Un genio llamado Volfi Amadeus

Se cumplen 40 años de un monumento musical: el filme ‘Amadeus’, de Milos Forman

Afiche de la película. Afiche de la película.

Pablo Espinosa para Ecos
Ecos / 11/12/2024 02:17

Se cumplen 40 años de un monumento musical: el filme ‘Amadeus’, de Milos Forman, cuyo protagonista es la música de Mozart, contrario a quienes piensan que los del frontispicio son los actores que personifican a Mozart y a Salieri, como se cree y es que de esta historia se conciben muchos equívocos que forman parte, precisamente, de la trama teatral, que de eso se trata toda la película: una serie de artilugios dramatúrgicos en este caso para mostrar al mundo la belleza de la música del compositor austriaco.

A la fecha, persiste la falsa idea de que Amadeus es una biopic, pero para nada. Es una pieza dramatúrgica nacida de un mito que creció en el siglo XVIII y que recogió en un drama en verso el constructor de la literatura rusa, Aleksandr Pushkin (1799-1837), acerca de un supuesto envenenamiento de Mozart de manos de Salieri, del que resultó muerto, y el móvil, según la leyenda, serían los celos de Salieri por la brillantez de Mozart.

Mi querido maestro José Emilio Pacheco (1939-2014) publicó en Ediciones Era el texto de Pushkin con un prólogo suyo donde refiere momentos históricos notables, entre ellos, que el gran actor Konstantin Stanislavski (1863-1938), creador del ‘Método Stanislavski’, vigente a la fecha, interpretó a Salieri en más de una ocasión.

Al referirse a la película que hoy nos ocupa, Amadeus, el poeta José Emilio Pacheco narra así el deceso del músico: Los restos de Mozart se disiparon (el universo entero es su monumento, diría un epigramista griego).

Y es que, en efecto, es una película de belleza estrujante, y cada espectador posee su propia versión de ella. Para mí, es el mejor retrato de Mozart, logrado por el extraordinario actor Tom Hulce, quien estudió la música del austriaco para lograr reproducir la encantadora carcajada del compositor que él mismo dejó escrita para la posteridad, en muchos pasajes de sus obras, en especial en el movimiento tercero de su Concierto 25 para piano, donde escuchamos claramente esa carcajada. Dije el mejor retrato, no la mejor biografía, porque lo que narra Milos Forman, el director, es la ficción que escribió Pushkin y que retomó el dramaturgo británico Peter Shaffer en 1979 para escribir una brillantísima pieza teatral que estrenó en Londres y, al salir de una de las funciones, fue abordado por el cineasta checo Milos Forman para convencerlo de hacer película esa dramaturgia que mantenía al filo de la butaca al público.

La filmaron en Praga, donde Mozart vivió momentos muy felices e intensos de su vida, entre ellos los estrenos de sus obras más queridas y las fiestas con sus muchas amigas y sus muchos amigos y sus caminares solitarios en las madrugadas por las calles empedradas de esa ciudad que parece de juguete, saltando alegremente y echando al vuelo su blanca peluca y a lo lejos, en nuestro imaginario, vemos flotar en su danza los olanes de su casaca roja.

El Mozart del actor Tom Hulce es un prodigio y la Constanza de Elizabeth Berridge, en el papel de su esposa, es una celebración de la vida. De ahí tomó el Disquero la mejor manera de nombrar a Mozart: Volfi, porque así le decía de amor su amada: Volfi, no Guolfi, porque la W alemana se pronuncia V.

En la realidad, el compositor italiano Antonio Salieri (1750-1825) era un experto en caramelos: un perito en dulce. No existe ninguna razón para decir que envidiaba a Mozart porque él era más famoso, más exitoso y más todo lo que no tuvo Mozart, salvo, claro está, la genialidad divina.

Lo divino. En realidad, la dramaturgia de Pushkin que recoge Shaffer que recoge Forman tiene como epicentro uno de los temas que ocuparon mentes ociosas (es un decir) durante muchas eras: el enfrentamiento con el dios cristiano. 

Una vez desmontada la trama real, la anécdota deviene divertida: vemos en escena desplantes de caricatura de Salieri frente a las travesuras de Volfi en plena corte, en pleno podio dirigiendo el estreno de sus obras, en las fiestas tocando el piano acostado en el piso, riendo todo el tiempo a carcajadas.

Y entonces queda claro que sin la música de Mozart el filme Amadeus no sería lo que es: un homenaje a la obra de Volfi y es así como recomiendo la escucha del soundtrack de Amadeus. Ojo, hay varias opciones, la mejor es la que trae como portada el cartel de la película, el nombre de Peter Schaffer y sobre todo el nombre de sir Neville Marriner, experto en la música de Mozart, al frente de la Academy of Saint Martin in the Fields.

El primer track nos pone de lleno en la película: es el que utilizaron para el trailer y toda promoción del filme. Ese es Mozart: una mezcla de alegría con beneplácito con buen humor con libertad y, he ahí el secreto, con un halo mágico de misterio y esas dosis son las que convierten a Wolfangus Amadeus Muzartus (una de las maneras en que solía autonombrarse), como el músico favorito. Basta decir Mozart para que uno sonría” •

Sobre la película

Drama biográfico galardonado con ocho premios Óscar que trata de un genio indomable destruído por la mediocridad y la envidia humana. Milos Forman regresó más de diez años después de su exilio a la Checoslovaquia socialista para rodar una película sobre la vida de Wolfgang Amadeus Mozart desde el punto de vista de Antonio Salieri, su celoso rival. Creó una excepcional superproducción histórica que no es un homenaje a una leyenda, sino a un verdadero hombre con su talento y sus vicios.

“Perdóname, Mozart, fui yo quien te destruyó”, susurra, en medio de la noche, un viejo gravemente enfermo. Es 1823 y un excompositor de la Corte austríaca, Antonio Salieri, recuerda a su más talentoso rival, cuya vida acortó él mismo mediante sus intrigas.

Cuando Wolfgang Amadeus Mozart aparece en Viena, en 1871, le precede ya la fama de niño prodigio. Forman le presenta como a un joven infantil y arrogante, de talento musical extraordinario que diez años después muere en la miseria y despreciado. Con la misma velocidad con la que va consiguiendo la gloria y compone su música, sin corregir ni una de sus notas, va provocando escándalos y despertando indignación. Se crea enemigos a cada paso y se burla de ello sin preocupaciones. 

En la película, Mozart le dice al mismo Emperador: “Soy solamente un hombre vulgar, pero os aseguro, Vuestra Majestad, que mi música no lo es”. “¿Por qué Dios habla por medio de la música de Mozart, y no a través de la mía? ¿Dónde está la justicia en el mundo?”, pregunta Salieri, perseguido hasta el final de sus días por sus remordimientos. Él que lo sacrificó todo, tanto por la música como siendo director de la orquesta de la Corte.

Se siente una víctima de la conspiración divina. Aunque siempre ha servido fielmente a Dios, nunca deja de ser un músico mediocre, mientras que en la obra de su tan poco humilde rival se nota la inspiración divina. No obstante, es justamente él, el adversario lleno de una envidia asombrosa, quien es capaz de apreciar la música de Mozart que sobrevivirá durante siglos, mientras que la suya propia, en su mayor parte, se perdió en el olvido.

Fuente: milosforman.com

 

* Pablo Espinosa es editor de Cultura de La Jornada, de México.

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