El antiguo Barrio Obrero es hoy el epicentro del bullicio citadino
La avenida Germán Mendoza es también un lugar de gran actividad comercial
El barrio Obrero fue uno de los primeros proyectos de vivienda social que se implementó en la ciudad de Sucre hacia fines de la década de 1940 del siglo pasado. Con recursos del Estado, los gobiernos de esa época lograron adquirir terrenos en una extensa explanada y los adjudicaron a grupos familiares afiliados a las organizaciones obreras de ese tiempo.
La construcción de un reloj en una zona populosa convirtió a ese mecanismo en uno de los emblemas de la ciudad. Allí mismo funcionaba hace décadas una biblioteca (que hoy se mantiene por cuenta de la Alcaldía) y que estuvo un tiempo financiada con la ayuda del gobierno alemán, la misma que estaba destinada a incentivar el hábito de la lectura en los niños y jóvenes.
Hoy el Barrio Obrero prácticamente no existe como tal, pues la expansión de la ciudad hizo que el lugar se convirtiera en una de las áreas comerciales más dinámicas de la capital.
Miles de automóviles y motocicletas circulan a diario por esa zona que se convirtió en un nudo vital de comunicación urbana. Los vecinos de la zona relatan que casi diariamente se producen distintos incidentes de tránsito, algunos de ellos de gravedad, protagonizados sobre todo por motociclistas.
Asimismo, la imprudencia de muchos peatones que no utilizan los pasos de cebra hace que el peligro de accidente sea mucho más evidente que en cualquier otra zona de la ciudad. Otros conductores tampoco respetan las normas e incurren en infracciones graves. “Hemos visto gente que incluso se duerme al volante de sus autos porque están borrachos”, afirma Ruth, propietaria de una caseta de venta de comida rápida.
Otra de las preocupaciones del barrio constituye la presencia de personas ebrias que duermen en la plazuela. Este problema social se convierte también en una amenaza para la seguridad, pues muchos vecinos, especialmente los propietarios de comercios, aseguran que estos grupos generan inseguridad y también suelen cometer robos en la zona.
Los comerciantes legalmente establecidos en la Germán Mendoza también se quejan por la competencia desleal de los informales instalados en la cercana calle Man Césped, pues mientras los primeros deben cumplir sus obligaciones tributarias establecidas, los otros no están obligados a pagar impuestos, lo que perjudica al rubro.
El Reloj también se convirtió en un lugar de reuniones para eventos culturales y folclóricos, así como lugar de concentración para marchas y actividades de orden sindical y social. Quizá este último rasgo sea lo único que todavía lo identifica con su antigua inspiración obrera.
Una pintoresca plazuela en constante riesgo
La Plazuela del Barrio Obrero debe ser actualmente una de las más bonitas y pintorescas de la ciudad. A pesar de que muestra buen aspecto y está permanentemente asistida por personal municipal, la misma presenta problemas que son una constante amenaza para quienes viven o realizan una actividad en sus inmediaciones.
Doña Aida es una mujer mayor que tiene que ganarse el sustento diario en su puesto de venta de refrescos. “Cuando vengo en las mañanas tengo miedo porque los borrachos están todavía tirados en los jardines”, afirma.
Esta sensación de inseguridad aumentó en los últimos meses a partir del traslado de un puesto policial que ahora funciona unos metros más abajo, en la plazuela del Cooperativista.
El consumo de alcohol en locales aledaños a la plazuela no puede ser controlado hasta ahora y genera un problema social grave que afecta a la zona, según coinciden la mayoría de los vecinos quienes sufren a diario por esta situación anómala.
LOS VECINOS
Ruth
“Lo que puedo comentar es que haya más control de tránsito porque hay muchos choques en El Reloj, más que todo las motos".
Ramiro Rojas
“Nosotros hacemos servicio de plomeros, albañiles, electricistas, pedimos a la población que venga".
Aida Chavarría
“En el verano cuando hace calor vendo más refrescos, pero ahora no me alcanza ni para mi mercado".
Guido Irahola
“Sufrimos robos y no hay a quien acudir. Los bebedores consuetudinarios ya en la tarde empiezan a tomar".