Los proyectos de Pasos en el valle de Sucre
La Fundación Pasos invitó a ECOS a recorrer algunos de los proyectos de desarrollo que ha ido sembrando a lo largo del valle de Sucre, donde esta institución comenzó su historia hace ya un cuarto de siglo.
A lo largo de la línea del río, y también en las laderas de los cerros, en las huertas y piscinas rebosantes de peces, se advierten resultados contagiosos que invitan a soñar con un desarrollo rural que mejora la economía local, respeta la naturaleza, fortalece el liderazgo de las mujeres y dignifica la vida en el campo.
La Fundación Pasos invitó a ECOS a recorrer algunos de los proyectos de desarrollo que ha ido sembrando a lo largo del valle de Sucre, donde esta institución comenzó su historia hace ya un cuarto de siglo. Allí, con el apoyo de la cooperación internacional y un trabajo coordinado con la Alcaldía y la Gobernación de Chuquisaca, viene impulsando iniciativas productivas inspiradas en el cuidado del medioambiente.
Durante la visita, entramos en contacto con las organizadas que trabajan en comunidades y que se reinventaron para progresar y quedarse a vivir en el área rural. Un cúmulo de experiencias exitosas en producción frutícola, apicultura y piscicultura, de la mano de tecnología moderna que se hizo posible gracias a los recursos de la cooperación internacional —aproximadamente 430.000 euros (500.920 dólares) invertidos en los últimos cinco años, de 2022 a 2026— canalizados mediante la gestión comprometida de los técnicos y funcionarios de la Fundación Pasos.
Este paseo exprés y un tanto surrealista nos llevó al lugar mismo de donde se cosechan frutos muy apreciados en los mercados de Sucre, que dignifican al campo y a la historia de quienes a diario exponen su rostro al sol.
Los tunales de Marina
El camino hacia la comunidad de Media Luna, sector Huancani, es una serpiente de asfalto que desciende desde Sucre hacia el valle. A medida que se avanza, el aire se vuelve más cálido y el paisaje cambia. Aparece la línea del río que en verano es furioso y en invierno, escaso.
Detrás de un letrero que dice ‘Asociación de Productores Agropecuarios de Huancani (APAM)’, a 24 kilómetros de Sucre, nos espera Marina Huanca Fernández, rodeada de tunales espinosos y majestuosos, mimados con riego tecnificado que les llega gota a gota. Marina, de 52 años, es presidenta de su asociación y un ejemplo de liderazgo femenino.
Las tunas pertenecen a los 31 miembros de su comunidad, aunque cada quién sabe exactamente cuál es su parcela. Hay 2.000 tunas y 500 plantas de maracuyá, intercaladas con limones, papayas, naranjas y paltas. La parcela lleva aproximadamente tres años en producción y, un poco más allá, se observan colmenas que aprendieron a cuidar con la Fundación Pasos.
“Antes el problema era el agua. Queríamos plantar, pero no sabíamos cómo regar. Pasos nos ayudó con un pozo, una bomba, estanques y riego por goteo. Con agua, cualquier planta da”, asegura.
Ese cambio lo transformó todo. Las tunas son “un negocio redondo”, porque se venden a buen precio en los mercados, permitiendo que la economía de las familias se duplique, tal como atestigua Marina.
Ella es una prueba clara del empoderamiento femenino en el campo, que consiste en que las mujeres puedan generar ingresos propios. “Antes solo los hombres podían ser dirigentes. Ahora soy titular, soy líder. Pasos nos ha ayudado a enfrentarnos a todo como mujeres”, afirma con orgullo.
Bajo el techo del pequeño salón comunal —construido también gracias al apoyo de la Fundación— Marina levanta la voz para agradecer por el agua, la capacitación, el acompañamiento y la esperanza en el futuro.
Vergeles de cítricos
Alejándonos un poco de la orilla del río, por un camino seco y polvoriento, a 32 km de Sucre, en las laderas del mismo cerro, como un espejismo en medio del árido paisaje se encienden tres vergeles. Son huertos de cítricos de la Asociación de Productores Ecológicos de Silla K’asa (APPESIK), compuesta por 30 familias. Con riego tecnificado por goteo, han logrado convertir terrenos áridos y pedregosos en huertas fértiles de limoneros, paltos y naranjos.
“Trajimos el agua desde un manantial a cuatro kilómetros de distancia”, cuenta David Vela, uno de sus representantes. “Colocamos la tubería con nuestras propias manos. No es mucho caudal, pero nos alcanza”, agrega.
La captación y las mangueras fueron instaladas con apoyo de Pasos y la ONG Solsoc Bélgica. El agua desciende por gravedad desde dos tanques de almacenamiento de 35.000 y 40.000 litros que recogen agua de un manantial que brota del cerro. Cada familia cultiva unas 60 plantas y cosecha entre 800 y 1.000 limones por semana durante todo el año.
“Antes solo sembrábamos a orillas del río, temiendo que una crecida se llevara todo. Aquí, en cambio, no hay ese riesgo y aprendimos a recuperar laderas y trabajar con el agua justa”, explica Vela.
El compromiso ambiental es evidente. “Todo lo que cultivamos es ecológico. No usamos químicos, hacemos nuestros abonos naturales”, añade.
El vínculo entre Pasos y Mojotoro se remonta a 2002, cuando la Fundación construyó el mercado local para que los productores pudieran vender directamente sus cosechas. “Desde entonces, seguimos juntos. Sin Pasos no hubiera sido posible”, concluye.
De la punta del cerro
El valle de Sucre está rodeado de cerros. Desde la punta de uno de ellos, hace 25 años, descendieron los comunarios de Quiquijana hacia el valle de Mojtulo, ubicado sobre la misma carretera, a 44 km de la capital. Entonces, la Fundación Pasos comenzaba a desarrollar sus primeros proyectos y fue cuando les enseñó sobre árboles frutales y la producción ecológica y sostenible.
“Yo he nacido en la punta”, recuerda Juan Valda, líder de la asociación de productores OECOM Quiquijana. “Allá arriba no conocíamos las frutas. Hacíamos trueque y viajábamos a Santa Cruz a trabajar en las cosechas”.
Todo cambió cuando llegaron los técnicos de Pasos. Con ellos aprendieron a sembrar limones, papayas, paltas y naranjas, y a producir sin químicos. Hoy, Quiquijana es reconocida por sus huertas frutales y su modelo de producción orgánica.
“Antes nos íbamos de peones, ahora tenemos trabajo todo el año aquí. Tenemos para mandar a nuestros hijos al colegio y ellos crecen comiendo fruta, eso me gusta”, dice Valda con satisfacción.
Además de sus huertas, la comunidad impulsó una nueva línea productiva, la tornería artesanal en madera, con el apoyo de Pasos, Solsoc y el Ministerio de Bélgica. Fabrican cucharas, vasitos, chúas y azucareros con ramas secas de tarco, mara, algarrobo y quina quina. “No talamos, usamos las ramas viejas. Pasos nos enseñó a cuidar el monte. Nuestros árboles viejos están retoñando como jovencitos”, enfatiza Valda. Su aspiración es tener una represa para ampliar la producción.
Tomates en Chuqui Chuquí
El río del valle baña los sembradíos de tomates en Chuqui Chuquí, a 50 km de Sucre. Son surcos donde crece una alfombra verde y exuberante de la que cuelgan tomates de la variedad ‘Lía’. Se trata de uno de los terrenos de la Asociación de Productores APROHOLIC, que cultiva Andrés Pucho Fernández, de 40 años. Antes, él era albañil y ahora está mucho mejor; se siente feliz como agricultor. En su asociación son 30 productores de diferentes comunidades.
En sus casi 2.000 metros de terreno crecen 5.000 plantas de tomate. “Cada cosecha da entre 500 y 600 cajas”, dice mientras revisa los frutos, aclarando que sus plantas producen tres veces al año.
Pasos ha acompañado su crecimiento con asistencia técnica, capacitación y apoyo en la compra de semillas y materiales. “Nos enseñaron a cuidar la planta sin exagerar con los químicos, a usar abonos naturales. Eso da mejor sabor y cuida la tierra”, comenta.
El recuerdo del ingeniero Antonio ‘Tuco’ Aramayo, exgerente de Pasos, lo emociona: “Él nos ayudaba en todo. Decía que había que cuidar la planta como a una wawa; tenía razón”.
Con esta asociación, Pasos también ha implementado una parcela experimental de vid y café.
Los peces de Melonarcito
A 75 km de Sucre está la comunidad de Melonarcito, donde el agua brota del subsuelo al excavar la tierra, convirtiéndola en un lugar ideal para construir piscinas para piscicultura. Allí, las aguas cristalinas llenas de peces son un espectáculo.
Porfirio Flores, piscicultor de 44 años, relata que comenzó hace 14 años con más errores que aciertos. “Tenía una piscinita chiquita con 14 tilapias. Se reprodujeron y todos se entusiasmaron. Desde ahí, cada uno quiso tener su piscinita”.
El proceso no fue fácil. Sin conocimiento técnico, muchos peces morían por falta de oxígeno o espacio. Todo cambió con el apoyo de Pasos, que ayudó a organizar la asociación, capacitó a sus miembros, financió alimentos y construyó una moderna sala de faeneo.
Hoy, Melonarcito cuenta con 46 piscinas donde se crían especies como tambaquí, pacú, carpa y tilapia. Una piscina promedio —de 15 por 30 metros y dos de profundidad— alberga hasta 1.000 peces, cada uno de los cuales se venden entre 25 y 30 bolivianos.
“Pasos nos ayudó también a resolver la oxigenación y a comprar alevines. Incluso fuimos al Trópico a intercambiar experiencias”, relata Flores.
El desafío actual es producir su propio alimento. “Compramos el pellet en Cochabamba o Tarija. Queremos hacerlo aquí mismo”, dice.
Desde septiembre comienza la temporada de siembra. En verano llegan los turistas. “La gente viene a pasar el día y se lleva su pescado fresco. Eso nos hace felices”, confiesa.
Un paseo revelador
El recorrido por los valles de Sucre muestra una verdad simple: el desarrollo sostenible en el campo es posible. Cada comunidad visitada ha germinado gracias al acompañamiento sostenido de la Fundación Pasos, que se ha convertido en un aliado eficiente al capacitar y facilitar tecnología. Su red de alianzas se ha ido entrelazando entre personas, cooperantes y técnicos a lo largo de 25 años, con proyectos productivos y ecológicos que transforman la vida rural en modelos a seguir.
Desde los tunales de Marina hasta las piscigranjas de Porfirio, pasando por las huertas de David, los tomates de Andrés y los limoneros de Juan, todos han abrazado con dignidad su trabajo, el cuidado de la naturaleza y el deseo de aprender a producir sin destruir •
ASOCIACIONES BENEFICIADAS CON PROYECTOS DE FUNDACIÓN PASOS
Programa: “Trabajo Decente y Economía Social Solidaria”
Financiamiento: ONG SOLSOC Bélgica y Ministerio de Bélgica
Zona: Carretera troncal a Cochabamba, en el valle
Media Luna – Huancani
33 beneficiarios (18H / 15M)
24 km de Sucre
- Agua subterránea y riego tecnificado
- Parcelas agroforestales y control sanitario
- Centro de acopio y sala comunal
- Talleres en manejo agroforestal y barreras vivas
Quiquijana (OECOM)
15 beneficiarios (10H / 5M)
44 km de Sucre
- Sistema de riego en cítricos
- Tornería en madera
- Talleres de género y resiliencia climática
Melonarcito (APRAE)
16 beneficiarios (12H / 4M)
75 km de Sucre
- Estanques piscícolas y centro de faineo
- Cabañas rústicas y draga para limpieza
- Alevines de surubí
- Talleres técnicos y viajes de intercambio
La Compuerta (APROHOLICH)
30 beneficiarios (23H / 7M)
50 km de Sucre
- Centro de acopio y lombricultura
- Parcelas con riego tecnificado
- Cultivos de tomate, mora, vid y café
- Control fitosanitario y viajes técnicos
Mojotoro (APPESIK)
26 beneficiarios (24H / 2M)
32 km de Sucre
- Cultivo de cítricos y pozo subterráneo
- Centro de acopio y apiario
- Reforestación y protección de fuentes de agua
- Talleres en apicultura y podas
- Cultivo de pitahaya
La Compuerta (APRON Río Chico)
19 beneficiarios (13H / 6M)
40 km de Sucre
- Centro de acopio de miel
- Mejoramiento genético apícola
- Meliponicultura para mujeres
- Intercambio de experiencias
Limón Pampa (APPTAVE)
8 beneficiarios (4H / 4M)
31 km de Sucre
- Equipamiento de centro de aloe vera
- Producción de alcohol en gel y jugos saludables
- Talleres de transformación y emprendimiento
Centralia: La Palma y Chaco
10 comunidades
30 km de Sucre
- Ferias locales y mercados solidarios
- Gestión de residuos y monitoreo de aguas
- Sensibilización ambiental y manejo de cuencas