Diversión, agua y folclore en el Carnaval de Yotala
La locura del juego con agua y espuma se apropió de la juventud yotaleña y de sus visitantes, en la tarde de domingo
El municipio de Yotala despidió ayer al Carnaval 2019 con la Entrada General. Miles de visitantes ocuparon calles, plazas y fiestas, en medio de abundante juego con agua y espuma. Al menos una quincena de comparsas y pandillas estrenaron el nuevo recorrido de la manifestación folclórica.
Mientras el cielo encapotado abrazaba a Sucre, el sol no dudó en favorecer desde temprano a la Villa de Yotala, municipio que despidió el Carnaval con la Entrada General.
Unos 100 metros antes de la tranca de ingreso al pueblo, el tráfico vehicular era imposible. Ya en el desvío, los vecinos aguardaban en algunas viviendas con asado de chancho y venta de pan casero, pero sobre todo abundante cantidad de globos con agua. Las jovencitas fueron el blanco perfecto.
El embotellamiento vehicular en la carretera también se hizo sentir cerca del santuario de “Adelita” Cárdenas. Desde allí, la Policía reforzó los controles cerrando la vía sólo para los peatones. Los visitantes bajaron a pie hasta el punto de encuentro.
Con los pasos cada vez más cercanos al centro poblado, se escuchaba el canto de las comparsas y pandillas. Petardos y los globos de agua en el aire daban cuenta fácil de su ubicación.
Y mientras los bailarines seguían la ruta de la Entrada –que por cierto se estrenaba– fiestas populares en locales y algunos patios de casas particulares ya habían seducido a varios grupos de personas.
Hacia el corazón de la localidad, el juego con agua y espuma se había impuesto sin preguntar a nadie. Las calles, con restos de globos y en ocasiones charcos de agua, fueron prueba de la diversión a la que se habían entregado propios y extraños.
La Plaza 25 de Mayo quedó sin trincheras ante la "guerra de globos" que se desató, incluso cuando el sol se había dispuesto a descansar. Eso ocasionó leves daños a puestos de comercio.
Mientras cada quien vivía su propia fiesta, el asado de chancho llamaba con su aroma a las familias, al igual que los panes caseros y las empanadas con queso. Ni qué decir del refresco de tumbo. El anticucho y el chorizo parrillero también fueron parte del menú carnavalero.
Así, entre las calles estrechas pasaron una quincena de comparsas y pandillas, siempre acompañados de la inocencia de los niños, que disfrutan de bailar y que con una sonrisa desde pequeños aprenden a zapatear.
El nuevo recorrido marcó a la cancha Santiago Arana como punto final de la Entrada. Allí muchos más espectadores se habían acomodado alrededor de las vallas, pero también en lo alto de una quebrada, desde donde provenían los globos en anonimato.
Una Pucara armada en forma de cruz fue el centro de atención en aquel sitio, donde la fiesta finalizó con la presentación de grupos musicales.
En general, la alegría no se ausentó en ningún momento, aunque por lapsos cortos los juegos con agua fueron violentos.