Elecciones en Bolivia: Siete claves

Las elecciones presidenciales en Bolivia significan un fuerte impacto geopolítico en el Cono Sur, lo cual puede explicarse en siete claves.

Elecciones en Bolivia: Siete claves Elecciones en Bolivia: Siete claves Foto: Inteligencia Artificial

Pablo Lacoste
Ecos / 02/09/2025 03:09

Las elecciones presidenciales en Bolivia significan un fuerte impacto geopolítico en el Cono Sur, lo cual puede explicarse en siete claves. Estas sirven de orientación del futuro regional, sobre todo pensando el futuro modelo de desarrollo que supere el actual modelo centrado en extracción de recursos naturales, predominante en la región en las últimas décadas. Ese modelo es la herencia del MAS en Bolivia, el kirchnerismo en Argentina y los diversos gobiernos chilenos de las últimas décadas.

Para mejorar el desarrollo socioeconómico, se requiere una mejor integración entre estos países, con vistas a promover el turismo receptivo, entre otras actividades económicas. Pero ello requiere superar las tensiones actuales, proceso en el cual la elección del 17 de agosto es un antecedente importante.

1. Victoria de la democracia y adiós a la autocracia

Las elecciones se han realizado con normalidad, más allá de incidentes aislados. Se consolida la democracia en Bolivia y quedan atrás los temores de manipulación electoral o fraude, tal como ocurrió en Venezuela y antes en Bolivia (2020). Bolivia se salvó ´de convertirse en una autocracia como la de Nicolás Maduro u otras dictaduras caribeñas. Esto significa un nuevo contexto, que puede mejorar las relaciones de Bolivia con las democracias del Cono Sur de América, que se han manifestado firmes en el rechazo a las dictaduras de la región.

2. Perspectivas de mejoras con Argentina: adiós a la alianza con Irán 

El gran derrotado fue el MAS, fuerza política hegemónica en Bolivia en los últimos veinte años: tras alcanzar el 60% de los votos en el pasado, el MAS ha recibido apenas el 3%. Como resultado, no tendrá candidato en la segunda vuelta, y además, ha quedado totalmente fuera del Senado de la Nación. El nuevo gobierno no tendrá compromisos con los aliados que cultivó el MAS, particularmente Irán. Todavía duele en Argentina el recibimiento que el gobierno de Bolivia brindó a autoridades del gobierno persa, involucrados en el atentado de la AMIA que costó la vida de 85 argentinos. Este giro puede remover obstáculos para mejorar las relaciones bilaterales. 

3. Perspectivas de mejoras con Chile: adiós al discurso xenófobo y ultranacionalista

La derrota del MAS puede significar también una mejora en las relaciones de Bolivia con Chile: basta recordar que una de las piedras angulares de la política exterior de Evo Morales fue el discurso ultranacionalista y antichileno. Su gestión se caracterizó por impulsar la actitud hostil contra Chile, como instrumento de construcción de poder interno. Evo sostuvo un discurso de irredentismo, reivindicando como propias las ciudades que son chilenas desde el siglo XIX. Su discurso se nutrió de una ideología ultranacionalista similar a las que alentaron los países de Europa a comienzos del siglo XX y que desembocaron en la I y II Guerras Mundiales. Al llevarse esa ideología hasta sus últimas consecuencias, se generó una tragedia de 100 millones de muertos. Después de esa experiencia, los europeos comprendieron cuales son los frutos del discurso ultranacionalista y resolvieron archivarlo para siempre. El resultado fue cambiar la actitud hostil por una nueva, signada por la cordialidad, lo cual permitió crear la Unión Europea y lograr la prosperidad. Los europeos aprendieron la lección: la paz genera bienestar y riqueza, no el nacionalismo. Con la salida del MAS del gobierno, se puede abrir una nueva etapa de cordialidad y diálogo constructivo entre Bolivia y Chile.

4. Futuro del narco en la incertidumbre

El cierre de este ciclo abre también espacios de incertidumbre, particularmente en el mundo del narco. Una de las medidas más polémicas de Evo Morales fue expulsar a los inspectores de la DEA de los territorios cocaleros, con lo cual se interrumpieron las inspecciones para verificar si efectivamente la coca se utilizaba para uso tradicional o si también iba para la producción y comercialización de cocaína. La alta rentabilidad de este comercio genera fuertes intereses creados, sobre todo en el Chapare. La tolerancia del régimen se hizo notar también en las fronteras con Chile y Argentina, a través de las cuales, el narco se ha movido con gran impunidad. La pregunta es: ¿Qué va a ocurrir ahora? ¿Asumirá el nuevo gobierno una actitud de mayor control en la materia? Si se enfrenta al narco, ¿Cómo se va a reemplazar como fuente de ingresos para los productores del Chapare y las 12 federaciones de productores cocaleros cercanas a Evo? 

5. El legado de integración social como principal desafío

Dentro de los 20 años del MAS, junto con sus debilidades, también hay fortalezas, principalmente en las mejoras sociales. Mantener este legado es el principal desafío del nuevo gobierno. De ello dependerá su gobernabilidad y futuro. Porque a diferencia de otros gobiernos de la región (como el kirchnerismo en Argentina), la buena gestión económica de Bolivia, sobre todo cuando Luis Arce estuvo al frente de esa cartera, permitió que los avances políticos se convirtieran en mejoras sociales permanentes. Esto es exactamente lo opuesto a lo ocurrido en la Argentina kirchnerista, donde la ideología del gasto fiscal ilimitado se tradujo en superinflación y multiplicación de la pobreza, hasta superar el 50% de la población a fines de 2023, cuando cerraron su ciclo de gobierno. Por este motivo, una de las principales responsabilidades del nuevo gobierno boliviano será cuidar el bienestar de las capas populares, principalmente los indígenas.

6. Qué hacer con la macro: el punto crítico

Otro desafío del próximo gobierno será enderezar la macroeconomía de Bolivia, de la cual depende todo lo demás. La situación no es tan crítica como en Argentina: en 2023 los K dejaron el país con una inflación anual del 297%; en Bolivia, Arce la deja en el 30% anual, lo cual es claramente menos grave. Pero hay cuellos de botella complicados. La brecha cambiaria supera el 100%: el dólar oficial está en 7 bolivianos, mientras que el dólar blue llega a 14, lo cual representa una traba para el comercio internacional y la inversión, a la vez que genera escasez y malestar.

 A ello se suma la política de subsidios a los combustibles y el establecimiento de precios oficiales por debajo del valor de mercado. Igual que en la Argentina K, esa política energética causó la pérdida de la soberanía energética: cayeron las inversiones y la producción. Bolivia no solo dejó de exportar, sino que perdió la capacidad de abastecer el mercado interno. Tuvo que comenzar a importar energía, pagando el costo del precio internacional, para luego revenderla en el mercado interno a menos de la mitad de su valor, con el consiguiente quebranto de las arcas fiscales. Incapaz de perder tantos dólares, las importaciones se ralentizaron, lo cual generó fuerte desabastecimiento: actualmente, para recargar combustible del camión, hay que hacer filas de tres días. Así lo pudo comprobar el suscrito en su reciente viaje a Bolivia, donde recorrió varias ciudades y departamentos y observó filas interminables de camiones estacionados al costado del camino como parte del paisaje cotidiano.  Similar a lo que se observa en la cordillera de los Andes cuando la nieve bloquea la carretera internacional y los camiones se estacionan en filas interminables junto a la ruta.

La crisis energética es como una bomba activada que recibirá el próximo gobierno como presente griego. Para superar estas distorsiones se requieren medidas de muy difícil aplicación. Frente a ello, la región muestra dos experiencias distintas el gradualismo de Macri (2015-2019) y el cambio radical de Milei. De los dos que pasaron a segunda vuelta, Rodrigo Paz parece más cercano al estilo moderado de Macri, mientras que Tuto Quiroga tiene un enfoque más parecido a Milei. El que resulte ganador tendrá que extremar su capacidad política para desactivar la bomba sin cortar el cable equivocado.

7. Evistas al acecho

Las medidas impopulares que tendrá que enfrentar el propio gobierno se complican por la amenaza que, desde las calles, pueden representar los seguidores de Evo Morales. Ya se demostró esta capacidad durante la gestión de su delfín, Luis Arce. Evo apoyó su candidatura en 2021, pero luego le exigió subordinación a sus órdenes, lo cual Arce no aceptó. Como represalia, Evo hizo todo lo posible para complicarle la gobernabilidad con cortes de carreteras y medidas de fuerza con violencia, lo cual causó varios muertos. 

En estas elecciones Evo convocó a votar en blanco y obtuvo el 19%, similar porcentaje que el obtenido por el peronismo en Argentina en 1957 y 1963, lo cual le sirvió de base para su retorno al poder. El 19% de ayer representa menos del 60% que había anunciado Evo de voto nulo. Pero supera el apoyo del mejor candidato de la izquierda (Andrónico obtuvo apenas el 8%). Desde ese lugar, Evo aspira a convertirse en jefe de la oposición, y va a realizar una campaña permanente para complicar la gobernabilidad, con todas sus implicancias en la región.

Balance: nuevos escenarios en tensión

Desde el punto de vista de la geopolítica regional, las perspectivas de cambio dependen de la capacidad del nuevo gobierno por consolidar su gobernabilidad. Si logra enderezar el barco escorado de la macroeconomía, y mejorar las condiciones de vida, el nuevo gobierno podrá mejorar sustancialmente las relaciones con los vecinos, particularmente Argentina y Chile. Pero el camino estará minado por los resabios del narco, la crisis energética y las tensiones políticas. •

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