Arte de las polleras con moda y cultura

Elegir una pollera para vestir bien no es cosa sencilla para una cholita. A la hora de adquirir una prenda lo importante es estar a la moda en telas, a veces sin escatimar en precios.

EXHIBICIÓN. Varias costureras de polleras recibieron en Sucre, el viernes, un certificado de competencias del Gobierno. Durante el acto mostraron sus diseños. EXHIBICIÓN. Varias costureras de polleras recibieron en Sucre, el viernes, un certificado de competencias del Gobierno. Durante el acto mostraron sus diseños. Foto: José Luis Rodríguez

Mariana Calizaya Vargas/CORREO DEL SUR
Local / 02/06/2019 07:29

Elegir una pollera para vestir bien no es cosa sencilla para una cholita. A la hora de adquirir una prenda lo importante es estar a la moda en telas, a veces sin escatimar en precios. Este trabajo lo realizan las confeccionistas de polleras chuquisaqueñas que, además de dar a las mujeres lo que ellas desean, exportan sus prendas hasta Juliaca (Perú), generando así una fusión cultural.    

¿Cuál es la característica de las polleras chuquisaqueñas? “Siempre se colocan hasta la rodilla, tampoco más abajo, tiene plisaditos que antes hacíamos a pulso: cada rayita teníamos que alzar, pero ahora hacemos con máquina plisadora”, cuenta Alberta Salazar a CORREO DEL SUR mientras dibuja una sonrisa pícara.

Ella, que tiene décadas de experiencia empírica en la confección de polleras, enfatiza que en el caso de su gremio, la Asociación 26 de Octubre, recibió la transmisión de conocimientos de sus madres, abuelas o tías. Muchas, dice, llevan hasta 40 años ganándose el pan con este oficio.

Para imponer moda, las confeccionistas deben estar pendientes de las últimas tendencias en tela, porque esto le otorga calidad. “Antes, el color nomás era (importante); siquiera hace unos 25 años atrás (solo) se fijaban el color, no importaba la calidad”. Los “colores fuertes”, como el fucsia, morado y rosado, eran los favoritos. 

Para este invierno, las tendencias son el algodón para blusas y, en polleras, la tela diamante floreado; casi siempre se adquiere el conjunto. Ambas pueden costar entre 600 y 800 bolivianos, pero todo depende de la tela, insiste Salazar. En cuanto a los modelos no hay mucha variedad: se puede jugar, por ejemplo, con los botones.

VENTAS AL EXTERIOR

Aparte de comercializarlas en el departamento, algunas de las asociadas llevan sus creaciones a Santa Cruz, Tarija, Potosí –de hecho en Sucre hay confeccionistas de polleras potosinas–. Pero también venden sus productos en el exterior; uno de sus principales mercados es el poblado peruano de Juliaca.  

“En Juliaca se ponen pollera chuquisaqueña, el mismo solo que más larguitas, porque (allí) hablan quechua”, explica Salazar al remarcar la fusión cultural que se crea entre el vecino país y Bolivia.

Son las mismas modistas las que suelen llevar hasta Perú lo que hacen. Salazar ya no. Hace diez años ella viajaba con hasta 50 polleras cada mes.

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