Margarita, medio siglo en trabajos del hogar
Ayer,en Sucre, se conmemoró el Día Nacional de la Trabajadora del Hogar

A sus 68 años de edad, Margarita Paco Cruz continúa desempeñándose como trabajadora del hogar, un oficio que le permitió sostenerse desde sus 18 años y mantener a sus hijos.
En los 50 años que ejerce el oficio encontró satisfacciones, pero también amarguras, aunque a la hora de hacer un balance prefiere quedarse con las satisfacciones, pues tuvo la suerte de trabajar con buenos empleadores. Sin embargo, nunca pudo beneficiarse de un seguro de salud. Todas las veces que ella o sus hijos tenían problemas de salud debía echar mano de sus escasos ahorros para aliviar sus malestares. En muchas ocasiones, fueron los médicos amigos de sus empleadores quienes le brindaban atención gratuita.
Hace 13 años se aprobó la ley 2054 de Regulación del Trabajo Asalariado del Hogar y con esa disposición nació una esperanza para Margarita y miles de sus colegas, que en su gran mayoría reciben sueldos menores a un salario mínimo como dispone la norma.
Como en otras ocasiones, todo quedó plasmado sólo en el papel. Margarita siente que pese a sus 68 años de edad, activa laboralmente, es tiempo de seguir luchando por ese derecho que más que beneficiarla a ella, beneficiará a las más jóvenes, a las que son madres y sus familias.
En el artículo 9 de la mencionada Ley, se dispone que toda trabajadora del hogar debe ser afiliada a la Caja Nacional de Salud (CNS). Pese a lo dispuesto, el Sindicato de Trabajadoras Asalariadas del Hogar Sucre no conoce ni siquiera un caso para enseñarlo como ejemplo a sus afiliadas y a la sociedad en su conjunto.
Por ello, Margarita participó de la marcha de protesta ayer, levantando una pancarta y ubicada en primera fila, para exigir un derecho que no tuvo la dicha de tener en 50 años de total entrega a su oficio.
Empezó como trabajadora del hogar a los 18 años de edad
Oriunda del municipio de Mojocoya, Margarita Paco Cruz salió a sus 12 años de su natal Redención Pampa con destino a Sucre bajo la tutela de su madrina, una manera casi común en el medio de trasladar niñas del campo para que vayan a trabajar a las ciudades, muchas veces en condiciones de explotación.
No fue el caso de doña Margarita que vivió con su madrina hasta sus 18 años. La acompañó y a cambio recibió techo y alimento. Una vez que cumplió esa edad decidió hacer su propia vida y empezó a ganarse el pan de cada día como trabajadora del hogar.
Con lo que recibía de sueldo mensual tenía para cubrir todas sus necesidades, incluidos la ropa y algunos antojos. Reconoció que comenzar no fue fácil, soportó algunas riñas de sus empleadores y siguió hacia adelante. De un modo que quisiera que sea imitado por las jóvenes de hoy, que a veces a la primera llamada de atención abandonan su trabajo, reflexionó.
Margarita pasó dos años de vida soltera, sola en la ciudad, y a los 20 se casó. Formó un hogar y se mantuvo laborando como trabajadora del hogar. Junto a su pareja procreó ocho hijos y aun así se mantuvo firme en su oficio. Tuvo la suerte, como ella reconoce, de contar con buenos empleadores que le permitían trabajar con sus hijos en la espalda, pero también con una enorme carga económica que se dio modos para superar en el día a día.
Ingresaba a trabajar a las 7:00 y salía a las 14:00; luego buscaba lavar ropa para ganar algo más y fortalecía a su familia brindándole atención personal al final de la tarde y parte de la noche. Sus vástagos eran ocho y lidiar con ellos casi sola no era nada fácil, pero tampoco imposible.
Gracias a la perseverancia como trabajadora del hogar logró que tres de sus hijos se formaran como albañiles y sus hijas estudiaran una carrera técnica o profesional.
Ahora ellos ya tienen su propia vida, sus esposas o maridos, sus hijos, sus familias, pero doña Margarita, con sus 68 años de edad, quiere seguir adelante laburando como trabajadora del hogar, pues cree que si se queda en su casa no sabría qué hacer.
Esta señora de canas, de tez morena, de mediana estatura es un referente entre las trabajadoras del hogar de Sucre y por eso prefiere seguir en el oficio no sólo para seguir viviendo de su propio esfuerzo, sino también para seguir luchando por los derechos del sector al lado de las más jóvenes.