Historia y memoria a la tierra de color
Un homenaje a la “joya bella de Bolivia” en su aniversario.
Conmemorar a una tierra es más que recordar su pasado: es reafirmar los lazos entre la historia, el presente y los imaginarios colectivos que dan sentido a la vida de una comunidad. En el caso de Tupiza, cabecera de la provincia Sud Chichas en el departamento de Potosí, la evocación adopta múltiples formas: desde actos cívicos y culturales hasta la preservación de su patrimonio natural, arquitectónico, eclesiástico y, los más importantes, los recursos documentales.
Tupiza en la historia
Tupiza fue un centro importante en la ruta comercial que conectaba el Alto Perú con el norte argentino, y posteriormente jugó un papel significativo en la organización republicana. La ciudad y su entorno fueron testigos del auge minero del siglo XIX y del tránsito de personajes históricos como Manuel Isidoro Belzu, Cornelio Saavedra y, según A. Zeballos, autor del libro ‘Historia de la región de los Chichas: entre la colonia y la república’, “Tupiza fue uno de los puntos estratégicos de articulación económica y política durante la consolidación de la república, gracias a su ubicación entre los circuitos mineros y comerciales del sur boliviano”, como también el derrotero realizado por los bandoleros norteamericanos Butch Cassidy y Sundance Kid.
Al contar con una riqueza minera y comercial, esta región se convirtió en el punto de saqueos, sobre todo por los ya mencionados aventureros, que fueron conocidos en el lugar. La particularidad de ser una zona minera y con circulación comercial fue la base para que existieran inversiones de capitales extranjeros, como el caso de la familia Aramayo, entre otras.
Es preciso señalar la importancia de Tupiza, que se ha consolidado como centro económico y ha dado origen para la consolidación de varias empresas como Chorolque, Tatasi, Oploca y otras gerentadas por la familia Aramayo a fines del siglo XIX y en las primeras décadas del pasado siglo XX republicano.
José Avelino Aramayo
La visión empresarial de José Avelino Aramayo fue relevante para la transformación de la minería tradicional colonial, aplicando un nuevo modelo de modernidad. Durante su actividad de comerciante se ocupó de capacitarse y mostró interés por los avances de la tecnología e implementación de maquinaria en el rubro minero.
Se lo considera un pionero de su generación, y ese emprendimiento lo fue trasmitiendo a su hijo Félix Avelino Aramayo y, más tarde, a Carlos Avelino Aramayo, quienes apostaron en la transformación y modernización de la minería en las regiones donde estaban emplazadas sus empresas.
La vida política del empresario fue notable y muy provechosa. Como minero, tenía el gran deseo de que el país tuviera un próspero desarrollo.
Apuntes sobre el origen
El origen de toda esta familia se da en España; aunque son imprecisos los documentos sobre el origen y ancestros de los Ortiz de Aramayo, se sabe que fue una de las familias avecinadas en Chichas. Los Ortiz de Aramayo venían de Diego Ortiz de Aramayo, bautizado en Azuelo, Navarra, el 1 de diciembre de 1613 y que pasó como paje del Marqués de Mancera.
En tal sentido, la familia Ortiz Aramayo, parte de la región de Navarra, siendo parte de la nobleza, y más tarde fue consolidándose en Chichas.
José Avelino Aramayo, quien nació precisamente en esa región potosina, figura naciente de la minería del siglo XIX, y sus padres con grandes tierras no pudieron consolidar su poder en el lugar, aunque José Avelino luchó mucho por la mejora de sus tierras, que contaban con diferentes riquezas mineras.
Como muchos habitantes de la región, Martín Jáuregui era minero y comerciante. José Avelino se sintió inclinado hacia las minas y durante siete años, hasta 1835, atendió de preferencia los asuntos mineros de su patrón. Jáuregui poseía concepciones en los distritos de Chayanta y Chichas, comarcas con las que José Avelino se encontraba familiarizado gracias a sus anteriores actividades comerciales.
Procuró conocer a fondo las técnicas de muestreo y laboreo de minerales, pero era poco lo que podía aprender, pues en esos años seguían rigiendo sistemas primitivos, similares a los practicados en la época de los españoles.
Al haber incursionado en la minería de Chichas gracias a otro minero, primero se constituyó como encargado de minas y más tarde como comerciante. El comercio le ayudó mucho para labrarse y regularse una buena fortuna, que sirvió para escalar y ser un empresario.
El próspero industrial era uno de los pocos hombres que por su altura, su energía y su clara visión de la realidad, habría podido encauzar certeramente la vida incipiente de la joven república y también tener una relación social.
Fue hábil en vincularse con miembros de la política y muchos de sus amigos se fueron consolidando en el poder, y pudieron apoyarlo en sus propósitos.
En 1835 y tras todavía ser encargado de minas, Aramayo viajó al extranjero y pudo consolidar y enriquecer más su conocimiento; su curiosidad era verdaderamente importante: fue hasta los lugares de las minas de carbón, donde aprendió sobre material de explotación.
Su prioridad era alimentar su conocimiento intelectual en el campo del desarrollo y tecnológico. Trajo desde Europa mercadería, la vendió a todos los campamentos mineros y fue muy progresiva su hazaña. Esto le trajo grandes frutos económicos, que años más tarde volvió a enmarcar con un segundo viaje.
La inquietud de cambiar el modelo de explotación en la minera, sin duda, fue importante para José Avelino, quien se preocupó por conseguir capitales y, en tal sentido, consiguió apoyo extranjero.
Sus propiedades mineras
Para hablar de las propiedades de José Avelino Aramayo debemos tomar en cuenta que toda su riqueza se constituyó a base del comercio y la minería, no de la economía de su padre ya que las crisis por las que pasaba el país condujeron a sus padres a vender sus propiedades, que en ese entonces llegaba hasta Argentina (actual provincia de Jujuy).
Con la práctica del comercio y el apoyo de otros mineros, entre ellos los apellidados Ramírez y Yáñez, fue constituyendo sus riquezas en diferentes minas, primero, en Oruro, concretamente en Carguaicollo, donde implantó el primer madero carril, tal como lo menciona Ruck:
Fue en Carguaicollo, el año 1853 donde se establecieron los primeros ferrocarriles en las minas y el primer camino carretero para baja de metales. Lo que particularmente tiene que agradecerle el país es el contingente de conocimientos útiles y prácticos que le trajo con los hombres que tuvo a su servicio. Citamos como ingeniero a Hugo Reck, mensurista y topógrafo, con quien mandó levantar el plano de la altiplanicie central de Bolivia. Como metalurgista, a Carlos Ernesto o Francke.
Fue sin lugar a duda un cambio enorme para el país. José Avelino puede ser definido como un hombre visionario y querendón de su tierra.
Por la mitad del siglo XIX adquirió las propiedades de Portugalete, porque el dueño tenía deudas que no pudo pagar. Estas tierras fueron adquiridas por varios mineros.
Las empresas de José Avelino y la familia Aramayo fueron: Carguaicollo Sevaruyo, Antequera, TacaguaReal Socavón Potosí, Huanchaca, Pulacayo Portugalete, San Joaquín Chorolque- Tasna- Chorolque- Chocaya y Quechisla, la misma que está plasmada en su monumento.
Después de su fallecimiento, las propiedades pasaron a manos de su hijo Félix Avelino Aramayo, quien siguió los pasos de su padre.
Tierra de colores y contrastes
El entorno natural de Tupiza destaca por su espectacular geografía, de formaciones rocosas rojizas, quebradas profundas y ríos que cruzan fértiles valles. Estas características han dado lugar a una identidad visual y emocional en la memoria de los tupiceños.
“El paisaje de Tupiza es un testimonio vivo del diálogo entre la naturaleza y la cultura. Las formas geológicas se han integrado al imaginario colectivo como símbolos de resistencia, belleza y pertenencia”, define L. Ramos en su obra ‘Geografía cultural de los Andes meridionales’.
Conmemoración e identidad
Cada año, durante las efemérides de fundación (4 de junio) y otras fechas patrias, los actos cívicos y desfiles escolares en Tupiza refuerzan el sentimiento de comunidad y pertenencia.
Las danzas típicas, las ferias de productos locales, las exposiciones de arte y las rememoraciones históricas constituyen formas vivas de conmemoración.
Además, las romerías a sitios como el cerro La Torre, el Cañón del Duende o el Valle de los Machos implican formas simbólicas de reencontrarse con la tierra ancestral.
Memoria e intergeneración
La transmisión de relatos orales sobre la historia local, las luchas sociales, los personajes legendarios y las tradiciones familiares son esenciales en la conmemoración cotidiana. Las nuevas generaciones participan de esta memoria a través de narraciones, canciones populares y participación comunitaria.
Conmemorar a la tierra de Tupiza no es simplemente celebrar el pasado, sino mantener viva una identidad regional profundamente ligada a su historia, su geografía y su gente.
A través de actos públicos, expresiones culturales y memoria oral, Tupiza se constituye en una comunidad que recuerda para resistir, proyectar y reafirmar su lugar en el mundo.
Tupiza, La Joya Bella de Bolivia.
Tupiza, tierra de valientes, orgullosos de sus raíces.
(*) Carmen Rosa Salas C. es docente de la carrera de Historia de la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca.