Pachakutiq Yupanqui y el Inti Raymi
Apuntes históricos a propósito del culto al sol y el mes de junio.
En la actualidad, el común de la sociedad considera que los incas tenían como deidad suprema al sol, quien habría dado origen a toda la cultura andina, y, por lo cual, los incas llegarían a ser “los hijos del Sol”. Sin embargo, si analizamos la información proporcionada por los cronistas es posible verificar que el sol no se constituía en la deidad mayor de los incas, pues ese lugar lo ocupaba Wiraqucha; deidad que no simplemente habría creado a la humanidad, sino que también el universo, con los planetas, las estrellas y desde luego al mismo sol.
El cronista Polo de Ondegardo menciona que: “Después de Viracocha (a quien tenían por señor supremo de todo y adoraban con suma honra) adoraban también al Sol y a las estrellas y al trueno y a la tierra que llaman Pachamama y otras cosas diferentes” (1906).
Si bien, en un principio, Wiraqucha (espuma de mar) es reconocido como la deidad suprema de los incas, es a raíz de varios sucesos políticos, sociales e históricos que el sol llega a ocupar un lugar privilegiado en el culto andino. Fue precisamente el noveno inca, Pachakutiq Yupanqui, el principal impulsor del culto solar, llegando a convertir las celebraciones del solsticio de invierno (Inti Raymi) y el solsticio de verano (Qhapaq Raymi) en las más fastuosas y reconocidas de todo el Tawantinsuyo.
PACHAKUTIQ YUPANQUI, EL HIJO DEL SOL
Poco antes de mediados del siglo XV, durante el reinado del inca Wiraqucha, tuvo lugar la legendaria guerra entre los Incas y los Chancas. Según Sarmiento de Gamboa, los Chancas, liderados por la momia de Uscovilca, quien en vida fuera un cruel tirano, habían decidido cercar Cuzco y dar fin al reinado de los incas.
Al ver la superioridad numérica de sus enemigos, Wiraqucha había huido de Cuzco, siendo el joven guerrero Kusi Yupanqui quien con un reducido ejercito logró enfrentarse estratégicamente a los Chancas, llegando a vencerlos y haciendo que estos escapen abandonado a la momia de Uscovilca en el campo de batalla. (1582). Esta victoria fue tan épica que llegó a convertirse en leyenda. Así, varios cronistas mencionan que, noche antes de la batalla, el mismo Dios Sol se le aparece al joven Kusi Yupanqui augurándole una victoria y, en medio de la batalla, la deidad solar auxilia al joven guerrero convirtiendo montones de piedras en feroces guerreros.
Tras esta victoria, supuestamente obtenida gracias al Dios Sol, el inca Yupanqui mandó a realizar grandes ofrendas y sacrificios a esta deidad, además de mandar a construir un nuevo templo dedicado al culto solar cuya riqueza y opulencia eran míticas.
En virtud a los eventos acaecidos, Wiracocha decide posesionar a Kusi Yupanqui como inca supremo bajo el nombre de “Pachakutiq Yupanqui Qhapaq Inti Churi”. (Betanzos, 1880). Este nombre es traducido al español como: Yupanqui; el que vuelve el tiempo y el espacio atrás, hijo del gran Dios Sol.
PACHAKUTIQ Y EL INTI RAYMI
El noveno inca, Pachacutec Yupanqui, logró emprender insignes campañas de conquista y expansión de grandes territorios, anexando a pueblos enteros al dominio incaico, logrando consolidar el gran imperio del Tawantinsuyo y obligando a los pueblos conquistados a adoptar al sol como deidad principal. Cuando Pachakutiq Yupanqui conquista los actuales territorios de Bolivia, instaura un culto solar predominante, ordenando la construcción de templos dedicados al sol en las islas del Lago Titicaca (Betanzos, 1880), y hasta haciendo del cerro de Potosí un adoratorio al sol. Desde luego, el noveno inca también fortalece la celebración del Inti Raymi en el solsticio de invierno.
Según Garcilaso de la Vega (1609), para la celebración del Inti Raymi, los curacas venían con sus mejores galas, unos usaban ropa con adornos de oro y plata, mientras que otros utilizaban su vestimenta adornada con pieles y plumas de animales. La población en general se preparaba para la fiesta con un ayuno de tres días en el que solo se permitía comer un poco de maíz blanco crudo, algunas hierbas denominadas chucan y agua. Además, los hombres debían abstenerse de dormir con sus mujeres. En este tiempo de ayuno no se encendía fuego alguno en la ciudad.
Al amanecer del día de la fiesta, el inca, acompañado de toda la familia real, se dirigía a la plaza principal de Cusco, donde descalzo y mirando al oriente esperaba la salida del sol. Cuando el sol empezaba a salir, la gente se ponía de cuclillas y con los brazos abiertos y las manos alzadas daban besos al aire como señal de respeto y adoración del sol. El inca se ponía de pie y con un vaso de oro en la mano realizaba ofrendas de libación al Sol. También se realizaban abundantes sacrificios de llamas. A través de la observación del corazón y pulmón del primer camélido sacrificado, se realizaban varios augurios.
De esta manera, queda claro que la denominación de los incas como “hijos del sol” y la gran difusión del culto solar en todo el Tawantinsuyo, además de las celebraciones de los solsticios, se deben principalmente a las hazañas protagonizadas por el inca Pachakutiq. En la actualidad, las celebraciones del Inti Raymi se realizan en varios lugares del territorio boliviano en los que las personas realizan diversas ofrendas, sacrificios y encienden fogatas rituales con el objetivo de reconfortar al sol y ayudarlo a recobrar sus fuerzas para seguir llenando de vida nuestro mundo.
* Marco Flores Peca es vicepresidente de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).
BIBLIOGRAFÍA
Betanzos Juan (1880) Suma y Narración de los Incas – que los indios llamaron capaccuna, que fueron los señores de la ciudad del cuzco y de todo lo á ella sujeto. Peru: Imprenta de Manual G. Hernandez.
De la Vega, Garcilaso (1609-1995). Comentarios Reales de los Incas I. México: Fondo de Cultura Económica de México.
Polo de Ondegardo, Juan (1906). Tratado y averiguación sobre los errores y supersticiones de los indios (1559). Revista Histórica. Órgano del Instituto Histórico del Perú. Dirigida por Carlos Alberto Romero. Volumen (tomo origen) 1, Lima.
Sarmiento de Gamboa, P., (1572-2016). History of the Incas and the execution of the Inca Tupac Amaru. Cambridge University Press.