Un rico chicharrón donde "Don Juve"

La invitación a servirse un delicioso platito uno de esos fines de semana se había estado postergando por mucho tiempo. Uno de los primos del Charly estaba en deuda y se había ofrecido a honrarla con un delicioso plato de chicharrón, pero no había cuándo.

Un rico chicharrón donde "Don Juve" Un rico chicharrón donde "Don Juve" Foto: La Gran 7

La Gran 7
La Gran Siete / 04/06/2019 03:07

La invitación a servirse un delicioso platito uno de esos fines de semana se había estado postergando por mucho tiempo. Uno de los primos del Charly estaba en deuda y se había ofrecido a honrarla con un delicioso plato de chicharrón, pero no había cuándo. Como la oportunidad no llegaba, el flaco decidió ponerle fecha y hora para asistir a una de las más tradicionales chicharronerías de la ciudad. El mopri, conocedor de la tenacidad de su acreedor, aceptó la invitación para aquella venturosa tarde de sábado, sin presentir lo que el chompa roja tenía en mente.

A la hora pactada, el flaco recogió a su mopri y para sorpresa de este, lo hizo en compañía de una morena angelical con cuerpo de sirena. El mopri se quedó con la boca abierta y, de súbito, un rubor indisimulable se le subió al rostro. No eran nervios o timidez, era la envidia que lo corroía porque estaban de salida para pasar una tarde de aventura y él estaba solo.    

El flaco lo consoló y le prometió que su soledad se compondría en el camino. Todos se subieron al coche, el mopri al volante, y después de un par de vueltas por la ciudad con un par de rubias espumeantes, llegó el momento de satisfacer al voraz apetito.

El flaco dio las coordenadas y en cuestión de minutos el trío se encontraba descendiendo las enigmáticas graderías de ingreso a la chicharronería “Don Juve”. Unos espectaculares chicharrones y unas rubias fueron el menú que ordenaron en una agradable tarde de sábado, en la galería de arcos de piedra que caracteriza al local.

La siempre cordial atención de doña Elsa y sus hijos Nery y Renato, hicieron sentir a los comensales como en casa. Así que la comilona y la charla se pusieron por demás amenas.

La chicharronería Don Juve  tiene tres décadas ofertando su exquisito sabor a los sucrenses y a cuanto visitante llega a la ciudad. A una cuadra del Palacete de la Florida, el negocio comenzó gracias a la visión de don Juvenal Coronado Torres, el original propietario del local, que ahora descansa en paz pero siempre supervisa que sus descendientes se esmeren en la atención.

Es un infranqueable lugar para la familia o los amigos, para pasar una agradable tarde de fin de semana con la fraternidad, la comparsa, el equipo o los colegas y, en domingo, para degustar de una cazuela o un mondongo con los familiares.

Debe ser una de las chicharronerías más antiguas de la ciudad, la cual a lo largo de los años ha sabido ganarse a su clientela.

Es por eso que el Charly eligió ese lugar, para vanagloriarse del monumento que lo acompañaba y para mostrarle a su mopri uno de los lugares que conoció gracias a su padre. El Charly y su papá pasaban tardes de tertulia en este lugar, al calor de un chicharrón bien servido.

El resto de la historia fue exitosa para el Charly, no tanto para su mopri, que tuvo que conformarse con su soledad y el título de chofer designado. Cuando tocó la hora de cambiar de boliche y buscar un sitio más confortable, fue momento de despedir al violinista del grupo. Él lo sabía y aunque había disfrutado la tarde noche a plenitud tuvo que despedirse, no sin antes pagar la cuenta. El flaco se había cobrado la deuda y lo había hecho de una forma muy creativa y sabrosa. El resto de la noche romántica es indescriptible: luces, cumbia, humo y muchas caricias atrevidas.    

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