Nazareth, la misionera brasileña que cambió la vida de muchos bolivianos

La mujer dice que no es difícil ayudar a la gente con dependencia alcohólica

EN FAMILIA. María Nazareth (2da. izq.) junto a isitantes en Prados. EN FAMILIA. María Nazareth (2da. izq.) junto a isitantes en Prados. Foto: Gentileza

Sucre/CORREO DEL SUR
Local / 08/12/2019 01:58

“Pensé que mi vida se iba a terminar, en ese momento no tenía futuro, iba a entrar a la cárcel; entonces pedí a Dios ¡Señor ayúdame, quiero cambiar, no quiero ser un alcohólico!”, emocionado, Pedro (nombre convencional) nos cuenta una parte de su historia. Era estudiante de colegio cuando se metió en un problema muy serio, lo habían acusado de una violación, su vida había cambiado a temprana edad; ya sabía tomar y drogarse, era rebelde, desobediente, mentía a sus papás y llegaba tarde a su casa. Pero se dio cuenta de las consecuencias de sus actos. Fue en ese instante tan difícil que llegó a su vida la pastora María Nazareth y lo llevó a PRADOS.

Desde ese día él se transformó y se dedicó a servir a Dios. Hoy, a pesar de haberse recuperado, quiere seguir ahí y ayudar a otros jóvenes como él; pero ¿quién es Nazareth, la mujer que ayudó a este joven? Aquí se retrata parte de su vida dedicada al servicio de gente alcohólica.

Llegamos a su oficina, ella nos recibe con una sonrisa muy cálida y empezamos a conocerla y a hacer realidad nuestro sueño. Formulamos la primera pregunta:

¿Podría contarnos algo de su vida, en especial algo que la haya marcado y le haya hecho cambiar el rumbo?

MN:. En primer lugar quiero decirles que mi nombre es María Nazareth, nací en Brasil; soy naturalizada boliviana, con este 17 de octubre voy a cumplir 35 años en Bolivia. Vine porque soy misionera, mi vida cambió un día en Brasil cuando mi hija trajo a un joven de la calle, él tenía problemas de drogas. Es este muchacho (señala una foto que tiene debajo del vidrio en su escritorio), su nombre es Odahibo, él fue la primera persona rehabilitada en mi casa, ahora está casado (señala otra fotografía del matrimonio). En esa época él tenía 18 años; ese momento yo todavía no sabía qué quería Dios de mí; oraba, le pedía que me señalara el camino, quería hacer algo en pro de la gente. Ese momento me ha mostrado este trabajo totalmente guiado y dirigido por Dios, por eso llegué a Bolivia y el año 84 fundé PRADOS.

¿A sus cuantos años llegó a Bolivia?, ¿fue duro separarse de toda su familia?

MN: Antes de llegar a Bolivia yo oraba a Dios para que me llevara a algún lado. Yo solo tengo una hija, ella igualmente era misionera; pero, también, ese momento tenía en casa más de 25 jóvenes entre 12 a 15 años, los estábamos ayudando, ya que eran chicos con problemas de drogas, mi hija los encontraba en la calle y los traía. 

Antes que me venga a Bolivia pensaba “qué voy hacer con todos estos chicos y con mi hija”. Pero ese año ella se fue a realizar un seminario a Betel y Dios acomodó a todos los muchachos de una manera impresionante; es entonces que yo fui para la Misión Antioquia de Brasil, de la misión vine a Bolivia, llegué aquí un 7 de octubre de 1984, tenía 49 años.

¿Cuando llegó a Bolivia pasó por momentos difíciles, ¿nos podría relatar parte de esa historia y cómo salió adelante?

MN: Llegué con un propósito a Bolivia: ayudar a gente con problemas de drogas y alcohol. Recorría las calles en busca de ellos, les hablaba, inclusive oraba con ellos; pero eso no daba mucho resultado porque continuaban en la calle tomando. Entonces, comencé a reclamarle a Dios cómo iba a cumplir mi misión, ya tenía 10 años en Bolivia haciendo este trabajo. Iba de un lugar a otro sin tener un lugar propio.

¿Cuál fue el motivo principal para venir de otro país y elegir a Bolivia como residencia?

MN: (Sonríe) La verdad no fui yo la que elegí, como dije en un comienzo yo oraba decía “Dios, no quiero ser una persona que se va a sentar en el banco de la iglesia y quedarme escuchando y escuchando, en mi casa no hago nada, quiero servirte en algún lado”. Ese momento no sabía dónde iba a ser mi destino. Entonces, la Misión Antioquia organizó la Fiesta del Choclo, estaba ahí, cuando el pastor Renato me dijo que me necesitaban en Bolivia, preparé todo para venir y hoy estoy aquí y ya fui a predicar a todos los departamentos.

¿Cuéntenos cómo llegó a Chuquisaca y por qué decidió ese lugar habiendo departamentos más grandes en Bolivia.

MN: He venido con un llamado de Dios, porque soy misionera y vine hacer un trabajo misionero, Dios me ha mostrado un camino en mi vida totalmente guiado y dirigido; por eso llegué aquí a Bolivia y al departamento de Chuquisaca.

¿Quisiéramos que nos cuente la historia y en especial el motivo para abrir para abrir este centro de ayuda.

MN: Ya estaba mucho tiempo en Bolivia y no tenía un lugar propio, lo cual me dificultaba ayudar a la gente de la calle, vivía en casa de unos misioneros americanos y trabajaba en un programa llamado Club de Salesianos. Ahí me ofrecieron una casa en alquiler, pero no tenía para pagar. El dueño de casa donde vivía me dijo que un hermano de la iglesia de Estados Unidos quería ayudar por tres años con 300 dólares para algún trabajo social y era justamente lo que me pidió el dueño; hacía falta muebles y la universidad Evangélica me prestó varios. Yo había hecho un trato con Dios, si hasta el 22 de junio de 1994 no tenía un lugar para atender a las personas, me iba de Sucre. El 12 de junio inauguramos PRADOS.

Entonces, llegó un primer interno, luego el segundo y me alegré, tenía para pagar el alquiler, pero no para la comida, vendí todo lo que tenía para que coman; estaba segura de que Dios nos ayudaría; fue así que muchas personas de Sucre venían trayendo alimentos y nunca faltó nada desde entonces.

Luego nos mudamos a otra casa. Un día alguien me dijo “usted quiere construir una casa, ¿por qué no le pide un terreno al alcalde?”. Fui a buscarlo, esas veces estaba el “Chunka”, doctor Germán Gutiérrez, Gantier, pero no conseguía hablar con él y desistí. Dije “Dios creo que estoy en un lugar errado”. Estaba a punto de desistir, hasta que un día en la puerta de mi casa pasó él, estaba haciendo campaña porque había nuevas elecciones, se acercó a hablar conmigo, le dije que lo había buscado mucho y que quería hablar con él a solas, me invito a su oficina, fui ahí y le explique que quería hacer un centro de rehabilitación y necesitaba un terreno. Me dijo que ahora no tenía nada; pero que si ganaba me daría dos terrenos, le dije que yo oraría para que así sea. Ganó y me dio los dos terrenos.

Los terrenos que nos dieron estaban llenos de huecos, arreglarlos fue otro milagro, (suspira) necesitaba tractores y no tenía dinero para pagar; entonces alguien me dijo que vaya a buscar al coronel de nombre Fuertes del batallón de Ingeniería, que él me podría ayudar, pero no lo podía encontrar. Para entonces el canal 9 estaba festejando sus nueve años y homenajeó a nueve personalidades y fui elegida entre ellas. Nos invitaron un almuerzo, me senté en una mesa llena de militares y, de casualidad, el coronel Fuertes estaba ahí. Le pedí una cita y le hablé de mi proyecto; mandó dos tractores, uno con pala y nivelaron el terreno en una semana, no me cobraron nada porque es la obra del Señor. Cuando Dios nos da algo para hacer, él se encarga de suplir todas las necesidades, así es como comenzó y fui construyendo PRADOS poco a poco. Nos trasladamos y ahora somos casi 70 personas.

¿Desde que empezó su labor para ayudar a las personas con esos problemas ha podido percibir cambios?, ¿podría contarnos la historia que más le haya impactado?

MN: Son tantas historias. Muchos jóvenes están internados, las terapias son espirituales y ocupacional, una complementa a la otra. De día trabajan y de noche van al culto (piensa, pareciera que los recuerdos llegan su memoria y empieza a contarnos). Tenía un joven muy rebelde, ese día entró al culto, se sentó en la segunda fila, indiferente a todos, ese momento estaba predicando y decía que Dios es bueno, misericordioso y milagroso; entonces este joven levantó la voz y dijo desafiante “Si él es misericordioso, quiero tener un chicle”. En la iglesia es prohibido comer chicle, era casi imposible, se quedó así sin moverse. De repente viene una persona, le agarró la mano, (se levanta de la silla, me pide la mano y hace un ademán como si encontrara algo), luego le abrió y ahí estaba un chicle, desde ese momento él perdió toda su arrogancia, no sabía qué hacer si comerlo, guardarlo o ponerlo al bolsillo, vio a toda la gente danzando y poco a poco se unió a ellos. Desde ese día abrió su corazón para Jesús.

Otra historia es de una persona que no podía caminar bien, caminaba despacito porque tenía un problema en las rodillas y en los huesos, todo a consecuencia de consumir mucho alcohol. Se vino a internar aquí, tenía que parar de tomar, si no terminaría en una silla de ruedas. 

Un día yo predicaba sobre sanidad en el culto explicando que Jesucristo murió por nosotros y pagó un precio muy grande en la cruz para que nosotros seamos sanos y salvos. Entonces yo dije que cualquiera que pudiese reconocer que Jesucristo es el señor crea, ore, doble sus rodillas y pida a Dios y él le va a curar; ese señor del que te hablo no podía arrodillarse. Cuando todos habían salido fue al altar, se arrodilló y terminó cayendo, cuando se levantó estaba sano. Él vive hasta hoy, sigue saludable y hasta juega fútbol.

¿Es difícil ayudar a la gente alcohólica?

MN: Éste es mi trabajo. No es difícil porque es Dios quien ayuda a esta gente, yo solo tengo que orar y pido sabiduría a Dios para transmitir a ellos la palabra de nuestro Señor. Es así que de aquí sale mucha gente sana, no sólo de Sucre, sino de toda Bolivia y hasta fuera de Bolivia.

¿Cuál es el proceso para que la gente alcohólica pueda reinsertarse a la sociedad? 

MN: La mayoría de los internos ya tienen profesión, tengo médicos dentistas y hasta arquitectos porque la bebida envuelve a cualquiera. Todos ellos trabajan a la par, aprenden a ser humildes, aquí todos saben lavar la ropa, pelar papa. Cada interno pasa por la cocina, panadería y carpintería por 15 días; aprenden a cocinar, a hacer pan, a construir muebles. 

¿Cuál es su inspiración al momento de trabajar y por qué?

MN: Todos los días estoy inspirada y oro al Señor. 

¿Cuál es el futuro de PRADOS? ¿Cómo ve a esta asociación dentro de unos años?

MN. Espero que continúe funcionando y tenga un futuro cada vez mejor, sólo Dios sabe. Mientras yo trabaje aquí trato para que la gente haga todo bien, justo anteayer he predicado y he hablado sobre esto. Por ejemplo, yo admiro a las personas que tienen una panadería, ya que sus familias son muy organizadas, hacen las cosas conservando la receta. Mi deseo es que Dios en su gran misericordia traiga a alguien para ocupar mi lugar con el mismo amor y cariño, pues si no hay amor perderán tiempo. No es fácil tratar con drogadictos y alcohólicos, ellos necesitan sentir afecto para cambiar.

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