Historias con aroma a fruta en los puestos de mercados de Sucre
El carisma y el buen humor de las 'caseritas' es un gancho para la venta segura
Un día de compras en el mercado puede significar mucho más si, al pasar por el sector de las frutas, los deliciosos aromas invitan a acercarse a uno de los puestos para que las ‘caseritas’ gentilmente conviden un bocado. Se dice que la comida entra por ojos; pues, las frutas se destacan en aquello. A esa magia se incorpora un: “Mamita, ¿qué cosita me vas a llevar? ¿pera, uva, manzana?”, entre otras frases cálidas que emiten las caseras, ya sea del mercado Campesino, El Morro, o el Central, para que los compradores no duden en llevar a casa su fruta favorita.
Así como hay variedad de estos alimentos naturales, también historias que contar que se esconden en aquellas voces que ofrecen un trozo de bienestar a los sucrenses.
En el mercado Campesino se encuentra Adela Torres quien se inició en la actividad como un modo de sustento desde los ocho años, cuando migró a la ciudad para estudiar en la escuela.
Torres relata que aprendió del negocio con su madrina, Margarita Flores, mientras la ayudaba en el mercado Central. Poco a poco fue pisando terreno y se trasladó al Campesino hace 14 años; y aunque logró una profesión en la Universidad, prefiere el comercio.
“Yo soy trabajadora social, pero no sé, más me gusta mi trabajo, lo que hago. Entonces, me he dedicado al comercio y mi carrera la he dejado a un lado, lamentablemente”, expresa algo nostálgica. Sin embargo, dice estar agradecida porque con el pasar de los años logró acrecentar su negocio, para ella y su familia, que es su principal fuente de ingreso.
Al lado este de la ciudad, se encuentra el mercado El Morro, que con el pasar del tiempo se ha convertido en un centro de abasto importante. Ahí, por lo general, la fruta se vende al por mayor para ser distribuida en otros mercados.
Katy Alfaro narra que una vez a la semana llega el producto según la temporada para su comercialización y repartición. “A veces dormimos aquí para cuidar nuestra mercadería”, dice ella. Temporadas como ésta, atraviesan por problemas de clima que no son un impedimento para seguir adelante.
Unos pasos más allá, se encuentra Martha, y explica que la fruta “se vende jueves, sábado, domingo” con algunos problemas de orden que muchas veces imposibilitan la comodidad para asentarse en el lugar. Pero, a pesar de ello, la población visita el mercado.
Otras caseritas expresan que la venta se puso algo difícil desde que fueron trasladadas del mercado Campesino. Entre las 4:00 y las 5:00, es el horario para alistar los puestos y distribuir la fruta a los comerciantes minoristas.
En el mercado Central, a la entrada de la avenida Aniceto Arce se divisa un colorido callejón de frutos rojos, amarillos, verdes y todos los que se pueda imaginar, de acuerdo a la temporada.
Allí, como parte del centro histórico, también se rescatan recuerdos de la niñez de Eusebia León, cuando no existía “competencia”. Cuenta que desde que era pequeña acompañaba a su mamá en el puesto y que varios camiones llegaban al sitio donde la población acudía con frecuencia.
Doña Leónidas, que trabaja en este lugar desde hace 13 años, resalta la compañía de sus vecinas de sección, con las que, asegura, se lleva muy bien y algunas veces suelen ser un apoyo cuando surgen problemas familiares. “Tratamos siempre de hablar, desestresarnos, compartir en el mercado, porque más pasamos en el mercado que en la casa. Tratamos de conllevar con todos esos problemas y nos distraemos bastante”.
Al fondo, nos recibe doña Miriam Ugarte, vendedora de plátanos desde hace siete años. Afirmó que la población eleva el consumo cuando empiezan las labores educativas y cuando los restaurantes y pensiones de comida reactivan su actividad.
Unos metros más allá se encuentra Lizbeth Gorena, hija de Estela Medrano, que comercializa frutas desde hace 30 años. Lo primordial para Lizbeth y su mamá es mantener la fruta fresca, algo que aprendió muy bien desde su infancia. Relata también que sus clientes se acercan con motivo de recibir un consejo sobre qué fruta adquirir en caso de atravesar por un desequilibrio en la salud o ponerse a dieta. La satisfacción de esta joven nace, cuando los compradores regresan a agradecer por la sugerencia.
El carisma de Gorena logra captar la atención de los transeúntes del pasillo de frutas, al igual que todas las caseritas dedicadas a este tipo de comercio, algunas acompañadas de sus hijos que colaboran día a día, siempre sonrientes y amables.
Las entrevistadas, a medida que relatan sus historias, denotan que la fruta que prefiere la gente en la ciudad es la manzana, ya que no existe temporada en la que no se produzca, sin importar el lugar de donde venga.
Sugerencias de “las Cases”
A pesar de la buena voluntad con sus clientes, las caseras de fruta piden que se mejore la infraestructura de su fuente de trabajo.
En el mercado Central rescatan los cambios que se hicieron hasta la fecha, aunque les caería muy bien un tinglado para protegerse de las inclemencias del tiempo porque “el frío, el viento, nos hace suceder aquí”, dice Ugarte.
En El Morro sugieren reordenar los espacios para que la compra y venta fluya sin complicaciones.
Y en el mercado Campesino, optimizar las bocas de tormenta para prevenir inundaciones que no sólo afectan al sector frutero, sino también a otras secciones.