Bolívar: liberal y humanista
El pensamiento liberal de Bolívar se forja bajo la influencia de la Ilustración europea y de pensadores como Rousseau, Montesquieu, Voltaire y Locke.
Simón Bolívar, conocido como El Libertador, es una de las figuras más relevantes de la historia de América Latina. Su legado no solo se limita a las gestas militares que contribuyeron a la independencia de varios países del continente, sino también a su profundo pensamiento político, impregnado de ideas liberales y humanistas.
Esas ideas se encuentran condensadas de forma magistral en tres textos fundamentales: la “Carta de Jamaica” (1815), el “Discurso de Angostura” (1819) y “Mi delirio sobre el Chimborazo” (1830), cada uno de los cuales revela las inquietudes filosóficas, éticas y políticas de un hombre comprometido con la libertad, la justicia y el bienestar de los pueblos americanos.
Liberalismo y humanismo…
El pensamiento liberal de Bolívar se forja bajo la influencia de la Ilustración europea y de pensadores como Rousseau, Montesquieu, Voltaire y Locke. Desde joven, durante su estancia en Europa, Bolívar se empapó de estas ideas, que más tarde transformaría en propuestas concretas para la construcción de nuevas repúblicas en América.
Su liberalismo se expresó en la defensa de los derechos humanos, la soberanía popular, la división de poderes y la república como forma de gobierno. Sin embargo, Bolívar no fue un liberal doctrinario; su pensamiento se adaptó a las realidades políticas, sociales y culturales de Hispanoamérica.
En el plano humanista, Bolívar concibe al ser humano como centro de la acción política. La libertad no es para él una consigna abstracta, sino una condición esencial de la dignidad humana. Su preocupación por la educación, por la justicia social, por la eliminación de la esclavitud y por la integración continental, revelan una visión profundamente ética, en la que la política está al servicio del bienestar colectivo.
Carta de Jamaica (1815)
Escrita en Kingston durante su exilio en 1815, la Carta de Jamaica es un documento visionario que expresa tanto el análisis geopolítico de la situación americana como las bases ideológicas del proyecto bolivariano. Bolívar expone en ella las causas del fracaso temporal de la independencia, pero también reitera su fe en la libertad y en la capacidad de los pueblos americanos para autogobernarse.
Desde el punto de vista liberal, la Carta es una defensa apasionada del derecho de los pueblos a la autodeterminación. Bolívar denuncia el despotismo español y argumenta que los habitantes de América tienen el mismo derecho a la libertad que los europeos. Subraya que no puede justificarse la dominación colonial en nombre de la civilización o la religión, como pretendía la metrópoli. En una afirmación contundente señala: “No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los europeos”.
Además, la Carta muestra una clara preocupación humanista. Bolívar no solo analiza la política, sino que expresa su dolor por el sufrimiento de los pueblos y su esperanza en un futuro mejor. La libertad no es, para él, un fin en sí mismo, sino el medio para alcanzar una vida digna: “¿Y qué hombre puede ser libre mientras la esclavitud exista en el mundo?”, sentencia con fuerza.
Asimismo, Bolívar propone la unidad continental como única vía para resistir futuras amenazas externas. Intuye que la fragmentación debilitaría a los nuevos estados, y propone una confederación americana inspirada en el modelo de Estados Unidos, pero con las adaptaciones necesarias a las realidades locales.
Discurso de Angostura (1819)
El Discurso de Angostura, pronunciado ante el Congreso Constituyente de Venezuela en 1819, es quizá el documento más completo de Bolívar en cuanto a propuestas de gobierno. En él, Bolívar traza una visión institucional para las nuevas repúblicas, reafirmando su convicción en la libertad, pero alertando contra los peligros del desorden.
En este discurso, Bolívar defiende la necesidad de una constitución republicana con división de poderes, pero introduce una figura peculiar: el “Poder Moral”. Inspirado en las ideas de Rousseau y en los tribunales de censura de la antigua Esparta, este poder tendría la función de velar por las virtudes cívicas y el comportamiento ético de los ciudadanos. Aunque esta idea fue considerada utópica por muchos, revela el profundo humanismo de Bolívar: para él, no bastaba con la ley; se necesitaba formar al ciudadano virtuoso.
Bolívar también cuestiona el modelo liberal clásico cuando afirma: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Aquí, su liberalismo se matiza con un enfoque pragmático y realista. No se trata solo de copiar modelos europeos, sino de crear instituciones propias, capaces de garantizar justicia y estabilidad en sociedades marcadas por la desigualdad, el racismo y el atraso educativo.
Por otra parte, en el discurso se reafirma la centralidad del ser humano: Bolívar insiste en la educación como condición para la libertad. Propone la creación de un sistema educativo público y gratuito, y considera a la educación como el arma más poderosa para consolidar la república y evitar la tiranía.
Mi delirio sobre el Chimborazo (1830)
“Mi Delirio sobre el Chimborazo”, escrito en los últimos años de Bolívar, se diferencia de los dos textos anteriores por su tono poético y simbólico. Es una reflexión existencial en la que el Libertador, ya agotado y desencantado, dialoga con la figura alegórica del Tiempo. A través de este “delirio”, Bolívar expresa su angustia ante la ingratitud y la incomprensión, pero también reafirma su misión como redentor de los pueblos.
En este texto, el pensamiento humanista de Bolívar alcanza un plano casi metafísico. La libertad, la justicia y el destino de los pueblos ya no son meros conceptos políticos, sino realidades trascendentes. En uno de los pasajes más memorables, el personaje-Bolívar exclama: “¡Yo soy el hombre del siglo XIX! Yo nací con él, y he de dejar en su seno mi último suspiro”. Esta declaración revela la conciencia histórica de Bolívar: se ve a sí mismo como un instrumento de la historia, destinado a liberar y a sufrir por ello.
Aunque menos “liberal” en sentido estricto que los textos anteriores, el Delirio refuerza la dimensión ética del bolivarianismo. Bolívar no se presenta como un caudillo sediento de poder, sino como un hombre profundamente humano, que ha sacrificado su vida por un ideal. Es la culminación de su pensamiento humanista, en el que la libertad y la dignidad no son solo aspiraciones políticas, sino valores espirituales que definen el sentido de la existencia.
Conclusión
Simón Bolívar fue mucho más que un guerrero victorioso o un estratega político. Fue un pensador que combinó las ideas del liberalismo ilustrado con un profundo sentido humanista, adaptando ambas corrientes al contexto particular de América Latina. La “Carta de Jamaica”, el “Discurso de Angostura” y “Mi delirio sobre el Chimborazo” permiten trazar una evolución coherente de su pensamiento: desde la denuncia del colonialismo y la proclamación del derecho a la autodeterminación, pasando por la formulación de una teoría política para las nuevas repúblicas, hasta la reflexión introspectiva sobre el sentido de su lucha.
En una época de crisis de las democracias, desigualdades crecientes y pérdida de sentido colectivo, el pensamiento de Bolívar conserva una vigencia incuestionable. Su apuesta por la libertad con justicia, por la educación como base de la ciudadanía, y por la unidad como respuesta al aislamiento, son lecciones que siguen iluminando el camino de América Latina. Bolívar no solo liberó naciones: también liberó ideas, muchas de las cuales aún esperan ser plenamente realizadas.
(*) Johnny Carvajal es Académico de Número de la Academia Boliviana de Historia Militar, letra “H”.