Obituarios, una alianza histórica que perdura
Correo del Sur y Gran Poder-Jardín de Paz ofrecen un servicio que honra la memoria de los seres queridos
El diario Correo del Sur y los salones Gran Poder-Jardín de Paz refrescan su relación a través del obituario, un producto renovado que preserva la memoria de quienes han partido, imprimiendo en el periódico sus avisos religiosos.
El servicio a la comunidad es el vínculo común entre ambas empresas, un aspecto que destaca Tito Nefí Valda Terán, gerente general de estos salones velatorios que se distinguen por la solidaridad y la misericordia en los momentos más difíciles para las familias.
“Somos aliados históricos porque Jardín de Paz, en ese entonces Gran Poder, nació junto con Correo del Sur. Es una alianza desde los primeros años del periódico, y aún persiste”, afirmó Tito Valda en el programa “El Kiosco” de Correo del Sur Radio (FM 90.1 y AM 980). La entrevista completa se encuentra en streaming en Facebook de la radioemisora capitalina.
Los inicios
“Mi abuelo, Demetrio Valda Escalier, a su regreso de la Guerra del Chaco se dedicó a la construcción de guitarras, porque tocaba bien, como mi papá. Su taller estaba en la calle Ayacucho”, comienza rememorando Valda.
Pero, alguna vez le solicitaban que construyera un ataúd.
El padre de Tito, Severo Valda, siendo muy joven, se encargaba de la manufactura de los féretros, sencillos y económicos, que muchas veces eran recogidos en camión para llevarlos al campo.
Corrían los años 50 del siglo pasado y en Sucre no había funerarias; los ataúdes se mandaban a construir cuando alguien fallecía. Por eso los velatorios duraban hasta tres días y en el primero, era usual que se velara a la persona en su cama.
Fue en los años 70 cuando Severo Valda decidió abrir una funeraria junto a su esposa Hilda Terán. Trajeron incluso un carro fúnebre automático.
Sin embargo, la pareja se divorció e hizo un alto. “Mi mamá era muy católica y profundamente piadosa. Vendíamos refrescos en un mercadito”, recuerda Tito, quien en 1992 retornó del seminario para ayudar a su madre y, en paralelo, estudió las carreras de Comunicación y Derecho en la Universidad San Francisco Xavier.
El ataúd bajo la cama
Una anécdota curiosa ocurrió tras el divorcio de los padres de Tito Valda: su mamá se apropió de un ataúd y lo escondió debajo de la cama. En los años 80, cuando falleció un familiar, sacó el féretro para darle sepultura.
Ese curioso evento marcó un nuevo comienzo en el negocio familiar…
La Calancha
La funeraria estuvo presente en momentos difíciles de la historia de Sucre, como el conflicto de La Calancha, en noviembre de 2007.
“Todo chuquisaqueño sentía impotencia y rabia. Cuando nos informaron que había bajas en El Tejar, trasladaron los cuerpos a la morgue del hospita Santa Bárbara y nos llamaron. Nos dijeron que lleváramos los cuerpos al cementerio, pero no podíamos hacerlo de esa manera”, recuerda Valda Terán.
Dice que, al intentar trasladar el cuerpo, la gente comenzó a reunirse en la plaza 25 de Mayo y decidieron dirigirse hacia allí. Sin embargo, la Policía intentó frenar el carro fúnebre lanzando gases lacrimógenos.
“No querían que el primer cadáver llegara a la plaza. Tuvimos que cerrar las ventanas del auto y, a pesar de ser gasificados, logramos llegar. La gente reclamó el cuerpo y lo veló esa noche en la puerta de la Casa de la Libertad. Estuvimos presentes”, continúa relatando.
En los incidentes de La Calancha perdieron la vida los universitarios Gonzalo Durán, José Luis Cardozo y Juan Carlos Serrudo.
Protocolos en pandemia
Durante la pandemia de covid-19, Jardín de Paz fue la primera funeraria de la capital del país en implementar protocolos estrictos para el manejo de los cuerpos. Anticipándose a la emergencia, desarrollaron un manual de asistencia fúnebre para fallecidos por covid-19.
“Antes de que se declare la emergencia en Bolivia, ya habíamos implementado nuestros protocolos. El Municipio de Sucre nos asignó la responsabilidad del primer fallecido por covid-19 en la ciudad y, estuvimos a la altura de la situación”, enfatiza Tito Valda.
Fueron los primeros en asignar un cuarto de aislamiento en la funeraria y en adquirir equipos de bioseguridad en grandes cantidades, aunque resultaron insuficientes ante la magnitud de la crisis sanitaria.
Recuento
“Después de fabricar solo algunos ataúdes, ahora contamos con salones velatorios. El mayor impulso de las funerarias ocurrió en los años 90. Antes de eso, los ataúdes eran muy sencillos y económicos. Fue mi hermano Willy Valda Terán quien comenzó a hacer acabados especiales, y la gente los prefería. Otras funerarias tuvieron que adaptarse a nuestra propuesta”, señala el entrevistado.
Tenían el proyecto de comprar un horno crematorio propio, pero el Municipio y las juntas vecinales asumieron el proyecto y no ingresaron a ese rubro.
Los salones velatorios surgieron por una necesidad personal: cuando su hermano Willy falleció en una de las carreras Óscar Crespo, en 2002, no tenían un lugar adecuado para velarlo. “Como todos en ese tiempo, tuvimos que pedir prestada la sala de algún familiar o vecino”, menciona Tito.
El primer salón velatorio se abrió en la calle Ayacucho. Luego, intentaron una alianza con inversores en la plazuela Zudáñez, pero como el servicio aún no era común, tuvieron que cerrar.
En 2007, inauguraron el Jardín de Paz en la calle Rosendo Villa, a pesar de la resistencia inicial de los vecinos. Actualmente, cuentan con un nuevo salón en la calle René Barrientos 619 (barrio Petrolero), donde han sido bien recibidos.
“En todos nuestros salones buscamos no dar más penas a las familias que sufren, sino ofrecerles paz y tranquilidad. Un lugar donde puedan relajarse, porque eso es lo que realmente se necesita”, concluye Tito Valda Terán •
Una historia juntos
“Nuestra historia con Correo del Sur se remonta a los años 90, apenas fundado el periódico y nosotros teníamos la funeraria en la calle Loa (el Diario de la Capital se creó en 1987). Me atreví a pedirle al director Marco Dipp que nos permitiera colocar un obituario con nuestro logotipo. Poco a poco fuimos consolidando la alianza y hoy, todos nuestros servicios están presentes en la publicación de OBITUARIO de Correo del Sur” (Tito Nefí Valda Terán, gerente de Salones Velatorios Gran Poder-Jardín de Paz).
Un equipo comprometido
El equipo de Gran Poder-Jardín de Paz está conformado por 15 personas que trabajan en producción, acabados y comercialización. La familia también está involucrada.
“Estoy muy agradecido con nuestro personal, que nos acompaña desde hace más de 10 años. Juntos hemos crecido, siguiendo el legado de esfuerzo y misericordia que nos dejó mi madre”, sentencia Tito Valda Terán, gerente de Salones Velatorios Gran Poder-Jardín de Paz.