideales y jamás los traicionaron.
La Guerra de la Independencia, de largos 15 años, trajo consigo dolor y luto en la población de Charcas; cientos de patriotas fueron parte de la lucha armada por la liberación del yugo español. Llenos de convicción, fueron consecuentes con sus ideales y jamás los traicionaron.
Estos son algunos de los potosinos que participaron en las batallas de la independencia.
Mariano Subieta Balzeda
Don Mariano nació a las faldas del Sumak Orcko el 16 de julio de 1790. Sus padres fueron don Antonio Subieta y doña Dominga Balzeda y sus padrinos, don Domingo Calzada y doña Gregoria Terrazas. Entregó su vida a la patria. En los últimos días de su existencia, el 10 de noviembre de 1877 fue homenajeado por el Concejo Municipal. El Dr. Pedro H. Vargas, como presidente de la “Sociedad Cortés”, “coronó las venerables sienes del anciano con una corona de laurel”. Vargas fue hijo del patriota Gregorio Vargas, compañero de lucha de doña Andrea Arias y Cuiza y padre de Calixto, concebido con Andrea.
Mariano “aún no había cumplido 19 años cuando ingreso a la sociedad secreta que en 1809 se fundó en Potosí a favor de la causa americana, y marcho comisionado a Chuquisaca para entrar en acuerdos con los patriotas que preparaban el movimiento revolucionario del 25 de mayo.
El 10 de noviembre de 1810 se apoderó de la guardia en unión del coronel don Diego Barrenechea, y desarmándola, apoyado por el pueblo de Potosí, que en tumulto acudió al cuartel, pasó a formar un cuerpo de cívicos inscribiéndose él en primer lugar en la lista de voluntarios.
Concurrió a la batalla de Huaqui y se vio obligado á regresar á las provincias argentinas con los dispersos del ejército auxiliar. […] Volvió a su patria con Belgrano en 1813, después de haber cosechado brillantes laureles y grados militares en Tucumán y Salta. […] Nuevamente derrotado en Vilcapujio y Ayoma, torno con Belgrano a la Plata”.
En 1815, con la fe inquebrantable en conseguir la libertad de su patria, se incorporó nuevamente a las fuerzas auxiliares de Argentina. Participó en la campaña del general Rondeau, derrotado en Pocona, huyó al Perú, de allí a Colombia, donde se alistó en las filas del ejército de Nariño y, derrotado en Pasto, volvió a su ciudad natal. Fue perseguido por los “tribunales de purificación” establecidos por Pezuela en las provincias del Alto Perú, se vio obligado a huir de Potosí abandonando a su tierna esposa con la que acababa de matrimoniarse, para no volverla a verla jamás”.
Dirigió sus pasos hacia el sur y en Argentina recibió de Manuel Belgrano todo su apoyo. Con el grado de alférez se incorporó a la expedición de Urdininea; fue hecho prisionero y remitido preso a Casas Matas del Callao. Luego de varios intentos, logró fugarse, pero fue nuevamente capturado y para mayor escarmiento lo enviaron a España, a la prisión de “Ceuta con grillos y cadenas que no las quitaron ni a bordo”. Estuvo en las cárceles del castillo de San Sebastián, en las de Granada, Alicante, Cádiz, Sevilla y Valencia. Sufrió humillaciones, se le obligó a empedrar las calles de Madrid, a que barriera las de Sevilla y a que cargara basura en la espalda en las de Alicante, Granada, Valencia y Cádiz. Permaneció en Ceuta hasta 1822 y logró evadirse para, luego de interminables peripecias, llegar a Buenos Aires.
De vuelta a su querida patria en 1825, fue destinado a servir de guarda en la Aduana de Cobija, “donde construyó el primer bote y la primera casa que tuvo Bolivia en la costa”. En 1843 fue ayudante del prefecto Tomás Frías, “colocación humilde que adquirió en premio a su comportamiento en Ingavi […]. “Fue dependiente de minas en Porco y Guariguari, y maestro de la escuela en Llocalla y Tinguipaya”.
“Así fueron deslizándose los últimos días del patriota, en la obscuridad y la miseria, olvidado de todos sus conciudadanos, hasta que los jóvenes de la ‘Sociedad Cortés’, lo sacaron en triunfo de su humilde rincón, en momentos en que Potosí vestía de gala y festejando su memorable fecha” (Fuente: “A.H.P. Libro de homenaje al primer centenario del 10 de noviembre de 1810. Pág. 155-158).
Manuel Ascencio Padilla G.
En la Intendencia de Potosí, población de Moromoro, provincia de Chayanta, en la familia de los esposos Padilla-Gallardo el año 1774 nació Manuel Ascencio. Su partida de nacimiento textualmente dice:
“En esta parroquia de San Miguel de Moromoro en 28 de septiembre de 1775 años. Yo el Tte. de cura Pedro Layseca puse óleo y crisma y bautice a Manuel de un año, legítimo de Melchor Padilla y de Eugenia Gallardo españoles de esta Doctrina y residentes en la hacienda de Chipirina, padrinos Joseph de Herrera y Nicolasa Acosta, a quienes advertí su obligación y parentesco espiritual y para que conste lo firme”.
Manuel, desde su infancia hasta su madurez, estuvo relacionado con la gente originaria, estrechamente ligado a las faenas agrícolas, lo que le permitió conocerlos en la dimensión real de su existencia, lo que despertó en él sentimientos de solidaridad que aflorarían años después.
En Charcas, iniciada la Guerra de la Independencia, los primeros en abrazar la causa patriótica fueron estos dos potosinos. Lo hicieron junto a la expedición del Dr. Castelli y Balcarce. Manuel apoya al ejército con hombres, alimentos y semovientes, llegando juntos hasta los confines de Guaqui. Los patriotas Padilla y Camargo en ningún momento desfallecieron y, pese a las derrotas del Ejército Auxiliar, conformaron sus partidas guerrilleras en la Laguna y Cinti.
Pasada la desastrosa contienda de Guaqui, retornó a su hacienda y, frente a la orden de prisión por considerársele “castillista”, tuvo que esconderse. Sin embargo, ante el levantamiento de los indios de Sica Sica, se apresuró a incorporárseles y luego lo hizo a las fuerzas de Esteban Arze, quien lo nombró comandante de las Doctrinas de Moromoro, Pitantora, Guaicoma, Pocpo, Quilaquila. A partir de estos acontecimientos, reclutó hombres y hostilizó al enemigo, “siguió embarazando los caminos y cortándolos”.
El general Goyeneche, implacable con el enemigo, ordenó una sañuda persecución de los patriotas. Don Manuel no tuvo más alternativa que “dejando a su esposa y familia en el bosque, sin tener con que mantenerse, ni menos poder parecer a luz”, tuvo que marchar hacia el sur”.
Después de múltiples percances, a las órdenes del general Belgrano, fue parte del ejército en la triunfal Batalla del Tucumán. Luego, en su marcha al norte, participó en la Batalla de Salta, donde cayó herido del brazo izquierdo. Lamentablemente el segundo Ejército Auxiliar sufrió las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Tras estos dos contrastes, Manuel Ascencio formó sus propios cuerpos de lucha, fueron los campesinos sus soldados de primera línea y se incorporó su esposa, doña Juana Azurduy Llanos. Durante los siguientes años dieron dura batalla a las tropas españolas. Murió en el campo del honor el 14 de septiembre de 1816.
Don Manuel Ascencio, en respuesta a una carta del Gral. Rondeau, hizo conocer sus sentimientos de patria:
“Lo haré como he acostumbrado hacerlo en más de cinco años por amor a la independencia, por la que los altoperuanos privados de sus propios recursos no han descansado en seis años de desgracias, sembrando de cadáveres sus campos, sus pueblos de huérfanos y viudas, marcados con el llanto, el luto y la miseria. […] El Alto Perú reducido primero a cenizas, que a la voluntad de los españoles. Para la patria son eternos y abundantes sus recursos, V.S. es testigo”. (Fuente: “Hugo Canedo. La guerra de la independencia en las intendencias de Chuquisaca y Potosí. 2015”).
Melchor Daza
Don Melchor nació en Potosí el 7 de enero de 1791. Sus padres fueron don Manuel Daza y doña Tomasa de Oré. Su niñez y su juventud las transcurrió en su ciudad natal y en las fincas que tenían en propiedad sus padres. Joaquín Gantier, al referirse a este patriota, nos dice: “de esta cómoda situación económica y social no sabemos por qué abrazaría la causa de la emancipación. Seguramente vio la inmisericorde explotación del indígena y su conciencia lo condujo a la rebelión”.
El 10 de noviembre, un tierno Melchor participa junto a los patriotas que hicieron escuchar sus voces de libertad. Se incorpora al Ejército Auxiliar en el Regimiento “Húsares de la Patria”, como teniente graduado, y el 20 de junio de 1811 participa en la Batalla de Guaqui. Luego de la derrota de las fuerzas libertarias, decide trasladarse al norte argentino, estableciéndose en Jujuy y Salta.
Junto al ejército de Belgrano participa en las batallas de Tucumán (24-09-1812) y Salta (20-02-1813) y recibe dos medallas del Gobierno del Río de la Plata: “Melchor Daza, por su actuación en la batalla de Salta, fue condecorado y luego ascendió al grado de Capitán en el regimiento de Caballería de Línea, llamado ‘Del Perú’”.
El ejército triunfante de Belgrano, en territorio de Charcas, tuvo dos encuentros con las fuerzas del general español Pezuela. En Vilcapugio (01-10- 1813) y Ayohuma (14-11-1813) es derrotado y sus tropas toman la retirada. El capitán Melchor Daza, habiendo actuado valientemente en ambas batallas, se incorpora a los soldados de la patria, llegando nuevamente al norte argentino. Luego de su participación en las memorables batallas, Melchor es ascendido en 1814 al grado de Teniente Coronel, quedando bajo las órdenes de Martín Miguel de Güemes, en Salta.
Siguiendo los méritos de este patriota potosino, cabe resaltar que “fue nombrado como diputado representante de Potosí a la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813, así como al Congreso de Tucumán de 1816”.
En la campaña del general San Martín en Perú, recibió un pedido de apoyo de parte del general José Antonio de Sucre. Este envió al general Santa Cruz y sus tropas, quienes participaron en la Batalla de Pichincha (24-05-1822). En las fuerzas argentinas, Melchor Daza comandó el batallón Cazadores. Por su heroica actuación recibió la condecoración “A los libertadores de Quito”.
En 1825, estuvo bajo las órdenes del general José María Pérez de Urdininea en la “División Auxiliar del Sur”, como colaborador principal en el cargo de “Ayudante”, presentes en la región de Cotagaita y atentos a la fuga del general Pedro Antonio de Olañeta. Tras los hechos de Tumusla, conjuntamente su División, arribaron a la ciudad de Potosí.
En la fundación de la República, Daza fue parte de la Asamblea Deliberante como diputado por Potosí y estampó su firma en el Acta de la Independencia de la nueva república de Bolívar. Falleció en su ciudad natal el 12 de junio de 1866. (Fuente: “Ernesto Daza Rivero. Coronel Melchor Daza. Breve bio-bibliografía ilustrada. 2011”).
Homenaje en el Bicentenario
Estas son breves biografías de tres valientes patriotas que, con profundo amor y convicción, dedicaron su vida a la consecución de la independencia de su patria. Fueron protagonistas en las grandes batallas de esa gesta. A ellos, patriotas potosinos, debemos rendirles nuestro homenaje póstumo, puesto que no dudaron en ofrendar sus vidas por una patria libre y soberana.
Nuestra misión en el próximo Bicentenario es realzar a estos héroes que se mantuvieron firmes en la lucha emancipadora. No a otros que, vislumbrando una derrota inminente, no dudaron en pasarse a las filas patriotas, luego de haber sido fieles vasallos del rey y verdugos de los nacidos en estas tierras.
Considero propicia la oportunidad de celebrar el Bicentenario erigiendo un monumento que perpetúe a los héroes potosinos de la Guerra de la Independencia. Sugiero como ubicación la plaza del Teatro IV Centenario, puesto que allí fue el camposanto de la época colonial, donde descansan restos de patriotas anónimos •