La Guerra Civil de 1949 en Potosí

Entre julio de 1946 y abril de 1952 —el llamado “sexenio”—, los bolivianos fueron testigos de una serie de protestas políticas, sindicales y sociales que adquirieron diferentes rostros

Granada incrustada en el cuartel militar

Granada incrustada en el cuartel militar Foto: Archivo personal de Bonifaz

Los rebeldes balearon las radios intervenidas, como Radio Internacional, desde donde difundieron sus bandosDestrozos en el edificio municipal que tomaron los insurrectos

Los rebeldes balearon las radios intervenidas, como Radio Internacional, desde donde difundieron sus bandosDestrozos en el edificio municipal que tomaron los insurrectos Foto: Archivo personal de Bonifaz

Destrozos en el edificio municipal que tomaron los insurrectos

Destrozos en el edificio municipal que tomaron los insurrectos Foto: Archivo personal de Bonifaz

Sacerdote visita cuartel donde se habrían fusilado a tres rebeldes y donde estaban los prisioneros del fracasado golpe, entre ellos tres mujeres.

Sacerdote visita cuartel donde se habrían fusilado a tres rebeldes y donde estaban los prisioneros del fracasado golpe, entre ellos tres mujeres. Foto: Archivo personal de Bonifaz

Militares leales al gobierno.

Militares leales al gobierno. Foto: Archivo personal de Bonifaz

Revolucionario fallecido en la Pampa de San Clemente.

Revolucionario fallecido en la Pampa de San Clemente. Foto: Archivo personal de Bonifaz

La pobreza fue una de las principales motivaciones de la rebelión social.

La pobreza fue una de las principales motivaciones de la rebelión social. Foto: Archivo personal de Bonifaz

Personal de la Cruz roja del Hospital Bracamonte después de recoger a los heridos.

Personal de la Cruz roja del Hospital Bracamonte después de recoger a los heridos. Foto: Archivo personal de Bonifaz

Oficiales heridos.

Oficiales heridos. Foto: Archivo personal de Bonifaz

Oficiales heridos.

Oficiales heridos. Foto: Archivo personal de Bonifaz


    Lupe Cajías para ECOS
    Ecos / 10/02/2025 01:05

    Entre julio de 1946 y abril de 1952 —el llamado “sexenio”—, los bolivianos fueron testigos de una serie de protestas políticas, sindicales y sociales que adquirieron diferentes rostros: conspiraciones y golpes de estado fracasados; manifestaciones, muchas veces violentas; huelgas y enfrentamientos en las minas y en las fábricas; toma de rehenes en Catavi; apresamientos, exilios, muertes, masacres.

    Uno de los episodios más violentos sucedió en agosto de 1949. En la biografía que escribí sobre Juan Lechín Oquendo, líder sindical minero, califiqué aquel episodio como el “ensayo general” previo a la gran insurrección de 1952. Aunque en algunos artículos se cuestiona que se use “guerra civil” para describir los sucesos, es indudable que el levantamiento se extendió por varias ciudades, duró varios días y alcanzó niveles de violencia entre bolivianos como sólo se había producido en la Guerra Federal.

    Desde mayo de 1949 se vivía especial tensión en las ciudades y en las minas, sobre todo en Catavi-Siglo XX, donde funcionarios estadounidenses de la Patiño Mines murieron en el local del sindicato. Los rehenes fueron apresados en represalia al destierro de los principales dirigentes de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), fundada en 1944.

    El 27 de agosto, estalló un levantamiento organizado por el semiclandestino Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que ya contaba con comandos y militantes en casi todo el país. El principal foco estuvo en Santa Cruz y en zonas petroleras como Camiri. Se proclamó como presidente al jefe del MNR, Víctor Paz Estenssoro, que estaba exiliado y como vicepresidente al cruceño Edmundo Roca.

    Mamerto Urriolagoitia, presidente interino, ordenó la represión de los rebeldes, inclusive con bombardeos a los principales puntos de la rebeldía. La resistencia duró unos días más hasta que el 15 de septiembre, el gobierno recuperó el control de todo el territorio.

    Con sus dirigentes presos, los sindicatos mineros se mantuvieron al margen, salvo hechos aislados. En cambio, en Potosí, los rebeldes habían tomado la plaza principal 10 de noviembre, algunos edificios públicos como la Alcaldía, donde se atrincheraron, radioemisoras y puntos estratégicos.

    En esta ciudad, los enfrentamientos fueron durísimos. Leo Puchar registró fotografías de gran dramatismo, algunas de las cuales no son reproducidas junto a este texto para evitar susceptibilidades del público joven. Puchar organizó un álbum impecable con las imágenes, aclarando que no tenía ningún compromiso político. Quería mostrar los hechos tal como sucedieron.

    Esa colección fue obsequiada al abogado y empresario minero Oscar Bonifaz Gutiérrez, quien guardó importantes documentos históricos que ahora cuidan sus herederos. Una fuente inagotable para comprender la historia de la minería en Bolivia, estatal y privada, grande, pequeña y mediana y las relaciones laborales. Una historia de riquezas, de conflictos, de capitales y de los ríos bolivianos más profundos.

    Las fotografías ilustran esos momentos, entre el estallido del levantamiento y la retoma de las fuerzas constitucionales •

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