La puerta, el sicario y el buen pastor

La “Parábola del Buen Pastor”, narrada en el Evangelio de Juan, es una de las enseñanzas más conocidas y difundidas de la tradición católico cristiana.

Parábola del Buen Pastor

Parábola del Buen Pastor Foto: Alejandro “Pacho” González

Parábola del Buen Pastor

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Parábola del Buen Pastor


    Miguel Ángel González Romero
    Ecos / 06/05/2025 03:18

    La “Parábola del Buen Pastor”, narrada en el Evangelio de Juan, es una de las enseñanzas más conocidas y difundidas de la tradición católico cristiana. Sin embargo, más allá de su significado religioso, ofrece una profunda reflexión sobre la relación entre el líder y sus seguidores, la dinámica del poder y la sumisión, y la búsqueda de la verdad y la autenticidad.

    En este trabajo nos proponemos analizar la Parábola del Buen Pastor desde una perspectiva crítica y sociopolítica, explorando cómo esta enseñanza puede ser interpretada y aplicada en el contexto de la sociedad contemporánea. A través de un análisis detallado de la parábola y sus personajes, buscaremos desentrañar las implicaciones de esta enseñanza en relación con la autoridad, el poder y la responsabilidad, y reflexionar sobre las lecciones que podemos extraer de ella para nuestra vida en comunidad.

    Nota previa

    Para el presente análisis vamos a omitir intencionalmente la exploración del significado religioso de la parábola, ya que no es la intención realizar ningún tipo de crítica de esta índole. Se ha tomado la parábola para fines netamente ilustrativos.

    La parábola

    “De cierto, de cierto os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador. Pero el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y él llama a sus ovejas por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las suyas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

    Jesús les dijo: ‘De cierto, de cierto os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y encontrarán pastos’.

    Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el asalariado, y que no es pastor, de quien no son las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye; y el lobo las arrebata y las dispersa. El asalariado huye, porque es asalariado y no tiene cuidado de las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

    También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y escucharán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.

    Análisis de  los personajes

    El buen pastor.- Metafóricamente hablando, diríamos que es la encarnación del líder. Tiene como función principal el cuidado y la protección del rebaño, pero además es su deber guiar y dirigir al rebaño hacia pastizales adecuados, para que alcancen el mejor desarrollo y que permanezcan saludables. Este sería el ideal.

    El buen pastor mantiene la más estrecha y directa relación con el redil (son interdependientes). Está encargado de que los depredadores no se las coman,  especialmente a las más jóvenes, que son las mas vulnerables; que no las dividan, que no las fatiguen y persigan, y que no sean dispersadas. También reprime a alguna que otra oveja que quiera ejercer su libre albedrío, que quiera dejar el rebaño para ir por otros pastos; por ejemplo, que pretendan salirse por la tangente.

    Otro elemento importante, que pertenece al pastor, mencionado en la parábola, es su voz. La voz del pastor es aquella a la que el rebaño está acostumbrado a escuchar. Es importante esto ya que es por esta razón que las ovejas lo siguen; aquí se debe observar lo masivo de la comunicación. En fin, es una voz conocida por las ovejas, debe ser bien difundida (en entrevistas, programas televisivos, las redes sociales, por decir algunos).

    Esta voz no habla con una sola oveja, no es la voz que te dice: “¡Hey tú!, ven aquí, come aquí y tú la otra, ven, párate al costado de esta otra”. El pastor le habla a la masa, no individualiza. Además dice la parábola, sabe el nombre de las ovejas y así es como les habla, por su nombre, por un lado podría dejarnos ideas paranoicas de estar siendo permanentemente investigados por el pastor, o darnos cuenta por otro lado que es el pastor quien las nombra, es un nombre otorgado por el pastor: “Compañeras, compañeros”, “el pueblo”, “las Bartolinas”, que no es poca cosa, ya que al ser nombradas “por el pastor”, las constituye (ser nombradas por el amo, dirá J. Lacan en el seminario 17).

    La oveja - El redil.- La oveja por sí sola no es de importancia para el pastor. La oveja, en su singularidad, no le otorga el estatus de pastor. La oveja llega a ser el simbolismo del ciudadano inocente, que es dependiente de la protección del Estado o del líder; es decir, es el seguidor inocente y vulnerable que no cuestiona y que obedece a la autoridad y que, por lo general, termina sacrificada.  

    El rebaño, en cambio, es el que otorga el estatus de pastor; representaría también el poder y el control que tiene el líder sobre sus seguidores, es el que da el simbolismo de la autoridad. También el rebaño puede simbolizar lo “plurinacional”; la diferencia que hay entre edades, sexos, razas dentro de una misma población, a la cual el gran líder debe mantener unida, no solo para ser un solo rebaño con un solo pastor sino  “para que el pastor sea amado por su PADRE”. Esta unidad en el rebaño podría pensarse como una política de inclusión de la diversidad, pero que no deja de ser una idea hegemónica y monolítica, ya que por fuera del rebaño no estarás a salvo.

    Ladrones y salteadores.- El buen pastor se opone a estos dos personajes; es decir, son “la oposición”. No está dispuesto a permitir que exploten o dañen a las ovejas del rebaño. Pero, además, estos personajes, los ladrones y salteadores, no son aquellos que utilizan “la puerta”, son los que entran por otro lado. En una justa de elecciones, podríamos pensar como aquellos que hacen fraude o no acatan un referéndum o cometen algún tipo de delito electoral, un dictador, tratando de representarlos de alguna manera.

    El lobo y el asalariado.- El lobo, dentro de la Parábola del Buen Pastor, es identificado como aquel que dispersa el rebaño. Podría ser interpretado como la crisis y el desorden,  la corrupción como la consecuencia lógica de toda crisis. Cuando hay crisis “todos son corruptos”. Esto genera desabastecimiento. El desabastecimiento genera desesperación, que puede decantar en violencia, marchas, bloqueos, paros que separan a una sociedad, buscan un culpable y uno señala al otro. La sociedad se fragmenta, se polariza. 

    En este escenario es cuando aparece una figura que es la del “asalariado”, mencionada también en la parábola. Dirá que ese no es un buen pastor a pesar de que se hace pasar por uno, pero este asalariado, al ver la crisis y el problema, cuando ve al lobo, huye, porque el rebaño no es suyo y deja al rebaño a merced del lobo. Entonces, este asalariado no entrega su vida por el rebaño, no tiene la capacidad de hacerlo. “Dará un paso al costado”, “renunciar a su envestidura”, se irá a Estados Unidos o a México.

    La puerta y el sicario.- Estas dos entidades recaen en un solo personaje. En la parábola, es explícito cuando se dice que “el pastor es la puerta”, que es la puerta de las ovejas. Esto quiere decir que para que tú seas aceptado dentro del rebaño, debes advenir en oveja; esto te coloca en la posición de la sumisión. Es la demostración del poder del líder sobre el rebaño. Pero, además, la parábola dirá que si no es a través del pastor, no se puede atravesar la puerta y si no atraviesas la puerta, eres el ladrón o malandro, o eres presa de cualquier predador y estás fuera de la protección, no serás “salvado”.  Dicho esto, se dibuja inmediatamente la figura de la extorsión, el “pizzo” (pittso), que es un término de la mafia siciliana que describe al pago forzado que se le da al sicario por protección.

    El buen pastor… ¿Por qué tiene este adjetivo de “buen” antes que de pastor? Llama poderosamente la atención,  ¿por qué es un buen pastor? Un pastor “normal” tiene la función de cuidar el rebaño como todo pastor, eso no lo convierte en un buen pastor, ¿Este buen pastor acaso no se come a las ovejas? Un pastor “normal”, de vez en cuando, asará un cabrito a la cruz: es parte de la relación intrínseca y estrecha que tienen entre el rebaño y el pastor; o sea, las cuida, pero no es a cambio de nada. 

    Al final, la oveja y el rebaño tienen esta relación estrecha de supervivencia con el pastor, que recibe no solo la leche para hacer el queso o la carne para poder comerla; la oveja también paga “en lana”. Es decir que para recibir la protección del “buen” pastor no solo debes atravesar la puerta convertido en una oveja sumisa, sino que además debes pagarle al sicario para recibir la protección y no terminar depredado, excluido o marginado, en el mejor de los casos. “Sacrificar la vida” hace al buen pastor. Pero esto es solo en un sentido figurado, no resulta siendo un buen negocio morir por el rebaño —“¡¡¡Carajo, no se puede morir!!!”—, ya que sería inmediatamente reemplazado por otro pastor. Así que, en sentido figurado, el pastor ofrece la vida por el rebaño, pero no la entrega, es mejor quedar como un asalariado que quedar muerto.

    El Padre.- Es de quien el pastor desea ser amado, conseguirá ser amado ofreciendo su vida por las ovejas y reuniéndolas, haciendo un solo rebaño y siendo él el único pastor. 

    Es para quien hace todo lo que hace el pastor, es para quien trabaja, son estas fuerzas externas al rebaño y al pastor que determinan el rumbo de las cosas, algo así como el mercado global: China, Rusia, Estados Unidos, son los que tienen al pastor.

    La Parábola del Buen Pastor nos ofrece una reflexión profunda sobre la ingeniería social, la comunicación de masas,  la relación entre los líderes y sus seguidores.

    En el contexto de las elecciones presidenciales, esta parábola nos invita a reflexionar sobre las características que debemos buscar en estos autoproclamados líderes que nos invitan a su redil, y preguntarnos cuál es “el mandamiento de su Padre”, o al menos saber quién los patrocina. 

    En esta nueva oportunidad que ofrecen las elecciones presidenciales en Bolivia es fundamental que los ciudadanos reflexionen sobre las características que buscan en “sus líderes”.

    Esta relación entre el líder y sus seguidores debe basarse en la confianza, el respeto y la comunicación abierta con todas las partes del rebaño (en democracias, también las que no son del rebaño) y no solo con aquellas ovejas que se acercan a lamer las sandalias del pastor. Un buen líder debe escuchar las necesidades y preocupaciones de sus seguidores, y trabajar para satisfacerlas.

    Mejor aún, entender que en esa relación profunda son los seguidores que deben encarar “la lucha de la autoconciencia”, en palabras de Hegel. Al final, es el rebaño quien sigue al pastor, es rebaño quien elige al nuevo “líder”. La oveja, al darse cuenta de su realidad, tiene la capacidad de transformar su realidad, comienza a desarrollar una conciencia  sobre sí misma, como sujeto autónomo que no necesita de líderes y no requiere de rebaño.

    En el contexto de las elecciones presidenciales, es fundamental que los ciudadanos busquen personas iguales a ellos. No líderes a quién seguir, sino personas con las que trabajar, que estén dispuestos a trabajar por el bienestar de todos y que sean transparentes, honestos y responsables en sus acciones y decisiones, sin necesidad de transformar a nadie en oveja •

     

    * Miguel Ángel González R. es psicólogo.

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