2024: Protagonistas clave

Varios políticos, un empresario y un famoso ‘hacker’, entre otras figuras de distintos ámbitos que movilizaron al mundo en el año que se va

2024: Protagonistas clave 2024: Protagonistas clave Foto: EFE

EFE
Ecos / 04/01/2025 23:33

Trump, un ave fénix político

Texto: Marta Garde, Washington EFE

Infografía y fotografía: EFE

El presidente electo estadounidense, Donald Trump, cierra este 2024 un año récord: superó dos intentos de asesinato, salió indemne de los cuatro casos penales en su contra y ganó unas presidenciales inéditas, en las que a lo largo de la campaña se enfrentó a dos candidatos demócratas.

Cuando dejó el poder en enero de 2021, tras una derrota frente a Joe Biden que sigue sin reconocer, pocos apostaban por la vuelta exitosa de un político polémico, que no ha abandonado en este tiempo su plan de conseguir que Estados Unidos, según su lema, vuelva a ser “grande de nuevo”.

En noviembre de 2022 anunció su intención de postular otra vez a la Presidencia y uno a uno el resto de aspirantes republicanos, desde el gobernador de Florida, Ron DeSantis, a la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU Nikki Haley, se retiraron de esa carrera conscientes de que la popularidad del magnate neoyorquino liquidaba sus posibilidades.

Ni siquiera la justicia pudo frenar sus aspiraciones: su caso por injerencia electoral y el asalto al Capitolio fue cerrado en Washington por la normativa que impide al Departamento de Justicia procesar a un mandatario en ejercicio, la misma que llevó a desestimar el que tenía en Florida por haberse llevado documentos clasificados, y otro en Georgia por interferencia electoral se ha quedado en vilo.

La sentencia de su juicio penal en Nueva York por haber falsificado registros comerciales para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels en la campaña de 2016 ha sido pospuesta sin fecha, tras ser declarado culpable y convertirse en el primer presidente convicto de la historia del país.

Cada victoria fue considerada un ejemplo de que la Justicia estaba manipulada en su contra y hace que no descarte la venganza cuando el 20 de enero asuma el cargo. Aunque recientemente aseguró que “no está interesado” en eso, sus nominados en puestos clave de la Administración, como Pam Bondi como fiscal general, respaldan la idea de acabar con la "politización" de la que se quejan.

Trump, de 78 años, volverá a ocupar la Casa Blanca no solo con la experiencia de su primer mandato (2017-2021), sino con un “ejército” de leales a su lado. Entre ellos, el dueño de X y consejero delegado de Tesla y SpaceX, Elon Musk, que se ha convertido en su mano derecha y a quien ha encargado el recorte de gastos federales y de la burocracia gubernamental.

El presidente electo es consciente de cómo ha superado las expectativas. En su red social, Truth Social, siguiendo la tendencia “cómo empezó/cómo acabó”, colgó la semana pasada una fotografía de su ficha policial y la completó con su portada de la revista Time, que le ha considerado la persona del año.

La de esa ficha policial no fue su única instantánea icónica del año. Queda para la historia también la que le mostró con la oreja ensangrentada y el puño alzado tras haber sido alcanzado por una bala en la oreja durante un mitin en Butler (Pensilvania), en lo que fue el primero de sus dos intentos de asesinato.

Está por ver el impacto de su nueva etapa en el poder. De momento, ha prometido indultar a los encausados por el asalto al Capitolio, llevar a cabo la mayor deportación de migrantes indocumentados de la historia y poner fin a la guerra de Ucrania en solo 24 horas.

 

Javier Milei, el economista que sacudió la política argentina

Texto: Pablo Duer, Buenos Aires EFE

Javier Milei, el economista que irrumpió en la política argentina con un discurso incendiario y una actitud irreverente, avanzó en 2024 en su ofensiva contra el Estado y se convirtió en una figura emblemática de la ultraderecha regional e, incluso, global.

De 54 años y natural del barrio porteño de Palermo, Milei tuvo un ascenso meteórico en la política argentina gracias a sus estrambóticas apariciones televisivas, en las que se presentaba como un ruidoso y combativo economista libertario.

Su irrupción estuvo marcada por un rechazo visceral a la “casta política”, un término que utiliza recurrentemente para descalificar a los actores de la política tradicional, aunque lo ha amoldado con el tiempo según su adversario de turno.

El dueño de la motosierra

El triunfo electoral de Milei, primero en las elecciones legislativas que lo convirtieron en diputado en 2021 y luego en las presidenciales de 2023 que lo llevaron a la Casa Rosada, se debió en parte a su imagen de político outsider que impulsaba ideas novedosas y distintas a las de sus contrincantes.

Tras imponerse en los comicios generales de noviembre con el 55,65 % de los votos ante el candidato oficialista Sergio Massa, asumió el 10 de diciembre y en su primer discurso anticipó que el único camino para solucionar las dificultades económicas del país era el de un severo ajuste.

Ese ajuste ha avanzado con fiereza en los últimos 12 meses con un drástico recorte del gasto público y un desguace del Estado que se ha saldado con el cierre de más de una decena de ministerios, la pérdida de decenas de miles de empleos, la desaparición de ayudas y organizaciones sociales, la caída en la financiación de la educación y sanidad públicas y un aumento en la pobreza y la indigencia.

Estos efectos, si bien se presentan como la contracara de una exitosa y veloz estabilización de la macroeconomía, han sido impulsados abiertamente —y hasta celebrados con orgullo— por un Milei que no solo no ha moderado su retórica violenta sino que ha acusado de “tibios” a quienes le exigen que atenúe su discurso.

A pesar de esto, la popularidad del mandatario se mantiene por encima del 50%, sus seguidores han demostrado lealtad absoluta y las proyecciones de su partido para las elecciones legislativas previstas para octubre de 2025 son cada vez mejores.

Este apoyo, sumado a la habilidad política de algunos de sus allegados en el Gobierno, le ha permitido negociar exitosamente algunas de sus iniciativas en el Congreso, donde aún cuenta con una estrecha minoría.

Referente de la ultraderecha

Uno de los focos principales de la gestión de Milei ha sido la política internacional, con más de una decena de viajes al exterior en los que se dedicó a tejer una red de alianzas con líderes ultraderechistas.

Más allá de su alineamiento incondicional con Israel y EEUU, que ha respetado a rajatabla durante este año, el presidente argentino ha asistido a numerosas cumbres impulsadas por organizaciones o líderes conservadores y hasta albergó una edición de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Buenos Aires.

En ese encuentro repitió algunas de las advertencias que había lanzado en Davos y en la ONU sobre el avance del socialismo y los peligros a los que hace frente Occidente, y abogó por una “internacional derechista” con Argentina como “faro para el mundo” junto a gobiernos como los de Nayib Bukele en El Salvador y Donald Trump en EEUU.

En paralelo, Milei ha insistido durante este año en la necesidad de avanzar con un cambio moral en la sociedad argentina, abandonando “las ideas empobrecedoras del colectivismo” para sustituirlas por el individualismo a ultranza que pregona su modelo “anarcocapitalista”.

Para librar esta “batalla cultural”, ha reclutado a algunos de los pensadores e 'influencers' más conservadores del país, que lo acompañan en su ofensiva contra “la estafa de los derechos humanos”, el “feminismo radical” y la “aberración” de la justicia social, entre otras causas de la “progresía estúpida”.

De cara al año próximo, Milei ha anticipado que no moderará sino que intensificará las políticas que ha implementado en 2024, ha prometido una "motosierra profunda" y ha anticipado grandes reformas en materia impositiva, previsional, laboral, penal, política y en seguridad nacional.

“Si pudimos hacer tanto con todo el mundo en contra, imagínense todo lo que podemos hacer con viento a favor. Podría ir el doble de lejos, el doble de rápido”, anticipó este mes en su discurso por su primer aniversario en el poder, y sentenció: “Cuanto más chico el Estado, más grande la libertad”.

 

Machado y González Urrutia, el tándem venezolano

Texto: Caracas EFE

Los líderes opositores de Venezuela María Corina Machado y Edmundo González Urrutia cierran 2024 con la vista puesta en el 10 de enero de 2025, fecha prevista para la toma de posesión del nuevo presidente de Venezuela, cargo que ellos reivindican para la oposición.

Lo último que González Urrutia —un diplomático de 75 años jubilado y de vida tranquila— imaginaba a principios de año era en ser el candidato presidencial con el beneplácito unánime del mayor bloque opositor para enfrentarse al actual mandatario, Nicolás Maduro, en una fecha que entonces ni se conocía.

Machado, ganadora de las primarias antichavistas en octubre de 2023 con más del 92% de los votos y una dilatada carrera política a sus espaldas, sí barajaba todas las opciones y estrategias posibles, consciente de que la inhabilitación que le había impuesto la Contraloría General le impediría ser candidata.

Machado, mente fría y carisma

La opositora recurrió ante el Supremo la inhabilitación, pero la medida fue ratificada, ante lo que ella respondió de manera contundente: “Lo que no se acaba es nuestra lucha por la conquista de la democracia a través de elecciones libres y limpias (...) Que nadie lo dude. Esto es hasta el final”.

Así comenzó un año en el que Machado, con el paso de los meses, se iba ganando la confianza y el apoyo de quienes otrora la menospreciaban, incluidos políticos antichavistas que la habían mirado con recelo.

La exdiputada, a la que todos los partidos que conforman la mayor coalición opositora —Plataforma Unitaria Democrática (PUD)— habían respaldado, se fijó una meta: la de conseguir un candidato de perfil bajo, que no fuera visto por el chavismo como un rival fuerte y que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptara.

Y tras intentarlo con la académica Corina Yoris, que fue rechazada por el CNE, presentó sin alharacas al hombre tranquilo, sin pasado político ni hambre real de poder: Edmundo González Urrutia, el exembajador al que el año 2024 le cambió la vida.

González Urrutia, mesura y discreción

Con un papel comedido y discreto, el diplomático —formalmente candidato desde marzo— asumió el rol secundario que estratégicamente tenía encomendado y, como él mismo reconoció en más de una ocasión, dejó todo el protagonismo a Machado, que tomó la batuta de manera firme y sin titubear.

De verbo sosegado, el exembajador llegó a verse sobrepasado por la repentina admiración que despertó de un día para otro en Venezuela y que no tardó en propagarse por países de todos los continentes.

Nunca perdió las formas, aunque sí la calma y la tranquilidad que lo habían acompañado los últimos años, desde que se jubiló para dedicarse de lleno a su familia y sus aficiones, entre las que destaca la lectura.

Pese a su intento de permanecer siempre como 'consorte', el anonimato ya era parte del pasado y, tras las elecciones, cuya victoria reivindica, sus cimientos se tambalearon y se vio obligado a abandonar el país por lo que consideró “persecución política y judicial”.

Desde septiembre, exiliado en España, admite ser la cara visible de una causa que lleva por países europeos, donde políticos de ideologías dispares apoyan su reclamado triunfo, que —asegura— hará valer “a partir” del 10 de enero, fecha fijada para la toma de posesión de la Presidencia, que tanto él como Maduro pretenden asumir.

 

Elon Musk no deja de acumular riqueza, poder e influencia

Texto: Washington EFE

El año 2024 ha hecho al empresario Elon Musk más rico, poderoso e influyente que hace 12 meses en gran parte gracias a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Si el dinero es una prueba de éxito, Musk ha cumplido con creces. Terminó 2023 como el segundo individuo más rico del planeta con una fortuna estimada por Forbes en 180.000 millones de dólares.

Y a mediados de diciembre de 2024 el controvertido empresario había más que duplicado esa cantidad para situarse en 437.500 millones de dólares, a la cabeza de la clasificación en tiempo real de milmillonarios de la publicación.

Musk controla ahora un imperio económico formado por seis empresas: Tesla, SpaceX, xAI, X, Neuralink y The Boring Company. En las cinco últimas es el accionista mayoritario y además puede hacer y deshacer a su gusto porque no cotizan en bolsa.

Tesla es la más valiosa. Su capitalización de mercado actual se sitúa en 1,34 billones de dólares y Musk controla algo más del 20% de sus accionariado.

Desde la victoria electoral de Trump el pasado 5 de noviembre, las acciones de Tesla han aumentado su valor un 69%. Los inversores calculan que la privilegiada relación que Musk tiene con el presidente electo beneficiará sus actividades empresariales.

SpaceX, dedicada al lanzamiento de cohetes y telecomunicaciones, también incrementó de forma sustancial su valor en 2024 hasta situarse en estos momentos en unos 350.000 millones de dólares.

La compañía se ha convertido en uno de los principales contratistas de la NASA y una pieza clave en los planes de Estados Unidos de establecer una presencia a largo plazo en el espacio.

El aumento de la importancia de sus empresas ha discurrido paralelo con su creciente poder geopolítico en 2024.

Musk ha hecho gala de ese poder al establecer líneas directas de comunicación con los líderes de Rusia (Vladímir Putin), China (Xi Jinping), Argentina (Javier Milei), Italia (Giorgia Meloni), Hungría (Viktor Orbán) o Ucrania (Volodímir Zelenski).

La guinda de su influencia y poderío en 2024 fue la victoria electoral de Trump, a quien respaldó durante la campaña presidencial con una contribución sin precedentes de más de 250 millones de dólares, así como con su red social X.

El líder republicano le ha recompensado al convertirle en uno de sus asesores más cercanos, a cargo de reinventar la administración pública estadounidense con su Departamento de Eficiencia Gubernamental, bautizado como DOGE por el magnate.

La influencia que tiene sobre Trump, y el puesto que ocupará en la Administración republicana, señala que la riqueza, poder e influencia de Musk seguirán al alza durante al menos los próximos cuatro años.

 

Julian Assange, de vuelta a casa

Texto: Judith Mora, Londres EFE

Julian Assange regresó en 2024 a su Australia natal tras casi 14 años de odisea judicial y cautiverio en el Reino Unido, que empezaron en 2010 tras publicar su portal WikiLeaks documentos clasificados con violaciones de los derechos humanos de Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán.

El pasado 26 de junio, Assange, de 53 años, aterrizó en Camberra, después de sellar la víspera un pacto con Washington por el que se declaró culpable de un cargo de espionaje, castigado con 62 meses de cárcel que se conmutaron por los que había pasado de forma cautelar en el centro de alta seguridad londinense de Belmarsh.

Según dijo el 1 de octubre en una excepcional comparecencia ante el Consejo de Europa, su nueva vida en libertad requiere “algunos ajustes”: “Cosas positivas pero difíciles, como volver a ser padre de niños que crecieron sin mí, volver a ser un marido”.

Fue precisamente su esposa, la hispanosueca Stella Assange, de 41 años, quien en el último lustro encabezó la campaña por su liberación, cimentando un movimiento mundial cuyo legado aún se construye.

Prisionero político

El Consejo con sede en Estrasburgo (Francia) le declaró entonces preso político y lamentó que el Reino Unido, en sintonía con su aliado estadounidense, no protegiera su libertad de expresión.

Aunque bienvenida, esta muestra de apoyo, como otras recibidas antes de la ONU o Amnistía Internacional, difícilmente podrán borrar el cuarto de su vida que el programador informático pasó encerrado en Inglaterra, sin haber sido condenado por ningún delito.

Su periplo por los tribunales ingleses comenzó cuando en 2010 fue detenido en Londres a instancias de Suecia, que quería interrogarle por un caso de presuntos delitos sexuales muy cuestionado y que finalmente se archivó.

Desde el principio, su defensa rechazó la petición de entrega al considerar que tenía motivaciones políticas y buscaba enviarle eventualmente a EE.UU., que le tenía fichado desde la fundación en 2006 de WikiLeaks.

Tras un año y medio en arresto domiciliario, Assange se refugió en la embajada de Ecuador desde el 19 de junio de 2012 hasta su expulsión y detención en abril de 2019 a requerimiento de Estados Unidos, cuando se le confinó en Belmarsh mientras se resolvía ese proceso de extradición.

Washington le acusó de 18 delitos de espionaje e intrusión informática por la revelaciones de su portal, que la defensa dijo que podían conllevar 170 años de cárcel.

Cuando estaba a la espera de un angustioso último recurso, en junio se conoció el inesperado acuerdo con la Administración estadounidense.

Durante su estancia en la legación ecuatoriana Assange, conoció a Sara González Devant, parte de su equipo legal y que cambió su nombre a Stella, con quien tuvo dos hijos: Gabriel en 2017 y Max en 2019, cuya existencia ella reveló en 2020 al iniciar su campaña pública. Ambos se casaron en prisión en marzo de 2022.

Hábil e imprevisible

Nacido en Townsville (Australia) el 3 de julio de 1971, la figura de Julian Assange, de tez pálida y pelo blanco, sigue rodeada de cierto misterio, en parte por la cautela exigida durante su larga batalla contra los poderes fácticos.

El antiguo 'hacker', de quien se decía que dedicaba horas a su trabajo sin asearse, comer o dormir, tuvo una infancia nómada, en la que su madre, la artista Christine Ann, cambiaba de residencia escapando del padre de su hermano menor.

En su juventud, fue procesado en Australia por delitos informáticos al acceder, con su grupo International Subversives, a sistemas protegidos de organismos oficiales, pero salió airoso con una mera multa al valorar el juez que sus actividades respondían a la curiosidad y no a fines delictivos.

Aún adolescente, se casó con una mujer con la que en 1989 tuvo un hijo, Daniel Assange, ahora diseñador de 'software'. En los procesos en Inglaterra se reveló que tiene varios hijos más.

A mediados de los años noventa, Assange trabajó como programador de 'software' libre en programas de encriptado para Linux y colaboró en un libro de Suelette Dreyfuss donde expuso su filosofía de no dañar los sistemas informáticos a los que se accedía.

Tras estudiar Matemáticas y Física en la Universidad de Melbourne (aunque no se licenció), en 2006 cofundó WikiLeaks para exponer secretos oficiales que, en su opinión, deberían conocer los ciudadanos.

Controvertido, osado y perseverante, Assange ha dedicado su existencia a defender su verdad, en una cruzada contra la opacidad de los Estados por la que ha pagado un alto precio, incluido el drástico deterioro de su salud entre rejas, y un futuro aún incierto.

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