Artecampo un modelo productivo de creación colectiva
Las tierras bajas de Santa Cruz se destacan por sus vastas selvas amazónicas y chaqueñas, así como por grandes lagos, albergando la mayor parte de la biodiversidad y las tierras cultivables más ricas del país.
Las tierras bajas de Santa Cruz se destacan por sus vastas selvas amazónicas y chaqueñas, así como por grandes lagos, albergando la mayor parte de la biodiversidad y las tierras cultivables más ricas del país. Esta región incluye varias subregiones, como la Amazonía boliviana, los llanos de Moxos, los llanos de Chiquitos, el Pantanal boliviano y el Chaco boliviano, donde las comunidades indígenas buscan consolidar su propiedad, ejercer su autonomía y defender sus derechos, en una reivindicación justa y necesaria.
Arte originario en Bolivia
En Bolivia coexisten pueblos indígenas reconocidos, entre ellos se encuentran los aymaras, quechuas, chiquitanos, guaraníes y moxeños. El desarrollo cultural de estas regiones es una afirmación de colectividades que defendieron sus dioses y con ello su lengua, sus cultos, sus calendarios, sus costumbres, sus bailes y su música.
Según la Unesco, “la artesanía tradicional es quizás la manifestación más tangible del patrimonio cultural inmaterial. La labor de salvaguardia no debe centrarse únicamente en la preservación de los objetos de artesanía, sino que debe orientarse principalmente a fomentar que los artesanos continúen fabricando sus productos y transmitiendo sus conocimientos y técnicas a otros, especialmente dentro de sus comunidades”. En este contexto, surge Artecampo en Santa Cruz, una iniciativa gestionada por mujeres de tierras bajas, cuyo modelo productivo y organizativo representa una creación colectiva digna de ser conocida por todos los bolivianos.
Canto ayoreo
El espíritu vino en forma de cuervo, me llevó hacia arriba y me dijo:
/"Mira a eami esta noche. Puedes ver muchos fuegos encendidos. /Son las fogatas de tu pueblo Ayoreo que iluminan todo"./
/ Seguimos volando y las luces se apagaban una a una. /"Este es el futuro de tu pueblo El monte se oscurece porque los Ayoreo ya no viven en él. /Todo se vuelve oscuridad"./
Esto cantó mi abuelo cuando yo era niño.
Cidac y creación colectiva
El Centro de Investigación, Diseño Artesanal y Comercialización Cooperativa (Cidac) en Santa Cruz fue creado en 1984 con el objetivo de recuperar la artesanía, experimentar en nuevos diseños, capacitar y apoyar el reconocimiento de la mujer indígena como generadora de ingresos económicos para sus comunidades, así como heredera y transmisora de cultura.
Con estos propósitos promueve la creación de la Asociación de Artesanas del Campo, Artecampo el año 1987, que actualmente está compuesta por 14 agrupaciones del oriente boliviano, beneficiando a más de 600 artesanas del campo.
En conversación con la arquitecta Paula Saldaña, directora del Cidac, indica que esta institución “se ha convertido en un puente de solidaridad y comunicación entre el campo y la ciudad, promoviendo un modelo económico solidario, comercializando directamente los productos del campo al consumidor urbano”.
En un ensayo de enfoque histórico, publicado en la revista Aportes de la comunicación y la Cultura de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, UPSA, Malena Vaca, actual Presidenta del Directorio del Cidac, refiere que Artecampo, es el resultado de una visión y estrategia de desarrollo integral de largo alcance, concebido por el Cidac y desarrollado mano a mano con artesanas de tierras bajas, bajo el liderazgo de Ada Sotomayor de Vaca (esposa del muralista Lorgio Vaca) fundadora de Cidac y promotora de Artecampo.
“Artecampo surgió en un contexto de deterioro del patrimonio artesanal cruceño, afectado por la marginación y el desconocimiento de la población urbana, que menospreciaba la tradición artesanal local, incluso entre indígenas y campesinos que sufrían el desprecio hacia su propia cultura”, advierte el estudio.
Diseños tradicionales
Sin duda, la visión de Ada Sotomayor+ fue más allá de lo convencional, situando a las artesanas como protagonistas principales, por su conocimiento de saberes ancestrales. Hoy, visitar la tienda Artecampo, ubicada en calle Monseñor Salvatierra Nro. 407, de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es imposible no maravillarse ante la vitalidad, riqueza y calidad del arte originario de las tierras bajas cruceñas. La exposición, cuidadosamente organizada, muestra hermosas artesanías y una variedad de expresiones artísticas que cautivan la mirada. En mi corto recorrido por la tienda, pude constatar que se recuperó técnicas y diseños tradicionales para crear nuevos productos de muy buena calidad estética.
“De las hamacas isoseñas surgieron tapices, y de las hamacas guarayas, individuales de mesa, bolsos y cinturones. Las bomboneras de palma jipijapa se reinventaron con colores y formas de frutas y animales. Se experimentó con nuevos materiales y se establecieron líneas de producción no tradicionales, con grupos de mujeres dispuestas a iniciar trabajos artesanales. En la comunidad de los Tajibos, por ejemplo, se introdujo una técnica nueva que reflejó la vida de cada artesana en sus obras y en Cotoca, se perfeccionó una técnica ancestral para producir nuevas formas”, explica Paola Saldaña.
Museo en vivo
Visitar este museo en el tercer anillo, externo a la circunvalación, es una experiencia que me sorprendió por la inmensa riqueza cultural del Santa Cruz originario. Al recorrer sus instalaciones tuve la oportunidad de observar los talleres donde artesanos como Juan Carlos Papu, Waldo Urazayeguay ambos de Urubichá, Guarayos y Modesto Pantoja de Ascensión de Guarayos, o las artesanas fundadoras, que, junto con la Ceramista Olga Ribera, autora de muchos de los diseños de los productos de Artecampo dieron rienda suelta a su creatividad y conocimiento artesanal.
En ese contexto, la verdadera dimensión de este proyecto artesanal, desde sus inicios documentó las experiencias de décadas de trabajo del Cidac y Artecampo, sirviendo como guía de emprendimientos socioculturales. “Aunque su realización tardó más de tres décadas, el proyecto se hizo posible gracias a la colaboración de personas e instituciones que valoraron su importancia. El desarrollo del museo se llevó a cabo en fases, ampliando los espacios de exhibición para incluir una muestra representativa de la producción artesanal de las asociaciones de Artecampo”, enfatiza su directora.
Financiamiento
La destacada académica cruceña Ingrid Steinbach, miembro del directorio de Cidac señala; “tenemos un rol bastante cercano, permanente y muchas veces ejecutivo para formular políticas, diseñar y hacer seguimiento a planes estratégicos, ocuparnos de algunas acciones específicas tanto del Cidac como para Artecampo”.
“El financiamiento para algunos proyectos de desarrollo, en sus inicios provino de Cordecruz, luego se acudió a organizaciones internacionales, para viabilizar acciones de capacitación y organización de las artesanas en las comunidades. Sin embargo, en los últimos diez años, esos apoyos disminuyeron considerablemente”, asevera.
Situación que ha impactado negativamente el desarrollo de actividades organizativas, formativas y productivas de este importante esfuerzo cultural y productivo. En este último tiempo la decisión del gobierno de Trump de eliminar organizaciones de apoyo para el desarrollo en Latinoamérica también ha afectado, “nos hemos quedado sin el soporte de la única organización externa que todavía financiaba algunas acciones, generando un impacto muy negativo y debilitando el desarrollo de nuestras actividades”, advierte la Dra. Steinbach.
Artecampo y mucho más
Empero, ante estas incidencias Artecampo sigue adelante y pretende consolidarse mucho más. La presencia de la artesanía del campo en la ciudad, promueve la reflexión e investigación sobre la cultura, identidad de los pueblos de tierras bajas. Artecampo congrega a más del 95% de mujeres artesanas, pertenecientes a las asociaciones localizadas en comunidades indígenas y rurales de las tierras bajas de nuestra patria.
A lo largo de sus 40 años de vida, esta obra organizativa, productiva y cultural ha tenido mucho éxito, prueba de ello son los reconocimientos tanto local como internacional, el premio Bartolomé de las Casas (España) el año 2022, es un ejemplo.
Sin duda se puede escribir mucho sobre Artecampo. En mi ordenador guardo numerosos apuntes sobre esta enriquecedora experiencia vivida el pasado enero, mismos que me servirán para seguir publicando más historias de esta maravillosa gente de tierras bajas de oriente, tarea pendiente del suscrito periodista. Concluyo que Artecampo es un modelo productivo y social de creación colectiva digna de ser imitado por todas las organizaciones en el occidente de Bolivia. ¿No les parece? •
* Ricardo Rocha G. es comunicador visual, comunicador social, magíster en Comunicación para el Desarrollo, periodista, artista plástico, músico, gestor cultural, catedrático de posgrado y conferencista internacional.