“Zulma: ¿y ahora qué?”
Este es un texto de confesiones.
Este es un texto de confesiones.
La primera confesión es que yo tengo la mala costumbre de colocar primero el titular, cuando de artículos se trata, y eso retrasa el inicio de su escritura. Este, por lo tanto, tardó bastante en arrancar.
Para este artículo, el primer título en el que pensé fue “Una reina llamada Zulma” puesto que quería jugar con el título honorífico que tiene Zulma Yugar de “reina de la canción boliviana”. Eso me serviría, además, para contarles a mis lectores que ese no es su verdadero nombre, algo que muy pocos sabían hasta antes de la publicación de sus memorias.
Pero a medida que iba avanzando en la lectura de “A Bolivia desde el alma”, me di cuenta que el libro es una autobiografía, pero no desde la perspectiva de quien recuerda su vida y escribe desde ella. En cada una de las 414 páginas de esta obra, Zulma Yúgar abre no solo las puertas de sus memorias, sino de su alma, y es por eso que, muchas veces sin preparación alguna, nos encontramos con líneas como esta:
“El divorcio con Memo en 1974 fue un golpe muy duro porque me recluí durante todo el año siguiente”.
Ante semejante hallazgo, decidí cambiar de título para este texto y ensayé el segundo, “Las confesiones de Su Majestad”, porque confirmé que Zulma Yúgar, “la reina de la canción boliviana”, nos cuenta su vida sin secretos, sin guardarse nada. Ese convencimiento me duró hasta la página 164 en la que me encontré con un titular que nunca se publicó, “Zulma: ¿y ahora qué?”, que me pareció fascinante.
Pero permítanme que les cuente de qué se trata.
Es preciso retroceder en el tiempo, hasta las eliminatorias para el Mundial Argentina ’78, cuando la selección boliviana formaba con Luis Galarza en el arco, Eduardo Angulo, Jimmy Lima, Víctor Eduardo Villalón, Windsor Alfredo del Llano, Víctor Hugo Bravo, René Domingo Taritolay, Luis Fernando Bastida, Carlos Aragonés, Erwin “Chichi” Romero y Ovidio Messa.
Al comenzar la primera fase, de grupos, el equipo nacional se convirtió en la revelación de las eliminatorias porque le ganó 1-0 de local a Uruguay y como visitante a Venezuela por 1-3. Tras empatarle 2-2 a Uruguay, en su casa, clasificó como el primero de su serie. Pero otra fue la historia en la segunda fase porque sufrió sendas goleadas de 8-0 frente a Brasil y 5-0 ante la selección peruana. ¿Qué había pasado? Quien había cambiado era Ovidio Messa, que había abandonado la concentración de La Verde para encontrarse con Zulma Yugar. Sí, en sus memorias, la reina Zulma admite que tuvo una relación con el futbolista quien no solo no asistió a los entrenamientos a los que estaba obligado, sino que “para colmo, cuando (ella) tenía una presentación artística, él aparecía entre el público”. Zulma afirma que ella no motivaba a Ovidio para eso, pero él terminaba haciéndolo, solo por verla. “Los hinchas me echaban la culpa de todo; si fallaba un gol o si perdía el equipo, me atribuían la responsabilidad”, se queja.
En aquel ya lejano 1977, y por la influencia de mi padre, periodista deportivo, yo tenía nueve años y todavía vivía en el planeta fútbol, así que me afectaba lo que pasaba con la selección. Debido a esas derrotas, a Bolivia solo le quedaba el repechaje y Messa tampoco se presentó a la concentración para el partido de ida con Hungría, que perdimos por 6-0.
En aquellos años, el suplemento de deportes más influyente era Hoy Deportivo, que dirigía el potosino Miguel Velarde Tapia, y que la noche de aquella goleada llamó a Zulma Yugar para alertarle que el titular de apertura de esa separata era un titular a seis columnas que decía “Zulma: ¿y ahora qué?”, lo cual era un reclamo directo a la artista por supuestamente distraer al eximio futbolista.
“Le pedí a Miguel que tratara de impedir esa publicación entre explicaciones sin mucho fundamento. Por suerte y con mucha sutileza, evitó que se publicara esa terrible nota”, confiesa “la reina de la canción boliviana”. Finalmente, Messa acudió a la última concentración, pero ya era tarde. Hungría nos ganó por 2-3 en el estadio “Hernando Siles”, de La Paz.
“Zulma: ¿y ahora qué?” es el titular que no salió nunca, pero que yo, profano detestable, resucito para este texto en el que todavía veremos algunas otras confesiones.
Confieso, por ejemplo, que, para mi familia, y miles a lo largo del territorio nacional, Zulma Yugar siempre fue una estrella; es decir, alguien que estaba en el firmamento, en la bóveda celeste, brillando entre muchas otras, pero inalcanzable, intocable, sin importar cuánto saltáramos. Por eso, fue toda una novedad saber, tres años después, que había llegado a San Martín, muy cerca de mi casa, pero no a cantar, sino simplemente de visita.
No la vimos, porque estaba en la casa de los Arias, en la calle Bolívar y detrás del templo de San Martín, pero a nadie se le ocurrió ir a espiar por las ventanas porque había una novedad todavía mayor: una preciosa niña, como de ocho años, peinada con trencitas, que fue a jugar en el mismo callejón paralelo a la calle Pizarro donde yo iba a visitar diariamente a Omar Espada, mi amigo de la infancia Y aquel memorable día jugamos como los niños inocentes que éramos, con esa muñequita, y nos enteramos que esa muñequita era la hija de Zulma Yugar. Y lo de muñequita no fue gratuito porque, años después, la vi en periódicos y revistas convertida en una hermosa jovencita cuyo nombre era Zulma Arze Yugar, pero se presentaba con su apelativo artístico de Muñeca.
Aquel episodio confirmó el rumor que recorría nuestro barrio con la misma serenidad con la que don Juan Arias, el organista de San Martín, iba de su casa al templo todos los domingos: Zulma Yugar estaba de novia de Gerardo Arias, el vocalista de Savia Andina. Era LA PAREJA del mundo del espectáculo de entonces y estaban ahí, en la zona alta de Potosí, prácticamente en nuestras narices.
Y aquí tengo que hacer un paréntesis a favor de mi gremio: ustedes concederán que, por mucho que se la calumnie, que se la ataque tildándola de sensacionalista y poniéndole otros rótulos, la prensa boliviana no es como la de otros países, que se mete sin pudor en las vidas privadas de las personas públicas y las publica sin consideraciones. Durante todos estos años, la vida privada de Zulma Yugar fue respetada y ella pudo desarrollarla con una libertad de la que no habría podido disfrutar en otros países. Por eso es que nunca tuvimos titulares escandalosos o amarillistas respecto a algo tan natural como el noviazgo de dos personas libres.
En este caso, yo recién tuve la confirmación del noviazgo este 2024, en el libro “A Bolivia desde el alma” en el que “la reina de la canción boliviana” nos lo cuenta con un respeto insuperable: “La Patria y el sentimiento unieron nuestras vidas”, dice y agrega que “fui recibida con el calor humano de la madre, Doña Eduviges, y de toda la familia (Arias); la misma que mantenía Gerardo con mis padres”. Pero el noviazgo no llegó al matrimonio y terminó con el mismo respeto con el que se inició. Zulma dice lo siguiente sobre ese episodio de su vida: “Pienso que fue una relación que marcó nuestras vidas de manera positiva y definitiva”.
Zulma Yugar no se casó con Ovidio Messa ni Gerardo Arias, pero conoció el matrimonio muy jovencita, en 1970, cuando se casó en secreto con Memo Arze, el padre de Muñeca. Y, en su libro, también conocemos detalles de aquello que allá, terminando los ’70 y comenzando los ’80, se limitaba al rumor. Nuestra reina lo pone con todas sus letras: “Su nombre completo es Guillermo Arze Toledo y le decimos Memo”. Fue un artista, pero nunca llegó a los niveles de Zulma. “Actualmente él vive en Riberalta acompañado de su hermano menor —detalla—. Sabemos que camina con dificultad, pero aún sigue cantando con el mismo encanto y belleza que le caracteriza”.
Así, pues, las memorias de Zulma Yugar contienen confesiones que, por eso mismo, son revelaciones, detalles que los periodistas generalmente no incluían en sus crónicas como, por ejemplo, el verdadero nombre de la reina: Gloria Zulema Yugar Párraga. Lo de Gloria fue por la partera de su madre, Gloria Alvis, y su nombre sufrió el recorte de la letra “e” en el tiempo en que nuestra cantautora vivía en Argentina, por exigencia de los productores musicales que le pedían un apelativo artístico por razones de mercadotecnia.
Como verán, vale la pena leer el libro, pero no para pasearnos por la vida de su autora, pese a que ella nos invita a eso, sino para saber que la reina sí es una estrella, pero alcanzable, porque ella nunca se alejó de su público, ni de su país. Retornó de Argentina y, aunque ya tenía contrato firmado con Televisa, en México, cedió a la nostalgia por su país de piel morena y retornó no solo para seguir regalándonos su canto, sino para trabajar por la cultura, como lo hizo desde su productora, desde su fundación, desde el Ministerio…
“Zulma: ¿y ahora qué?”, fue la pregunta con tono de interpelación que no se publicó en 1977, pero que he tomado ahora, 47 años después, para hacer una afirmación como resultado de mi lectura de “A Bolivia desde el alma”: cuando un personaje público escribe sus memorias, generalmente lo hace en los tramos finales de su vida, para cerrarla con un relato personalista de esta, pero las de Zulma Yugar no son un final, sino un inicio. Son una declaración de que esta extraordinaria mujer, esta estrella, esta reina, tiene todavía mucho para darle a Bolivia, porque mantiene vigentes varios de sus proyectos de rescate y promoción de la cultura, así que vuelvo a preguntar “Zulma: ¿y ahora qué?”, “¿qué tienes para nosotros?” y la respuesta indudable es mucho… mucho… •