Patriotas: Mártires por la libertad

La Guerra de la Independencia en Charcas fue una larga lucha protagonizada por cientos de sus hijos que, pese a sus limitaciones castrenses, enfrentaron al poderío español.

Masacre de Cinti. Hacienda de La Parroquia. 28 de marzo de 1815. IA

Masacre de Cinti. Hacienda de La Parroquia. 28 de marzo de 1815. IA Foto: Hugo Canedo Gutiérrez

Recibo a favor de Adriano Medinaceli. Potosí. 13 de junio de 1826

Recibo a favor de Adriano Medinaceli. Potosí. 13 de junio de 1826 Foto: Hugo Canedo Gutiérrez


    Hugo Canedo Gutiérrez
    Ecos / 20/12/2024 07:53

    La Guerra de la Independencia en Charcas fue una larga lucha protagonizada por cientos de sus hijos que, pese a sus limitaciones castrenses, enfrentaron al poderío español.

    Por su parte, el ejército español estuvo militarmente bien equipado, con buena dotación de armamento, caballería, provisión de alimentos, estipendios mensuales, uniformes y un comando de experiencia. ntre estos existieron oficiales en extremo déspotas e inhumanos que acudían a tretas deshonestas para ocasionar mortandad entre los patriotas.

    Algunos ejemplos

    Así, el coronel Jáuregui, en uno de sus partes, muy satisfecho expresó: “Tomé varios arbitrios de persuadirlos que éramos patriotas y que veníamos en persecución de tablas. Conseguí que ha esta voz se presentaron todos ellos llenos de complacencia y algazara […]  mande a pasar por las armas a 20 de ellos, con inclusión de los dos capitanes” (ABNB. PZ. Tomola, agosto 18 de 1814.Pág. 317/457).

    Lo más censurable fue la mortandad ocasionada en el valle de Cinti, en inmediaciones de la hacienda de “La Parroquia”, por el comandante Francisco Aguilera que, en un parte de guerra, mencionó: “Le hubiesen hecho cerca de cien prisioneros, pero como mi gente estaba tan furiosa por la audacia con que fueron provocados ayer, sin tener arbitrios para atenderlos, todo lo llevaron al debido efecto de bala y bayoneta […] Me es interesante pasar a Cinti a reponer mi caballería, han sepultado los cadáveres para que no haya fetidez y enfermen mis soldados” (ABNB. PZ. Parte de Aguilera. Palca Grande. 29 de marzo 1815. Pág. 84).

    El coronel Buena Ventura Centeno fue otro militar que usó a su favor astucias contra los patriotas cuando en Arpaja, el 3 de abril de 1816, sorprende al comandante Camargo, ocasionando su muerte y de 500 patriotas vilmente asesinados.

    Para el general Pezuela, comandante en jefe del ejército español, fue de gran satisfacción: “Me han dado V.S. y la Benemérita División de su mando, un momento de las más agradables de mi vida, con la plausible noticia […] sobre el buen éxito de la expedición, jamás llegue a lisonjearme que podría ser tal que diera fin de un golpe del miserable Camargo, y de tanto caudillo que pereció en la última acción. Cotagaita, 8 de abril de 1816” (ABNB. PZ. Pág. 136/153).

    Don Prudencio Miranda, joven cinteño, patriota desde el inicio de la Guerra de la Independencia, luego de una de sus incursiones con el grueso de su tropa llegó a la hacienda de Maragua.

    El 6 de agosto de 1818 fue sorprendido al amanecer por el coronel Ostria, quien en su parte de guerra dice lo siguiente: “y todo el que fue tenaz en salir por las paredes fue muerto al momento a sablazos y bayonetazo[…] Prudencio al principio del fuego, atropello por la puerta con sable en mano y logro herirme a dos cazadores […] pero habiéndolo yo conocido lo seguí con un Sargento Segundo mío Antonio Lucero, al mismo que a distancia de una cuadra lo alcanzó y logro quitarle la vida de dos hachazos que le dio en la cabeza. […] siendo todos los muertos treinta y siete, pasados por las armas esta mañana los cuatro oficiales” (ABNB. PZ.  Gaceta de Lima. Sábado 17 de octubre de 1818. No. 65).

    El caso de Medinaceli

    Otro de los oficiales muy comprometido con la corona española fue el capitán Carlos Medinaceli Lizarazu, quien no escatimaba esfuerzos por doblegar a los patriotas. El comandante potosino Esteban  Fernández, sucesor del finado Manuel Ascencio Padilla, remarcó: “El 10 de enero tuve partes que el enemigo situado en Santiago salió en número de 400, al Mando del desnaturalizado Carlos Medinaceli. Santa Elena, abril 2 de 1818” (Biblioteca de Mayo. Pág. 13651. B. Aires. 1963).

    Medinaceli, español nacido en Charcas, fue un oficial fiel a su patria. Así se expresó en su parte de guerra: “[…] como verdaderos vasallos de nuestro amado Monarca el Sr. D. Fernando VII aspiran a sacar con todo lucimiento sus armas” (ABNB. Gaceta de Lima. Viernes 10 de abril de 1818).

    En los últimos días coloniales, Medinaceli, como Subdelegado en los Chichas, fue el administrador de las rentas del Rey. En la colonia, entre las atribuciones de los subdelegados estaba la del cobro de impuestos del área rural. Los campesinos cumplían sagradamente  con las obligaciones que les imponía la corona real.

    Como Gobernador de Chichas, el coronel Medinaceli era quien efectivizaba esos cobros y las normas de su manejo señalaban que los montos económicos deberían entrar a las arcas del Rey acompañados de un informe económico.

    Medinaceli, en tiempo de la colonia, había incumplido con la normativa de la rendición de cuentas de las Primicias de Navidad de 1824 (7.810 pesos). En el primer año de la república, incurrió en la misma falta, igualmente con sumas económicas altas, razón para que las autoridades republicanas lo conminasen a efectivizar su  rendición de cuentas.

    Si bien las  realizó, no estuvieron a  satisfacción de las autoridades del ramo y fue  principalmente el Mariscal Sucre quien conminó al pago de los adeudos. Entonces, efectúan un informe cuya resolución fue dirigida a  su autoridad:

    “[…] Aunque cuando esta presidencia le hubiera ordenado cargarse los gastos al ramo de Contribuciones; como tal determinación no fue impartida bien pudo él Sr. Medinaceli para salvarlas conforme a derecho o legalizar los componentes [ilegible] estos mismos al Sr. Presidente.[…] haciendo regular que dicho Sr. Coronel interesado, en estos y otros asuntos de inspección ignore sus derechos y obligaciones, que de ningún modo pueden salvarle de su responsabilidad, supuesto queda la ignorancia de derecho según ley es intolerable y nada dispensable entre los hombres, y con mucha razón entre jefes […] es de necesidad que V. obre con arreglo a derecho, es decir remitiendo la causa en su actual estado a su Excia. el Gr. Mariscal de Ayacucho y Gl. en Jefe del Exto. Unido Libertador para que con inspección de los autos resuelva lo que fuere de su superior agrado. Potosí y Dic 24 de 1825. Juan Máximo Tapia. Potosí En° 4 de 1826. Sor. D. José María Pérez de Urdininea. General de Brigada de los Ejércitos de la República, Presidente y comandante Gral. del Departamento con dictamen de su asesor general. Proveyó y firmo el auto que antecede en el día de su fecha. Ante mi Jaime Calvimontes Encargado de Hacienda Pública” (ABNB. TNC-3125. Enero 4 de 1826. Pág. 142-143).

    Ante los requerimientos del Tesoro Nacional y, principalmente, por la libranza emitida por el Mariscal Sucre, Medinaceli fue amortizando con algunos pagos. De ellos, el que resalta es el cancelado por su hijo Adriano:

    “Recibí del señor Adriano Medinaceli quinientos pesos por orden de su padre Dn. Carlos Medinaceli, a cuenta de la libranza girada contra él por el sor. Mariscal de Ayacucho, los que quedan cargados en su cuenta, y para su resguardo de este en Potosí a 13 de junio de 1826. Pedro Laureano Quezada” (ABNB. TNC-3082. Pág. 253).

    Un mes después de un depósito, mediante su apoderado efectiviza un nuevo pago:

    “He recibido de don Lucas Inchausti, como apoderado de don Pedro Laureano de Quezada, ochocientos ochenta Ps. un rr, por cuenta del Sor. Gobernador Dn. Carlos Medinaceli, a cuenta de la libranza girada contra él por el Sor. General Mariscal de Ayacucho, los que quedan abonados en su cuenta. Potosí y julio 16 de 1826. Manuel Céspedes” (ABNB. TCN-3082. Pág. 298).

    Medinaceli, por los antecedentes que pesaban sobre él, no contaba con la confianza de las autoridades superiores, por lo que poco a poco fue relegado en su autoridad militar, concedida por el general Sucre.

    Por la verdad histórica

    A 200 años de la creación de la república de Bolivia, es preciso rendir homenaje a todos aquellos compatriotas que lucharon en la guerra de la independencia, héroes que consagraron su vida para legarnos una patria libre y soberana.

    Por consiguiente, pretender rendir homenaje a personajes que en ningún momento tuvieron ideas de libertad sería una ofensa para los verdaderos patriotas que lucharon e inmolaron sus vidas.

    Todo acontecimiento histórico tiene que estar respaldado con documentación primaria de la época y la Batalla de Ayacucho, del 9 de diciembre de 1824, está totalmente expresada a través de partes de guerra suscritas por el general Antonio José de Sucre. Mientras que Tumusla, por ejemplo, no tiene documentación oficial de la época. La verdad histórica debe prevalecer.

    La historia de Potosí está escrita en páginas gloriosas de conocimiento mundial y no podemos empañarlas con falsedades que ensombrecerían la imagen de la Villa Imperial y nacional •

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